Federación de grupos

Martes, 29 de enero de 2013

Ya he comentado varias veces que el análisis que divide al chavismo en dos alas, la militar liderada por Diosdado y la civil liderada por Maduro, no está respaldada por datos sólidos. Son narrativas especulativas y probablemente simplistas que los periodistas escuchan y repiten sin cuestionar su veracidad.

En unos de sus excelentes reportajes Joseph Poliszuk asoma -a través de Ismael García- una hipótesis más convincente sobre las dinámicas internas del chavismo:

[Ismael García] señala que es un error suponer que el Partido Socialista Unido de Venezuela se ha reacomodado únicamente en un ala civil liderada por Maduro y otra de corte militar representada por Cabello.

Sin director de orquesta, García define al PSUV como “una federación de grupos.” Algo así como una alianza de varias facciones con un reparto de cargos y cuotas de poder.

Yo añadiría que estas facciones se agrupan en torno a criterios en los que la afinidad ideológica quizá juega un rol, pero como también lo juegan la lealtad tribal a ciertos liderazgos, la conveniencia política, el interés económico y otros factores que quizá tienen mayor peso que la ideología.

Lean el reportaje para entender mejor de qué hablo.

Dicho esto, Joseph Poliszuk asegura que la señales del forcejeo entre Maduro y Cabello son evidentes:

En el ajedrez del PSUV Diosdado Cabello ha perdido fichas durante estos días. Las últimas gacetas oficiales vienen advirtiendo que algunos de sus colaboradores más cercanos han sido removidos de puestos estratégicos. Verbigracia su cuñado Rafael Contreras Hernández que, por disposición del Ministerio para Transporte Acuático y Aéreo, hasta el 8 de enero se mantuvo a la cabeza de Bolivariana de Aeropuertos.

En el Instituto Nacional de Ferrocarriles del Estado también hubo una movida de mata: el primero en salir fue su presidente, Franklin Pérez Colina, quien ha declarado públicamente que su relación con Cabello viene desde 1992…

Fue el Vicepresidente de la República el que decretó su salida. Desde que quedó a cargo del Poder Ejecutivo, la firma de Nicolás Maduro solo ha suscrito una sola designación, y se trata precisamente del ministro para Transporte Terrestre, Juan García Toussaintt, como presidente encargado del IFE, en sustitución del que había dejado Cabello antes de salir del entonces Ministerio de Obras Públicas.

Detrás de las fotos, los abrazos y los apretones de mano, cada uno está jalando para su lado. De otra forma, el diputado Ismael García no se explica cómo apareció Darío Vivas como segundo a bordo de la Asamblea Nacional.

“El día 4 de enero todos vimos que Diosdado Cabello había anunciado que repetía como presidente de la junta directiva con Pedro Carreño y Blanca Eekhout; Pedro vino ese día bien vestido con su corbata Vuitton, ¿y qué pasó?” pregunta. “Nicolás Maduro impuso a una pieza importante de él para hacer contrapeso.”

A esto hay que añadir las declaraciones que Maduro dio hoy en la tarde, afirmando que “aquí no hay dos jefes, ni tres, ni cuatro, aquí hay un solo jefe, que nadie se confunda, un solo Presidente que se llama Hugo Chávez.”

Y poco antes alguien obligó a la nulidad que funge como ministro de Defensa a jurar lealtad a Chávez y Maduro.

¿Se agitan las aguas dentro del chavismo?

Beautiful Forevers

Lunes, 28 de enero de 2013

Me lo ha recomendado medio mundo. Y con razón. Behind the Beautiful Forevers de Katherine Boo es el mejor libro que he leído sobre la pobreza. Su éxito es totalmente merecido.

Boo penetra y luego retrata la vida de un barrio en la India, pero las observaciones del libro son transferibles a barrios pobres de otros países. De hecho, pienso que este libro arroja luz sobre la situación política venezolana; nos ayuda a entender mejor por qué Hugo Chávez sigue siendo popular entre los más pobres.

Luego profundizaré sobre este tema. Por ahora, quiero comentar una observación de Boo:

When I pick a story, I’m very much aware of the larger issues that it’s illuminating. But one of the things that I, as a writer, feel strongly about is that nobody is representative. That’s just narrative nonsense. People may be part of a larger story or structure or institution, but they’re still people. Making them representative loses sight of that. Which is why a lot of writing about low-income people makes them into saints, perfect in their suffering.

Algo que me impactó del libro es cuánto se parecen lo más pobres al resto de nosotros. Un ejemplo: el estatus. El orgullo, la inseguridad y los complejos que resultan del estatus o la posición social, la necesidad de mostrar a los demás superioridad de clase, o la verguenza y envidia que causa sentirse económicamente inferior al resto, están tan presentes dentro de los barrios más pobres como en los vecindarios más ricos. Sólo que en los barrios los símbolos de estatus son más modestos. Mientras los ricos exhiben sus yates o presumen de sus viajes, los pobres exhiben ante los demás pobres sus neveras o equipos de aire acondicionado. Pero las frivolidades y mezquindades son las mismas. Como dice Boo, los pobres no son santos, “perfectos en su sufrimiento.”

Quizá esto es obvio para muchos, pero a mí me sorprendió. Instintivamente, pensaba que la necesidad extrema no dejaba mucho espacio para estas pequeñeces. (Un bebé de dos años que aparece en el libro tiene los cachetes llenos de mordidas de rata).

En segundo lugar, Boo ilumina con su comentario una tensión inherente en la ficción y también en la narrativa periodística. Un error que cometen frecuentemente los novelistas (Sartre es un excelente ejemplo) es que la humanidad de los personajes desaparece detrás de un tema, una idea o una estructura. Es decir, el escritor quiere que su personaje ilumine una realidad más grande que el personaje: el clientelismo, la corrupción, la inercia burocrática, el aislamiento social en las sociedades modernas o cosas por el estilo. Pero lograr esto requiere de un delicado equilibrio. Demasiado énfasis en el tema, la idea o la estructura puede reducir al personaje hasta despojarlo de su humanidad. Porque, como dice Boo, nadie es perfectamente representativo.

El efecto Mirtha Rivero

Jueves, 24 de enero de 2013

Chávez se muere. Se convocan elecciones. Gana Maduro o Capriles y se ven forzados a hacer una serie de ajustes impopulares. Los ajuste son el resultado de las políticas ineptas de Chávez, pero el pueblo piensa lo contrario, que los ajustes son una prueba de que con Chávez se vivía mejor; que la oposición o Maduro, apenas se montaron en el poder, tomaron medidas que Chávez nunca hubiese tomado. Por el resto de la historia Chávez persiste en la memoria de los venezolanos como un santo, como el único presidente que nunca traicionó a los pobres.

El riesgo de que esto pase es real. Yo mismo he alertado sobre este peligro. Pero me pregunto si el fantasma de La rebelión de los náufragos nos está volviendo deterministas o está impidiendo que veamos otros potenciales desenlaces. Es decir, la gente pareciera asumir que los ajustes resultarán en caos, inestabilidad política y la caída del próximo gobierno, como ocurrió en 1989.

Pero ¿y si no? ¿Y si el próximo gobierno de oposición implementa estos ajustes con suma destreza, tacto y habilidad política y sobrevive esa dura primera prueba?

Piénsenlo bien. En pocos años, implementando las políticas correctas, el nuevo gobierno podría hacer mucho para mejorar la calidad de vida de los venezolanos de una manera notable, desde mermar la inflación y acabar con la escasez a reducir significativamente la tasa de secuestros y homicidios.

Imaginense como podría vender estas victorias un experto en relaciones públicas.

Venezuela tiene además una ventaja que no tienen otros países: petróleo. Petróleo caro que ayuda a amortiguar el efecto de los ajustes.

Claro, los obstáculos que podrían impedir un desenlace feliz son muchos. Para mí uno de los principales es el control que tienen los chavistas sobre todas las instituciones. Sin ese control la oposición ya confrontaría grandes desafíos para encaminar al país el la dirección correcta. Con los chavistas controlando todas las instituciones los desafíos son aún más abrumadores.

El futuro, pues, no se va nada fácil pase lo que pase. Pero tampoco debemos volvernos deterministas.

El mundo es como es

Martes, 22 de enero de 2012

Para mí siempre ha sido terriblemente simplista decir que los que votan por Chávez votan por dictadura, en contra de la separación de poderes, por las opacidad en el manejo de recursos públicos, por el uso de la violencia como instrumento político, etc, etc.

Nadie descarta que hay un sector de cínicos que vota de esa manera, quizá anteponiendo sus propios intereses económicos al bienestar del país.

Pero hay otro sector donde la situación es más compleja.

Tomemos el tema del Estado de Derecho y la separación de poderes.

He estado leyendo los dos volúmenes que escribió el padre Alejandro Moreno sobre el tema de la delincuencia en los barrios de Caracas. La oceánica investigación básicamente consiste en largas entrevistas a malandros o ex malandros seguidas de reflexiones y conclusiones del equipo de académicos sobre esas conversaciones. Lo narrado por los malandros ocurre antes de 1998.

Basta leer unas cuantas entrevistas para concluir que los malandros viven fuera del Estado de Derecho; en un país donde los jueces, fiscales y policías -cuando aparecen- son simplemente una parte más del ecosistema delincuencial. Y lo peor es que para el malandro este parece ser el orden natural de las cosas. Hay policías que son más decentes que otros, pero como también hay malandros que son más decentes que otros. El malandro juzga a cada persona como individuo. Nunca parece conectar la corrupción de un juez o la brutalidad de un policía a fallas sistémicas o institucionales que pueden ser corregidas mediante políticas inteligentes. El mundo es como es.

Ahora bien, ¿qué resonancia puede tener en este sector de la población las críticas a Chávez por su irrespeto a la separación de poderes o al Estado de Derecho? Muy poca. ¿Y qué relevancia tiene esta discusión en su mundo? En realidad, mucha. Pero no se les puede culpar por no hacer fácilmente esta conexión.

La historia privada de Baltimore

Domingo, 20 de enero de 2012

Ando viajando y además trabajando así que no creo que pueda escribir mucho en los próximos días. Pero una reflexión rápida.

Algo loable de “The Wire” es el nivel de penetración de los vecindarios negros más pobres y desolados de Baltimore. Uno se pregunta cómo un escritor blanco, nacido y críado en Bethesda (un vecindario blanco y relativamente próspero de Maryland), puede escribir con tanta autoridad sobre este mundo.

Pues bien, no hay ningún misterio. Como reportero de crimen de The Baltimore Sun David Simon pasó más de una década explorando este mundo. No sólo eso. Antes de “The Wire,” David Simon ya había escrito y producido varios libros y documentales sobre los barrios pobres de Baltimore. “The Wire” es producto de unos veinte años de investigación.

De hecho, una cosa interesante de David Simon es que su ambición totalizadora no pareciera venir de leer “Guerra y paz” o “Conversación en La Catedral” o la Comedia Humana de Balzac y querer crear algo similar. Viene de su actividad reporteril.

En varias entrevistas Simon se ha quejado de su antiguo gremio, diciendo que la mayoría de los periodistas no hacen conexiones. Escriben una historia sobre cómo las drogas han diezmado un vecindario sin notar que la crisis del sistema educativo está al centro de esa historia; o que la historia esta incompleta sino se aborda el problema de las perversas inercias o incentivos de las burocracias municipales y federales.

La intención totalizadora de Simon no tiene en este sentido nada de “artística.” Nace de una frustración de su labor y experiencia como periodista. “The Wire” le permitió hacer esas conexiones que él sabía que se debían hacer para entender qué estaba pasando en Baltimore. En esto Simon se parece más a Tolstoi y Chéjov que a Nabokov y Joyce. Sus críticas a su gremio me recuerdan a las críticas de Chéjov al teatro de Ibsen (“en la vida no ocurre así”).

Ahora bien, ¿no es la ficción la manera más efectiva de hacer estas conexiones? ¿Alguien se imagina un reportaje o un ensayo o una investigación académica forjando tan efectivamente estas conexiones o contando, como decía Balzac, la “historia privada” de una ciudad o nación como lo hace Simon en “The Wire”?

En “El arte de la novela,” Milan Kundera dice que la novela debe hacer “lo que sólo la novela puede hacer.” Creo que el caso de David Simon, es decir, el caso de un reportero de crímen que logró a través de una ficción recrear un mundo que mediante su actividad periodística no había podido reflejar con toda su riqueza, complejidad y ambiguedad, ilustra muy bien hacia dónde estaba apuntando Kundera.