Su honorable

Miércoles, 30 de noviembre de 2011

Primero Parmalat emitió un comunicado el sábado negando las acusaciones del gobierno, asegurando que la empresa no acapara leche. Chávez retrucó, fúrico:

Por allí conseguimos a esta empresa Parmalat acaparando leche y esto es típico de la burguesía. Aparte de que nos ven cara de tontos y pendejos lo ponen por escrito también (…) Señores de Parmalat, nosotros no somos estúpidos, la patria boba ya quedó atrás. Estos señores son iguales a una persona que hiere a otra con un arma, la meten presa y trata de culpar al gobierno.

¿Y cómo respondió Parmalat? ¿Les molestó a los directores que el presidente los comparara con delincuentes? No mucho, a juzgar por el comunicado que emitieron ayer:

Bajo ningún concepto pretendimos desvirtuar el esfuerzo que hace su honorable Gobierno y demás organismos públicos en pro del abastecimiento de alimentos (…) lamentamos el malestar generado por nuestro comunicado y ofrecemos nuestras más sinceras disculpas a usted y al Gobierno que preside.

Más que el “honorable,” lo que da pena ajena es lo de “desvirtuar el esfuerzo…en pro del abastecimiento de alimentos.” Si la empresa sigue así, la sede va a terminar como Sabana Grande.

El tráfico en Internet

Miércoles, 30 de noviembre de 2011

A través del blog de Luis Carlos Díaz me entero que, según Net Index, Venezuela está entre los once países del mundo con el Internet más lento.

Nicaragua y Haití, los países más pobres del hemisferio, tienen una mejor conexión que la nuestra.

También nos superan Guatemala, Sudán, Mozambique y otros países con un ingreso per cápita muy inferior al nuestro.

En el índice de distribución y penetración de Internet estamos de sextos en América Latina, por encima de México y Perú; en el índice de uso estamos de terceros; en uso de Twitter estamos de segundos.

Pero esta emoción que suscita Internet en el país no ha sido correspondida por la calidad del servicio.

 

Boom, teatro, musicales y el viejo debate

Martes, 29 de noviembre de 2011

Más sobre el tema del origen del boom del teatro en Caracas.

Fíjense en este dato:

Hace unos años Producciones Palo de Agua decidió aventurarse en un terreno riesgoso e inexplorado en Venezuela: el teatro musical. El terreno es riesgoso porque es un tipo de teatro muy costoso que requiere de un equipo de producción muy grande y de decenas de músicos y personas en escena.

El experimento no sólo fue un rotundo éxito. Desde entonces otras dos productoras han incursionado también con éxito en este género teatral, siguiendo los pasos precursores de Palo de Agua.

Otro detalle interesante.

Como ya expliqué antes, las políticas autoritarias de Chávez provocaron en gran parte el boom del teatro a través del golpe letal que infligieron a la industria de las telenovelas. Este golpe provocó una migración a las tablas de las estrellas de televisión que, a su vez, atrajo a un público más grande para el teatro.

Pero las políticas discriminatorias del gobierno también han obligado a muchos grupos teatrales a adaptarse a las realidades del mercado.

Antes muchos grupos de teatro producían obras de teatro elitistas, porque sobrevivían gracias a los subsidios del Estado y podían darse ese lujo. Pero luego el gobierno les quitó los subsidios por su negativa a alinearse con la revolución y entonces no les quedó otra que producir obras más accesibles. Acercarse al público se convirtió en una manera de no cambiar de profesión, no sucumbir ante la presión oficial y seguir ganándose la vida a través de su vocación.

Es decir, detrás del boom del teatro hay también una especie de forzada reconciliación de los artistas con el mercado.

Entre las limitaciones a la creatividad y la integridad artística impuestas por el mercado y el Estado, los artistas venezolanos prefieren claramente las del mercado.

Basado en una conversación con Vyana Rodríguez Preti, gerente general de Producciones Palo de Agua.

Madrugonazos

Jueves, 24 de noviembre de 2011

En la madrugada un grupo de policías se mete a un barrio y allanan varias casas a veces sin razón y violando siempre procedimientos legales.

Incautan drogas y se llevan a decenas de personas detenidas. Luego el jefe policial o ministro a cargo de la operación llama al Aló, Presidente, o convoca una rueda de prensa para presentar estadísticas de detenciones y incautaciones como prueba de lo avances en la lucha antidrogas.

El problema es que las cifras son engañosas. La policía arresta a personas por tener cantidades minúsculas de drogas, como un simple tabaco de marihuana.

Y a veces, cuando encuentran estas cantidades de droga insignificantes, se llevan preso a todos los que están en el lugar del allanamiento. Los miembros de la ONG Justicia y Proceso, que llevan un tiempo investigando estos operativos y me facilitaron esta informacion, cuentan que se han topado con seis o siete miembros de una misma familia detenidos en una misma noche, simplemente porque estaban en la misma casa. Algunos han sido torturados durante su detención. Otros no han tenido tanta suerte.

Todo pareciera indicar que no es el presidente el que ordena directamente estas detenciones masivas e indiscriminadas, sino que sus ministros y las autoridades de seguridad incurren en esas violaciones de los derechos humanos por una mezcla de ignorancia y querer presentar al jefe resultados medibles.

Los más perjudicados, por supuesto, son los pobres, porque a diferencia que los ricos no tienen dinero para pagar abogados o sobornar a las autoridades y comprar su libertad.

El pasado mayo William Pérez arreglaba su moto en la avenida San Martín, cerca de su casa, en el sector La Quebradita.

El joven había acabado su jornada como mensajero en la empresa Siata, y estaba reunido con tres muchachos más, a las 10 y media de la noche.

Pérez no pudo despedirse de su bebé de siete meses cuando una comisión del CICPC lo arrestó, sin contar con una orden de captura, según contaron sus familiares.

La celda donde lo metieron en un centro de detención de El Rosal estaba sobrepoblada y murió asfixiado.

Los apostadores

Lunes, 21 de noviembre de 2011

¿Va a ganar Chávez las elecciones presidenciales en 2012?

Hace unas semanas circuló por Internet un newsletter de Bank of America Merrill Lynch argumentando que una victoria de Chávez es, de lejos, el escenario más plausible.

Articulistas, blogueros, tuiteros, divulgaron el informe con aires iconoclastas, como diciéndole al resto: “Pueden emocionarse con sus candidatos, su unidad, sus primarias y sus debates, pero lo cierto es que, si uno examina científicamente los factores que van a influir y normalmente influyen en cualquier proceso electoral, Chávez va a ganar las elecciones.”

Es decir, el newsletter de Bank of America Merrill Lynch simplemente está sacando una conclusión obvia basada en años de avances investigativos en la ciencias políticas.

Hay algo que me desagradó profundamente de este ‘realismo;’ de esta pose de inteligente apostador.

Primero una aclaración. Creo que necesitamos a estos pesimistas. Los necesitamos porque sus razonamientos nos hacen entender mejor la naturaleza del desafío que confrontan los venezolanos. Y entender mejor este desafío ayuda a prepararse mejor para vencer los obstáculos que se deben vencer para triunfar.

Al mismo tiempo, pienso que los inteligentes apostadores deben ser parte de una poco inspirada minoría.

Porque, si todo el mundo piensa como ellos, si todo el mundo piensa que Chávez va a ganar, la oposición se desmoraliza. Y, si la oposición se desmoraliza, las probabilidades de sacar a Chávez en 2012 disminuyen significativamente. La desmoralización producto de este razonamiento puede inclinar la balanza hacia el lado negativo; convertir una victoria improbable pero posible en un derrota segura. En este sentido los augurios pesimistas de los inteligentes apostadores pueden convertirse en una profecía autocumplida.

Piensen en la Primavera Árabe. Hace apenas un año, prever que Ben Ali, Qaddafi y Mubarak iban a permanecer en el poder era una apuesta mucho más inteligente que apostar a una victoria electoral de Chávez en 2012.

Pero, claramente, los protagonistas de las revueltas árabes no pensaron así cuando decidieron actuar, y, en gran parte porque no pensaron así, este año tres brutales dictadores fueron destronados y enviados para siempre al basurero de la historia.

Más aún, el efecto dominó de la Primavera Árabe es una consecuencia de que muchos sintieron que estos cambios, contra todas las probabilidades de éxito, sí eran posibles.

Lo mismo se puede decir del fin pacífico de la Guerra Fría, de la elección del primer afroamericano a la presidencia de Estados Unidos, de la transición democrática en Chile y de tantos otros sucesos históricos.

Como dice Larry Summers, nadie que tenga un conocimiento real de la historia puede negar que en la política la transición de lo inconcebible a lo inevitable puede ocurrir muy rápidamente.

Eso sí: si se mantiene el optimismo y el espíritu de lucha.