Ser respetable en inglés

Miércoles, 21 de noviembre de 2012

Hay muchos detalles jugosos en las investigaciones de Alek Boyd y César Batiz sobre las prácticas de Derwick. Vayan al blog de Alek para informarse.

Pero uno que me llamó la atención es cómo Derwick cuida su reputación en Internet…en inglés. Al diario Últimas Noticias, el de mayor circulación del país que publicó los más enjundiosos reportajes acusando a la compañía de corrupción, Derwick no lo toca. A oscuros blogueros, en cambio, los amenaza e intimida con demandas multimillonarias.

¿Por qué? Porque estos blogueros publican en inglés y, según especula Alek, a Derwick le preocupa mucho la manera como estos reportajes y acusaciones podrían afectar la reputación de la compañía en el mundo anglosajón. Por eso no han hecho nada en contra de El Universal, El Mundo, Analítica, Sexto Poder y otros diarios y portales que han hecho eco a las denuncias de Últimas Noticias, pero sí han amenazado e intimidado brutalmente a blogs escritos en inglés cuyo tráfico es mil veces menor al de cualquiera de estas publicaciones.

Alek Boyd, sin embargo, está una vez más demostrando no hay nada más futil que tratar de controlar la información en Internet, y tradujo los reportajes de Últimas Noticias y lo puso en su blog.

Los Amos del Universo criollos podrán tener todo el dinero del mundo. Pero otros tienen la pluma. Ah -y el horizonte ilimitado del ciberespacio para difundir sus denuncias en cualquier idioma, país y cultura adonde llegue la red.

Caos o utopía

Martes, 20 de noviembre de 2012

Mientras más leo sobre las comunas, más me convenzo que el poeta Marta Sosa tiene razón cuando dice: “Un programa para gobernar es mucho más útil para conocer la naturaleza e intenciones de quien lo propone que para informarnos de aquella que va efectivamente a realizar.”

También me convenzo -y esto no es poca cosa- que las comunas es la idea más disparatada que ha salido de la cabeza de Chávez.

Si el plan de verdad es desplazar las alcaldías y gobernaciones con un estado comunal, yo no veo cómo esto puede ocurrir en la práctica. Y, si llegara a ocurrir, el proceso va a tomar mucho tiempo.

Una cosa sería tratar de apoderarse de alcaldías y gobernaciones para el estado comunal. Es decir, apoderarse de alguna manera de estas jurisdicciones, cambiarles el nombre e incorporarlas al nuevo sistema. Entonces los servicios para recoger la basura o los policías o los centros de salud simplemente pasarían de unas manos a otras. Pero hasta ahora la intención del gobierno parece ser desplazar a las autoridades municipales y estatales hacia la irrelevancia, y poco a poco sustituirlos por comunas que serían erigidas desde cero.

Y es difícil ver cómo esto puede ocurrir sin que el resultado sea un absoluto caos. Las comunas sencillamente no gozan de la infraestructura ni la capacidad para llenar el vacío dejado por las alcaldías y gobernaciones.

Como van las cosas, lo más probable es que la realidad práctica se imponga y las alcaldías y gobernaciones no desaparezcan, pero sí comiencen a coexistir con las comunas. No habrá entonces claridad en la delimitación de competencias y estos nuevos “espacios de poder” se convertirán en verdaderos dolores de cabeza para los alcaldes y gobernadores. Las comunas probablemente desempeñarán una labor de saboteo y de impedir la articulación políticas coherentes. Ahora la presión no sólo vendrá de arriba, sino también de abajo.

A menos, por supuesto, que la idea no sea desplazar sino ocupar los espacios de poder de los alcaldes y gobernadores. Ciertamente, esto encajaría el resurgimiento de la idea de la constituyente.

Pero, como ya he dicho antes, esto sería sumamente difícil si la oposición retiene gobernaciones importantes el 16 de diciembre.

El gran culpable

Viernes, 16 de noviembre de 2012

Siempre tengo en mi escritorio alguna novela de un gran escritor para no olvidar que es de verdad escribir bien. Antes de comenzar a trabajar, o en los descansos, leo un puñadito de páginas.

Últimamente he esto releyendo I married a communist de Philip Roth.

Y en esta novela, a través del protagonista Ira Ringold, Roth ilustra un punto importante.

Muchas veces el comunismo se origina en parte de un impulso humano básico: la proclividad del hombre a encontrar o singularizar un culpable de una situación que causa en él una profunda y justificada indignación y frustración. Esta indignación y frustración se ventila transformándose en ira o cólera dirigida hacia ese “escogido” culpable.

Esa necesidad de señalar un culpable, y ese natural proceso mediante el cual la indignación se transforma en ira dirigida hacia el culpable, anula razones, argumentos y consideraciones importantes, sobre todo si estos debilitan el caso contra el foco de la cólera. Es decir, el dedo apuntando agresivamente se transforma en una especie de religión.

En el caso de los comunistas el culpable es el capitalismo, la manera como la sociedad está organizada entre explotadores y explotados, la clase explotadora. Pero este impulso también ayuda a explicar otros fenómenos como el antiamericanismo.

No quiero decir que muchas de las críticas al capitalismo y a Estados Unidos no sean válidas. Simplemente en ambos casos uno observa como la necesidad de señalar, de encontrar a un gran culpable por algo que justificadamente causa indignación, lleva a muchos a reducir a una narrativa simple y engañosa una muy compleja realidad. Y el resultado puede ser desastroso.

En una escena de I married a communist, Ira Ringold le cuenta a Nathan, el narrador, sobre su experiencias militares en Irán, donde pudo ver cómo los más pobres de ese país vivían en míseras condiciones, lavándose las manos y bañándose en las mismas aguas donde orinaban y defecaban y cosas por el estilo. Al final Ringold dice:

But there was nothing I could do about it. In the army there is no democracy. Y’ understand? You don’t go telling anybody higher up. And this had been going on for God knows how long. This is what the world is. That’s how people live….This is how people make them live.

Qué maravilla de párrafo. Aquí Roth demuestra en pocas oraciones como la profunda indignación (“This is how the world is”) se desfoga mediante la asignación de un culpable a quien Ringold dirige toda esa indignación transformada en ira (“This is how people make them live”). ¿Y a quién está culpando Ringold? Si uno ha leído el resto de la novela uno sabe que se refiere a la clase explotadora, al capitalismo, a una sociedad organizada de una manera que beneficia a la clase explotadora y perjudica al resto; a esos pobres que ellos hacen bañarse en el agua donde orinan. Ese “hacen” (make) es la clave del párrafo de Roth.

A mí no deja de asombrarme la posibilidad que este impulso humano básico pudo haber tenido un papel importante como carburante de la expansión mundial del comunismo. Recuerden que este el mismo impulso que nos lleva a culpar injustamente a la señora que limpia cuando no encontramos las llaves o la cartera.

¿A qué viene esta reflexión?

A que algo similar veo en los nuevos críticos de la MUD. Una profunda frustración por la derrota del 7/O que se desfoga mediante la asignación de un culpable (la MUD) a quien se dirige erradamente toda esa frustración transformada en ira.

El reto de evaluar una campaña

Martes, 13 de noviembre de 2012

¿Fue buena la campaña de Capriles?

Desde el 7/O muchos han tratado de responder esta pregunta. Y de ambos lados uno escucha argumentos convincentes, o mejor dicho, argumentos que pudieran ser ciertos.

El problema es que muy difícil saberlo a ciencia cierta.

Porque la realidad es que evaluar una campaña es extremadamente complejo, porque su éxito o fracaso depende de muchos factores, algunos muy difíciles de medir. No sólo eso: los factores que hacen una campaña exitosa no pueden evaluarse aisladamente, sin tomar en consideración como la otra campaña afectó estos factores.

El mensaje de Capriles, por ejemplo, fue enfocado y consistente. Pero ¿cómo sabemos que ese era el mensaje indicado para el grupo de personas que se requería convencer para inclinar la votación a nuestro favor? Más aún, quizá podemos determinar mediante focus groups que ese era el mensaje indicado. Pero ¿cómo sabemos que ese era el mensaje indicado frente al mensaje de Chávez? ¿Cómo sabemos que María Corina Machado no tenía razón diciendo que “en combatir populismo con más populismo Chávez es imbatible? ¿O cómo sabemos que el discurso de Capriles era nuestra mejor opción y que con cualquier otro discurso la votación a favor de la oposición hubiese sido mucho menor?

La realidad es que estas preguntas son muy, muy difíciles de responder en cualquier país. Pero más aún en Venezuela, donde el terreno electoral está tan desnivelado. Es perfectamente posible que Capriles hubiese derrotado a Chávez en un terreno electoral un poco más nivelado. Y, de haberlo hecho, todos hubiésemos pensado que su campaña fue estupenda. Nadie la estuviese cuestionando.

Evaluar una campaña es como evaluar el desempeño de un padre. A un hombre bueno le puede salir un hijo drogadicto, pero es difícil determinar su grado de culpabilidad. Ha podido tener una buena cuota de responsabilidad, pero es difícil determinarlo porque muchos otros factores que no están relacionados a su desempeño como padre entran en juego. E incluso los aspectos que sí están relacionados a su desempeño son difíciles de medir o de asignarles un peso específico.

Es cierto que a veces las señales son obvias. Si el padre le pega a sus hijos, se divorcia, se emborracha todos los días, es más fácil determinar responsabilidad. Igualmente, un candidato puede cometer errores muy grandes y obvios que nos permiten evaluar más fácilmente si la campaña fue buena o mala.

Pero en muchos casos no tenemos señales claras para emitir un juicio responsable.

El rostro cambiante de EEUU

Lunes, 12 de noviembre de 2012

Fareed Zakaria escribió una columna sobre las elecciones de EEUU destacando varios puntos que merecen ser destacados (y que yo he estado destacando):

Put aside the reelection of Barack Obama and consider what else happened this week: Three states voted to legalize same-sex marriage, which is the civil rights cause of our times….Two other states voted to legalize some recreational use of marijuana, which will surely mark the beginning of the end of the war on drugs. This may be the most costly, distorting and futile war the United States has ever waged. Over the past four decades, we have spent $1 trillion to fight this “war” without reducing the price and availability of drugs in cities while also destroying our penal system.

Perhaps the most stunning shift this week came not in the passage of a ballot measure or law but in an exit-poll finding — one that might move us toward major legislation. When asked what should be done with the millions of illegal immigrants working in the United States, almost two-thirds of respondents wanted to grant them legal status.

Dos observaciones.

En primer lugar, no me extraña que esta columna la haya escrito Zakaria, que nació y se crió en la India. Creo que no ser de EEUU ayuda a apreciar mejor esta increíble capacidad de renovación de la democracia estadounidense.

En segundo lugar, yo añadiría algo que Zakaria sabe, pero no destacó. La votación en Colorado y Washington, y sus potenciales efectos en la lucha antidrogas, tienen profundas implicaciones en América Latina.

De hecho, siempre se ha dicho que el cambio de estrategia de la lucha antidrogas y la reforma inmigratoria -dos de los temas más importantes en las relaciones entre EEUU y América Latina- confrontan obstáculos políticos serios en Washington. Las elecciones del pasado 6 de noviembre infligieron dos duros golpes a las barreras que han impedido cambios en estos dos frentes durante muchos años.

No me extrañaría que no sean los gobiernos de EEUU y América Latina, sino el electorado estadounidense, el que acabe con la guerra antidrogas. (Obviamente, sería también el principal responsable de una reforma inmigratoria).