PSF endógenos

Miércoles, 23 de marzo de 2011

¿Cómo funciona la cabeza de un Pendejo sin Fronteras?

¿Qué lo hace pensar como piensa?

¿Qué lo hace aferrarse a gente como Hugo, Fidel y Evo con un amor inversamente proporcional a su odio teológico por EEUU?

¿Por qué insiste en proyectar su idiotez más allá de su ciudad natal, de su país?

¿Ignorancia? ¿Resentimiento? ¿Simple tiranofilia? ¿O rebeldía mal canalizada?

Pues bien, la crema y nata de la intelligentsia venezolana nos puede dar algunas pistas.

A través de un viejo artículo de Gustavo Coronel, me entero de una carta que un grupo de novecientos intelectuales le hizo llegar a Fidel Castro cuando vino a la toma de posesión de CAP II.

La carta dice (extractos):

“Nosotros, intelectuales y artistas venezolanos, al saludar su visita a nuestro país, queremos expresarle públicamente nuestro profundo respeto hacia lo que usted, como conductor fundamental de la Revolución Cubana, ha logrado a favor de la dignidad de su pueblo y, en consecuencia, de toda América Latina…Hace 30 años vino usted a Venezuela, inmediatamente después de la victoria ejemplar sobre la tiranía, la corrupción y el vasallaje. Entonces fue recibido por nuestro pueblo como sólo se agasaja a un héroe que encarna y simboliza el ideal colectivo. Hoy, desde el seno de ese mismo pueblo, afirmamos que Fidel Castro, en medio de los terribles avatares que ha enfrentado la transformación social por él liderizada y de los nuevos desafíos que implica su propio avance colectivo, continúa siendo una entrañable referencia en lo hondo de nuestra esperanza, la de construir una América Latina justa, independiente y solidaria”.

Esta carta, vale la pena recordar, no fue redactada en 1959, sino en 1989, el año que cayó el muro de Berlín.

¿Quién la firmó?

A continuación una pequeña muestra (excluyo a los chavistas):

Pedro León Zapata, Manuel Caballero, Milagros Socorro, Elías Pino Iturrieta, Valentina Quintero, Elba Escobar, Elizabeth Fuentes, Marcelino Bisbal, Inés Quintero, Alberto Barrera, José Balza, Elizabeth Araujo, Francisco Herrera Luque, Alexis Márquez Rodríguez, Domingo Maza Zavala, Alejandro Otero, Luis Beltrán Prieto, Manuel Quijada, Domingo Alberto Rangel, Heinz Sontag, Cecilia Todd, Jesús Torrealba, Oswaldo Barreto, Roberto Briceño León, etc, etc, etc.

¿Estarán muchos de ellos arrepentidos de firmar esta carta?

No me queda la menor duda.

Lo que no lograron treinta años de brutal dictadura, lo logró, solito, Hugo Rafael.

El círculo de hipocresía

Lunes, 21 de marzo de 2011

La justificada intervención militar en Libia ha sacado a la luz la hipocresía y las contradicciones de la política exterior de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y otros países europeos.

Pero también ha destapado contradicciones en los argumentos de muchos académicos e intelectuales.

En Libia, por ejemplo, Estados Unidos ha implementado durante los últimos años la política que muchos –incluyéndome– han pedido con empecinamiento para Cuba. Una política de apertura y engagement refractaria a la irracional política actual (en parte, claro, buscando aliados para la mal llamada “guerra contra el terrorismo”).

Pero ahora, que Gadafi se radicalizó y Estados Unidos decidió intervenir en Libia para evitar una masacre, este acercamiento de los últimos años es visto como una política inaceptable e inmoral. El discurso de algunos liberales en EEUU (lo mismos que, como yo, piden un cambio en la política hacia Cuba) se fundió, repentinamente, con el de Connie Mack. Cualquier acercamiento a la dictadura es visto como conchupancia.

Del mismo modo, en el caso de Venezuela y Colombia una miríada de analistas ha aplaudido la política de acercamiento de Juan Manuel Santos. Así Chávez se parezca cada vez más a un dictador árabe, demasiados empleos colombianos y venezolanos están en juego como para que Santos se pueda dar el lujo de asumir una posición idealista de defensa a la democracia (aunque la asumió en el caso de Libia). Así las FARC operen en Venezuela, Santos no tiene otra opción que mejorar las relaciones con Chávez. Además, ¿qué gana Santos metiéndose en los asuntos de otro país? ¿No es la labor de Santos velar por los intereses de Colombia y dejar que los venezolanos resuelvan sus propios problemas?

Claro, si potencias europeas y Estados Unidos aplican la misma lógica en sus relaciones con los sátrapas y monarcas de Medio Oriente este “pragmatismo” pasa a ser “ausencia de principios” e “hipocresía.” Y si Brasil aplica la misma lógica con Cuba, Irán, Libia, Zimbabwe y Venezuela esta “hipocresía” y “apoyo desvergonzado a dictadores” pasa otra vez a ser “pragmatismo,” muestra de una política exterior cada vez más “independiente.”

Sobre estas cosas es difícil generalizar. Cada caso es diferente, y cierto nivel de hipocresía es inevitable.

Pero estos casos nos enseñan que las relaciones internacionales son sumamente complejas, y que, como dice el refrán, es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.

Recomendación:

Cortázar y escribir mal

Viernes, 18 de marzo de 2011

Ya viejo Julio Cortázar solía decir que cada día escribía peor. Y en cierto sentido, tenía razón. Lean con cuidado el famoso (y muy corto) capítulo 7 de Rayuela. Miren la lógica inconsistente detrás de las comas y los puntos; la torpe repetición de palabras (“boca,” “cerca,” “pelo”); su estilo impreciso e ineficiente; el desorden oral de sus ideas. Mi profesora de Castellano de 4to grado diría que este capítulo está muy mal escrito.

Pero diciendo que “cada día escribía peor” Cortázar no necesariamente decía que era un mal escritor. Lo que en realidad sugería es que a veces, para alcanzar lo que tenía en mente, se veía obligado a buscar formas de expresión poco convencionales. Para recrear o reinventar una situación (en el caso del capítulo 7 un episodio muy íntimo) debía desafiar el uso tradicional del lenguaje para tratar de imponerle nuevos ritmos, directrices, sugerencias, ambigüedades. Sólo así podía expresar lo quería expresar y llenar de vida sus ficciones.

El capítulo 7 de Rayuela quizá está mal escrito. Pero no queda duda de que lo forjó un gran escritor.

Chapuritario

Jueves, 17 de marzo de 2011

Eugenia Sader

A través del boletín de Gustavo Tarre sobre las actividades de la Asamblea Nacional, me entero de los detalles de un incidente que no recibió mucha atención.

A principios de febrero se publicó en Gaceta Oficial una resolución para prohibir fumar cigarrillos en lugares públicos. Unos días después, el 15 de febrero, apareció en Gaceta otra resolución dejando sin efecto esta prohibición. Y tres días después, el 18, volvió a aparecer en Gaceta una resolución idéntica a la primera, prohibiendo otra vez fumar en lugares públicos.

¿Qué explica esta errática publicación y derogación de decretos en Gaceta Oficial?

La ministra de Salud, Eugenia Sader, ofreció una explicación.

Afortunadamente, con un poco de imaginación y sentido común uno es capaz de traducir esta difusa declaración en una explicación coherente:

La ministra seguramente quizo decir:

1) Se emitió la primera resolución=>2) Se decidió después de emitir la resolución que se debía hacer una evaluación pública=>3) Se derogó la resolución=>4) Se hizo la evaluación donde mucha gente contribuyo con “votos y firmas”=>5) Se emitió otra vez la misma resolución, esta vez basada en la evaluación.

Ahora bien, ¿qué implicaciones tiene todo esto?

Gustavo Tarre retruca:

Independientemente de las bondades que para la salud de los venezolanos trae consigo cualquier restricción al uso del tabaco, ¿alguien entiende este galimatías? ¿Desde cuándo se publica algo en Gaceta Oficial para luego realizar una “evaluación pública”? ¿No es más práctico realizar la evaluación antes de publicar la resolución? ¿Y qué significado tiene en el ordenamiento jurídico venezolano “tener suficientes firmas y suficientes votos” en respaldo de una resolución? ¿Quiénes tienen derecho a firmar y a votar? ¿Quién contó los votos y las firmas?

La explicación, claro, no es la que ofrece la ministra.

El rumor es que el SENIAT se opuso a la medida porque, con esa prohibición, dejaba de recibir unos quinientos millones de bolívares fuertes.

Quizá el presidente dio una orden, el SENIAT trató de revertirla pensando (no sin razón) que el asunto podía pasar por desapercibido, pero Chávez se enteró de la maniobra y volvió a imponer su voluntad.

¿Revolucionario?

No: más bien chapuritario.

Chapucería y autoritarismo, en un solo plato.

Más sobre este tema:

¿Está Estados Unidos en declive?

Martes, 15 de febrero de 2011

Joseph Nye

La última manifestación de este sempiterno debate es la polémica entre Fareed Zakaria y Joseph Nye.

Zakaria dice que Estado Unidos sí esta en declive y para probarlo ilumina con una batería de estadísticas la magnitud de varios problemas como el déficit, la educación, al infraestructura, la expectativa de vida, las armas, el crimen, etc.

Pero Joseph Nye piensa que Zakaria es demasiado pesimista. Dice que su antiguo discípulo exagera el nivel inoperancia del sistema político y desestima un poco la importancia de las áreas donde Estados Unidos sigue liderando: R&D, los rankings de las universidades, los índices de competitividad y entrepreneurship, innovación, tamaño de la economía, premios Nobel, etc.

¿Quién tiene la razón?

Yo diría que Nye hace el aporte más inteligente a este debate:

“La verdad es que uno puede pintar un cuadro de Estados Unidos que enfatice los colores oscuros o los colores brillantes sin estar equivocado. Nadie sabe qué matiz representa mejor el futuro porque el número de potenciales futuros es vasto y cuál de esos futuros terminará prevaleciendo sobre los demás depende de decisiones que aún no han sido tomadas.”

Nye da en el clavo.

Pero, apuntando su linterna en los rincones oscuros, Zakaria quizá ayuda a evitar esas decisiones que, si se toman, podrían terminar dándole la razón.