El debate de las primarias

Martes, 1 de febrero de 2011

Sería bueno que en 2012 se celebraran sólo elecciones presidenciales. La celebración de elecciones presidenciales y regionales complica seriamente los retos ya de por sí abrumadores que confronta la oposición. Es cierto que seleccionar mediante primarias un candidato único para la presidencia es una tarea relativamente fácil. Pero también es cierto que, una vez escogido, ese candidato tiene que confrontar al aparato entero del Estado. Derrotar a esa poderosa maquinaria del Estado-PSUV-Gobierno, aceitada con millones de petrodólares, es un reto enorme.

Si por encima de eso, ponemos la selección y las campañas de candidatos unitarios a alcaldes y gobernadores, que posiblemente resulte en una atomización de recursos (aunque no necesariamente de esfuerzos), el asunto se complica todavía más.

Por eso es indispensable iniciar desde ya el debate sobre las primarias. Y en este debate el asunto del dinero es clave. En un mundo perfecto, con recursos y energías ilimitados, yo apoyaría sin la menor duda las primarias para cada uno de los cargos (no sólo los más problemáticos). Pero, desafortunadamente, no vivimos en un mundo perfecto. La oposición no tiene recursos y por eso es tan difícil decidir a favor o en contra de las primarias.

En este debate, pues, se debe hacer un esfuerzo enorme para detallar cómo se va a hacer con el asunto del dinero. Y no se debe enmarcar el debate como un pelea entre las fuerzas que quieren más democracia y las fuerzas que prefieren el dedo de la MUD.

Porque, en este caso, preferir más democracia a través de la celebración de primarias para cada cargo podría significar menos recursos para recuperar la democracia en el país.

El debate, pues, debe comenzar.

Próximamente:

  • Ensayo sobre La rebelión de los náufragos de Mirtha Rivero.

El pulso con Hugo Chávez

Miércoles, 26 de enero de 2011

Un último ensayo mío sobre las elecciones legislativas en Venezuela en The Fletcher Forum of World Affairs, el journal de relaciones internacionales de la Universidad de Tufts.

Recomiendo también los otros ensayos del número. El equipo de editores es excelente. Soy un testigo directo de los rigurosos estándares de calidad de esta publicación.

El silencio de los demás

Martes, 25 de enero de 2011

Es falso que Insulza haya retrocedido en sus críticas a la ley habilitante, como lo reseñaron algunas agencias de noticias y algunos medios venezolanos. Vi en vivo la entrevista que le hizo CNN e Insulza simplemente reiteró lo que ya había dicho antes: no está por principio en contra de las leyes habilitantes pues en algunas emergencias se justifican. Pero la ley habilitante aprobada por el Congreso saliente venezolano no le gusta, porque durante 18 meses desplaza a la nueva Asamblea Nacional. Una ley habilitante como esa, dijo, ha debido ser aprobada por el Congreso entrante.

La confusión se originó, creo, por la palabra “emergencia.” Muchas gente pensó que mezclando en la discusión el concepto de emergencia Insulza estaba aprobando el pretexto que dio Chávez para la habilitante.

En todo caso, la crítica fue injusta. Por primera vez Insulza hizo lo que tenía que hacer frente a un abuso del gobierno venezolano. Tomó posición sobre la habilitante y propuso que el tema fuese discutido por los miembros de la OEA. ¿Y cuál fue la reacción de los miembros?…Silencio. Muchos embajadores y mandatarios, al parecer, le escribieron cartas felicitándolo, pero nadie lo secundó. Ningún país latinoamericano apoyó públicamente a Insulza, porque nadie quiere meterse en un lío con Chávez.

En la entrevista que le hizo CNN Insulza dijo (cito de memoria): “Ustedes los periodistas ahora me están buscando todo el tiempo para que repita mis críticas a la habilitante. Pero lo que deberían hacer es ponerle el micrófono enfrente a los miembros de la OEA. Sólo ellos tienen el poder de hacer algo significativo.”

Tiene razón.

En otras ocasiones Insulza ha callado frente a los abusos de Chávez. Muchas veces lo he criticado duramente por mimetizarse con las posturas bastante cuestionables de la mayoría de los países miembros (sobre todo los doble estándar) en vez de utilizar su posición para al menos tratar de corregir estos defectos (como lo hizo, por fin, con la habilitante). Mi imagen de él es tan pobre que llegué a pensar que sus críticas a la habilitante podían ser, como sugirió Petkoff, una señal de una rebelión dentro de la OEA, porque él jamás haría semejante gesto por su propia cuenta.

Pero no: Insulza actuó solo. La prueba de su pequeño acto de coraje es el silencio de los demás países.

Ideas y creencias

Viernes, 21 de enero de 2011

Ortega y Gasset sostenía que cuando intentamos determinar cuáles son las ideas de un hombre o de un época solemos confundir dos cosas radicalmente distintas: sus creencias y sus ideas, ocurrencias o pensamientos.

Las creencias, dice Ortega, no surgen en tal día y hora dentro de nuestra vida, ni llegamos a ellas por un acto particular de pensar. Son “ideas” que nuestra mente no puede evitar reconocer como verdad. La adhesión es automática, mecánica; puestos a pensar en el tema, nos admitiremos en nosotros un pensamiento distinto ni opuesto a ese que nos parece evidente.

“Hay ideas con que nos encontramos -por eso las llamo ocurrencias- e ideas en que nos encontramos, que parecen estar ahí ya antes de que nos ocupemos de pensar…Con las creencias propiamente no hacemos nada, sino que simplemente estamos en ellas.”

Las ideas, en cambio, constituyen todo aquello que en nuestra vida aparece como resultado de nuestra ocupación intelectual. Por eso se alimentan de su cuestionabilidad. Por eso, sostiene Ortega, “necesitan de la crítica como el pulmón del oxígeno.”

Todos, sin excepción, tenemos creencias en las que estamos. La superioridad moral de la monogamia, por ejemplo, es para muchos de nosotros una creencia más que una idea. Sea o no sea la monogamia moralmente superior, la mayoría acepta esta idea como si fuese el orden natural de las cosas.

Este tremebundo insight de Ortega es muy útil para analizar al presidente Chávez. Sus posturas antiimperialistas, antineoliberales y socialistas, su concepción de la burguesía, su repulsión casi física por el capitalismo, su idolatría por Bolívar, Zamora y Maisanta, son menos ideas que creencias.

Contra la “gran” movilización

Jueves, 20 de enero de 2011

Durante el último mes, sobre todo a partir del paquetazo de leyes de diciembre, se ha retomado el uso de las marchas como mecanismo de resistencia democrática. Bajo esta nueva línea de acción, los partidos y la sociedad civil democrática están convocando una movilización el 23 de enero, día que se conmemora la caída de la dictadura de Pérez Jiménez.

La dinámica que se está creando me parece saludable. En el pasado ha habido cierta reticencia a organizar “grandes” marchas por parte del liderazgo opositor. En parte, quizá, porque organizar una movilización no es fácil. Pero también por el temor al fracaso. Mientras más espaciadas son las marchas, más grandes son las expectativas de éxito. Y, mientras más grandes son las expectativas de éxito, mayor el temor a fracasar, lo cual no es precisamente un incentivo para la movilización.

Por eso lo mejor es la movilización constante, aceptando que algunas marchas serán exitosas y otras no. De ese modo, no se inflarán la expectativas, se ejercerá constante presión sobre el gobierno y se hará de la acción de calle un hábito.