Los errores de la gente muy seria

Lunes, 16 de abril de 2012

Alma Guillermoprieto

Alma Guillermoprieto en The New York Review of Books:

As a normally pro-forma gathering of hemispheric leaders gets under way in Cartagena, Colombia, this weekend, Latin America could instead be approaching its declaration of independence from the United States. For the first time, the region might come out against a US policy. The change in what seemed to be an immovable subservience has come gradually, but the immediate cause is drugs, and the surprising agent is Otto Pérez Molina, retired general, former intelligence chief, graduate of the Pentagon’s School of Americas, and now the new president of Guatemala.

En primer lugar déjenme aclarar algo: no se puede subestimar la importancia de esta creciente apertura a discutir alternativas al enfoque actual en la guerra contra las drogas, alternativas que, por supuesto, incluyen el tema de la legalización.

He escrito sobre este tema y mi posición sigue siendo la misma.

Pero, así coincida en esto con Alma Guillermoprieto, este párrafo me pareció asombroso en su necedad y estupidez.

Es poco serio decir que América Latina está por “primera vez” desafiando una política de Estados Unidos o abandonando un pasado de “inamovible servidumbre” por este llamado a debatir alternativas en la lucha antinarcóticos.

Lo de “primera vez” no lo voy a discutir porque ya lo he hecho muchas veces antes. Pero escuché exactamente lo mismo hace poco cuando Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador y Chile decidieron reconocer oficialmente un estado de Palestina. Y también cuando los latinoamericanos mataron al ALCA, en el momento en que Estados Unidos lo promovía y apoyaba (porque al principio EEUU, no hay que olvidar,  veía el ALCA con escepticismo); y en relación al creciente comercio con China….

Pero me estoy desviando; déjenme enfocarme en el tema de la drogas.

Como Estados Unidos, muchos países latinoamericano se oponen de plano a la legalización, aunque dicen, también como los norteamericanos, estar dispuestos a debatir.

¿Por qué se oponen? ¿Porque, como sugiere Alma Guillermoprieto, la región apenas comienza a romper las cadenas de su “inamovible servidumbre”?

Quizá. Pero díganle esto a Daniel Ortega, uno de los líderes que se opone a la legalización, o al nacionalista Ollanta Humala, o a Mauricio Funes y el FMLN.

Incluso Calderón, que ahora se está abriendo al debate, hace relativamente poco arremetió contra Cardoso, Zedillo y Gaviria por asomar los puntos que el fin de semana Juan Manuel Santos asomó en la Cumbre.

Uno se pregunta, además, por qué si estos líderes -Humala, Ortega, Funes- se plegan sumisamente a la política de EEUU en la guerra antinarcóticos, no hacen lo mismo en otros asuntos como el embargo a Cuba o las Malvinas, donde los norteamericanos están prácticamente solos. O porque Ortega desafía abiertamente a los Estados Unidos en su relación con Irán.

En el fondo Guillermoprieto comete el más común de los errores: ver a los líderes latinoamericanos como niños idiotas incapaces de tomar sus propias decisiones y tener sus propias convicciones.

Para ella parece impensable que estos líderes rechacen la legalización, sea por convicción o por política interna o presiones electorales, porque una posición tan equivocada no puede originarse dentro de América Latina. Tiene que ser obra de Washington.

Paul Krugman a cada rato dice que hay Gente Muy Seria (Very Serious People) que se la pasan diciendo disparates y se salen con la suya porque su reputación los escuda y pocos se atreven a cuestionarlos y señalar sus errores.

Difícil encontrar un mejor ejemplo.

Implícito paternalismo

Viernes, 13 de abril de 2012

En un evento en Diálogo Interamericano, Moisés Naím dijo algo muy cierto.

Discutiendo un nuevo reporte del IAD sobre las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, Moisés comentó que es deprimente el contraste entre los grandes cambios que sacuden a los países de América Latina y el estancamiento de las políticas de Estados Unidos hacia la región.

El despegue de Brasil, la sorpresiva tendencia hacia el pragmatismo político, las crisis de violencia e inseguridad, y ¿qué hace Estados Unidos? Sigue con las mismas políticas de hace diez años.

Al mismo tiempo, Moisés hace algo que pocas veces hacen los expertos en la región en Washington: voltea el argumento y dice que las políticas de Estados Unidos no son las únicas que están estancadas. Muchos países de América Latina siguen empeñados en mirar hacia Estados Unidos para buscar soluciones a sus problemas.

Por ejemplo, ¿cuáles van a ser los principales temas de la Cumbre de las Américas?

Seguramente la lucha antinarcóticos y Cuba, y ambos temas van a desviar los focos de lo que pueden o no pueden hacer los latinoamericanos hacia lo que hace o deja de hacer Estados Unidos. En el caso de Cuba el embargo y la ausencia de la isla en la Cumbre acapararán toda la atención. Y en el caso de la droga el alto consumo de Estados Unidos y el rechazo de la administración Obama a la legalización (es revelador que no mucha gente sabe que en América Latina no hay conscenso sobre este tema).

Sin ir demasiado lejos, el embargo mismo es un ejemplo de esta mentalidad. Después de décadas de bloqueo, uno esperaría que los cubanos finalmente se convencieran de que la política en Estados Unidos no va a cambiar y que, a raíz de eso, buscaran activamente alternativas; idear cómo darle la vuelta al asunto, como lo han hecho los colombianos con el embargo que les impuso Chávez.

Uno esperaría que arribaran a la conclusión de que lo que hagan o no hagan lo demás no puede ser un pretexto para sus fracasos.

Pero Cuba es como ese hijo que llega a viejo echándole la culpa de sus fracasos y frustraciones a los errores que cometieron sus padres cuando lo criaron.

Como ese hijo son los grandes líderes antiimperialistas de nuestra región.

La Argentina de Naipaul

Jueves, 12 de abril de 2012

Hay renombrados periodistas que son diligentes y rigurosos recabando información, y que luego, con admirable destreza y artesanía, hilvanan elegantes reportajes.

Sin embargo, estos reportajes a veces parecen sólo eso: sofisticadas operaciones de recolección de observaciones y datos ya conocidos transformados en hermosas narrativas.  Aparte de poner todo el material disponible en un solo lugar, y organizarlo con maestría artesanal, no ofrecen mucho.

Por eso yo prefiero a Naipaul que a Jon Lee Anderson, a Ian Buruma que a Alma Guillermoprieto. No porque Jon Lee Anderson y Alma Guillermoprieto sean meros juntadores de datos, porque claramente no lo son; ambos son periodistas de lujo. Sino porque en la agudeza y sutileza de sus observaciones, el alcance y la amplitud histórica de sus miradas, la novedad y originalidad de sus análisis, los reportajes y ensayos de Naipaul y Buruma están en otra liga.  Leo un reportaje de Jon Lee Anderson sobre Chávez o García Márquez y luego lo archivo como un excelente compendio de datos y observaciones que ya conocía. Ocurre algo muy distinto cuando leo los reportajes de Naipaul sobre Argentina.

Fijense, por ejemplo, en esta observación de El retorno de Eva Perón. Naipaul habla sobre la convulsa Argentina de principios de los setenta:

A spectacular win of some 330 million pesos by a Paraguayan laborer dissipated a political crisis in mid-April. There had been riots in Mendoza, and the army had been put to flight. Then, in the following week, a guerrilla group in Buenos Aires killed the Fiat manager whom they had kidnapped ten days earlier. On the same day, in the nearby industrial town of Rosario, guerrillas ambushed and killed General Sámchez, commander of the Second Army Corps, who had some reputation as a torturer. Blood called for blood: there were elements in the armed forces that wanted then to break off the negotiations with Perón and scotch the elections promised next year. But the Paraguayan’s fortune lightened all conversation, revived optimism and calmed nerves. The little crisis passed.

O fíjense cómo se da cuenta del carácter súbdito del pensamiento revolucionario tercermundista, no muy distinto al de las elites americanizadas que, patéticamante, admiran e imitan las peores costumbres y hábitos de los estadounidenses:

The guerrillas look for their inspiration to the north. From Paris of 1968 there is the dream of students and workers uniting to defeat the enemies of “the people.” The guerrillas have simplified the problems of Argentina. Like the campus and salon revolutionaries of the north, they have identified the enemy: the police. And so the social-intellectual diversions of the north are transformed, in the less intellectually stable south, into horrible reality. Dozens of policemen have been killed. And the police reply to terror with terror. They, too, kidnap and kill.

La falacia de “los dos lados”

Miércoles, 11 de abril de 2012

Quiero añadir algo a lo que escribí ayer sobre GIS XXI.

¿Por qué medios serios independientes siguen citando una encuesta cuyos pronósticos nunca siquiera se acercan al resultado final divulgado por el CNE, sino más bien aciertan proyectando un mundo inverso al real?

Creo que esto tiene que ver con la obsesión con “presentar siempre los dos lados de una historia” del periodismo moderno.

La lógica es “si presentamos encuestas de la oposición como Consultores 21 también debemos divulgar las del gobierno,” todo en aras de la objetividad.

El problema es que, a juzgar por su historial, Consultores 21 no es una encuestadora de oposición, sino una encuestadora seria. GIS XXI no lo es. No se puede colocar a ambas en la misma categoría.

Una vez más, la analogía del clima es iluminadora. A nadie jamás se le ocurriría darle espacio a los pronósticos de un meteorólogo que siempre se equivoca sólo porque éste es el meteorólogo pro-gobierno y necesitamos presentar “ambos lados.”

Si un meteorólogo nunca la pega, todo el mundo lo ignora. Y punto.

¿Empingorotadas señoronas?

Martes, 10 de abril de 2012

Ibsen Martínez comentando la polémica que estalló por los comentarios de Ozzie Guillén:

De modo que, concedido: Guillén es insincero en su retractación [de sus comentarios laudatorios sobre Fidel] porque, siendo latinoamericano, en el fondo de su corazón – en el corazón de su corazón, según dice la locución gringa- admira a Fidel Castro, sí, pero ni más mas menos que lo admiraban las empingorotadas señoronas de la high society caraqueña cuando, en 1989, se desmoñaban por estrechar la mano de Fidel, invitado estrella a la coronación de Carlos Andrés Pérez. Y por las mismas razones: “No se le puede quitar que es un hombre de una gran personalidad. ¡Cuántos presidentes no ha visto pasar por la Casa Blanca y él sigue estando allí, convencido de su vaina.”

Ya he comentado esto antes, pero a veces no es malo repetirse.

A través de un viejo artículo de Gustavo Coronel, me enteré hace un tiempo de una carta que un grupo de novecientos intelectuales le hizo llegar a Fidel Castro cuando vino a la toma de posesión de CAP II.

La carta dice (extractos):

“Nosotros, intelectuales y artistas venezolanos, al saludar su visita a nuestro país, queremos expresarle públicamente nuestro profundo respeto hacia lo que usted, como conductor fundamental de la Revolución Cubana, ha logrado a favor de la dignidad de su pueblo y, en consecuencia, de toda América Latina…Hace 30 años vino usted a Venezuela, inmediatamente después de la victoria ejemplar sobre la tiranía, la corrupción y el vasallaje. Entonces fue recibido por nuestro pueblo como sólo se agasaja a un héroe que encarna y simboliza el ideal colectivo. Hoy, desde el seno de ese mismo pueblo, afirmamos que Fidel Castro, en medio de los terribles avatares que ha enfrentado la transformación social por él liderizada y de los nuevos desafíos que implica su propio avance colectivo, continúa siendo una entrañable referencia en lo hondo de nuestra esperanza, la de construir una América Latina justa, independiente y solidaria.”

Esta carta, vale la pena recordar, no fue redactada en 1959, sino en 1989, el año que cayó el muro de Berlín.

¿Quién la firmó?

A continuación una pequeña muestra (excluyo a los chavistas):

Pedro León Zapata, Manuel Caballero, Milagros Socorro, Elías Pino Iturrieta, Valentina Quintero, Elba Escobar, Elizabeth Fuentes, Marcelino Bisbal, Inés Quintero, Alberto Barrera, José Balza, Elizabeth Araujo, Francisco Herrera Luque, Alexis Márquez Rodríguez, Domingo Maza Zavala, Alejandro Otero, Luis Beltrán Prieto, Manuel Quijada, Domingo Alberto Rangel, Heinz Sontag, Cecilia Todd, Jesús Torrealba, Oswaldo Barreto, Roberto Briceño León, etc, etc, etc.

De modo que no eran sólo la empingorotadas señoronas y la high society la que se emperifollaban para estrecharle la mano a Fidel Castro, también la crema y nata de la intelligentsia venezolana.