Las conversaciones de Roth

Jueves, 22 de noviembre de 2012

Muchos comentarios sobre Philip Roth por el anuncio de su retiro. Y, aunque al igual que a Vargas Llosa me cuesta creerle, aprovecho para decir algo breve sobre su obra.

Fíjense en este pequeño extracto de I married a communist. Eve Frame, una famosa actriz que es uno de los personajes principales de la novela, está siendo descrita por su hija:

“My mother [Eve] goes to lunch with Katrina and she comes home white with rage. ‘That woman is impossible. She tells me about the theatre and she tells me about the latest novels and she thinks she knows everything, and she knows nothing.’ And it’s true: when they go to lunch, Katrina invariably lectures Mother on the one thing Mother happens to know all about. Mother can’t stand Katrina’s books. She can’t even read them. She bursts out laughing when she tries, and then she tells Katrina how wonderful they are. Mother has a nickname for everyone who freightens her -Katrina is ‘Looney.’ ‘You should have heard Loony on the O’Neill play,’ she tells me. ‘She outdid herself.’ Then Looney calls at nine the next morning and Mother spends an hour with her on the phone. My mother goes through vehement indignation the way a spendthrift goes through a bankroll, then she turns right around and sucks up to her because of the ‘Van’ in her name.”

En materia de percepción y poder de observación, este es un párrafo típico de Roth. Es difícil agarrar cualquiera de sus mejores novelas y no toparse a las tres o cuatro páginas con un párrafo tan bueno como éste.

Pero la observación en sí no es lo que más me impresiona. Es la habilidad de Roth de llevar la narrativa hacia estos lugares donde tiene algo importante qué decir o hacia estos terrenos muy fértiles. ¿Cómo lo hace? En algunas de sus novelas lo hace a través de una narración “conversada.” Es decir, hay un narrador / personaje que echa el cuento. En el caso de I married a communist son dos, Nathan y Murray. La ventaja de tener a un narrador / personaje contando la historia es que le permite al autor moverse en el tiempo con mayor facilidad y escoger los episodios relevantes sin sacrificar verosimilitud.

Esto es hasta cierto punto lo que pasa en la vida real. Si le estoy contando a mi esposa la historia trágica de un amigo, puedo moverme con  facilidad del principio al final, escoger los episodios importantes, ignorar o marginar los que no tiene importancia, etc. Es decir, si le estoy contando lo que pasó en una determinada cena puedo contarle lo relevante. No tengo que detenerme en detalles innecesarios como “Juan llegó justo a la hora. Rosa le abrió la puerta.” Si en cambio decido escribir un capítulo sobre la cena, probablemente tenga que detenerme en cosas que no me interesan mucho porque la estructura me lo exige. (como “Juan llegó a la hora” y cosas por el estilo).

Roth no es el primero en usar esta técnica. Faulkner también la utilizó con maestría. Pero es uno de los que mejor la han aprovechado.

Tapando Internet con un dedo

Jueves, 22 de noviembre de 2012

Después de releer algunos artículos de Alek y de jugar un rato poniendo en Google los nombres y apellidos de la gente que denuncia por corrupción, me gustaría resaltar un par de observaciones que ya ha hecho Boyd.

En primer lugar, hay una industria de expertos que se dedican a lavar reputaciones en Internet. ¿Y cómo lo hacen? Amenazando e intimidando legalmente (y mediante otras técnicas) a los blogueros y portales que han escrito mal sobre sus clientes (rara vez lo hacen con diarios); y registrando docenas de websites donde destacan su nombre para de esa manera ahogar las “malas” menciones.

Mi segunda observación que algunos de estos bolichicos y boliburgueses han logrado que la prensa opositora no los toque. ¿Por incompetencia? ¿Porque no han hecho el trabajo que han hecho blogueros expertos en este tipo de añagazas financieras? ¿O porque los boliburgueses han logrado silenciarlos?

Una posibilidad n0 excluye la otra. Lo cierto es que cuando las únicas “malas” menciones provienen de un par de blogs la tentación de intimidarlos legalmente y obligarlos a borrar sus artículos es mayor.

El problema es que a veces estos intentos de censurar logran exactamente lo que buscan evitar.

Ser respetable en inglés

Miércoles, 21 de noviembre de 2012

Hay muchos detalles jugosos en las investigaciones de Alek Boyd y César Batiz sobre las prácticas de Derwick. Vayan al blog de Alek para informarse.

Pero uno que me llamó la atención es cómo Derwick cuida su reputación en Internet…en inglés. Al diario Últimas Noticias, el de mayor circulación del país que publicó los más enjundiosos reportajes acusando a la compañía de corrupción, Derwick no lo toca. A oscuros blogueros, en cambio, los amenaza e intimida con demandas multimillonarias.

¿Por qué? Porque estos blogueros publican en inglés y, según especula Alek, a Derwick le preocupa mucho la manera como estos reportajes y acusaciones podrían afectar la reputación de la compañía en el mundo anglosajón. Por eso no han hecho nada en contra de El Universal, El Mundo, Analítica, Sexto Poder y otros diarios y portales que han hecho eco a las denuncias de Últimas Noticias, pero sí han amenazado e intimidado brutalmente a blogs escritos en inglés cuyo tráfico es mil veces menor al de cualquiera de estas publicaciones.

Alek Boyd, sin embargo, está una vez más demostrando no hay nada más futil que tratar de controlar la información en Internet, y tradujo los reportajes de Últimas Noticias y lo puso en su blog.

Los Amos del Universo criollos podrán tener todo el dinero del mundo. Pero otros tienen la pluma. Ah -y el horizonte ilimitado del ciberespacio para difundir sus denuncias en cualquier idioma, país y cultura adonde llegue la red.

Caos o utopía

Martes, 20 de noviembre de 2012

Mientras más leo sobre las comunas, más me convenzo que el poeta Marta Sosa tiene razón cuando dice: “Un programa para gobernar es mucho más útil para conocer la naturaleza e intenciones de quien lo propone que para informarnos de aquella que va efectivamente a realizar.”

También me convenzo -y esto no es poca cosa- que las comunas es la idea más disparatada que ha salido de la cabeza de Chávez.

Si el plan de verdad es desplazar las alcaldías y gobernaciones con un estado comunal, yo no veo cómo esto puede ocurrir en la práctica. Y, si llegara a ocurrir, el proceso va a tomar mucho tiempo.

Una cosa sería tratar de apoderarse de alcaldías y gobernaciones para el estado comunal. Es decir, apoderarse de alguna manera de estas jurisdicciones, cambiarles el nombre e incorporarlas al nuevo sistema. Entonces los servicios para recoger la basura o los policías o los centros de salud simplemente pasarían de unas manos a otras. Pero hasta ahora la intención del gobierno parece ser desplazar a las autoridades municipales y estatales hacia la irrelevancia, y poco a poco sustituirlos por comunas que serían erigidas desde cero.

Y es difícil ver cómo esto puede ocurrir sin que el resultado sea un absoluto caos. Las comunas sencillamente no gozan de la infraestructura ni la capacidad para llenar el vacío dejado por las alcaldías y gobernaciones.

Como van las cosas, lo más probable es que la realidad práctica se imponga y las alcaldías y gobernaciones no desaparezcan, pero sí comiencen a coexistir con las comunas. No habrá entonces claridad en la delimitación de competencias y estos nuevos “espacios de poder” se convertirán en verdaderos dolores de cabeza para los alcaldes y gobernadores. Las comunas probablemente desempeñarán una labor de saboteo y de impedir la articulación políticas coherentes. Ahora la presión no sólo vendrá de arriba, sino también de abajo.

A menos, por supuesto, que la idea no sea desplazar sino ocupar los espacios de poder de los alcaldes y gobernadores. Ciertamente, esto encajaría el resurgimiento de la idea de la constituyente.

Pero, como ya he dicho antes, esto sería sumamente difícil si la oposición retiene gobernaciones importantes el 16 de diciembre.

El gran culpable

Viernes, 16 de noviembre de 2012

Siempre tengo en mi escritorio alguna novela de un gran escritor para no olvidar que es de verdad escribir bien. Antes de comenzar a trabajar, o en los descansos, leo un puñadito de páginas.

Últimamente he esto releyendo I married a communist de Philip Roth.

Y en esta novela, a través del protagonista Ira Ringold, Roth ilustra un punto importante.

Muchas veces el comunismo se origina en parte de un impulso humano básico: la proclividad del hombre a encontrar o singularizar un culpable de una situación que causa en él una profunda y justificada indignación y frustración. Esta indignación y frustración se ventila transformándose en ira o cólera dirigida hacia ese “escogido” culpable.

Esa necesidad de señalar un culpable, y ese natural proceso mediante el cual la indignación se transforma en ira dirigida hacia el culpable, anula razones, argumentos y consideraciones importantes, sobre todo si estos debilitan el caso contra el foco de la cólera. Es decir, el dedo apuntando agresivamente se transforma en una especie de religión.

En el caso de los comunistas el culpable es el capitalismo, la manera como la sociedad está organizada entre explotadores y explotados, la clase explotadora. Pero este impulso también ayuda a explicar otros fenómenos como el antiamericanismo.

No quiero decir que muchas de las críticas al capitalismo y a Estados Unidos no sean válidas. Simplemente en ambos casos uno observa como la necesidad de señalar, de encontrar a un gran culpable por algo que justificadamente causa indignación, lleva a muchos a reducir a una narrativa simple y engañosa una muy compleja realidad. Y el resultado puede ser desastroso.

En una escena de I married a communist, Ira Ringold le cuenta a Nathan, el narrador, sobre su experiencias militares en Irán, donde pudo ver cómo los más pobres de ese país vivían en míseras condiciones, lavándose las manos y bañándose en las mismas aguas donde orinaban y defecaban y cosas por el estilo. Al final Ringold dice:

But there was nothing I could do about it. In the army there is no democracy. Y’ understand? You don’t go telling anybody higher up. And this had been going on for God knows how long. This is what the world is. That’s how people live….This is how people make them live.

Qué maravilla de párrafo. Aquí Roth demuestra en pocas oraciones como la profunda indignación (“This is how the world is”) se desfoga mediante la asignación de un culpable a quien Ringold dirige toda esa indignación transformada en ira (“This is how people make them live”). ¿Y a quién está culpando Ringold? Si uno ha leído el resto de la novela uno sabe que se refiere a la clase explotadora, al capitalismo, a una sociedad organizada de una manera que beneficia a la clase explotadora y perjudica al resto; a esos pobres que ellos hacen bañarse en el agua donde orinan. Ese “hacen” (make) es la clave del párrafo de Roth.

A mí no deja de asombrarme la posibilidad que este impulso humano básico pudo haber tenido un papel importante como carburante de la expansión mundial del comunismo. Recuerden que este el mismo impulso que nos lleva a culpar injustamente a la señora que limpia cuando no encontramos las llaves o la cartera.

¿A qué viene esta reflexión?

A que algo similar veo en los nuevos críticos de la MUD. Una profunda frustración por la derrota del 7/O que se desfoga mediante la asignación de un culpable (la MUD) a quien se dirige erradamente toda esa frustración transformada en ira.