Martes, 3 de noviembre de 2009
En la traducción al inglés de Estambul, ciudad y recuerdos, Orhan Pamuk confiesa lo siguiente:
Whenever I find myself talking of the beauty and the poetry of the Bosphorus and Istanbul’s dark streets, a voice inside me warns against exaggeration, a tendency perhaps motivated by a wish not to acknowledge the lack of beauty in my own life.
Para los que no hablan inglés, Pamuk revela en este extracto que su tendencia a la exageración -cuando habla de la belleza y poesía de su ciudad natal, Estambul- está quizá relacionada a un deseo de negar o no reconocer la falta de belleza en su propia vida. La admisión es en el fondo una crítica a su propio libro, pero también un reconocimiento de una debilidad muy humana, de la que todos, sin excepción, somos víctimas.
¿No es esta tendencia uno de los temas principales de Don Quijote? ¿No explica el comportamiento de esos niños mentirosos que inventan aventuras e historias inverosímiles donde ellos siempre son los héroes-protagonistas? ¿No explica la necesidad de mucha gente de hablar exageradamente de sus viajes, de sus amigos importantes y de las cenas y fiestas glamorosas a las que asisten? ¿No explica, al menos en parte, el afán de Hugo Chávez de hablar de su proyecto político como una revolución o una batalla a muerte contra enemigos poderosos (el imperio, la oligarquía, el capitalismo etc)? ¿No son las exageraciones en el discurso de Chávez el resultado de no querer reconocer la falta de épica y de belleza en su propia vida? ¿De no tener una vida siquiera remotamente similar a la de sus héroes históricos?
En ese sentido, Chávez a veces me recuerda a Don Quijote.
En su libro Los secretos de la valija, el periodista argentino Hugo Alconada Mon relata la historia secreta de la campaña internacional de Hugo Chávez para ganar en 2006 uno de los nueve escaños rotativos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Alconada cuenta que cuatro grupos viajaron a diferentes regiones del mundo ofreciendo ayudas millonarias a cambios de votos y que el costo de estos viajes -que ascendió a más de 600 mil dólares- fue cubierto por dos empresarios con vínculos cercanos al gobierno, los entonces desconocidos -pero ahora famosos- Franklin Durán y Carlos Kauffman.
La relación entre Gabriel García Márquez y Fidel Castro ha sido explicada por algunos como una prueba de la confesa fascinación del escritor por el poder (en general) y Castro (en particular). Dicen que esta fascinación, combinada con un anti-imperialismo adolescente y una actitud escéptica hacia la democracia representativa, explica la cercana amistad entre el premio Nobel y el sátrapa cubano. Pero otros son menos generosos y cuestionan la integridad del autor de Cien Años de Soledad. Dicen que García Márquez está consciente de la podredumbre moral de la dictadura castrista, pero por alguna misteriosa razón decide callar.
La semana pasada los medios oficiales cubanos informaron que el sector de vivienda en la isla tuvo pérdidas por 47,2 millones de dólares entre abril de 2008 y marzo de 2009. ¿La razón? Por supuesto, el embargo comercial y financiero impuesto por Estados Unidos desde hace casi medio siglo.
La economía peruana ha sido una de las más resistentes desde que comenzó la crisis económica mundial. El Fondo Monetario Internacional estima que, pese la ligera contracción del PIB en el segundo cuarto (la primera contracción desde 2001), la economía crecerá en 2009. El Banco Interamericano de Desarrollo calcula que el crecimiento de la economía peruana este año será aproximadamente 4 por ciento mayor al crecimiento promedio del resto del mundo y 2,5 por ciento mayor al crecimiento promedio de los otros países de América Latina. Desde 2001, la economía peruana ha crecido a una media del 7 por ciento anual, con un pico de 9,84 por ciento en 2008 (superior al de China ese mismo año).