Blame Uribe First

Miércoles, 1 de junio de 2011

María Ángela Holguín

La canciller colombiana, María Ángela Holguín, en entrevista con El Espectador:

Y a propósito del presidente Chávez, las relaciones están en el mejor momento de los últimos años. Y eso no ha ido en contra de la relación con EE.UU. ¿Cuál ha sido la estrategia para lograrlo?

Yo nunca he creído que tenga que ser el uno o el otro. Cuando uno tiene un diálogo claro, transparente y franco no hay porque tener relación sólo con uno. Tenemos una excelente relación con EE.UU. que queremos que se mantenga..Su apoyo a la seguridad en Colombia ha sido fundamental….Al mismo tiempo, tenemos una buena relación con un vecino con el cual por décadas, yo diría por siglos, ha habido momentos tensos. Esto no es un asunto simplemente del gobierno del presidente Chávez.

Traducción: La gente exagera con Chávez. Tampoco es tan errático y difícil como algunos dicen. Simplemente hay que ser franco y claro con él para que la relación bilateral funcione.

Unasur fue durante mucho tiempo un escenario adverso para Colombia y hoy la Secretaría General está en manos de una colombiana. Venezuela, Nicaragua y Ecuador también cambiaron su política frente al país. ¿Qué hizo usted para cambiar en tan poco tiempo esa imagen?

A diferencia de lo que muchos críticos aseguran yo le diría que más que nunca hablamos con Ecuador y Venezuela sobre temas de seguridad. Nunca se había hablado de forma tan clara y específica de los problemas que preocupan a Colombia y tampoco había habido tanta cooperación por parte de los vecinos. En la medida en que uno tiene un acercamiento de respeto, de diálogo y cooperación, la actitud cambia inmediatamente.

Traducción: Antes la traba era Uribe. Como es una persona intransigente y cerrada al diálogo, la relación con Venezuela sufrió. Nosotros hemos sido más respetuosos y abiertos, y por eso la relación ha mejorado.

Nadie duda de lo logros de Santos y la canciller Holguín en política exterior. La increíble mejora de las relaciones con Venezuela y Ecuador, la secretaría general de Unasur, el acuerdo de Cartagena. En muy poco tiempo Colombia pasó del aislamiento regional a liderar la reincorporación de Honduras a la comunidad hemisférica.

Con todo y eso, la canciller -al igual que buena parte de la elite mediática colombiana- se equivoca pensando que Uribe, un hombre que nadie niega que tiene serios defectos pero que por mucho tiempo fue demasiado paciente con Chávez, es el principal culpable del deterioro de la relación bilateral.

Además de una actitud confianzuda y desmemoriada, la canciller Holguín revela una subestimación de su propio talento.

Próximamente:

  • El erotismo de Héctor Torres.

Santa Frida

Martes, 31 de mayo de 2011

Vista de Central Park

Autora: Mirtha Rivero

A propósito de la astronómica suma por la que se quiso subastar en Nueva York un autorretrato en miniatura –cinco centímetros- de la pintora mexicana, recordé la vez que fui a una exposición de su obra:

El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey –el Marco- estaba a reventar, era el último día de la muestra. Nadie quería quedarse afuera. Una cadena humana rodeaba al edificio cual gigantesca cinta que envolviese una gigantesca caja. Era una trenza infinita de personas que comenzó a tejerse a las nueve (y el museo abre a las diez). 108.332 fue el número de mi ticket. Mi recompensa después de permanecer cuarenta y cinco minutos tejiendo mi parte de la trenza.

Pero la hilera de gente no acababa en la taquilla. Reaparecía robusta al salir del ascensor. “Ni para ver a la Mona Lisa”, escuché. Así tuve que hacer todo el recorrido. En fila india. Como en procesión para adorar a un santo. O santa. Santa Frida Kahlo. La mártir que vivió y retrató su martirio. La pintora atormentada que se expuso ante el mundo, rota. Escindida por el dolor y el despecho. Santa Frida. A los cien años de su natalicio, los regiomontanos le montaron un altar.

El desfile era variopinto. Adolescentes de alfileres en la cara. Ancianos con bastón. Familias enteras. Parejas empujando coches. Tipos con aire intelectual. Señoras luciendo carteras de firma. “Todo el mundo vino bien arregladito, vestido con su mejor ropa –susurró un hombre a su mujer-. El único idiota que vino con pants (ropa de ejercicios) es el que me saludó a mí… ¡Hijo de su ch…!”

Sonriendo por el comentario, traspasé el umbral para encontrarme de frente con fotografías inmensas de Frida en blanco y negro, ribeteadas con grandes trazos a color, a manera de brochazos. Las imágenes hicieron que me apartara de mi columna y, dando vueltas mirando al techo, gozara la puesta en escena. El montaje –de Jorge Contreras, curador del Marco- era en sí mismo una obra de arte. Se lucía y dejaba lucir.

“Yo no tendría un cuadro de ella en mi casa”, exclamó una señora arrancándome del embeleso y devolviéndome presurosa a la fila. La mujer examinaba Autorretrato con chango, un óleo pequeño que, seguro, valía muchísimo más que el carro y la casa de la emotiva espectadora que me precedía. Ni que quisiera –pensé-.

Decidí continuar. Miré muy de cerca Las dos Fridas; Retrato doble, Diego y yo; La columna rota. Pasé rasante por La cama volando, y me demoré cejijunta ante Unos cuantos piquetitos. En eso, a mi espalda oí: “A mí me parece que ella no sabía pintar”. Volteé hacia el lapidario crítico, y el hombre –alto, flaco, barba gris- arrancó impertérrito hasta otro cuadro. Yo también seguí. Aún no había detallado Retrato de Alicia Galant, La niña Virginia y –uno que me gustó mucho- Vista de Central Park; tres obras que nunca había visto, tres piezas en donde no existe dolor, pérdida, sufrimiento.

En total, pasé revista a cincuenta y cuatro pinturas. En la mayoría encontré la huella que se repite en afiches, películas y hasta zapatos. Es la Frida de la corona de espinas, los corazones sangrantes, los colores atormentados. Pero no todos los lienzos eran (son) así. Había unos que me revelaron una faceta desconocida: ¡no sólo existió la mártir, hubo días en que la pintora se impuso al martirio! Y con ese pensamiento me despedí del ícono.

Al salir, llegó el último comentario: “Me gustó más el montaje que la propia Frida”. Pero la propia Frida, más allá del bien y del mal –santa al fin- no lo escucha, o no le importa. Le va de madre.

Publicado el domingo en el suplemento Dìa D del diario 2001.

Perú y el legado de Lula

Lunes, 30 de mayo de 2011

Lula y Ollanta

Las elecciones presidenciales en Perú pueden ser vistas como un reflejo de los vientos ideológicos que soplan en la región.

Desde la primera vuelta la derechista Keiko Fujimori ha hecho lo posible por arrimarse hacia el centro. Ha admitido que durante el gobierno de Alberto Fujimori se cometieron “delitos”; ha prometido no indultar a su padre; ha expresado admiración por el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; y ha seguido vinculando a su contrincante con Hugo Chávez.

El izquierdista Ollanta Humala no se ha quedado atrás. Se ha desasociado sistemáticamente de Chávez; ha jurado que va a respetar la democracia; ha prometido que no va a tomar acciones que pongan en riesgo las altas tasas de crecimiento económico; se ha rodeado de técnicos moderados; y se ha identificado fuertemente con el modelo de Lula que enfatiza políticas sociales para ayudar a los pobres a la vez que promueve una economía de mercado y libre empresa.

La coyuntura electoral, es cierto, incentiva a los dos candidatos a moderarse. Para ganar ambos necesitan captar el voto del centro. Pero eso no quita que ser centrista en Perú es electoralmente más rentable que ser radical. Sumados, los candidatos del centro sacaron 10 puntos más que Humala en la primera vuelta. Setenta por ciento votó a favor del continuismo en materia económica.

En América Latina ocurre algo similar a lo que ocurre en la campaña electoral del Perú. En las elecciones recientes en Colombia y Brasil las diferencias entre los dos candidatos principales fueron pequeñas. Los izquierdistas Mauricio Funes (El Salvador) y José Mújica (Uruguay) han gobernado desde el centro. Y algunos analistas bromean que el gobierno de Sebastián Piñera es el quinto de la Concertación, coalición de centro-izquierda que gobernó Chile desde la caída de Pinochet hasta 2010. Latinobarómetro, un sondeo regional, revela que el número de latinoamericanos que se define como centrista aumentó doce puntos porcentuales entre 2002 y 2008.

Es verdad que países como Venezuela, Bolivia y Nicaragua no han contribuido a este fortalecimiento del centro, pero también es cierto que la izquierda radical está cada día más desgastada. Ha recibido además un golpe casi letal que tiene cuatro letras: Lula.

El ex presidente brasileño perjudicó enormemente el brand del ALBA, porque su gobierno se convirtió en un modelo alternativo de izquierda mucho más atractivo y exitoso que el de Chávez y Evo Morales. Todos los izquierdistas que aspiran a gobernar quieren asociarse con Lula. Ninguno quiere asociarse con Chávez. Ni siquiera Humala.

Haberse arrimado hacia el centro sin sacrificar un ápice sus credenciales izquierdistas, y haber partido a la izquierda en dos y deslustrado la mitad de Chávez con su brillante gestión de gobierno, es el logro más subestimado de Lula.

Uno que ha tenido importantes repercusiones regionales.

Una versión más corta de este artículo fue publicada ayer en el diario 2001.

Mañana:

  • Mirtha Rivero sobre Frida Kahlo.

Focus Group

Viernes, 27 de mayo de 2011

Llevo unas semanas participando en una especie de focus group con miembros del llamado “chavismo duro.” A continuación unas cuantas observaciones de las conversaciones en las que he participado:

El alcance limitado de los medios. A pesar de que muchos de los entrevistados son muy pobres, sorprende ver que muchos tienen acceso a Internet, y, a través de Internet, a los medios opositores. Cuando me refiero al alcance limitado de los medios, no me refiero en realidad al alcance sino a su capacidad de influencia. Al chavista duro es difícil convencerlo a través de Globovisión, El Universal o cualquier otro medio de comunicación que él identifique con la oposición.

La importancia del trabajo de base. Una pequeña ayuda a la abuelita enferma pesa mucho más que un año de programación de Globovisión. Cuando hablo con el chavista duro, quedó siempre con la impresión de que el contacto directo podría ser muy efectivo. Ilustro esta percepción con un ejemplo. Hace unos días pude escuchar e interactuar con un chavista duro durante tres horas. Después de hablar con él me hice dos preguntas: 1) ¿Podría algún día Globovisión, El Universal, Noticiero Digital o las conferencias de prensa semanales de Julio Borges alejarlo de Chávez? 2) Si Henrique Capriles, Leopoldo López o María Corina Machado visita a este chavista duro, lo escucha y luego lo ayuda a resolver un problema menor, ¿podría esta acercamiento hacerlo cambiar de opinión? La respuesta a la primera pregunta es un rotundo “no.” La respuesta a la segunda pregunta es “sí.” Lo cual me lleva a una tercera observación.

El chavista duro no es impermeable. He escuchado a más de un analista diciendo que la oposición no debe perder tiempo con el chavismo duro. Debe más bien enfocarse en los Nini. Pero mi impresión es que el chavista duro no es impermeable. Al contrario: el apoyo del chavista duro a Chávez puede ser muy frágil. Se fundamenta, a veces, en creencias fáciles de resquebrajar. Y, una vez confrontadas estas creencias, este apoyo se puede derrumbar como un castillo de arena. Pero este trabajo debe hacerse cara a cara. Hablando con el chavista duro me he dado cuenta que la gente subestima enormemente su inteligencia y capacidad de razonamiento. Y sobrestima su capacidad de ser penetrado a través de los medios.

Dos ideas poderosas. El apoyo del chavismo duro se fundamenta en parte en la carisma de Chávez, el clientelismo y otros factores, pero también en dos poderosas narrativas: 1) Chávez es el presidente de los pobres. Esta idea sigue teniendo mucha fuerza; es tan poderosa que muchas veces anula (literalmente) la discusión sobre si Chávez es un dictador. 2) La culpa de la ineficiencia del gobierno no la tiene Chávez, sino sus ministros y la gente que lo rodea. Un ejemplo de este último punto. En una de mis conversaciones un chavista duro me dijo para probar su punto de que el problema era el entorno que Chávez ha tenido que cambiar catorce veces de ministro de Vivienda. “¿Puedes creer eso?” me dijo. “¡Catorce veces! Es una prueba de que la gente no le cumple. A cada rato él se ve obligado a botarlos ¡porque no le sirven!” Para este chavista duro los catorce cambios no eran prueba de la incompetencia de Chávez, sino de su responsabilidad y capacidad de rectificación. Cuando un ministro no sirve, él los bota. Lo cual me lleva a mi última observación.

Orden natural de las cosas. Al igual que el lector de este blog, el chavista duro sabe muy bien que el país es un desastre. La diferencia es que para él este es el orden natural de las cosas. Chávez no ha provocado el desastre, sino opera en él lo mejor que puede. Para el chavista duro Chávez ara contra el mar. Y lo hace, según ellos, mucho mejor de lo que lo harían sus adversarios políticos.

Próximamente:

  • Perú y el legado de Lula.

El motorizado

Jueves, 26 de mayo de 2011

Sacó su teléfono para revisar su correo electrónico. Ningún mensaje de Morela. Le habían llegado como diez mensajes, pero todos basura o de gente que no le interesaba. ¿Le iría a escribir? No, no lo haría. Estaba seguro. Ya conocía sus silencios. Si no le había respondido ya, no le escribiría.

Saber que no lo haría lo enfurecía. Se arrepentía de haberle escrito, para más esa carta tan personal. Le había abierto una puerta para que lo humillara, sabiendo que era perfectamente capaz. ¡Y ni siquiera era tan bonita! Quizá por eso estaba tan molesto y revisaba a cada rato sus mensajes. Porque, como no le gustaba mucho, la sensación de humillación era doble.

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