El legado de Uribe

Lunes, 31 de mayo de 2010

En 2002, cuando Álvaro Uribe fue electo presidente, la violencia en Colombia amenazaba con convertir al país en un estado fallido. Un día cualquiera 80 personas podían ser asesinadas, ocho secuestradas y más de mil desplazadas de sus hogares. Una base militar podía ser tomada por las FARC o docenas de campesinos masacrados por los paramilitares. La situación era tan grave que más de dos millones de colombianos habían migrado.

Hoy el panorama luce muy distinto. En ocho años las FARC han sido reducidas a menos de la mitad; se logró desmovilizar a unos 30 mil paramilitares; los secuestros han caído en casi un 90 por ciento; y los homicidios en casi un 50 por ciento. La guerrilla ha sido desplazada a áreas remotas del país y su liderazgo ha sido desmembrado.

Tan exitosa ha sido la política de seguridad de Uribe que los principales candidatos presidenciales han prometido continuarla.

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Obama y Lula

Viernes, 28 de mayo de 2010

El País informa que Obama dejó plantado a Lula, cancelando una visita a Brasil pautada para antes de las elecciones presidenciales brasileñas.

Algunas versiones apuntan a que la razón de fondo son las discrepancias sobre Irán.

Otras versiones dicen que Obama no quiere, con su visita, beneficiar o perjudicar a ningún candidato.

Imposible saber cuál versión es cierta.

Pero, de yo ser Obama, la combinación de las dos me hubiese hecho tomar la misma decisión.

Próximamente:

  • ¿Fue Álvaro Uribe un buen presidente para Colombia?

Santos y los falsos positivos

Miércoles, 26 de mayo de 2010

Juan Manuel Santos

Entre los comentadores venezolanos -chavistas y opositores-, se habla mucho de Juan Manuel Santos como un miembro del ala más radical del uribismo. En parte porque el presidente Chávez se ha dedicado a satanizar a Santos. Y en parte porque Santos fue ministro de Defensa cuando estalló el escándalo de los falsos positivos.

En un reportaje Juanita León, editora de La Silla Vacía, muestra una realidad que, como siempre, es más compleja e interesante que los estereotipos. León detalla los esfuerzos que hizo Santos como ministro de Defensa para acabar con los falsos positivos, a veces confrontando la oposición del Comandante del Ejército Mario Montaya, más cercano al presidente Uribe que Santos. León no absuelve a Santos, pero dice que, a diferencia de sus dos antecesores, el candidato del Partido de la U claramente encaró el problema:

Aquí los dejó con un extracto, sobre el caso de Soacha:

El escándalo quizás era muy grande para taparlo, pero en todo caso, lejos de asumir la tradicional actitud de solidaridad de cuerpo, Santos conformó una comisión para investigar el tema.

Creó la figura de inspector delegado para cada brigada que no estaba en la línea de mando y también la de un asesor jurídico operacional para que el comandante de la brigada sepa qué tipo de acciones están acorde con el Derecho Internacional Humanitario.

También sacó una directiva obligando a que el levantamiento de cadáveres fuera realizado solo por fiscales. Es una medida que muchos militares han rechazado porque dicen que entorpece las operaciones militares pues tienen que quedarse cuidando a los guerrilleros muertos mientras llegan los fiscales, pero los expertos en derechos humanos consideran que es un control efectivo para evitar violaciones a las reglas de la guerra.

Santos impulsó la creación de una unidad especial de 20 fiscales para investigar los casos y ordenó a todas las brigadas que entregaran la información requerida tanto por el Coronel Suárez a cargo de la comisión investigadora como a la Oficina de Derechos Humanos de la ONU.

De esa comisión salieron 15 recomendaciones que el Ministerio puso en práctica, incluido un documento con nuevas reglas de enfrentamiento que si no se queda en el papel debería mejorar el récord de derechos humanos de las Fuerzas Militares.

Los resultados de esa investigación sirvieron de sustento para retirar a los 27 oficiales del Ejército, incluidos tres generales, que fueron despedidos de manera discrecional sin atribuirles específicamente estos delitos.

Esta medida – por la cual se granjeó la enemistad de una buena parte del estamento militar- la tomó Santos en contra de la voluntad del general Montoya, quien inmediatamente presentó su renuncia.

PD: Juanita León, por cierto, es una crítica muy aguda e informada de los excesos del uribismo. Por eso es interesante leer lo que escribe sobre Santos y los falsos positivos.

Habla un ex chavista

Lunes, 24 de mayo de 2010

Tengo un amigo en Caracas -a quien llamaré Roberto- que trabajó dos años con un alto funcionario chavista. Por un tiempo mi amigo fue chavista, pero luego renunció a su cargo.

No le dijo a su jefe, a quien respeta y quiere mucho, que renunciaba por desilusión con la revolución. Dejó su cargo con otro pretexto.

Varias veces hemos conversado con franqueza sobre su jefe, a quien él considera -no sin razón- una persona inteligente. Y varias veces hemos discutido las razones que llevan a su jefe (a quien llamaré Ortiz) a seguir con “el proceso.”

Un pequeño recuento de nuestras conversaciones:

Alejandro: ¿Hay algo de cinismo en el apoyo de Ortiz a Chávez? De decir “Chávez es incompetente y autoritario, pero al menos me estoy beneficiando. Estoy ganando dinero, poder, etc..”

Roberto: Así como lo pones, no. De verdad que él no piensa así.

Alejandro: Pero tiene que darse cuenta que el tipo es autoritario; que está destruyendo la democracia; que no acepta críticas. Tiene que saber que la más mínima crítica a Chávez le puede costar el puesto; que hasta lo pueden meter preso.

Roberto: Claro que lo sabe. Pero eso no quiere decir que sea un cínico. Él ve los defectos de Chávez. En privado lo critica. Él sabe que no es muy democrático. Pero genuinamente piensa que si la oposición retoma el poder sería mucho peor. Que todos los avances sociales de la revolución se perderían. Te lo digo. Yo visité con él algunas misiones. Lo he visto casi llorar de orgullo cuando ve la ayuda que el gobierno le está dando a la gente de los barrios. Lo he visto conmovido con esa vaina.

Una vez, medio pasado de tragos, me dijo: “Cuando tengo dudas sobre toda esta vaina….luego voy a uno de esos proyectos que estamos haciendo en los barrios. Eso nadie lo había hecho en Venezuela.”

Esas fueron sus palabras textuales. Lo curioso es que ese “vaina,” en el contexto y en el tono en que lo dijo, quería decir “locura.” La locura de la revolución. Algo que, sin tragos, nunca me hubiese dicho. Se le escapó. Pero, así como reveló que está consciente que la revolución es una locura, también reveló cómo hace para racionalizar su posición….Los proyectos sociales. Las misiones. La ayuda que Chávez le da a los pobres.

Para no trancar la discusión, trato de no discutir el tema de los avances sociales de la revolución, donde Roberto y yo tenemos diferencias irreconciliables. Me parece inútil hablar de inflación, desabastecimiento, la destrucción del sector privado, la dependencia petrolera; decirle que el modelo económico de Chávez no es sostenible; que los controles son irracionales; que los problemas de la luz, la inseguridad y el agua afectan más a los pobres que a los ricos.

Alejandro: Sabes que no estamos de acuerdo en la parte económica. Pero asumamos que todo estos programas son tan buenos como Ortiz dice y que no hay nadie en la oposición que quiera ayudar a los pobres. ¿Qué estás proponeniendo? ¿Un presidente vitalicio? ¿Un monarca? ¿Estás diciendo que el único camino posible es Chávez hasta la eternidad?

Roberto: No, vale. No estoy defendiendo a nadie. Sólo te estoy explicando cómo piensa Ortiz. ¿No renuncié a mi cargo, coño? ¿No estoy ahora desempleado? Simplemente te estoy diciendo que no veo a Ortiz como un cínico.

Alejandro: ¿Cómo lo ves, entonces?

Roberto: Tienes que ponerte en sus zapatos. Ortiz tiene poco más de setenta años. Militó en la izquierda toda su vida. Era parte de un grupo que soñó por mucho tiempo con llegar al poder, pero nunca llegó ni cerca. Hasta que apareció Chávez. Ahí el sueño se hizo realidad. Para Ortiz Chávez representa un sueño que estuvo a punto de no cumplirse. Abandonar el proceso no es fácil para él. Eso es lo primero. El segundo factor es el que ya te dije. Él de verdad cree en la vaina social. Las misiones. Él está convencido, o él mismo se ha convencido, de que eso no seguiría con la derecha en el poder. Ya sé que piensas que la oposición no es sinónimo de extrema derecha, pero en el chavismo mucha gente lo ve así.

El último factor -del que ya hemos hablado- es las falta de alternativas en su vida. Ortiz ya supera los setenta. Si rompe con el chavismo queda en un especie de limbo. Sabe que el chavismo lo odiaría. Sabe que la oposición jamás le perdonaría sus años con el chavismo. Más aún: ese carajo piensa -porque me lo dijo más de una vez- que con un gobierno de oposición él iría preso. Por eso, en su mente, él debe pensar que con Chávez tiene que ir all the way. No me lo ha dicho, pero es obvio…En fin, todos estos factores lo llevan a tratar de racionalizar su posición; a llegar a extremos demenciales para justificar lo que hace. A poner énfasis en lo que ve en las misiones; a tragarse el discurso polarizador de Chávez que sataniza a la oposición. Son mecanismos de autojustificación. La disonancia entre la falta de moral de la revolución y sus principios Ortiz la resuelve modificando la realidad. Negando o desviando la vista de todo lo malo que ve y enfatizando lo bueno. Muchos chavistas son cínicos, oportunistas, pero Ortiz no es así. Te lo digo. Él trata de racionalizar lo que hace, y esto, claro, le causa a veces mucho estrés, porque no es fácil justificar las locuras de Chávez. Esta tensión interna uno la nota. Quizá estoy especulando, pero siempre me pareció que bebe mucho en parte para aliviar estas tensiones.

Alejandro: ¿Y el poder? ¿No es ese otro factor?

Roberto: Claro. Ese es otro factor. Los beneficios de poder. Cualquiera que haya estado en el poder lo sabe. No es fácil apartarse de esa vaina. No sabes como la gente adula a Ortiz. No sabes cómo algunas mujeres miran a ese viejo, que como sabes no es ningún galán. Gente con dinero, con prestigio, aquí y en el exterior, lo llama, lo invita a cenar, lo corteja como a una estrella de cine. Por supuesto, eso también influye. Si Ortiz decide romper con Chávez todo eso se acaba. No sólo eso: corre el riesgo de que la oposición o Chávez mismo lo meta preso, como a Baduel. E incluso si no lo meten preso, ¿qué le queda? ¿Qué va a hacer con el resto de su vida, con la oposición y el chavismo odiándolo a muerte? ¿Jugar dominó? ¿Esperar unos cuantos años y morirse? Si tuviera treinta años, fuese diferente. Pero ya tiene más de setenta. Puede no gustarte. Puede no gustarnos. Puede ser inmoral. Pero, para Ortiz, la decisión de quedarse con Chávez no es del todo irracional.

Alejandro: El problema, Roberto, es que así puedes justificar las acciones de cualquier persona. Aceptar tu explicación es caer en un absoluto relativismo moral.

Roberto: Ya te dije, coño. No estoy justificando sus acciones. Sólo te estoy explicando cómo piensa Ortiz.

Continuar la dieta

Jueves, 20 de mayo de 2010

Genaro Arriagada

Acabo de ver en Globovisión una estupenda entrevista a Genaro Arriagada, uno de los arquitectos de la Concertación en Chile.

Ya había visto a Arriagada un par de veces en conferencias (siempre me había dejado una excelente impresión), pero nunca lo había escuchado hablando sobre la difícil tarea de construir la unidad en Chile para derrocar -“con democracia,” enfatiza él- a Augusto Pinochet.

Sobre la inspiración de la Concertación:

“Cuando luchábamos contra la dictadura, nosotros en la Concertación teníamos a Venezuela como modelo. Teníamos una tremenda admiración por Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, y la manera cómo lograron encaminar a Venezuela hacia la democracia.”

Sobre la oposición venezolana:

“La oposición de hoy es muy distinta a la de hace unos años, que estaba muy fragmentada. Yo no puedo sino sentir admiración por lo que acaba de lograr la oposición venezolana. Yo tengo mucha experiencia en este tema. Yo trabajé para lograr la unidad en Chile y sé de primera mano cuán difícil es alcanzar un acuerdo como el que la oposición acaba de alcanzar.”

En la entrevista Arriagada demostró estar muy bien informado sobre la situación política en Venezuela, lo cual -especulo yo- lo llevó a matizar sus loas a la oposición con una advertencia:

“La unidad es un proceso. No es algo que se alcanza y queda allí. Es como bajar de peso. Uno tiene que pesarse, controlar siempre lo que uno come. Si no, uno vuelve a engordar.”

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