El desafío de la consistencia

Jueves, 27 de diciembre de 2012

Algo que sorprende y no sorprende de los funcionarios de gobierno es que cuando fabrican cifras para “probar” que están cumpliendo con sus metas no son lo suficientemente competentes para al menos ser consistentes en sus mentiras.

La misión Vivienda es un ejemplo entre muchos.

Hoy Rafael Ramírez está diciendo que el gobierno cumplió con su meta de construir 200 mil viviendas en 2012. Pero hace tres meses Chávez se jactó de que ya habían construido 73 mil este año. Repito, se jactó. No dijo que el grueso de las viviendas sería entregado en los siguientes tres meses, sino se jactó de haber construido en nueve meses 73 mil viviendas, un número muy por debajo de las 200 mil que se propuso construir el gobierno en 2012 al inicio de la misión y de las 275 mil que los expertos recomiendan construir cada año para eliminar el déficit habitacional en 15 años.

Ahora bien, ¿es posible que entre septiembre y diciembre el gobierno haya entregado 130 mil viviendas, un número casi dos veces mayor que el número de viviendas que, según Chávez, se construyeron en los primeros nueve meses del año?

En teoría, sí. Quizá el grueso de las viviendas fueron construidas durante el año para ser entregadas en los últimos tres meses.

Pero cualquier vistazo superficial a las cifras levanta sospechas. Consideren, por ejemplo, que en septiembre Chávez también dijo que el gobierno había construido un total de 253 mil desde que se inició la misión Vivienda. Hoy Ramírez dijo que el total era 346 mil. Pero si uno suma las 130 mil que aparecieron en los últimos tres meses al total de 253 mil que Chávez dio en septiembre el número de viviendas asciende a 380 mil, 40 mil más que la cifra que dio hoy Ramírez.

Difícil imaginar que los funcionarios de gobierno se estén quitando crédito.

Lo más probable es que son tan incompetentes que ni siquiera se acuerdan de las cifras que dieron en septiembre.

Bien, de vuelta a mis vacaciones.

La ventaja de los presidentes

Sábado, 22 de diciembre de 2012

Juan Nagel nos lleva a este artículo de Javier Corrales que revela un dato interesante.

No es sólo que en América Latina los presidentes casi siempre logran reelegirse (desde 1984 sólo 2 de 18 han fracasado), sino que suelen ganar la reelección con amplios márgenes.

Mientras que en Estados Unidos la ventaja promedio es 9 puntos (desde 1936), en América Latina es casi 29 puntos porcentuales (desde 1984).

Es decir, Chávez ganó la reelección en octubre con 17 puntos menos que la ventaja promedio.

Para mí este dato es impresionante porque en un petroestado autoritario las ventajas que tiene un presidente para ser reelecto son mucho, mucho mayores, sobre todo si se compite con los precios del petróleo por la nubes. ¿Quién de esos otros 16 presidentes ha contado con una petrochequera sin límite y quien ha utilizado tanto dinero sin ningún control? ¿Cuántos han doblegado a los medios, transmitido incontables cadenas, asfixiado las fuentes de financiamiento de la oposición e inhabilitado a potenciales adversarios como lo ha hecho Chávez?

Venezuela, pues, debería estar por encima del promedio, no 17 puntos por debajo.

Lo cual me lleva al siguiente punto.

Es cierto que la desastrosa gestión del gobierno -inflación, escasez, crimen, crisis eléctrica, etc- ayuda a explicar la relativamente pequeña ventaja con que ganó Chávez. Pero ése no es el único factor. También influye que antes del 16D la oposición hizo un excelente trabajo. Corrales tiene razón en resaltar la unidad, pero yo creo que los aciertos van más allá de la MUD.

Aunque estas cosas son difíciles de comprobar, llevo algún tiempo coqueteando con la idea de que la verdadera historia del 7/O es cómo, bajo circunstancias increíblemente adversas, la oposición se las ingenió para llegar tan cerca de derrotar a Chávez (sólo le faltó robarle 6 puntos porcentuales al presidente para ganar).

El artículo de Corrales refuerza esta hipótesis.

¿Preocupa la abstención?

Jueves, 20 de enero de 2012

Es tentador interpretar la alta abstención opositora en la elecciones del 16D como el resultado de la desmoralización que se abatió sobre la oposición después de las presidenciales, o como el triunfo de un grupo de fraudólogos que lograron convencer a una porción del electorado de que el voto es inútil.

Pero, leyendo a Eugenio Martínez, pienso que algunas de estas explicaciones podrían no tener mucho peso. Después de todo, la abstención del chavismo fue casi tan alta como la de la oposición y en los estados gobernados por la oposición la participación fue más alta. Si la abstención opositora fue el resultado de la desmoralización y la desconfianza en el sistema electoral, ¿por qué la abstención del chavismo, que contaba con muchos más recursos para movilizar el voto, fue casi igual de alta?

Por supuesto, la abstención de la oposición puede ser producto de la frustración y la desconfianza, mientras que la abstención oficialista puede ser producto de otras razones. Es decir, la abstención puede tener causas diferentes en cada bando. En los estados opositores quizá la participación fue más alta porque el oficialismo invirtió más en movilizar su voto.

Pero también es posible que tanto la oposición como el chavismo no hayan salido a votar por simple fatiga electoral o por una combinación de fatiga y de pensar que en las elecciones regionales no está demasiado en juego.

¿Por qué esto importa?

Porque si el electorado de la MUD ahora ve al oficialismo como invencible o dejó de ver el voto como una poderoso herramienta de lucha la oposición está en problemas. Pero a mí me da la impresión de que el 16D no es un hito que marque una nueva y negativa tendencia, sino más bien un blip.

Ojalá no me equivoque.

Revolución en Hollywood

Miércoles, 19 de diciembre de 2012

Hay quienes piensan que Estados Unidos impone su cultura al resto del mundo a través de Hollywood. Pero la historia es al revés. El  resto del mundo es el que está transformando la industria del cine en Estados Unidos. Vea la explicación en mi más reciente reportaje para el programa de TV de Moisés Naím (1,11):

 

Voto mal repartido

Martes, 18 de diciembre de 2012

Olvidé incluir esta reflexión, pero Teodoro, que pensó lo mismo que yo cuando vio el resultado final, me lo recordó:

Los resultados de la elección presidencial del 7-0, 55% a 45% a favor de Chávez, se repitieron el 16-D: nuevamente 56% a favor del chavismo y 44% para la oposición, es decir, no arroparon. En las cuatro elecciones anteriores (2007, 2008, 2009 y 2010), la distribución había sido prácticamente mitad y mitad, con dos victorias por lado en términos de votos. En la práctica, pues, continuamos divididos en dos mitades, con una polarización que ha venido cediendo lentamente, haciéndose menos intensa.

Es decir, en términos de nuestros prospectos presidenciales, los resultados de los regionales nos pintan peor de lo que somos (repito, desde el punto de vista presidencial). Si uno le dice a alguien “salimos más o menos igual que en las elecciones del 7/O,” la impresión no es tan mala como decir “perdimos en 20 de los 23 estados.”

No estoy tratando de dorar la pildora. Lo del domingo fue una paliza. Pero nuestro porcentaje del voto casi no disminuyó.