Cada vez más bizarra

Martes, 28 de agosto de 2012

Álvaro Partidas nos recuerda el artículo 131 de la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo:

En caso de muerte de un trabajador o trabajadora como consecuencia de violaciones graves o muy graves de la normativa legal en materia de seguridad y salud en el trabajo el empleador o empleadora o sus representantes, serán sancionados con pena de prisión de ocho (8) a diez (10) años.

Una pregunta hipotética.

¿Qué hubiese ocurrido si el responsable de una tragedia de esta magnitud hubiera sido ExxonMobil, BP o ConocoPhillips, y luego el CEO de una de estas petroleras privadas hubiese aparecido en televisión negando reportes del olor a gas antes de la explosión, insultando a sus críticos y deliberadamente ignorando un informe anual 2011 de su misma compañía admitiendo graves fallas de mantenimiento?

Hoy, por cierto, una corte brasileña ratificó un fallo que prohíbe operar en Brasil a la petrolera estadounidense Chevron y a su proveedor de perforaciones Transocean Ltd, mientras se evalúan los cargos en su contra por el derrame del pasado noviembre, en el que no hubo víctimas.

Y, cuando ocurrió el derrame, fiscales brasileños declararon que cargos relacionados a crímenes ambientales podrían resultar en veinte años de cárcel.

Otra prueba de nuestra bizarra normalidad.

Amuay y las elecciones

Lunes, 27 de enero de 2012

He visto por ahí comentarios sobre no arrimar a las aguas de la política la explosión de la refinería Amuay, por respeto a las víctimas y a sus familiares.

No es el momento, dicen. Aún estamos demasiado próximos a lo ocurrido para llevar la tragedia al contexto electoral.

Yo pienso lo contrario.

Si hay algún momento para llevar esto al escenario electoral es ahora, porque los electores, precisamente por respeto a las víctimas, deben y están en la obligación de tomar en cuenta el telón de fondo de la explosión a la hora de determinar su voto.

Pues, si esperamos hasta después de las elecciones, y Hugo Chávez gana, lo más probable es que nada cambie en PDVSA. La falta de mantenimiento e inversión, así como las fallas en la capacitación de personal, seguirán provocando accidentes como los cientos que han ocurrido durante la última década, ante un gobierno entumecido e insensible al dolor ajeno.

En este momento, la manera más efectiva de que Amuay no vuelva a ocurrir es deshaciéndonos de este gobierno a través del voto.

Entiendo perfectamente que Henrique Capriles no quiera desenfocar su mensaje levantando esta bandera, pero no veo razón por la cual el resto de nosotros no deba insistir empecinadamente en la negligencia e irresponsabilidad criminal que está detrás de este tipo de accidentes.

Explosión en la refinería Amuay y la falta de inversión

Lunes, 27 de agosto de 2012

Otro detalle que desempolvó El Nacional del ya famoso Memoria y Cuenta de PDVSA 2011 que, probablemente, tiene una correlación con la explosión en la refinería Amuay:

El reporte anual refiere que el año pasado la inversión dirigida al área de refinación se redujo 19% en relación con 2010. El monto desembolsado para esas actividades fue de 1,3 millardos de dólares, lo que implicó una reducción en números absolutos de 326 millones de dólares. Una de las razones de la disminución es que la prioridad de Pdvsa fue incrementar las actividades de exploración y producción.

Ah -y otra cosa. Últimas Noticias, cuya cobertura de lo ocurrido en Amuay ha sido de lejos la mejor, publicó una lista de tragedias de devastadores accidentes en refinerías de otras parte del mundo. La lista se remonta a 1997….¿y adivinen en cuál ha muerto más gente?

Más sobre este tema:

Explosión en la refinería Amuay

Domingo, 26 de agosto de 2012

Bajo la más reciente cuenta oficial la explosión en la refinería Amuay en Paraguaná dejó un saldo de 39 víctimas (incluyendo un niño de diez años) y 86 heridos, superando en mortandad la explosion del gasoducto en Las Tejerías en 1993, donde murieron 36 personas.

No sabemos todavía qué pasó y sería irresponsable ponerse a señalar culpables. Pero también lo sería no iluminar el telón de fondo de esta tragedia.

Dos rápidas observaciones.

1) Desde 2003 a 2011 Primero Justicia ha contabilizado 77 muertes, 267 lesionados y 303 accidentes graves en PDVSA por falta de mantenimiento y fallas en la capacitación del personal. (Aquí una lista de los accidentes).

Sólo en el Centro de Refinación Paraguaná (CRP), conformado por las refinerías de Cardón, Bajo Grande  y Amuay, ha habido 79 accidentes graves, con 19 muertos y 67 heridos desde 2003.

Más aún, en su informe anual 2011, la misma PDVSA reconoció que sólo se llevaron a cabo dos mantenimientos de los nueve que estaban pautados (los otros fueron aplazados para 2012).

Claramente, esto no es un evento aislado sino un problema sistémico.

2) El gobierno ha tratado de calmar a la población por la amenaza de problemas de abastecimiento interno de gasolina a raíz de la tragedia. Rafael Ramírez ha asegurado que “el área productiva” de Amuay no fue afectada por la explosión y pidió a la población a que no realice compras nerviosas.

Pero retrocedamos un poco.

Antes de la explosión Venezuela tenía ya un problema de escasez gasolina. Esta situación había forzado al gobierno a importar combustible de Estados Unidos no sólo para consumo interno, también para cumplir con compromisos contractuales.

Según el Departamento de Energía de EEUU, Venezuela importó un millón de barriles de gasolina procesada sólo en diciembre de 2011. Si añadimos a esto las compras de crudos y derivados petroleros el total asciende a 2,21 millones de barriles.

¿Cómo se explica que estemos importando cuando tenemos las reservas de petróleo más grandes del mundo?

La situación se debe a una combinación de factores que van desde la caída de la producción petrolera y el aumento de la demanda (por el incremento en el número vehículos) al creciente y ya masivo contrabando de gasolina a Brasil, Guyana y Colombia.

Otro factor, claro, es el grave deterioro de la capacidad de refinación de Venezuela durante los últimos diez años, producto de la venta de refinerías en el extranjero y de una miríada de accidentes y problemas de mantenimiento en las principales refinerías del país.

De hecho, la política del chip en los estados Zulia y Táchira, que impone un límite a la cantidad de gasolina que cada persona puede comprar cada dos días, puede ser vista simultáneamente como una medida para combatir el contrabando y el inicio de una política de racionamiento.

Todavía no está claro cómo va a impactar la explosión de Amuay esta situación.

El CRP es el segundo centro refinador más grande del mundo. Sólo Amuay tiene una capacidad de refinación de 645 mil barriles por día, una parte importante de la cual, al parecer, está destinada al mercado interno.

Ramírez dice que en dos días reiniciarán operaciones en Amuay.

Ojalá sea así.

Si Chávez gana

Viernes, 24 de agosto de 2012

Javier Corrales se leyó la propuesta (pdf) del “candidato de la patria” (Chávez, claro) y dos aspectos le parecieron particularmente preocupantes: la creciente militarización del Estado y los planes de demolición de la estructura descentralizada de autoridades locales y regionales ahora elegidas democráticamente.

Sobre lo primero Corrales observa:

The military is explicitly mentioned in at least 23 paragraphs. The military is called upon not only to safeguard the borders, but also to be present in “all the structures of the Venezuelan state” (emphasis added). Chávez wants not only to increase military spending (already one of the largest in the Americas), but also to “fortify and increase” the military’s intelligence and counterintelligence services.

In fact, the document is emphatic about strengthening intelligence. Chávez calls for the actual “massification” of efforts to “search for information that is useful to protect the country.” This can only mean one thing: turn ordinary citizens into informants for state security. Chávez also wants to increase the number of “patriots” joining the Bolivarian militia—a paramilitary force directly under Chávez’ command (rather than under the command of official generals). All of this is needed to produce a “point of no return” in the effort to “pulverize completely the bourgeois state.”

Se que esto hay que tomárselo con mucho seriedad, pero cuando leo esto lo primero que me pienso es si el gobierno tiene la capacidad organizativa para alcanzar estos objetivos. Así no la tengan, sin embargo, la posibilidad de que sólo logren parte de lo que se proponen es preocupante.

Sobre la descentralización Corrales escribe:

Chávez wants to do away with federalism. In its place, he wants to create 39,000 communal councils. This is an idea that Chávez has been toying with since 2006. It was part of his 2007 proposal to reform the constitution, but the electorate rejected it. Chávez is trying again. In fact, Chávez wants to see “68 percent of Venezuela’s population” live under the Communal Council systems by 2019.

Nothing is said about how these councils will be selected. There is no mention of democracy or elections in the more than 30 paragraphs dedicated to this topic. All that we are told is that these councils will be given the “administrative competencies” currently assigned to governors, mayors and municipal bodies. They will have “all control” over policy implementation.

Furthermore, the government plans to create a body of 4,500 “inspectors,” trained “socio-politically” (not just technically) to oversee these councils. To help these councils do their job, the government will also create 250 “Salas de Batalla Social.” The Proposal also calls for the creation of 43,029 “Prevention Committees” (or 6,174 yearly for the next six years), and all this organizational apparatus will be supervised by 3,000 government-appointed “Socialist Communes.” Strangely (and perhaps tellingly) the platform provides no details about the territorial distribution, selection methods or budget authorities of any of these parallel state entities.

En el corto plazo esto me preocupa más. Si Chávez gana, tendría más espacio para desmontar totalmente la estructura de alcaldes y gobernadores. Simplemente tiene que seguir esquilmando sus presupuestos hasta que no quede nada.

Otra razón para votar por Capriles el 7 de octubre.