Aubade

Lunes, 19 de diciembre de 2011

Christopher Hitchens

Refiriéndose a la negativa de Christopher Hitchens a hablar con sus amigos sobre su enfermedad antes de morir, he escuchado a varios comentaristas citando el famoso verso de Aubade de Philip Larkin: Death is no different whined at than withstood.

Esto es un error.

Es cierto que el verso, tomado por sí solo, admite esta lectura. Con o sin lloriqueos, la muerte es la misma. ¿Por qué entonces no soportarla con dignidad en vez de lloriqueos? ¿Dejar el mundo con la frente en alto?

Pero el verso es mucho más oscuro, si uno lee el resto:

Courage is no good:
It means not scaring others. Being brave
Lets no one off the grave.
Death is no different whined at than withstood.

Es decir, así seamos valientes, ¿qué importa? Igual nos vamos a morir. Con o sin razón, Larkin nos dice que la muerte vacía de significado cualquier gesto de coraje o valentía.

Mañana:

  • Más datos sobre el presupuesto.

El secreto de Bellow (bilingue)

Viernes, 16 de diciembre de 2011

Santiago Roncagliolo, en Tan cerca de la vida:

Sus palabras pretendían distender la conversación, pero cayeron como pelotas en un campo sin jugadores. Dieron algunos botes contra el suelo y se quedaron ahí, muertas.

La imagen es genial, muy hermosa, pero tiene un problema. El narrador que suelta esta frase está muy cerca del protagonista, Max.

En las páginas anteriores Roncagliolo viene utilizando el estilo indirecto libre. Con esta técnica logra que la narrativa a cada rato se aleje de la tercera persona omnisciente para asumir propiedades del personaje o fundirse con él.

El estilo indirecto libre es una técnica muy común y muchas veces inconsciente, ya que la tercera persona tiene una tendencia natural a alejarse de sí misma para acercarse a los personajes.

Aquí un ejemplo del uso de esta técnica en La Fiesta del Chivo (que cite hace unos días). El dictador Rafael Leónidas Trujillo está en el gimnasio, haciendo ejercicio en la mañana:

El remo estaba en un cuartito adjunto, atiborrado de máquinas de ejercicios. Empezaba a remar, cuando un relincho vibró en la quietud del amanecer, largo, musical, como jocunda alabanza a la vida. ¿Cuánto tiempo que no montaba? Meses.

Vargas Llosa viene usando la tercera persona, pero de pronto, con esa última pregunta, la tercera persona se funde con la voz de Trujillo. El dictador es el que se pregunta cuánto tiempo lleva sin montar y también el que responde.

Pero volviendo a la frase de Roncagliolo:

Sus palabras pretendían distender la conversación, pero cayeron como pelotas en un campo sin jugadores. Dieron algunos botes contra el suelo y se quedaron ahí, muertas.

¿Cuál es el problema? Que Max, el protagonista, no tiene el talento para inventar una frase así. La frase es del escritor profesional, Santiago Roncagliolo, y uno nota su intrusión. Uno podría decir que Roncagliolo no resiste la tentación de enfocar los reflectores en su talento, así eso perjudique su historia.

¿Pasa lo mismo con la frase de Vargas Llosa? Quizá un poco, pero tan poco que pasa por desapercibido. Trujillo haciendo esa asociación entre el relincho del caballo en la madrugada y la belleza de la vida es más creíble que Max inventando la imagen de las pelotas. También hay algo en el fraseo de Vargas Llosa que ayuda a disimular la tensión entre la bella imagen y la capacidad que tiene su personaje para inventar esa imagen.

Que es lo que motiva esta reflexión.

Miren este párrafo de Saul Bellow, de su cuento El viejo sistema. El personaje Isaac Braun está yendo al aerepuerto:

On the airport bus, he opened his father’s copy of the Psalms…He tried -forcing. It did no good. The tunnel, the swamps, the auto skeletons, machine entrails, dumps gulls, sketchy Newark trembling in fiery summer, held his attention minutely….Then in the jet running with concentrating fury to take off -the power to pull away from the magnetic earth; and more: When he saw the ground tilt backward, the machine rising from the runway, he said to himself in clear internal words, “Shema Yisrael,” Hear, O Israel, God alone is God! On the right, New York leaned gigantically seaward, and the plane with a jolt of retracted wheels turned toward the river. The Hudson green within green and rough with tide and wind. Isaac released the breath he had been holding, but sat belted tight. Above the marvelous bridges, over clouds, sailing in the atmosphere, you know better than ever that you are no angel.

¿Sienten en este párrafo una intrusión del talento de Bellow tan obvia como la de Roncagliolo? Yo no.

Y, sin embargo, el alto grado de sofisticación del estilo de Bellow revela a un estilista de primer orden, de los mejores que dio la literatura del siglo XX.

Escuchemos el comentario del crítico James Wood sobre este párrafo:

Sentence after sentence the world is captured with brimming novelty: Newark seen as “sketch” and “trembling in fiery summer,” the jet “running with concentrated fury to take off” (a phrase that with its unpunctuated onrush itself enacts such a concentrated fury), New York, which, as the plane tilts, “leaned gigantically seaward” (say the phrase aloud, and see how the words themselves -”leaned gi-gan-tic-ally sea-ward”- elongate the experience, so that the very language embodies the queasiness it describes); the dainty, unexpected rhythm of “The Hudson green with green, and rough with tide and wind” (“green within green” captures very precisely the different shades of green that we see in large bodies of cold water when several thousand feet above them); and finallly, “sailing in the atmosphere” -isn’t that exactly what the freedom of flight feels like?

Lo impresionante es que Bellow logre este grado de sofisticación en su estilo sin que uno lo sienta a él entrometiéndose en la historia como Roncagliolo. Bellow se las arregla para que esa genial metáfora “sailing in the the atmosphere” se diluya en la prosa sin enfocar los reflectores en el creador (como si nadie la hubiese inventado). “The Hudson green within green and rough with tide and wind” tiene una musicalidad y un ritmo que revela a un autor lector de la gran poesía, pero es sólo en la tercera o cuarta leída que uno nota cuan lograda es esa frase.

¿Cómo logra Bellow esto? ¿Cómo camufla tan bien esas intromisiones de su talento? ¿Cómo disimula tan bien la inevitable tensión entre la sofisticación de su prosa y la capacidad del personaje de pensar o hablar con ese grado de creatividad, cultura e imaginación?

La respuesta está en los ritmos y el dinamismo de la prosa; el calculado desorden y textura aparentemente poco refinada, en el tacto para mezclar y fundir diferentes elementos (oralidad y poesía, por ejemplo); y quizá en otras cosas que Bellow ve y nosotros no.

Pero escuchemos la respuesta de James Wood a esta pregunta (cursivas mías):

Bellow’s details and rhythms are so mobile, so dynamic, that they seem less vulnerable to the charge of aestheticism than do Flaubert’s or Updike’s. That smooth, premade wall of prose that Flaubert wanted us to gasp at is here a rougher lattice, through which we seem to see a style apparently in the process of being made. This roughened-up texture and rhythm is, for me at least, one of the reasons that I rarely find Bellow an intrusive lyricist, despite his high stylishness.

No sé qué es mejor, el párrafo de Bellow o el insight de James Wood.

Mirando al otro lado

Jueves, 15 de diciembre de 2011

En un reciente artículo publicado en Tal Cual Alonso Moleiro se pregunta algo que yo me he preguntado muchas veces. ¿Por qué los artistas venezolanos, en sus novelas, cuentos, películas, obras de teatro, se han mantenido curiosamente al margen de lo que ha ocurrido en el país durante los últimos trece años?

En el artículo Moleiro toca varios temas importantes relacionados a esta pregunta, pero no menciona uno que, a mi modo de ver, es de los más importantes. ¿No son los últimos 13 años un material bruto riquísimo para un artista? Polarización, autoritarismo, inseguridad, escasez, Alo Presidente, CADIVI, Henry Vivas, lluvias, secuestros express, inflación, Gerson Pérez, El Rodeo, JVR, 11 de abril, damnificados, Makled, Daniel Candanga, Círculos Bolivarianos, la muerte de CAP, Los Semerucos, lista Tascón, Carter, exhumación de Bolívar, los hermanos Escarrá, IVAD, La Piedrita, Giovanny Vásquez, maniqueísmo extremo, tráfico, PSF, Maraco, Afiuni.

Twitterhackers, movimiento estudiantil, Ramos de la Rosa, boliburgueses, abstencionismo, la plaza Altamira, Pudreval, Comité contra la Pudredumbre Burguesa, La Hojilla, vulgaridad, chapucería, humor, kitsch, cáncer, las FARC, valijagate, Didalco Bolívar, Chávez Abarca, médicos cubanos, victoria de mierda, el gran Eructador, Baduel, Tomás Vásquez, ¿cómo es posible que los artistas (venezolanos y no venezolanos) miren a otros lados cuando tienen todo esto a la mano?

Poderoso rival

Martes, 13 de diciembre de 2011

The Economist publicó un artículo deprimente sobre el estado de la industria editorial en América Latina.

El panorama no es muy brillante en el mundo de habla hispana. En México y Argentina, los dos mercados de libros más grandes después de Brasil, las ventas de libros han mermado. Gracias a la saga de vampiros “Twilight” y a una serie de libros de autoayuda, el grupo español Santillana, la editorial más grande de la región, informa que sus ventas de títulos para adolescentes se ha mantenido. Pero la asociación de editoriales de México señala que sus ventas totales en 2010 fueron de 139m, una disminución del 12 por ciento con respecto a 2005….Entre 2005 y 2009 la venta de novelas cayó en un 39 por ciento (a 8m) y de libros para niños en un 42 por ciento (a 13m).

Lo que más impacta es que esta disminución en la venta de libros ha ocurrido casi simultáneamente a la explosión de la clase media en la región. El último informe de la CEPAL indica que la pobreza cayó del 48,4 por ciento en 1990 a 31,4 en 2010. Desde 2003 casi 50 millones de personas han salido de la pobreza en América Latina. Y la tasa de pobreza está en su punto más bajo desde 1990.

Uno supondría que millones de latinoamericanos con un mayor poder adquisitivo y un mejor nivel educativo se traduce automáticamente en un aumento considerable, sino masivo, en la demanda de libros. Así ha ocurrido con los periódicos impresos a pesar de la revolución de Internet.

Pero no: la impopularidad de los libros resiste las increíbles presiones del ascenso de la clase media.

Una mala noticia para alguien que le gustaría vivir sólo de escribir.

El relincho del caballo

Martes, 13 de diciembre

La trama del capítulo II de La Fiesta del Chivo es, en apariencia, muy simple. El dictador Rafael Leónidas Trujillo se despierta en la madrugada, hace ejercicio, se asea, se viste y luego va a su despacho para comenzar la jornada. Pero es un verdadero tour de force donde Vargas Llosa introduce los principales temas de la novela. En la página 28, mientras hace ejercicio, el dictador escucha algo, a lo lejos:

El remo estaba en un cuartito adjunto, atiborrado de máquinas de ejercicios. Empezaba a remar, cuando un relincho vibró en la quietud del amanecer, largo, musical, como jocunda alabanza a la vida. ¿Cuánto tiempo que no montaba? Meses. Nunca lo había hastiado, después de cincuenta años seguía ilusionándolo como el primer sorbo de una copa de brandy español Carlos I, o la primera ojeada al cuerpo desnudo, blanco, de formas opulentas, de una hembra deseada.

Desprovista de su contexto, la frase quizá no es gran cosa. Pero insertada en medio de esas primeras 27 páginas magistrales de la novela la frase adquiere un brillo especial. Siempre la he percibido como uno de los picos de esa parte inicial de La Fiesta del Chivo. Misteriosamente, esa oración del relincho del caballo en la madrugada, que el dictador percibe como “jocunda alabanza a la vida,” es el detonante, la que me hace pensar en Vargas Llosa como un gran novelista, la que me recuerda a Ortega y Gasset diciendo leer a un gran escritor es casi un placer físico: como nadar o caminar en el bosque.

Y no sólo es la hermosísima asociación del sonido del caballo en la madrugada con la belleza de la vida. Es  la manera como esta frase reafirma con un toque casi mágico la calidad de todo lo que hemos venido leyendo.