Imperio indiferente

Miércoles, 3 de octubre de 2012

Leyendo un artículo reciente de Chris Sabatini, me fijé que el presupuesto existente de Estados Unidos pide apenas 1,8 mil millones de dólares para América Latina durante los próximos dos años. Para poner esta cifra en perspectiva, los subsidios anuales de Venezuela a Cuba son de aproximadamente 3,5 mil millones de dólares. El estatal Banco de Desarrollo Chino le ha prestado a Venezuela más de 42 mil millones de dólares desde 2007.

Los que dicen que a Washington no le importa ya mucho lo que pasa en América Latina tienen un punto. Y esto precede a Obama y George W. Bush.

Por otro lado, estuve revisando las conferencias diarias del Departamento de Estado y en al menos una semana (me da flojera ir más atrás) no ha habido ni una sola mención a Venezuela y sólo dos menciones a América Latina (Alan Gross y México). A pocos días de las elecciones Venezuela sigue estando en su lugar de costumbre: al fondo de las prioridades de la política exterior de EEUU.

Pensar que Estados Unidos lo considera importante y está haciendo todo lo que está a su alcance para debilitarlo y acabar con él, es uno de los grandes delirios de Chávez. En realidad, no me extrañaría que, con todo lo que está ocurriendo en Medio Oriente, con la campaña electoral, con la preparación para los debates, Obama no haya escuchado el nombre del gran revolucionario en varias semanas, a pesar de que las elecciones venezolanas son el domingo.

Mérida con Capriles

Miércoles, 3 de octubre de 2012

Fotografía de Vasco Szinetar:

Economía de puerto

Miércoles, 3 de octubre de 2012

Para el gobierno de Venezuela la independencia es su principal objetivo. Así lo expresa Hugo Chávez en el primer “objetivo histórico” del programa que ha presentado como candidato: “Defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de doscientos años: la independencia nacional.” Y este afán independentista abarca todos los ámbitos. En las metas de política alimentaria, por ejemplo, el presidente se propone “lograr la soberanía alimentaria para garantizar el sagrado derecho a la alimentación de nuestro pueblo.”

Por supuesto, Chávez siente que este objetivo de independencia alimentaria está al alcance de la mano. Hace un año aseguró que en 2014 Venezuela sería un país “autoabastecido y autosustentable.” Pero quien haya visto las cifras sabe que esto es, en el mejor de los casos, una muestra de ingenuidad o delirio (o las dos). En el peor, una demostración de la frase de Goebbels “miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá.”

Para ser justos, el gobierno no ha ignorado el problema de la producción de alimentos. Al contrario, su fracaso es una demostración de que para gobernar las buenas intenciones no bastan si no están respaldadas por buenas ideas. Durante la gestión de Chávez el crédito agrícola ha aumentado cada año, se creó un ministerio para la producción y las tierras, y otro para la alimentación; se montaron programas como Mercal, Pdval, Corporación Agrícola y Banco Agrícola; se fundaron varios centrales azucareros y una academia de agricultura; se firmaron convenios con China, Brasil, Uruguay, Rusia, Irán, Cuba y Bielorrusia; y el gobierno se apoderó de 3,6 millones de hectáreas supuestamente beneficiando a 175 mil nuevos productores.

¿Y cuál fue el resultado?

Pues, entre 2006 y 2011, la producción interna de alimentos se desplomó, disminuyendo en promedio un 25 por ciento. Más aún, hoy producimos menos de 14 millones de toneladas de alimentos de origen vegetal cuando hace seis años la producción arañaba los 20 millones. Antes producíamos arroz y café para satisfacer el mercado interno e incluso exportar, pero hoy tenemos que importar para suplir nuestro propio mercado, al igual que tenemos que importar otros productos, como la caña de azúcar y la carne bovina, para cubrir la demanda interna que antes cubríamos con producción nacional.

De hecho, la disminución de la producción se ha combinado con un aumento del consumo producto del masivo gasto público para disparar las importaciones hacia las nubes. En 1998 el valor de los productos importados no superaba los 2 mil millones y hoy oscila entre los 5 y 7,5 mil millones de dólares. Si algo ha ocurrido en Venezuela durante la última década no es entonces que el país ha conquistado su soberanía alimentaria. Más bien la ha perdido. En materia alimentaria hoy somos menos independientes que nunca.

Nada de esto fue por accidente. La producción en el país ha colapsado por las ineptas políticas públicas del gobierno. Y la lista de desaciertos es larga: desde la expropiación de fincas y empresas de la cadena agroindustrial a la combinación letal de controles de precios y alza de costos de producción; desde las restricciones para importar insumos por el control de cambios y el ventajismo del que gozan los órganos del Estado que importan alimentos al deterioro y las carencias de la infraestructura. Todos estos factores y otros se han nutridos mutuamente y mezclado para producir un miasma que literalmente ha diezmado el aparato productivo nacional y contribuido a que la inflación anual de alimentos sea casi cuatro veces mayor a la tasa promedio de América Latina.

Lo peor es que esta historia podría sería muy diferente. Venezuela podría aprovechar su clima y sus tierras fértiles para aumentar la producción de alimentos que ya produce, crear nuevo rubros y abastecer mejor la demanda interna y aumentar sus exportaciones. Como lo están haciendo Brasil, Argentina, Paraguay, Perú, Colombia y algunos países de Centroamérica que producen y exportan cada vez más, nuestro país podría beneficiarse de los altísimos precios internacionales de los alimentos -tendencia, por cierto, que perjudica a economías de puerto como la nuestra.

Pero esto no va a ocurrir pronto si este domingo no sacamos a Hugo Chávez del poder.

Nota: Desde el año 2007, el gobierno dejó de ofrecer muchas cifras sobre el sector alimentos. Las estadísticas que no tienen enlaces provienen de una base de datos de Carlos Machado Allison, el experto más reconocido en el país en esta materia. Machado Allison me explicó que sus cálculos se basan en gran parte en cifras de distintas redes de distribución y asociaciones de productores de la agroindustria.

Cifras inútiles

Miércoles, 3 de octubre de 2012

Siguiendo con el tema de la poca confiabilidad de las cifras oficiales venezolanas, fijénse en lo que dice esta nota de El Mundo:

Si bien es normal que las cifras de la Secex [Secretaría de Comercio Exterior de Brasil] difieran con las del INE, existen casos en los cuales las diferencias superan cualquier posible error de cálculo. En el caso de la carne de pollo, por ejemplo, en 2011 las exportaciones sumaron 176.477 toneladas, por las cuales se cancelaron poco más de $356 millones. Esto representó un alza de 7,4% en peso y 26% en valor. No obstante, el INE asegura que hasta octubre se importaron 77.317 toneladas (56% menos que lo reportado por Secex), por las cuales se canceló algo más de $148 millones (58% menos de lo descrito por la dependencia brasileña).

Por cierto, lean el artículo entero para que entiendan porqué a Brasil no le puede interesar menos siquiera asomar una crítica sobre las tendencias fuertemente autoritarias de Chávez.

Eso sí, si gana la oposición el domingo, apuesto que ese mismo cariño y condescendencia fluirá hacia Capriles sin confrontar ningún obstáculo ideológico o político.

¿Qué picó a Leopoldo?

Martes, 2 de octubre de 2012

No he hablado con un sólo venezolano que no esté tenso, ansioso con las elecciones del domingo. Y, para distender tensiones, los dejo con este video de Leopoldo López, haciendo una narración de lo que ocurrirá el próximo domingo….en tono hípico. No se lo pierdan: