Miércoles, 31 de octubre de 2012
Algunos me han reclamado porqué he sido tan suave con Capriles desde el 7 de octubre. ¿Acaso no ha cometido claros errores como otros en la oposición?
Bien, primero quiero recordar que dos meses antes de las elecciones, cuando muchos de los enemigos actuales de Capriles estaban intoxicados por la emoción de su campaña, yo alerté sobre la necesidad de utilizar la espuela y la rémora. Es decir, buscar un equilibrio entre estimular el voto y presionar al CNE.
(También, por cierto, alerté sobre la necesidad de mantener un cauteloso optimismo -temiendo que ocurriera lo que está ocurriendo ahora en algunos sectores, hasta ahora marginales, de la oposición).
Sin embargo, y como ya he dicho, creo que es un error tildar a Capriles de entreguista o ingenuo por haberse apoyado más en la espuela que la rémora. Sigo pensando que Capriles lideró una excelente campaña.
Su aceptación de la derrota, es verdad, ha podido ser mejor articulada, al igual que sus declaraciones posteriores.
Un discurso más elocuente e inteligente ha podido cerrarle el paso a buena parte de las críticas, algunas excesivamente irracionales, que ahora está recibiendo. Pero todos sabemos que ese no es el fuerte de Capriles. Yo en parte no voté por él en las primarias porque valoro -quizá más de lo necesario- la importancia del lenguaje en la política.
También me pareció una estupidez cuando Capriles declaró, después del 7/O, que él había derrotado “la vieja política.” Él sabe muy bien que los militantes de AD y Copei, jóvenes y viejos, interpretan esa declaración como un agravio. También sabe que en cientos de municipios alcaldes y candidatos a alcaldes adecos y copeyanos fueron sus jefes de campaña locales y lucharon muy duro por su victoria. ¿Por qué entonces pegarles esa cachetada?
Finalmente, quiero aclarar algo. Para mí el camino a seguir está muy claro: participar en las regionales, combatir el desánimo y la abstención, y tratar de obtener el mayor número posible de gobernaciones. No tengo ningún problema con quienes exigen que la oposición busque maneras de presionar más efectivamente al CNE.
Pero sí tengo problemas con las personas que están tratando de ensuciar la labor de la unidad con críticas absurdas que, consciente o inconscientemente, causan divisiones, promueven la abstención y erosionan la confianza en personas que han hecho muy buen trabajo.
Si no me he enfocado en las pifias de Capriles es porque los errores y la actitud de algunos de sus adversarios me parecen mucho peores.