Una innovación del chavismo

Viernes, 6 de julio de 2012

Desde mi último artículo sobre el tema he estado refinando la definición de medio híbrido. Y aquí va lo más reciente:

En primer lugar un medio híbrido es un medio de comunicación privado cuya criterio editorial se guia bajo el principio de falsa objetividad, es decir, siempre presentar como un juez imparcial los dos lados o visiones de una historia o argumento así uno de los lados sea probadamente un invento o una locura. El ejemplo extremo sería que a la diez de la mañana el gobierno sentencie que es de noche. El medio híbrido no reportaría esto como un disparate o titularía “Gobierno dice que es de noche a las diez de la mañana, a plena luz del día” sino presentaría ambos lados del debate como si los dos fueran válidos y legítimos, sacrificando la verdad, confundiendo a la audiencia, desplazando el centro del debate para favorecer al gobierno y evitando de ese modo las críticas por falta de equilibrio informativo.

Los medios híbridos, además, son utilizados por el gobierno bajo un criterio selectivo. No son desaguaderos propagandísticos del régimen, sino medios con relativa independencia editorial cuya fachada de “objetividad” e “independencia” el gobierno aprovecha para avanzar ciertos objetivos, sea resaltar o inventar noticias para enaltecer al gobierno o tratar de dividir, caricaturizar o desprestigiar a la oposición, o desmovilizar o confundir al adversario mediante la divulgación de falsas encuestas o falsas asociaciones.

Esto no significa, sin embargo, que el gobierno siempre utiliza al medio híbrido bajo criterios coherentes. El medio híbrido a veces cae en la propaganda tradicional. Pero lo importante es que esto es un exabrupto. Al gobierno le interesa mantener la pátina de independencia del medio híbrido para llegarle a la audiencia.

Lo novedoso de estos medios es que son, de cierto modo, una admisión de los límites de los medios de propaganda tradicional, que son vistos por pocos y no gozan de mayor credibilidad. Son una prueba del argumento central de The Dictator’s Learning Curve, el nuevo libro de Will Dobson: los dictadores tienen una curva de aprendizaje. Como el resto de nosotros, ellos se han adaptado a los nuevos tiempos.

El Romney latinoamericano

Jueves, 5 de julio de 2012

No me enteré de esto en el momento, pero Colombia y Chile votaron a favor de suspender a Paraguay de Unasur.

Esto es increíble. Quien en otro época comparó a Chávez con Hitler y Mussolini, y  ahora sugiere a Estados Unidos que sea menos inflexible y considere el ingreso de Cuba a la OEA, ahora aprueba castigos para Paraguay que, en el contexto geopolítico actual, jamás apoyaría para países realmente autoritarios como Venezuela y Cuba.

Del tándem Santos Holguín, practicantes de un pragmatismo radical à la Romney en el que los principios y las convicciones son siempre fácilmente sacrificables, uno se espera cualquier cosa. Pero ¿de Piñera?

Y ojo: la presión no viene de Brasil. No es difícil imaginar un escenario geopolítico diferente en el que Brasil y Colombia difieren sobre qué hacer con Paraguay y el asunto se queda en eso: un simple desacuerdo.

La presión viene del Alba. Después de dos años de delicado trabajo diplomático, Santos no quiere tomar medidas que amenacen con descarrilar sus relaciones con Venezuela y potencialmente el resto de la región.

Y sí, hasta ahora, de cierto modo, la estrategia le ha funcionado.

Pero para que le siga funcionando va a tener que seguir bailando la música que le pongan los bolivarianos. Porque Chávez, a diferencia de él, sí levanta la voz en defensa de lo que cree, por más desaladas, retorcidas e hipócritas que sean estas creencias.

Todos nos podemos equivocar y está bien

Martes, 3 de julio de 2012

Noticias 24:

[Luis Vicente León] mencionó cuatro encuestadoras tradicionales: IVAD, Datos, Consultores 21 y Datanálisis; de las cuales resaltó sus diferencias en resultados al tiempo que abogó por el prestigio y veracidad de las mismas. Considera que los contrastes obedecen al rol que desempeñan los electores independientes o indecisos, de quienes dijo, serán cruciales con su voto en el resultado.

Básicamente Luis Vicente León está repitiendo algo que ya ha dicho varias veces. Las diferencias a veces abismales de las encuestas no deben llevarnos a cuestionar su veracidad, porque los indecisos dificultan cualquier medición.

Pero ¿acaso lo nini son tan nuevos como para justificar las diferencias en las predicciones? ¿Por qué  algunas encuestadoras, que desde hace varios procesos confrontan el obstáculo de los indecisos, han sido consistemente mejores que otras augurando los resultad0s?

La dinámica del bully, en el plano internacional

Martes, 3 de julio de 2012

Jimmy Kimmel

Hace poco el comediante Jimmy Kimmel echó este chiste en un evento en el Hilton de Washington:

Los republicanos querían hacer este evento en el Hilton. El presidente Obama quería hacerlo en el Sheraton. Entonces Obama decidió que había que buscar un compromiso entre ambas posiciones y entonces aquí estamos, en el Hilton.

Kimmel se refiere a la dinámica del bully. Si uno cede espacio, el bully invade inmediatamente ese espacio y sigue presionando sin reconocer que el otro lado cedió. En vez de poner de su parte para lograr un acuerdo, el bully más bien ve cualquier concesión como una debilidad o torpeza que debe aprovecharse para quitarle terreno al adversario. Si no hay voluntad real de negociación o deseo genuino de alcanzar un acuerdo, ceder es perder. La no confrontación no da resultado.

El chiste de Kimmer fue un éxito porque el afán de Obama de buscar acuerdos con el otro lado muchas veces se tradujo en un desplazamiento del centro del debate hacia el lado de los demócratas, abriéndole terreno a los republicanos y acorralando a Obama en una esquina donde tenía poco espacio de negociación. Por supuesto, Obama se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y cambió de estrategia. Pero lo hizo porque su presidencia depende de no dejarse acorralar por el otro lado.

Ahora bien, la geopolítica latinoamericana es diferente. La hipocresía y el doble estándar de Chávez y el Alba no afectan directamente a muchos presidentes y pueden darse el lujo de no pararle, o pararle poco, a estas cosas.

Arrimando el límite de lo aceptable

Martes, 3 de julio de 2012

Aprovechando el recién divulgado video de Maduro reunido con militares paraguayos, al parecer incitándolos a rebelarse, quiero seguir martillando un punto importante.

Imaginemos que en 2009 a Álvaro Uribe, el entonces presidente de Colombia, lo hubiese destituido el Congreso a través de una proceso constitucional que, a pesar de no violar la ley, hubiese sido poco democrático por falta de debido proceso.

Imaginemos que luego surgen pruebas y videos de Hillary Clinton conspirando con los militares colombianos para atizar una rebelión y devolver a Uribe al poder.

¿Cómo hubiese reaccionado la región?

El Alba seguramente hubiese aplaudido al Congreso colombiano por la destitución de Uribe y luego puesto el grito en el cielo por la intervención de Estados Unidos.

Brasil, México y Argentina quizá no hubiesen celebrado la destitución, pero tampoco hubiesen protestado. Y seguramente hubiesen condenado la intervención estadounidense.

Países moderados como Chile y Costa Rica también hubiesen criticado a Estados Unidos.

¿Por qué entonces nadie critica ahora a Venezuela por la intervención en Paraguay?

Parte de la respuesta es una combinación de la sospecha y desconfianza que Estados Unidos inspira en la región, y pura y simple lealtad tribal ideológica.

Pero también hay otro factor que explica porqué países que están plenamente conscientes del doble estándar, y que bajo otras circunstancias probablemente lo repudiarían (México, Colombia, Chile), prefieren ahora no decir nada.

Algunos llevan tiempo diciendo que la razón es el temor a quintas columnas. Buscarse problemas con Chávez conlleva el riesgo de que el gobierno venezolano financie con petrodólares a fuerzas clandestinas en otros países.

¿Para qué, se preguntará Piñera o hasta hace poco Calderón, me voy a buscar una pelea con Chávez? ¿Para que les envíe maletas llenas de dólares a elementos radicales y desestabilizadores dentro de mi país? ¿Para ser escogido como blanco de su maquinaria propagandística continental? ¿No es mejor ignorar su discurso y acciones hipócritas y así ahorrarme un dolor de cabeza, considerado que ya tengo demasiados?

Más aún, ¿qué voy a ganar si levanto la voz, si nadie más está dispuesto a hacerlo? ¿Quedarme solo? ¿Ser visto como el pitiyanqui de la región porque sólo EEUU apoya públicamente mi posición?

Naturalmente, la decisión es no pelear con Venezuela.

El problema es que, si todo el mundo piensa así, el terreno queda libre para que Chávez avance; para que sienta que tiene espacio para incluso incitar a una rebelión militar en otro país. Y, como todo bully, Chávez es incapaz de imponerse límites. Si tiene el espacio, él sigue avanzando hasta convertir la defensa regional de la democracia en una farsa.

Chávez se beneficia enormemente de ser un bully en una región donde ninguno de sus adversarios lo es.