¿Hay algo bueno en los Consejos Comunales?

Lunes, 11 de febrero de 2013

Mientras más converso con miembros de comunidades que han formado parte de Consejos Comunales, más me convenzo.

Hay una parte del concepto del CC que me parece valiosa. Y es el hacer sentir a los miembros de un barrio o una comunidad, sobre todo los más pobres y necesitados, que pueden tomar ellos mismos pasos y acciones para mejorar su calidad de vida. Es decir, el impulsar a la gente a organizarse en grupos de acción para detectar problemas, establecer prioridades y buscar soluciones a través del Estado. En este sentido el CC es un maravillosa herramienta para promover la participación cívica.

Pero donde no concuerdo es en atribuir poder y responsabilidades al CC para la realización de proyectos. Los miembros de un CC simplemente no tienen la preparación y el conocimiento técnico y administrativo para muchas de estas labores. Nadie niega que pueden haber excepciones, pero son eso: excepciones.

Y que existan paralelamente a las autoridades municipales, a veces llevando a cabo tareas complejas que chocan con los planes y regulaciones de una alcaldía o gobernación, es, por supuesto, una locura. Como lo es su politización.

Pero creo que como cuerpos adscritos a la autoridad de las alcaldías, como instrumentos para detectar problemas y canalizar los reclamos y frustraciones de un barrio, los CC podrían ser transformados en algo útil.

¿Que antes de los CC habían grupos y asociaciones vecinales que más o menos hacían esto?

Quizá, pero estos nunca motivaron a la gente de los barrios a organizarse como lo hicieron inicialmente los CC.

En resumen, mi impresión es que hay cosas buenas que se pueden rescatar de estos consejos.

Autores del paquetazo

Viernes, 8 de febrero de 2013

Seguramente vendrán medidas para tratar de suavizar el impacto de la devaluación de hoy, como un aumento de los salarios. Pero nadie duda que la devaluación erosionará considerablemente el poder adquisitivo de los venezolanos.

Políticamente, el gobierno se vio forzado a dejar al descubierto un flanco donde la oposición puede pegar muy duro.

Capriles dijo hoy que “a Maduro le dan un tiempito más al frente y destruye al país.” Esto no es cierto, la culpa es más de Chávez que de Maduro, pero yo me hubiera esperado esa reacción maquiavélica de cualquier político.

Pues responsabilizar a Chávez ayuda a Maduro como candidato; diluye la culpa de los efectos del paquetazo canalizando una parte hacia una persona enferma y moribunda que además es querida por un porcentaje significativo de la población -una población que, históricamente, le ha perdonado a este enfermo, incluso antes de su enfermedad, cosas que no le ha perdonado a otros.

Pero focalizar la culpa en Maduro refuerza la narrativa del sucesor que no calza los zapatos del Líder Máximo y que sólo con dos meses en el poder ya comienza a causar estragos en el país y a deshilvanar lo construido por su antecesor.

Tal Cual raspao

Jueves, 7 de febrero de 2013

Quienes leen este blog saben que más de una vez me he referido al diario Tal Cual  como adalid de la lucha democrática en Venezuela. Tendría que pasar mucho para hacerme cambiar de opinión.

Pero, luego de la pifia de ayer, hoy Weil publica esto:

 Como dice Guillermo T. Aveledo, la implicación es clara: la diferencia entre la oposición y gobierno, entre Cabello y los diputados de PJ, es de magnitud, no de fondo. Pero todo el mundo sabe que esta equivalencia es irrisoria.

Sinceramente creo que el error se le escapó a Weil. Lo más probable es que su intención haya sido hacer un comentario sobre la ironía de un corrupto de grandes ligas acusando a otros de actos menores de corrupción. Pero por pereza mental la jugada le salió mal.

¿Democratizando la corrupción?

Jueves, 7 de febrero de 2012

Esto es una observación preliminar, basada en conversaciones con miembros de Consejos Comunales y gente que ha reunido denuncias de CC por todo el país.

Pero me da la impresión de que los CC, en la práctica, han multiplicado las oportunidades de corrupción. Hasta cierto punto, la han democratizado.

¿Por qué lo digo?

Porque los CC, una vez registrados, pueden recibir recursos de cualquier ente del Estado. De una alcaldía, de un ministerio, de órganos como Corpocentro, etc. Sin mecanismos efectivos de fiscalización, esto multiplica las oportunidades de un funcionario de gobierno de montar un negocio corrupto. Por ejemplo, para un ministerio que tiene la potestad de llevar adelante proyectos en diferentes municipios y estados del país, una propuesta de cualquier consejo comunal -y son miles- le puede servir como excusa para un chanchullo. De igual forma, un vocero de un CC tiene ahora, a través de la coartada del consejo, muchas más oportunidades de armar un guiso con funcionarios de gobierno de cualquier ente estatal.

En fin, para el funcionario hay miles de CC que facilitan la corrupción. Para el miembro de CC ahora una conexión en el gobierno vale más. Porque el CC es la perfecta excusa para armar una trácala. Sólo hay que crearlo.

Esto no tendría porqué ser así, pero creo que es lo que está pasando en muchas partes.

Tú sabes como es Venezuela

Miércoles, 6 de febrero de 2013

Resulta que Victor González, apodado “el maracucho,” le dio hace un tiempo una entrevista a El Universal en la que criticó duramente al oficialismo por la politización y corrupción que ha permeado los Consejos Comunales.

González es miembro de un CC en La Pastora y se recibió de abogado en la Universidad Bolivariana, pero dice que no es opositor ni chavista. Como abogado me corresponde ser “objetivo,” me dice.

En fin, salió publicada la entrevista y el día siguiente recibió una visita de los Tupamaros, cuestionándolo por su comportamiento antirrevolucionario. Pero, cuando González llevó a los Tupamaros a ver la obras inconclusas y les presentó otras pruebas de la corrupción en los CC éstos le dieron la razón y se marcharon. Obviamente, visitaron a González por iniciativa propia, no por órdenes de un funcionario de gobierno.

¿Cómo González logró convencer tan fácilmente a los Tupamaros?

Ésta es la parte más divertida del cuento.

González me cuenta lo que todos sabemos. Pocos respetan los mecanismo de control y fiscalización de los CC. Por ejemplo, la ley estipula que cuando se le otorgan unos recursos a un CC para una obra el dinero debe ser depositado en un banco de la comunidad, lo cual, en teoría, facilita las labores de fiscalización. Pero esto nunca ocurre. Normalmente, violando todos los procedimiento legales, el funcionario de gobierno con acceso a los recursos, un par de voceros del CC y la empresa escogida para ejecutar la obra, montan la operación entre ellos tras bastidores. El resultado de esta falta de transparencia es el esperado: corrupción, desperdicio, obras inconclusas, etc.

El maracucho a cada rato suelta cifras exactas sobre los recursos que se le asignaron a una obra que nunca se hizo o que nunca se terminó. Le pregunto de dónde saca estas cifras si hay tanta opacidad.

“Muchas veces de las vallas,” me dice. Normalmente, en el lugar donde se va a ejecutar una obra, se pone una valla inmensa con información sobre la obra: qué entidad gubernamental otorgó los recursos, el monto de los recursos, descripción de la obra, número de contrato, el ingeniero de la obra, etc.

Ahora bien, ¿se puede pedir una mejor prueba de corrupción? ¿Una valla que anuncia, por ejemplo, la remodelación de un ambulatorio por un monto específico en el mismo lugar donde yace el ambulatorio sin remodelar?

Le hago estas preguntas al maracucho y se ríe: “No te lo estoy diciendo, papá. La cosa está clarita, a la vista de todo el mundo.”

Pero ¿por qué, si se irrespetan todos los procedimientos legales para ejecutar una obra, los involucrados respetan la ley que los obliga a montar la valla ? ¿No sería mejor irrespetar también esa ley para que el chanchullo no sea tan obvio? ¿Por qué respetan esa ley cuando violan flagrantemente todas las otras?

El maracucho se queda callado unos segundos, como si esa pregunta jamás le hubiese cruzado la mente. Luego suelta: “Hermano, tú sabes como es Venezuela.”