¿Nuevo consenso?

Sábado, 22 de febrero de 2014

Sobre la marcha de hoy, Ewald Scharfenberg escribe en El País:

“No a la represión y a la violencia”, era el lema del evento que dominaba la tarima principal. Allí tomaron la palabra el dirigente estudiantil Juan Requesens, la esposa del hoy prisionero Leopoldo López, Lilian Tintori, los líderes de la Mesa de la Unidad Democrática, María Corina Machado y Antonio Ledezma, y los gobernadores de los estados de Lara y Miranda, Henri Falcón y Henrique Capriles Radonski. Todos coincidieron en llamar a la protesta pacífica y continuada.

No escuché todos los discursos, pero si esto es verdad es sorprendente. Nadie, nadie en el liderazgo opositor ha estado a favor de la manifestación violenta o la guarimba.

Cuando los pesimistas tienen la razón

Sábado, 22 de febrero de 2014

Un paréntesis para comentar otro asunto.

Hace poco, hablando del éxito diplomático de Cuba en la cumbre de la CELAC, Vicente Palacios escribió en El País:

Quizá esta partida de la CELAC en La Habana no la haya ganado el castrismo. Hay un reverso de su éxito diplomático, y es que posiblemente, de manera progresiva, los vecinos le van a exigir más al régimen en libertades y derechos, y resultados. Ese es el precio que tienes que pagar cuando te sacan del aislamiento y permites que te legitimen otros.

Palacios parece haber vivido en una cueva oscura sin acceso a nada durante una década. Miren a Venezuela, un país plenamente incorporado a la comunidad latinoamericana de naciones. Y miren cómo prácticamente ningún país se ha pronunciado sobre la represión a las protestas (incluyendo torturas), el asalto a la sede de partidos, la persecusión y encarcelamiento de líderes políticas, el uso de grupos paramilitares para intimidar, la censura a los medios, etc. Venezuela literalmente se ha convertido en una dictadura de las viejas en las últimas semanas y -excepto Panamá y Chile- nadie ha asomado una crítica.

No quiero decir con esto que EEUU y la Unión Europea deben seguir con la misma política hacia Cuba. Palacios tiene razón en proponer un cambio. Pero es terriblemente ingenuo pensar que el costo que va a pagar la isla por salir del aislamiento es presión por parte de sus vecinos.

Respuesta de Lissette

Viernes, 21 de febrero de 2013

Le pedí a Lissette posponer el debate ayer por lo que ha pasado a partir del 19F. Me pareció poco apropiado el momento. Pero ahora pienso que quizá el debate adquirió mayor relevancia.

Porque a partir del 19F el gobierno ha dado una muestra clara de cómo reacciona ante cualquier amenaza a su poder. Hasta cierto punto siempre hemos sabido esto, pero ahora sabemos mejor hasta donde es capaz de llegar. Lo que ocurrió antenoche ha podido ocurrir después de la victoria del 14A, si Capriles no suspendía las marchas.

Esto nos deja con un panorama desolador -y preguntas difíciles que muchos cómodamente evitan. La presión en la calle, si es considerable, y bajo cualquier contexto (incluyendo presión para que se respeten resultados electorales), podría resultar en otro 19F o una masacre. Y renunciar al derecho universal de protesta, como dice Jorge Castañeda, equivale a resignarse a una dictadura. Ya expliqué porqué.

En fin, luego más sobre esto. Por ahora los dejo con la respuesta de Lissette González, socióloga de la UCAB, al artículo de las mayorías:

Estimado Alejandro:

Agradezco mucho tus comentarios al texto que publiqué en mi blog la semana pasada, “No somos mayoría”. Tienes toda la razón cuando comentas que cuánto apoyo recibe la oposición no es un fenómeno independiente del ventajismo por parte del gobierno: uso de fondos públicos para las campañas, contar con el sistema nacional de medios públicos donde aparecen candidatos del oficialismo casi en exclusiva, violación de las normas electorales sin que intervenga el CNE, entre muchos otros elementos que podrían mencionarse.

Pero reducir la correlación de fuerzas existente entre oposición y gobierno solo a este factor equivale a desconocer los efectos sociales que a lo largo de estos últimos quince años han generado la polarización y el discurso oficial basado en la reivindicación identitaria de los excluidos del pasado. Resolver el problema político actual, en ese caso, solo necesitaría de fondos y una adecuada estrategia de marketing. No creo que ese sea el caso. El gobierno revolucionario no ha logrado con sus políticas económicas y sociales cambiar sustantivamente las oportunidades de los venezolanos más humildes (escribí sobre eso aquí), pero sí convencer a una proporción importante de esta población de que este gobierno sí va a ocuparse de ellos. Que la oposición (“los otros”), si llegara a ser gobierno, les quitaría lo poco que han logrado y perderían la posibilidad de seguir avanzando.

No tenemos forma de saber qué tan importante es esta diferenciación simbólica/identitaria entre ambos bandos. No sabemos si esta identificación de algunos sectores populares con el gobierno bolivariano se ha mantenido incólume o hasta qué punto se ha debilitado con la desaparición de Chávez de la escena. Sin embargo, esta variable también debe formar parte del análisis del actual momento político. Cuando en mi artículo decía que el descontento popular no se traduce de forma automática en apoyo a la oposición me refería a esto. Y creo que la única forma de traspasar la barrera simbólica impuesta por la polarización es que la organización y las protestas se basen en problemas concretos y urgentes de la gente, no en “Fulano vete ya”.

Ojalá que esto ayude a aclarar mi posición y a seguir profundizando en este importante debate.

¡Muchos saludos!

19F

Jueves, 20 de febrero de 2014

Lo que está ocurriendo a estas horas en Venezuela es tan espeluznante como aterrador, un episodio siniestro que quedará registrado como uno de los más infames de la historia del país.

El gobierno de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello parecieran haber dado una orden de represión violenta de las protestas en varias ciudades del país. ¿Quién está ejecutando la orden? Al parecer la Guardia Nacional, la Policía Nacional Bolivariana y los colectivos violentos afiliados al gobierno. Y, a juzgar por los videos que pululan en Twitter, las fuerzas de autoridad y los colectivos se han vuelto casi indistinguibles.

En Valencia las autoridades lanzan bombas lacrimógenas dentros de los apartamentos. En Caracas hay videos de invasiones a edificios y reportes de disparos a inmuebles, automóviles y manifestantes en los Palos Grandes, Santa Fe, Las Palmas, la avenida Panteón y otros lugares y urbanizaciones. A Altamira llegan los colectivos disparando al aire. Y también montones de camionetas para llevarse las motos de los manifestantes. Una corresponsal española cuenta que al llegar la GN escuchó al menos cincuenta detonaciones de bombas lacrimógenas en cuestión de segundos. Esto forzó a 300 manifestantes a esconderse en un edificio, una situación que se repite idénticamente en varios puntos de la ciudad.

Y, si piensan que la situación no pueden estár peor en Caracas, se equivocan. Una periodista de Al Jazeera cuenta a través de su Twitter que, al lado de San Cristobal, que describe como una zona de guerra, Caracas es Disney World. El caos es tal que hay un virtual toque de queda. Todas las vías de acceso a la ciudad han sido militarizadas, Internet está bloquedo y mucha gente no tiene teléfono. El gobierno ha decidido enviar más fuerzas de la Guardia Nacional Bolivariana para tratar de reestablecer el orden. La situación del país no ha tocado fondo.

Estoy desvelado y escribo esto a la cuatro de la madrugada. Pero leyendo estos reportes y viendo las imágenes y videos pienso que todos los caminos futuros que unos puede imaginar para Venezuela lucen oscuros. Porque aquí lo que estamos viendo es el terror del gobierno a perder el poder. Consciencia del mal que han hecho. Temor al castigo. Un instinto animal de supervivencia que los lleva a cometer los más horrendos crímenes. Y cualquier amenaza real a su poder, de cualquier tipo, siempre acarreará una alta probabilidad de provocar una sangrienta carnicería.

Respuesta de @Econ_Vzla

Martes, 18 de febrero de 2014

Estimado Alejandro,

Muchas gracias por tu gentil mención. Te confieso que he pasado el día tratando de hilar mis propias ideas, no solo porque me había comprometido a hacer un comentario a tu inteligente post, sino porque realmente hay argumentos en tu texto que me hicieron replantearme algunas ideas.

Verás, creo que no estamos tan en desacuerdo como parece. En primer lugar creo que estamos de acuerdo que la definición funcional de “mayoría” es un constructo social, susceptible a ser estructurado y modificado desde el poder. Pienso además que esa premisa, que es válida en cualquier parte, lo es aun más para un Petro-Estado como el nuestro.

Partiendo de que esa premisa es correcta, te admito que existe cierta tendencia entre la gente defiende la idea de contar con una sólida mayoría social como pre-condición para un cambio de régimen, a pensar que el proceso de cambio social es de tipo lineal o secuencial. Yo tengo ese sesgo, y admito que puedo estar en un error. Me resulta obvio –cómo se desprende de tu análisis- que el cambio social puede ser un proceso no lineal, sin un orden predeterminado o secuencia de eventos necesarios. Admito que la toma del poder y la construcción de la mayoría pudieran ser procesos simultáneos.

Pero hecha esta admisión, quisiera puntualizar que existe también la tendencia a caricaturizar al ala “moderada” de la oposición, como un grupo que defiende exclusivamente la construcción de una mayoría como un elemento estrictamente electoral. Esa visión, que ciertamente no es la mía, nos atribuye frecuentemente una falsa disyuntiva del tipo Elecciones Vs. Protesta, con todas sus variantes del tipo: “eh tú, comeflor, esto no aguanta hasta el dosmildiecinueve”.

El tema de la mayoría, al menos en mi caso, trasciende el tema electoral. Cuándo mencioné el tema en nuestro intercambio puse el énfasis en que #LaSalida, cualquier salida, debe ser sostenible o no será salida. Me refería con eso a que la construcción de una mayoría “nocional”, que va ciertamente más allá del tema numérico -electoral-. Esta mayoría “nocional”  es una versión blanda de lo que pudiera ser el respaldo popular. Y con mayoría nocional me refiero a que si la protesta pretende ser la mecha que desencadene un cambio de régimen –la oferta original de #LaSalida- ésta debe ser percibida como no-antagónica a los problemas y anhelos de una amplia base social. No me refiero a que la protesta debe recibir el apoyo duro, ni siquiera la simpatía tipo ni-ni, me refiero a que la protesta debe ser percibida como que está conectada, que se preocupa por el padecer de las mayorías.

Sé que estarás de acuerdo con que esta condición de no-antagonismo es necesaria para la sostenibilidad de cualquier cambio en cualquier escenario, desde un triunfo electoral en 2015, 2016 o 2019, hasta las diferentes vías previstas en la Constitución, pasando incluso por la vía insurreccional. Creo firmemente que sin esa pre-condición cualquier esfuerzo corre un alto riesgo de fracasar, incluso si se lograra un cambio temporario en la coalición de poder que logre el desalojo –circunstancial- de la élite gobernante.

El problema de fondo es que 15 años de lucha de clases, desconfianza mutua y explotación exacerbada de un discurso político con fuertes elementos racistas, reducen el margen de maniobra en (t+1), hacen más complicado el camino de construcción de esa mayoría desde el poder. Es ahí donde yo pondría el énfasis en el debate sobre la mayoría y me pregunto ¿Una protesta clasemediera, sin conducción y desconectada del padecer de la gente común puede encender la pradera? Sí. ¿Puede generar un cambio de régimen? Tal vez. ¿Puede ser este cambio sostenible? No lo creo.

Te envío el fraterno abrazo de siempre,

Econ_Vzla

Nota: Para los que están llegando a este debate, yo escribí este artículo sobre #LaSalida. Esto motivó una respuesta de Econ_Vzla en Twitter: Estimado, muy buen artículo. Concuerdo contigo en gran parte de él, aunque difiero en un punto central…la conveniencia de contar con una base social mayoritaria es condición necesaria para la sostenibilidad de cualquier salida. Mi impresión es que estas protestas están por ahora desconectadas de esas mayorías. Luego yo respondí y luego Econ_Vzla respondió.