El pulso con Hugo Chávez

Miércoles, 26 de enero de 2011

Un último ensayo mío sobre las elecciones legislativas en Venezuela en The Fletcher Forum of World Affairs, el journal de relaciones internacionales de la Universidad de Tufts.

Recomiendo también los otros ensayos del número. El equipo de editores es excelente. Soy un testigo directo de los rigurosos estándares de calidad de esta publicación.

El silencio de los demás

Martes, 25 de enero de 2011

Es falso que Insulza haya retrocedido en sus críticas a la ley habilitante, como lo reseñaron algunas agencias de noticias y algunos medios venezolanos. Vi en vivo la entrevista que le hizo CNN e Insulza simplemente reiteró lo que ya había dicho antes: no está por principio en contra de las leyes habilitantes pues en algunas emergencias se justifican. Pero la ley habilitante aprobada por el Congreso saliente venezolano no le gusta, porque durante 18 meses desplaza a la nueva Asamblea Nacional. Una ley habilitante como esa, dijo, ha debido ser aprobada por el Congreso entrante.

La confusión se originó, creo, por la palabra “emergencia.” Muchas gente pensó que mezclando en la discusión el concepto de emergencia Insulza estaba aprobando el pretexto que dio Chávez para la habilitante.

En todo caso, la crítica fue injusta. Por primera vez Insulza hizo lo que tenía que hacer frente a un abuso del gobierno venezolano. Tomó posición sobre la habilitante y propuso que el tema fuese discutido por los miembros de la OEA. ¿Y cuál fue la reacción de los miembros?…Silencio. Muchos embajadores y mandatarios, al parecer, le escribieron cartas felicitándolo, pero nadie lo secundó. Ningún país latinoamericano apoyó públicamente a Insulza, porque nadie quiere meterse en un lío con Chávez.

En la entrevista que le hizo CNN Insulza dijo (cito de memoria): “Ustedes los periodistas ahora me están buscando todo el tiempo para que repita mis críticas a la habilitante. Pero lo que deberían hacer es ponerle el micrófono enfrente a los miembros de la OEA. Sólo ellos tienen el poder de hacer algo significativo.”

Tiene razón.

En otras ocasiones Insulza ha callado frente a los abusos de Chávez. Muchas veces lo he criticado duramente por mimetizarse con las posturas bastante cuestionables de la mayoría de los países miembros (sobre todo los doble estándar) en vez de utilizar su posición para al menos tratar de corregir estos defectos (como lo hizo, por fin, con la habilitante). Mi imagen de él es tan pobre que llegué a pensar que sus críticas a la habilitante podían ser, como sugirió Petkoff, una señal de una rebelión dentro de la OEA, porque él jamás haría semejante gesto por su propia cuenta.

Pero no: Insulza actuó solo. La prueba de su pequeño acto de coraje es el silencio de los demás países.

Ideas y creencias

Viernes, 21 de enero de 2011

Ortega y Gasset sostenía que cuando intentamos determinar cuáles son las ideas de un hombre o de un época solemos confundir dos cosas radicalmente distintas: sus creencias y sus ideas, ocurrencias o pensamientos.

Las creencias, dice Ortega, no surgen en tal día y hora dentro de nuestra vida, ni llegamos a ellas por un acto particular de pensar. Son “ideas” que nuestra mente no puede evitar reconocer como verdad. La adhesión es automática, mecánica; puestos a pensar en el tema, nos admitiremos en nosotros un pensamiento distinto ni opuesto a ese que nos parece evidente.

“Hay ideas con que nos encontramos -por eso las llamo ocurrencias- e ideas en que nos encontramos, que parecen estar ahí ya antes de que nos ocupemos de pensar…Con las creencias propiamente no hacemos nada, sino que simplemente estamos en ellas.”

Las ideas, en cambio, constituyen todo aquello que en nuestra vida aparece como resultado de nuestra ocupación intelectual. Por eso se alimentan de su cuestionabilidad. Por eso, sostiene Ortega, “necesitan de la crítica como el pulmón del oxígeno.”

Todos, sin excepción, tenemos creencias en las que estamos. La superioridad moral de la monogamia, por ejemplo, es para muchos de nosotros una creencia más que una idea. Sea o no sea la monogamia moralmente superior, la mayoría acepta esta idea como si fuese el orden natural de las cosas.

Este tremebundo insight de Ortega es muy útil para analizar al presidente Chávez. Sus posturas antiimperialistas, antineoliberales y socialistas, su concepción de la burguesía, su repulsión casi física por el capitalismo, su idolatría por Bolívar, Zamora y Maisanta, son menos ideas que creencias.

Contra la “gran” movilización

Jueves, 20 de enero de 2011

Durante el último mes, sobre todo a partir del paquetazo de leyes de diciembre, se ha retomado el uso de las marchas como mecanismo de resistencia democrática. Bajo esta nueva línea de acción, los partidos y la sociedad civil democrática están convocando una movilización el 23 de enero, día que se conmemora la caída de la dictadura de Pérez Jiménez.

La dinámica que se está creando me parece saludable. En el pasado ha habido cierta reticencia a organizar “grandes” marchas por parte del liderazgo opositor. En parte, quizá, porque organizar una movilización no es fácil. Pero también por el temor al fracaso. Mientras más espaciadas son las marchas, más grandes son las expectativas de éxito. Y, mientras más grandes son las expectativas de éxito, mayor el temor a fracasar, lo cual no es precisamente un incentivo para la movilización.

Por eso lo mejor es la movilización constante, aceptando que algunas marchas serán exitosas y otras no. De ese modo, no se inflarán la expectativas, se ejercerá constante presión sobre el gobierno y se hará de la acción de calle un hábito.

Vivos y bobos

Lunes, 17 de enero de 2010

Sebastián Uribe Riley en La voz interior de Darío Jaramillo Agudelo:

Hemos elevado el avvivato a la categoría de héroe. El que se salta la fila, el conductor que se adelanta por la zona de seguridad en el trancón, el que se aprovecha de otro. Hemos aceptado como categoría del trato social que el mundo se divide en vivos y bobos. Todos quieren ser vivos. Tomar lo que pueden. Asaltar la nevera. Acabar con todo, en una permanente actitud de saqueador. Ese es el vivo. El modelo social. No se deje, mijito. Muchos pasados de vivos, muchos realmente vivos, muchos bobos abusando del prójimo para sentirse vivos. Al final, todos bobos, todos víctimas de una forma de trato en la que el fin es abusar del otro, brincarse las reglas, aprovechar cuando los otros dan tiro. Las reglas de juego comunes no existen. Nada merece respeto.

Es difícil medir estas cosas y siempre es un error generalizar basado en la experiencia personal, pero creo que esta manera de ver la vida, esta peculiar definición del logro y el mérito, esta retorcida manera de jerarquizar individuos dentro de una sociedad, que entroniza a la viveza como valor supremo, superponiéndola a valores como la decencia, la integridad, la ética, la disciplina, el esfuerzo y la vocación, es más conspicua en Venezuela que en otros países. Es una realidad que rezuma incluso en conversaciones con las elites más ilustradas, en las cenas de las familias más cultas.

En parte, creo, el problema es estructural. Porque en la sociedad rentista que es Venezuela la correlación entre el éxito y el esfuerzo, entre el reconocimiento y la disciplina, entre el ascenso social y la creatividad, es sumamente débil. En Venezuela conectarse bien con los gatekeepers es lo más importante. Ser vivo, y no necesariamente ser estudioso o innovador o creativo, es el camino a tomar para surgir. La creatividad y la inteligencia es malgastada en este ejercicio de la viveza, en esta vocación por el atajo.

La solución, claro, es tratar de ser más vivos que los vivos para desmontar este perverso sistema de incentivos que privilegia la viveza de un mediocre como William Ruperti y margina la creatividad y disciplina de un potencial Steve Jobs.

Esto constituiría una verdadera revolución.

PD: Además del párrafo de La voz interior, cortesía de Mirtha Rivero, esta reflexión la inspiró un gesto: la sonrisita que, durante este comentario, se cierne en la mirada del narcotraficante Walid Makled (ver 2.20). Uno nota claramente que el orgullo que brilla en su mirada (por la manera como compraba a altos funcionarios del gobierno venezolano) es mayor a la verguenza por estar preso por narcotraficante. Difícil conseguir un ejemplo más extremo de lo que dice Sebastián Uribe Riley.