Jueves, 31 de mayo de 2012
En mi último reportaje para el programa de TV Efecto Naím, hablé sobre la manera ingeniosa como algunos gobiernos están utilizando las loterías para promover el buen comportamiento cívico.
En Sur África, por ejemplo, es común que las personas que se hacen la prueba del HIV no recogan los resultados después de hacerse el examen. El gobierno decidió entonces atacar este problema a través de loterías. A cada persona que va a buscar los resultados de la prueba se le entrega un boleto para participar en un sorteo. Y este simple incentivo ha dado resultados maravillosos. El porcentaje de personas que no recoge sus resultados se ha reducido drásticamente.
Esta idea es ingeniosa por dos razones.
1) Su bajo costo.
2) Su efectividad porque los seres humanos son irracionalmente optimistas en su pasión por las loterías. Si le dices a alguien que escoja entre dos opciones, recibir diez dólares o entrar en un sorteo donde hay una posibilidad en un millón de ganar mil dólares, lo más probable es que esta persona escoga la segunda opción. La esperanza de ganar desplaza cualquier consideración racional sobre la posibilidad de ganar.
Los gobiernos, pues, se pueden aprovechar de este optimismo irracional para incentivar a los ciudadanos a que se ocupen de su salud o para que respeten el límite de velocidad……o, también, para manipular sus esperanzas y expectativas con fines electorales.
¿Porque no es eso lo que está haciendo el gobierno de Venezuela premiando aleatoriamente a seguidores de la cuenta Twitter del presidente?