El plano ignorado

Lunes, 1 de abril de 2013

¿Qué nos dice más sobre Venezuela? ¿El debate de ideas entre la oposición y el gobierno o la discusión sobre qué se debe hacer para ganar un debate?

Esto es algo que ya he dicho antes pero que vale la pena repetir ahora que el discurso chavista se ha vuelto a radicalizar.

En Venezuela hay dos debates, cada uno en un plano diferente.

El primer plano es el de la discusión de ideas, donde el chavismo es débil y casi siempre pierde la batalla frente a la oposición. La política económica es un ejemplo. El gobierno defiende un grupo de ideas que no dan buenos resultados. La oposición ha advertido desde el inicio por qué estas ideas son malas y el tiempo le ha dado la razón.

Pero hay otro plano que no es el de las ideas sino el de cómo se debe debatir.  El plano epistemológico. La oposición piensa que para ganar una discusión uno debe tener la razón. El chavismo no. Para ellos lo importante es tener el poder y los medios para imponer ideas. No tener la razón no importa y por eso nunca hacen el menor esfuerzo por ganar racionalmente un argumento. Tampoco son capaces de ceder en un debate. Lo único que les importa es imponerse, así sus argumentos sean absurdos.

Esto implica que el volumen con que se transmiten las ideas es más importante que su contenido. El pulmón es más importante que la cabeza.

Esto es lo que, según Ortega y Gasset, separa a la civilización de la barbarie.

Pero muchos analistas “objetivos” se rehusan a reconocer esta diferencia y tienden a enfocarse en el debate de ideas, como si la diferencia epistemológica no existiera.

Otra distinción

Domingo, 31 de marzo de 2013

El blog Venezuela Europa nos lleva a un informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo y resulta que entre 2008 y 2013 Venezuela fue el primer importador de armas de Suramérica y ¡el décimo tercero en el mundo!

Como dice Kepler, que superemos a Brasil en compra de armamento es increíble ya que…

¿Cuántos chanchullos hay detrás de estas compras masivas de armas? Dudo que esto sea simple paranoia o temor a una invasión imperial, sobre todo considerando que el principal vendedor es Rusia.

Malos guionistas

Viernes, 29 de marzo de 2013

En julio de 2012 las autoridades en Cuba informaron que el disidente cubano Oswaldo Payá había muerto en un accidente automovilístico. Tres personas viajaban con él y las dos personas que sobrevivieron el accidente, un político español, Ángel Carromero, y uno sueco, Jens Aron Modig, corroboraron lo dicho por el gobierno de la isla: la causa del accidente fue exceso de velocidad.

Carromero fue condenado en Cuba, pero lo repatriaron para que cumpliera la condena en su país.

Ahora Carromero está diciendo que las autoridades cubanas lo arrestaron, lo sedaron y lo obligaron a mentir sobre la muerte de Payá. Asegura el accidente fue causado por el impacto de otro automóvil que venía siguiéndolos. El sueco dice no recordar nada pero “no pone en duda” la veracidad de lo dicho por su amigo español.

Moisés Naím y Jackson Diehl han citado incongruencias en la versión oficial. Pero otra cosa que inspira sospecha es el reportaje sobre el accidente transmitido por la televisión cubana:

Como ven, el tono del reportaje es sospechosamente defensivo. La declaración del primer “testigo presencial” se amolda demasiado bien a la versión oficial (noten el énfasis en la velocidad del vehículo). Los testimonios de Carromero y Jens Aron Modig parecen diseñados para reforzar lo dicho por el gobierno.

Pero el detalle más revelador es el regaño de Carromero a la comunidad internacional (4,43). Ahí el guionista –porque Carromero dice que leyó un guión– cometió un error que sólo cometen los malos novelistas. Dejó que sus intenciones como autor traslucieran en las palabras de su personaje, sacrificando la verosimilitud de la historia.

En los saltos de talanquera en Venezuela ocurre algo similar. Los discursos de los opositores arrepentidos cuadran demasiado bien con el discurso oficial. William Ojeda condenando el presunto paquetazo, Hernán Nuñez diciendo que la MUD es un cogollo, Ricardo Sánchez denunciando que la oposición se quiere retirar de las elecciones.

Ahí se nota la mano de los cubanos.

Esperemos que a ningún opositor venezolano corra con la misma suerte de Payá.

El convenio

Jueves, 28 de marzo de 2013

21,692, según el Observatorio Venezolano de Violencia. Ese es el número de homicidios que se cometieron en 2012.

Sólo en Miranda la tasa llegó a las 100 víctimas por cada 100 mil habitantes. En Distrito Capital a 122.

¿Cómo se refleja esta fría estadística en la vida real?

Llevo semanas hablando con X, habitante de un peligroso barrio de Petare.

Cada vez que converso con él me cuenta cosas que humanizan estas estadísticas.

El otro día le pregunté por un malandro de su barrio, digamos que se llama Pablo El Loco. Leí sobre este malandro en un reportaje publicado en Últimas Noticias.

Como suele hacer, X evitó enfrascarse en una conversación sobre un malandro específico. Le pregunté si Pablo El Loco seguía vivo y me dijo que sí, un poco incómodo. Luego la conversación se desvió. Al rato desembocamos en el tema de su Consejo Comunal. Me contó que a uno de los fundadores lo habían matado.

-Ese mismo que tú dijiste lo mató.
-¿Quién? -pregunto.
-El que dijiste.
-¿Pablo El Loco?
-Ese.

X hablaba como si su casa estuviese llena de micrófonos.

Hoy tocamos otro tema que nunca antes habíamos tocado: los entierros.

La muerte es una presencia constante en el barrio de X. A su hijo lo mataron el pasado 7 de octubre, el día de las elecciones. A su vecino le mataron sus dos hijos en un mismo asalto. A cada rato, hablando sobre un conocido, un amigo o un familiar, me dice cosas como “a ese le mataron la hermana.” Me jura que no está exagerando cuando dice que cada tres días le llega un cuento de un asesinato en su barrio o los barrios vecinos.

Sobre los entierros, X me informa que existe un convenio con las líneas comerciales de autobuses que suben a la gente a los barrios. Cada vez que matan a alguien la línea ofrece gratis dos autobuses con conductor para bajar del barrio al entierro a los familiares y amigos de la víctima. “Más de dos sí hay que pagarlos,” me dice. “Y son carísimos.”

Si el muerto es un delincuente es común que los malandros secuestren a los autobuses para que cumplan esa misma labor. A veces los autobuseros no van a trabajar cuando matan a un malandro para que no los secuestren.

Le pregunto si el entierro en sí, el féretro, la tumba, etc, no es muy costoso. ¿Qué hace la gente si no tiene dinero para pagar el entierro?

X me dice que jamás ha visto que eso pase. “Cuando a uno le matan al hijo uno se las ingenia pa’ sacar los reales de donde no se tienen pa’ despedirlo como es debido.”

Límites suspendidos

Martes, 25 de marzo de 2013

Hoy Nicolás Maduro abordó otra vez la crisis de inseguridad, argumentando que las causas son los antivalores del capitalismo y la violencia en los medios.

Ya he dicho antes que esto es absurdo. La némesis del gobierno chavista, Estados Unidos, tiene un mejor récord que Venezuela en materia de inseguridad. A pesar de representar, a los ojos del gobierno, todos esos antivalores que Venezuela está tratando de erradicar.

Pero quiero hacer otro comentario.

De lejos, el puntofijismo hizo un mejor trabajo en materia de seguridad que el gobierno de Chávez. Durante los 60, 70 y 80 la tasa de homicidio se mantuvo estable, nunca rebasando las 10 víctimas por cada 100 mil habitantes, a pesar del masivo proceso de urbanización.

Después vino el Caracazo, los dos golpes de Estado y la caída de Carlos Andrés Pérez. Durante esos años de crisis institucional, la tasa de homicidio se duplicó.

Pero con Caldera el número de homicidios se estabilizó. De hecho, en 1998 el número de homicidios fue menor al de 1994.

Bajo Chávez la tasa se triplicó. Curiosamente, desde su primer año de gobierno las muertes violentas subieron significativamente, de 4500 a casi 6000.

Tanto el cambio de 1998 a 1999 como el cambio que ocurrió en 1989 (cuando la tasa se duplicó para nunca volver a sus niveles pre-Caracazo) son sorprendentes. Es cierto que hay factores estructurales e institucionales sin los cuales es imposible explicar la crisis de inseguridad. Pero la destrucción institucional liderada por Chávez, por ejemplo, no ocurrió de un año a otro. ¿Qué pasó entonces?

Miren lo que dice el criminólogo Roberto Briceño-León sobre el Caracazo:

..the collective looting and destruction of goods broke the coexistence and the social order of respect for one another and for property. There is a symbolic rule that limits people and mandates that they can’t enter a store and leave without paying for the food, the paintings, or the televisions. To say this is almost a truism, but those evident acts of limitation are what constitute the social contract. During the days of the Caracazo, that was what happened: observance of the limits was suspended.

Y Briceño-León sugiere que se quedaron suspendidos.

¿Será esto posible? ¿Eventos  repentinos que, como un clic, transforman simultáneamente la mentalidad y valores de miles de venezolanos, erosionando barreras de buen comportamiento que hasta ese momento habían embridado impulsos criminales?

No estoy seguro, pero es un pensamiento asombroso.