Chapucería y autoritarismo

Viernes, 29 de octubre de 2010

El lunes el presidente Chávez anunció la expropiación de la fabricante de vidrios, Owens Illinois. ¿El motivo? Chávez dijo que la empresa explotaba a los trabajadores, destrozaba el medio ambiente y se llevaba el dinero de los venezolanos.

Si no creen que estos fueron los tres argumentos, vean ustedes mismos el video:

Pero un día después, cuando se oficializó la expropiación, ninguno de los argumentos de Chávez  fueron mencionados en el decreto publicado en Gaceta Oficial.

Si no lo creen, vean ustedes mismos la Gaceta. No hay mención alguna al ambiente, la explotación de los trabajadores y al saqueo de recursos de la patria, sino sólo a los asuntos de las prácticas monopólicas, las violaciones del ejercicio de libre competencia, etc.

Dejemos a un lado que la expropiación de Owens es un atropello más del gobierno y que en ésta se ignoraron todos los procedimientos establecidos por la ley. Dejemos a un lado, también, que la clara intención del presidente es, en el largo plazo, seguir asfixiando al sector privado, y en el corto, cercar a Polar. Y dejemos a un lado que, de ser verdad lo de la destrucción del medio ambiente y la explotación de los trabajadores, así como lo de las prácticas monopólicas, el gobierno no tiene manera de justificar su inacción durante 12 años.

Dejemos todo esto a un lado para hacernos la siguiente pregunta: ¿cómo es posible que Chávez y sus ministros hayan sido incapaces de coordinar bien el pretexto que darían para la expropiación? ¿No era esa una tarea relativamente fácil?

Viendo esto, uno se pregunta si lo que está detrás de este tipo de episodios es chapucería o descaro; incompetencia o desfachatez autocrática.

Probablemente, una combinación de las dos.

Hombre todo espalda

Jueves, 28 de octubre de 2010

Rafael Ramos de la Rosa

Como ya todo el mundo sabe, un funcionario venezolano fue acusado en Miami de extorsionar por $1.5 millones a Tomás Andrés Vásquez Estrella, propietario de una firma bursátil intervenida por el gobierno de Chávez.

Rafael Ramos de la Rosa, funcionario de la Comisión Nacional de Valores (CNV), exigió el pago del soborno en Miami no sólo para él sino para su jefe, el director de la entidad, Tomás Sánchez Mejías (que hizo su nombre con el caso Econoinvest).

A cambio del soborno, los funcionarios se comprometían a elaborar un reporte favorable a la firma; si el sobornado no cumplía con el pago, liquidarían la compañía y formularían cargos criminales contra él.

El mecanismo, pues, no podía ser más perverso. En primer lugar, denuncia por actos irregulares. En segundo lugar, intervención ilegal de la firma bursátil. En tercer lugar, extorsión no a cambio de lo robado, sino de no liquidar la firma y de no presentar cargos criminales contra el dueño.

¿Cómo salió todo esto a la luz?

Pues Vásquez (el extorsionado) denunció a Ramos (el extorsionador) ante las autoridades estadounidenses y el FBI grabó las conversaciones entre Vásquez y Ramos.

En una de estas conversaciones Ramos (el extorsionador) comenta que Hugo Chávez “está acabando con el país, ese es su objetivo y lo está cumpliendo.”

A pesar de estar haciendo millones sobornando gracias a la demolición institucional dirigida por Chávez, Ramos lamenta que la revolución socialista esté acabando con Venezuela.

¿Cómo explicar este cinismo sideral?

La filosofía de Ramos es simple. El mundo es una porquería, lleno de bandidos, canallas, rufianes y basuras de todo prontuario y condición. La vida, pues, es un charco de mugre, y la mejor (o más pragmática) manera de vivir es lanzarse en ese charco y chapotear en el barro. Es decir: o uno se lanza al charco y se embadurna de mugre para surgir; o uno se resigna a residir en los grises márgenes de la vida, acompañado de pendejos y don nadies que cobijan su fracaso bajo el manto de supuestos “valores” y “principios.”

Sólo pensar que alguien puede ver la vida en estos términos deja un sabor a ceniza en la boca.

Las razones de Chávez Abarca

Martes, 26 de octubre de 2010

Autor: Alfredo Tarre Vivas

Francisco Chávez Abarca

Cualquiera que haya venido siguiendo el caso del “terrorista” Chávez Abarca, tiene que haber sentido más de una vez una especie de divertida indignación. La indignación no es difícil de explicar: hay un hombre preso que todo el mundo sabe que es inocente de los cargos que se le acusa. Me refiero, obviamente, a Alejandro Peña Esclusa. La diversión no es tan obvia. Viene de la mediocridad del circo que se ha montado, de la transparencia de la farsa, de la manifiesta estupidez. Estoy seguro de que más de uno debe haber pensado: “¿Esto es lo mejor que pudo hacer la inteligencia cubana? ¿Esto es lo que queda del aparato propagandístico de Stalin?”

Ya Alejandro Tarre escribió un texto citando una serie de incongruencias que pudimos ver todos en la versión bolivariana del show. Las risibles imágenes de las cámaras de seguridad en el aeropuerto en las que Chávez Abarca posaba para el gran público, la farsa del interrogatorio en la que el peligrosísimo terrorista chocaba cinco con los funcionarios a los que había venido a matar, el insignificante detalle de que se va de Maiquetía en una avioneta de hélice y llega a La Habana en un jet, etc. Pero Alejandro se quedó corto. Se lo dije en su momento y me ignoró.

Por ejemplo, el Granma, la voz oficial del castrismo, no publicó en ningún momento que el “terrorista” había sido extraditado. Hablaron de la captura, pero hasta hace dos semanas, guardaron silencio acerca del traslado del prisionero a la isla. Los invito a revisar los archivos del diario. Otra cosa: a pesar de que el supuesto inculpado, Peña Esclusa, se enteró días antes de la captura de su “complice,” no se le ocurrió mejor cosa que esconder los explosivo en el cuarto de su hija, seguro que ahí nadie iba a revisar.

Además, existía supuestamente una orden de captura emitida por Interpol. Yo busqué en todas las páginas de dicha agencia, mundiales y regionales, y Chávez Abarca no aparece por ninguna parte ni como buscado ni en la sección de noticias en las que se le notifica al mundo qué fugitivos han sido capturados. No sólo eso, todo el que haya visto las imágenes de la extradición habrá notado que la agencia brilló por su ausencia. Si vemos imágenes de otros traslados de prisioneros en los que Interpol tuvo algo que ver, veremos que los prisioneros llevan un chaleco con las muy visibles siglas: INTERPOL. Chávez Abarca sale de Maiquetía disfrazado de soldadito de Lego, escoltado por unos cuantos G.I. Joe venezolanos o cubanos… Difícil distinguir.

Pero mi parte preferida de esta versión low budget de lo que sería la producción cubana es cuando el ministro del Interior, haciendo de maestro de ceremonias, da inicio al espectáculo desde un podio en el medio de la pista en Maiquetía, con estas palabras: “Bien, entonces vamos a dar inicio al acto de deportación del terrorista Francisco Chávez Abarca. Adelante.” Acto seguido, la cámara gira a la derecha y comienza el desfile.

¿Pudo alguien pensar que esto iba a calar?

Hace unas semanas Cuba nos regaló la segunda mitad de la película y se llama “Las razones de Cuba.” Es un documental al estilo de (se me) “Ocurrió Así”. Lo recomiendo fervorosamente. No tiene desperdicio. El que no rompió en carcajadas con la mitad venezolana, no podrá aguantarse con la mitad isleña. En el contexto típico de satanización del imperio yanqui al que todos los venezolanos estamos acostumbrados, vemos a un Chávez Abarca sereno, sentado en lo que parece ser una oficina, sin esposas, con ropa limpia y una expresión constante del más sincero arrepentimiento. Cuenta detalladamente cómo realizó los atentados, de quién recibió las órdenes, cómo entró en contacto con los cabecillas, demuestra ser un erudito sobre el exilio cubano en Miami (su historia, sus nexos, sus métodos, precios, conflictos internos, etc. Curiosamente, sus datos no contradicen jamás la versión oficial de la dictadura de Castro) y, para deleite de los espectadores, lo vemos volver al lugar de los hechos y actuar como si estuviera poniendo las bombas otra vez. No estoy jodiendo, es así. ¿Se imaginan que los gringos agarren finalmente a Bin Laden y la CIA nos prepare un reality show como éste con el jefe de Al Qaeda? Qué grande…

En fin, vemos al “panzón” colocar los explosivos en el baño del Melia, lo vemos caminar por los jardines de otro hotel en el que colocó una de las bombas que no explotó, vemos a niños jugando con la bomba de juguete como supuestamente lo hicieron cuando ocurrieron los hechos en 1997. Todo muy cargado de emoción, de suspenso, pero sobre todo, de la más grotesca cursilería. No queda rastro del “terrorista” interrogado en Venezuela, el que decía con orgullo que le iban a pagar lo que él quisiera. Es más, en un momento particularmente emocional, Chávez Abarca revela que los criminales que lo contrataron le pagaban unos dosmil dólares por bomba que explotara. ¡Dos mil! Este hombre, según todas las fuentes, tenía una red de robo de vehículos. ¿Debemos creer que le iba tan mal que sin tener ninguna convicción ideológica se iba a volver terrorista, que iba a arriesgar su vida por unos miseros dosmil dólares?

El momento clímax del documental es cuando de la nada al escritor del guión se le ocurrió meter el tema del dengue en Centro América. Aunque le he dado vueltas al asunto, no puedo ver cómo llegó ahí ni cómo no pudo pensar en otra cosa. La intención es clara, quieren mostrar el lado humano del “asesino” y una vez más insistir en el sobrenatural talento de los galenos cubanos. Resulta que la hija menor de Chávez Abarca se enferma de dengue… bañado en lágrimas -y aclaro que no es una metáfora, pues no tiene un punto seco en la cara- el “terrorista” nos relata como fue una médico cubana la que le salvó la vida a la niña. “Una cubana” exclama, viendo al cielo como pidiéndole excusas al Señor.

La intención de los cubanos parece clara. Chávez Abarca no fue sólo un instrumento de Chávez para encerrar a Peña Esclusa, es también el “testigo estrella” contra el terrorista Posada Carriles. ¿Creen los cubanos que lo que no lograron con buenos argumentos (el hombre fue juzgado culpable por volar un avión con 74 personas adentro) lo van a lograr con este mediocre reality show? La senilidad del castrismo es evidente.

Ya terminada esta nota, el destino nos regala una post data. El gobierno de Venezuela le parece absurdo darle importancia a la confesión de dos etarras en España. No se le debe dar credibilidad a lo que declaran esos “asesinos,” es el argumento del gobierno. Entonces, ¿por qué está preso Peña Esclusa? ¿Por qué vamos a creer lo que dice ese otro “asesino,” Chávez Abarca, en sus confesiones? Del gobierno venezolano hace años que no se debe esperar ni coherencia ni rasgos de inteligencia. Sólo nos queda reir y llorar.

Y recordar que, por esta farsa, un hombre inocente está preso.


¿Qué debe hacer Polar?

Viernes, 22 de octubre de 2010

Una ejecutiva venezolana con amplia experiencia en el sector alimentos me dijo hace poco que la expropiación de Polar podría ser el punto de quiebre de la revolución chavista.

Esto podría ser cierto. Pero también es cierto que de Chávez se puede esperar todo, incluso acciones que, muy probablemente, afecten sus propios intereses.

Con otros líderes uno puede aplicar la lógica de “no debo hacer esto porque podría afectarme más que beneficiarme.” Pero no con Chávez.

¿Se va a atrever Chávez a expropiar a Polar?

Todo indica que, tarde o temprano, lo va a hacer. Que el asunto no es tanto si lo va a hacer sino cuándo.

Por eso, a estar alturas, es un error que Polar no esté tomando cartas en el asunto. Es ingenua esa espera pasiva y silenciosa para ver “si pasa algo” que los salve de la aplanadora chavista.

¿Qué podría hacer Polar?

De yo ser Lorenzo Mendoza, hubiese utilizado la expropiación de Agroisleña como un buffer. Hubiese utilizado el músculo financiero de Polar para movilizar gente y protestar la medida. Sólo este tipo de presión -como lo demuestran los casos de Álvarez Paz, la Ley de Inteligencia, la Ley de Pesca, el pasaje de transporte urbano, el sistema de admisión universitario y el currículo escolar- es efectiva para frenar a Chávez.

Lecciones de sumisión

Miércoles, 20 de octubre de 2010

Robert Serra

Declaraciones del recién electo diputado chavista, Robert Serra:

“Si hacer lo que diga el comandante, cuando él lo diga y porque él lo diga, por mandato del pueblo, es ser una foca, entonces seré una foca los próximos años de mi vida.”

Ex ministro de Comercio y ex presidente de Indepabis, Eduardo Samán, explicando su misteriosa salida del ministerio:

“Lo desconozco [porqué salió del ministerio]. Es más, todos los ministros desconocen las causas de su salida; simplemente les mandan una carta o los llaman por teléfono, como fue mi caso, que me llamó el Vicepresidente (Elías Jaua) y me pidió que entregara el cargo, pero no me explicaron el porqué yo salgo.”

Y más adelante:

“Yo hablé con el Presidente. Él me dijo que eso es un hecho de estrategia, que la política, como el béisbol, es un tema de jugar posiciones. Yo no puedo obligar al Presidente a que explique, él es libre de poner o sacar.”

El columnista Alberto Barrera Tyszka refiriéndose a las declaraciones del ministro de Educación Superior, Edgardo Ramírez, el día de la marcha de las universidades:

Lo escuché hablar [al ministro Ramírez] y no entendí por qué tenía que decir tantas veces las palabras “comandante presidente”…pensé que quizás estaba dejándome llevar por una pulsión muy personal. Pero no. Lo volví a escuchar y me quedé con la sensación de que el ministro no se aguanta un punto y coma sin soltar la referencia. Un, dos, tres, “comandante presidente”. Cuatro, cinco, seis: otra vez lo mismo. Siete, ocho, nueve: ¡de nuevo! En un momento llegué a sentir, incluso, que tenía un contrato, que le pagan por hacer una cuña.

Todo el que ejerce un cargo bajo Chávez sale con una maestría en Corrupción y un doctorado en Jalabolismo. (Los mejorcitos o menos talentosos, como usted quiera verlo, sólo con el segundo).