Schemelwindel

Viernes, 9 de septiembre de 2011

Oscar Schemel

El director de la encuestadora Hinterlaces, Oscar Schemel, acaba de divulgar un sondeo que revela un 58 por ciento de los venezolanos valora positivamente la gestión del presidente Hugo Chávez, aproximadamente 10 puntos por arriba de lo que dice la última encuesta de Datanálisis y lo que vienen registrando diferentes sondeos durante los últimos meses.

El número es inquietante, porque Schemel no es Jesse Chacón sino un analista independiente, cuya integridad nadie pone en duda.

Pero tan inquietante como la encuesta es la manera como Schemel explica la subida de Chávez.

“Aquí no hay oposición,” dice Schemel. “Los políticos de la oposición se limitan a hablar de sus problemas electorales y no hablan sobre los problemas de los venezolanos.”

Es decir, para Schemel el problema de la oposición es que no hablan de los problemas de la mayoría de sus compatriotas sino de ellos mismos.

No hay que ser demasiado inteligente para detectar, a primera vista, que el rigor analítico de Schemel se parece más al de un borrachín de esquina ventilando sus propias frustraciones insultando a la oposición que al de un reputado encuestador.

Según todas las encuestas (incluyendo Hinterlaces), el crimen y la inseguridad es considerado el principal problema del país por una amplia mayoría de venezolanos.

El mismo día que Schemel hizo su análisis en NTN24 al menos cinco líderes opositores hicieron declaraciones públicas sobre el tema de la inseguridad, incluyendo Pablo Pérez, María Corina Machado, Carlos Ocariz, la diputada de Primero Justicia, Dinorah Figueras, y un vocero de la MUD.

De hecho, varias de estas declaraciones las vi en la misma página que leí el análisis de Schemel.

También ese día César Pérez Vivas declaró públicamente sobre el deterioro del sistema de salud y Andrés Velasquez declaró sobre el cúmulo de problemas de las empresas básicas en el estado Bolívar.

Que yo sepa, pocas conferencias de prensa o discursos de la oposición se enfocan en algo que no sean los problemas de los venezolanos.

La oposición comete muchos errores y la encuesta de Schemel debe ser analizada para ver qué se está haciendo mal, cómo se puede elaborar un mensaje más efectivo y enfocado, porqué la voz de la oposición no está siendo escuchada, etc, etc.

Pero decir que la oposición no habla de los problemas de los venezolanos revela una piratería intelectual mucho más vergonzosa que los defectos que atribuye Schemel a la oposición.

Blitzkrieg

Miércoles, 7 de septiembre de 2011

Autora: Mirtha Rivero.

Estamos rodeados, me dice Violeta desde Caracas. Me cuenta que asesinaron al hermano de un amigo común. Sucedió a las siete de la mañana, justo cuando abría la puerta de su casa para irse al trabajo. Parece que le querían quitar el carro. Parece, pues no hay más detalles, solo que eran dos jovencitos los que dispararon. Violeta no aguanta el dolor ni la impunidad, y habla de la estudiante de medicina que asesinaron al terminar su guardia en el hospital de Carabobo. ¿Qué le podían robar a esa muchacha? pregunta. Tampoco soporta el miedo. Ella y su esposo dejaron de salir a cenar. Les da pánico. Se sienten sitiados. Es como una guerra civil, me dice.

Recuerdo lo que hace dos semanas le pasó a una de mis hermanas cuando dos delincuentes –muchachos también- la asaltaron en medio del tráfico. Estaba lloviendo, y con violencia le golpearon el vidrio del carro. ¡El celular!, gritaron, y ella, preparada para estas “contingencias”, apenas entreabrió la ventanilla y le pasó por la rendija un celular viejo que guardaba en un bolso también viejo –de utilería- que carga siempre en el asiento de al lado. Adentro del bolso lleva un monedero con un par de billetes, la tarjeta de una farmacia, un cepillo y tenía además el celular de mentira. Ya la habían robado y estaba preparada, pero no contaba con que uno de los zagaletones se daría cuenta tan rápido del engaño: el muchacho se le plantó desafiante al frente del carro y ella, jugándosela, aceleró y por poco lo atropella. Por el retrovisor vio como la insultaban. Corrió con suerte, porque no estaban armados.

Al día siguiente de la conversación con Violeta, me habla Camila, quien –por cierto- también carga una cartera falsa, para las eventualidades:

-¡Tipa!… Como siempre me entero tarde: hoy es que leí la noticia de la matanza en el casino de Monterrey. ¡Qué impacto!… ¿Y tú, qué tal? Me imagino que te pegó burda.

Camila parecía una carretilla. Después de setenta y dos horas, fue que supo del ataque terrorista que dejó cincuenta y dos muertes en la ciudad en la que vivo. Estaba choqueada.

La calmé. Le dije que sí, fue algo brutal. Horroroso. Un crimen alevoso a plena luz del día. Todo México está conmovido. Pero –aclaré- a esa hora, no solo había llegado a Monterrey un gran contingente de seguridad como refuerzo; y el gobernador había encarado la situación; y el Presidente de la República se había apersonado, sino que –a esas horas, repetí- se sabía quién era el dueño del casino, se habían mostrado videos con imágenes de los implicados, con retratos hablados incluidos. Es más, habían hallado los carros de los malandros y se hablaba de que por una huella en un carro ya se tenía una identificación (al día siguiente, por esa huella, detuvieron a cinco personas). Así que no te preocupes, le comenté; y de inmediato pasamos a hablar de otras angustias: los ataques de ansiedad que a veces le dan a medianoche, parecidos a los de Julia y a los de Luis y a los de un sinfín más, a juzgar por un amigo psiquiatra que no se da abasto en su consulta. Le cuento de Violeta, y de cómo se siente en una guerra civil.

Mi marido, que oía lo que conversaba, interrumpió: no es guerra civil, en una guerra hay dos bandos armados. Lo de allá es como la blitzkrieg que arrasó con Polonia.

Se refería a la invasión alemana que, en 1939, devastó Polonia. Fue tal la superioridad militar de los alemanes que el ejército polaco parecía que no existía. Le pasaron por encima sin darle chance a defenderse. Lo apabullaron.

-En Venezuela, es la blitzkrieg del hampa.

Cortesía del diario 2001.

Belleza accidental

Martes, 6 de septiembre de 2011

En uno de sus libros, el crítico de arte John Ruskin dice que lo pintoresco en la arquitectura está relacionado a la belleza accidental. Ruskin utiliza la palabra “pintoresco” para describir un paisaje arquitectónico que, con el tiempo, se ha embellecido de una manera no prevista por su creador.

Aceptando el significado de Ruskin, esta carretera nunca terminada sería un buen ejemplo de una construcción pintoresca:

Shadow-Line

Lunes, 5 de septiembre de 2011

Sobre su novela The Shadow-Line, Joseph Conrad escribió: Primarily the aim of this piece of writing was the presentation of certain facts which certainly were associated with the change from youth, care-free and fervent, to the more self-conscious and more poignante period of maturer life.

“El objetivo principal de esta novela es la presentación de ciertos hechos asociados al cambio de la juventud, despreocupada y ferviente, a un período de la vida madura más cohibido y acerbo.”

Fíjense en estas dos obras, ambas en la Frick Collection en Nueva York.

La primera de Ingres, la Comtesse d’Haussonville. La falta de pasado en su expresión, la ausencia de ‘cicatrices del alma,’ la ligereza casi arrogante en la mirada, como si inconscientemente nos echara en cara su belleza y juventud. Esta bella joven todavía preserva intacta esa habilidad juvenil de mirar el futuro como un vasto horizonte donde todo es posible.

Al otro lado del “shadow-line” está el retrato de Sir Thomas More, obra maestra absoluta de Holbein. Su expresión es más compleja, ambigua. Por un lado la mirada fuerte, determinada, que no se arredra ante nada. Por el otro, cierta vulnerabilidad en su expresión, un casi imperceptible rictus de desilusión. Cierta cautela, escepticismo, ‘baggage’ (palabra envidiable del inglés), producto de la edad o los desencantos inextricables del paso del tiempo:

 


Más sobre este tema:

  • Podrido arte. Reflexión sobre La gran odalisca de Ingres.

Simpatía por el diablo

Viernes, 2 de septiembre de 2011

Con la excepción de México, que comparte una frontera de más de tres mil kilómetros con Estados Unidos, no hay país en la región que dependa más del imperio en su comercio internacional.

Y, también exceptuando México, ningún otro país de la región privilegia tanto su comercio con EEUU y tan poco el comercio con las hermanas repúblicas de América Latina.

Y nuestro Simón Bolívar wannabe tiene los bríos de armar una alharaca cada vez que un país (Perú y Colombia entre ellos) firma un tratado de libre comercio con Estados Unidos.

Con todo y TLC, Perú reserva para Estados Unidos sólo un 25 por ciento de su actividad comercial (Venezuela el doble). Y los pitiyanquis colombianos 36 por ciento, once puntos menos que Venezuela.

No estaría mal que la MUD divulgara estos datos del último reporte de la CEPAL: