Descenso a la barbarie

Martes, 30 de abril de 2013

Hasta hace poco el gobierno en Venezuela se había preocupado por guardar ciertas formas; por preservar ciertas garantías que le permitían revestir con una pátina de legitimidad democrática su naturaleza profundamente autoritaria.

Pero desde las elecciones del 14 de abril la situación ha cambiado. No sólo el gobierno ha dejado de preocuparse por guardar formas, también se ha vuelto más represivo, vil, arbitrario, gangsteril, discriminador.

Ha aprovechado tragedias para cumplir objetivos políticos; ha emplazado a medios de comunicación a que tomen partido; ha amenazado públicamente a Capriles con ponerlo tras rejas; ha despedido a empleados públicos por su manera de pensar; le ha quitado el derecho de palabra y desprovisto de su salario a los diputados opositores en la Asamblea Nacional; los ha destituido de las presidencias de las comisiones; ha advertido que no le enviará recursos a los gobernadores que no reconozcan al presidente; ha detenido a dos personas, incluyendo un ciudadano estadounidense, sin revelar pruebas que justifiquen las detenciones.

Y ahora, bajo la dirección de Diosdado Cabello, ha ordenado una brutal agresión física a los diputados opositores en pleno hemiciclo de la Asamblea Nacional. Incluso una mujer, María Corina Machado, fue golpeada por diputados del oficialismo y, al parecer, guardaespaldas de los legisladores. Todo esto mientras Diosdado Cabello se reía.

Ninguna de las democracias más avanzadas del continente -Chile, Uruguay, México, Costa Rica, Brasil, Panamá, Colombia- ha siquiera asomado una crítica ante los sucesos de las últimas dos semanas.

¿Qué debe pasar para que los países vecinos levanten la voz? ¿Hasta qué punto podrán seguir estirando su silencio?

En este momento, la presión internacional es una de las maneras más efectivas de ponerle freno al gobierno.

Sigue siendo malo

Lunes, 29 de abril de 2013

Utilizando datos del Banco Mundial, The Guardian hizo una corrección a un artículo de Ricardo Hausmann. En el artículo Hausmann aseguró….

Since 1999, the year he took over the presidency, Venezuela has had the lowest average GDP per capita growth rate and the highest inflation of any Latin American country except Haiti.

Pero resulta que en ese período la inflación de Venezuela ha sido peor que la de Haití. Y, en cuanto al crecimiento del PIB per capita, nuestro país no está en el último lugar:

Debo decir que cuando leí el artículo de Hausmann el dato del PIB per capita me sorprendió, porque no cuadraba con los números que había visto. Pero lo impresionante de la tabla del Banco Mundial es que Venezuela sigue viéndose muy, muy mal. Entre los países del ALBA, es el peor. Y no olviden: Venezuela nunca antes había recibido una bonanza como la que recibió durante la última década. Ni Bolivia, ni Ecuador, ni Nicaragua recibió más de un billón de dólares en ingresos petroleros.

En fin, si a esta tabla del Banco Mundial le ponemos el asterisco de la bonanza, Venezuela difícilmente se puede ver peor.

Ah -y a los que digan que es injusto hacer la comparación entre 1999 y 2011 por los efectos del paro petrolero, les recomiendo ver esto.

Apetitos con palabras

Lunes, 29 de abril de 2013

Alberto Barrera dice algo que ya he comentado, pero que quiero volver a comentar porque llevo tiempo sin tocar el tema.

[En el acto de proclamación] Maduro de pronto saluda a Zelaya: “¡El presidente Zelaya!”, dice. Y parece entonces recordar que en el recinto también se encuentra Lobo. Y de inmediato lo saluda: “¡El presidente Lobo!”, dice. Ambos, sentados a distancia, sonríen sin mirarse. Maduro trata de sortear el breve pero espeso silencio en la sala y todos los venezolanos miramos a Zelaya, a Lobo; a Lobo, a Zelaya, haciendo tiempo para que la memoria lentamente nos devuelva los días del golpe de Estado en Honduras, los días en que este Gobierno financió un intento de regreso de Zelaya a su país, el avioncito queriendo aterrizar, los juramentos de no reconocimiento a Lobo, los jueguitos de guerra a control remoto… Ahí estaban los dos, sonriendo. Nada importa. Ninguna palabra tiene valor.

Esto lo mismo que decía Ortega y Gasset sobre el “hombre masa.” En el discurso chavista las palabras no tienen el peso del significado o de la convicción. Las ideas no son ideas sino “apetitos con palabras.” Los insultos no son insultos sino estados de humor,  herramientas de manipulación o vehículos para ventilar frustraciones y desagravios personales.

Chávez era el arquetipo del hombre masa de Ortega. Una vez, por ejemplo, se contentó con Uribe y lo invitó a Caracas después de haberlo llamado “genocida,” “paramilitar,” “líder de una mafia,” “mentiroso” y “criminal.” El PCV decidió organizar una protesta contra la visita de Uribe. Chávez se puso fúrico. Dijo que él mismo había invitado a Uribe y recordó que los comunistas, por haberse aliado con el ex presidente Rafael Caldera, no habían protestado contra la visita a Venezuela que hizo Bill Clinton en los noventa.

En otras palabras, los insultos a Uribe no debían interpretarse con tanta seriedad. Como dice Barrera, Chávez simplemente jugaba a la guerra. Y, como las condenas a Lobo, sus palabras no tenían el peso del significado o de la convicción.

Para los comunistas, sin embargo, esos insultos no eran palabras vacías. Recibir a un genocida en Miraflores les parecía algo serio, digno de una protesta.

Cinismo innecesario

Viernes, 26 de abril de 2013

Juan Manuel Santos sobre el 14-A:

Una democracia tiene unas reglas de juego que en la elección pasada fueron exactamente las mismas reglas y se acataron, se respetaron. ¿Por qué no va a ser lo mismo ahora a pesar de que la diferencia es menor? Las diferencias pequeñas se han visto en muchos países: México con Calderón, inclusive Bush con Al Gore. Cuando una autoridad respetada por las dos partes da un veredicto, la obligación de todo el mundo es aceptarlo.

Santos tiene el derecho a sacar cuentas y decidir que a Colombia no le conviene un conflicto con Venezuela. Y no pelear con Venezuela significa nunca criticar al gobierno y callar ante los abusos. Dicho esto, la declaracion me recuerda a José Antonio Abreu diciendo:

Estamos en un país libre donde todo el mundo puede expresar su opinión….yo vivo en un país donde hace unos días la oposición a Chávez participó masivamente en unas elecciones pacíficas. Yo vivo en un país donde la democracia se siente en los procesos electorales y la contínua libertad. Nunca he sentido la más mínima presión política.

Está bien que Santos y Abreu decidan no pelear con el gobierno, pero ¿pierden algo no haciendo estas cínicas declaraciones? Francamente, yo creo que se pueden dar ese lujo sin poner nada en riesgo.

Por cierto, el cinismo de Santos es aún más evidente a la luz de lo que escribió en 2004:

En el fondo, Chávez habría preferido llegar al poder por la vía del golpe de estado y no por caminos democráticos, hacia cuyas instituciones siente desprecio porque, como a todo tirano, le significan una camisa de fuerza. No en vano ha ejercido el poder con un estilo típicamente autocrático y cada vez más alejado del estado de derecho. Nadie duda de que Chávez fue legítimo en el origen. Como lo fueron Hitler, Mussolini, Aristide, Fujimori… y tantos otros demagogos convertidos en tiranos.

Ustedes se robaron las elecciones

Jueves, 25 de abril de 2013

Capriles haciendo lo que tiene que hacer: