La hora de la protesta

Miércoles, 6 de febrero de 2013

¿Qué hacer si el gobierno decide meter preso a Mardo y los otros dirigentes de Primera Justicia acusados de corrupción?

Primero que nada, el espectáculo de ayer en la AN fue un hito en la historia de descomposición moral del chavismo. El gobierno obviamente compró a Hernán Nuñez y no hizo nada para esconderlo. Al contrario, los aplausos de los diputados oficialistas apenas comenzó el discurso de Nuñez, cuando todavía no había dado señales claras de su salto de talanquera, fue una admisión pública de que no sólo sabían que Nuñez se había vendido, sino que no les importaba un ápice que todo el mundo lo supiera.

Diosdado Cabello es lo peor que le ha pasado a la política de América Latina desde Vladimiro Montesinos.

Pero ¿qué hacer con la amenaza de privativa de libertad a los integrantes de PJ?

Aquí no queda otra sino salir a la calle a protestar. Proteger a Mardo y sus colegas así ello implique hacerlo físicamente, es decir, con el cuerpo.

Porque con gángsteres como Cabello uno no debe olvidar la dinámica del bully. Si uno deja avanzar al bully éste va a seguir avanzando hasta donde lo dejen avanzar, sin imponerse a sí mismo límites a sus abusos. Después de Mardo vendrán otros, como ya ha dicho Capriles.

Por qué Raúl Castro asumió la presidencia de la Celac

Martes, 5 de febrero de 2012

Teodoro Petkoff es todo menos ingenuo, pero estos dos párrafos en su más reciente editorial me forzaron a leer varias veces al artículo para asegurarme de que no lo estaba malinterpretando. Y no, no lo estoy malinterpretando:

…se hace visible, en la decisión de la CELAC, una intención, que Obama no vería con malos ojos, de proporcionar al dirigente cubano un entorno y un piso continental que convaliden y animen el camino reformador que aquél trata de adelantar, tanto a lo interno de su país como en las relaciones con el imperio. No es casual, y ni siquiera paradójico, que haya sido el presidente de Chile, el derechista Sebastián Piñera, quien “invistiera” a Raúl.

El problema de éste es que se ve obligado a nadar en dos aguas. Por un lado, asume con visible satisfacción el cargo que le han dado, del cual no ignora el tipo de obligaciones democráticas que le crea con los socios de la CELAC, y al mismo tiempo debe mantener vivos y operativos los vínculos con el principal benefactor de la isla, que no es otro que el gobierno de Hugo Chávez. De allí que se haya sentido obligado, al no más asumir la conducción de la CELAC, a pronunciar unas palabras agresivas, e incluso insultantes, propias del viejo estilo metiche de los fidelistas, contra la oposición venezolana.

¿Asumir la presidencia de la CELAC le crea a Raúl Castro “obligaciones de tipo democráticas,” es decir, presiones incómodas por parte de los otros países para que respete la democracia? Más aún, ¿la incorporación de Cuba en la CELAC es una suerte de plan de los países de América Latina “para animar el camino reformador” en la isla?

Sería bueno que Petkoff nos diera pruebas de esto, porque toda la evidencia disponible apunta en la dirección contraria.

Para comenzar uno se pregunta porqué, si esta tesis es cierta, la CELAC excluyó a Paraguay por el “golpe” en vez de invitar al pequeño país para de ese modo promover “el camino reformador” de este gobierno a todas luces más represivo que el cubano (estoy siendo irónico). ¿Será porque un grupo de países hace tiempo se arrogó la facultad de decidir qué países y acciones se ajustan o no se ajustan a los principios democráticos condenando las violaciones -a veces relativamente inocuas- de algunos países y perdonando el autoritarismo de países amigos así como el propio?

Ojalá los países del Alba y el gobierno de Argentina simplemente guardaran silencio sobre la dictadura cubana. Pero no es así: casi todos los líderes de esos países promueven a los Castros como héroes. Y Brasil no se queda atrás. ¿O es que ya todo el mundo se olvidó de Lula comparando a los disidentes de la isla con los bandidos de las cárceles de Sao Paulo o diciendo que Cuba que “lo único que había hecho de malo era conquistar su libertad”?

Este obsceno doble estándar con Cuba se extiende a muchos otros países. ¿O es que nadie se acuerda de la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago, cuando casi todos los presidentes de América Latina cayapearon a Obama por el embargo y nadie -absolutamente nadie- asomó una crítica a los Castro por someter al pueblo cubano a un dictadura de más de 50 años?

Incluso México y Chile se han deslizado de vez en cuando hacia esta actitud bobalicona.

La realidad es que hay un grupo de países que no ve nada malo en Cuba sino, al contrario, ve en la isla y en los Castro modelos hemisféricos. Hay otro grupo que sí ve a Cuba como lo que es -una verguenza continental-, pero no se atreve a decirlo por temor a la confrontación, lo cual le cede el espacio al primer grupo a imponer su visión. Por eso Cuba asumió la presidencia de la Celac. Así de simple.

El lujo de poder luchar

Lunes, 4 de febrero de 2013

Déjenme ser más claro sobre lo que traté de decir en mi nota anterior, porque obviamente generó confusión.

Para quienes viven en una condición de extrema pobreza y miseria, sometidos a los constantes abusos de autoridades corruptas -desde policías y miltares a líderes o autoridades municipales-, lo que ocurre en los niveles más altos de poder no tiene en apariencia una vinculación directa con sus destinos.

El libro de Boo ilustra bien este punto. El progreso económico de India en las últimas décadas es innegable. Y, a diferencia de China, India es una democracia. Pero los habitantes de Annawadi viven en una pobreza tan extrema que, si India se vuelve de un día a otro una dictadura, ellos no van a sentir el impacto como lo sentiría un empresario o un profesor universitario o un periodista de clase media. ¿Por qué? ¡Porque su vida ya difícilmente puede ser peor!

Esto no quiere decir las democracias y la dictaduras son lo mismo. Al contrario, toda la evidencia disponible indica que las democracias cuidan mucho mejor a sus ciudadanos que las dictaduras.

Lo que quiere decir es que cuando ciertos sectores viven en pobreza extrema la conexión entre lo que hace o no hace el Ejecutivo y sus propios destinos no es evidente.

Otro ejemplo.

Hace unos días le escuché a José Vivanco de Human Rights Watch decir que, si un informe del gobierno mexicano filtrado por The Washington Post no es apócrifo (y parece no serlo), en México ha habido más desaparecidos desde que Felipe Calderón le declaró la guerra al narco que en Argentina durante la dictadura militar.

México puede estar en un buen momento, y el futuro del país parece brillante, pero para una madre que le han asesinado dos hijos, o para una comunidad que se ve forzada a organizarse para ajusticiar con sus propias manos a los narcotraficantes, la diferencia entre un liderazgo moderno y uno autoritario no se manifiesta de una manera obvia en su día a día. Lo que pasa “allá arriba” no tiene una conexión visible con sus vidas. Y estos sectores son más vulnerables a los cantos de sirena de los populistas.

Annawadi y Venezuela

Viernes, 1 de febrero de 2013

En su libro Behind the Beautiful Forevers Katherine Boo retrata la vida de Annawadi, un barrio muy pobre en la India. La autoridad política del barrio es Subhash Sawant, un funcionario electo democráticamente para liderar el municipio del que Annawadi forma parte.

A continuación Boo explica porqué los habitantes de Annawadi apoyan a Sawant a pesar de sus defectos:

They understood Subhash Sawant to be corrupt. They assumed he’d faked his caste certificate [to be able to compete in the elections]. “But he alone comes here, shows his face,” Annawadians said. Before each election, he’d used city money or tapped the largesse of a prominent American Christian charity, World Vision, to give Annawadi an amenity: a public toilet; a flagpole; gutters; a concrete platform by the sewage lake, where he usually stood when he came. And each time he visited, he told residents how hard he’d been fighting to hold off the bulldozers of the airports authority, which had razed huts here in 2001 and 2004.

Aquí no hay que leer entre líneas. Los habitantes de Annawadi apoyan a Sawant no tanto por sus virtudes sino porque normalmente los líderes locales que los gobiernan son peores que él. Es decir, Sawant es malo si se compara con un líder competente y honesto. Pero los habitantes del barrio nunca han tenido algo que siquiera se acerque a esa clase de líder. Probablemente han tenido líderes que además de corruptos son crueles o indiferentes o que nunca han siquiera “mostrado su cara” en las comunidades. Ser un líder corrupto que al menos construye obras no está entonces tan mal.

Déjenme articularlo de otra manera.

En su libro Boo revela con lujo de detalles cómo la corrupción permea todas las instituciones públicas y políticas que tocan directamente la vida de los habitantes del barrio de Annadawi. Los policías, las autoridades municipales, los dirigentes de los partidos, todos casi sin excepción son corruptos.

“Nadie es un monstruo si lo somos todos,” escribió Simone de Beauvoir.

Y, cuando todo el mundo es un monstruo, es natural que los monstruos que al menos construyen cloacas y baños públicos sean mejor vistos, ¿no?

En fin, la extrema miseria y las injusticias que padecen los más pobres muchas veces los lleva a concluir que el mundo es una porquería, lleno de bandidos, canallas, rufianes y basuras de todo prontuario y condición. Tienen además razones de sobra para pensar que esto nunca va a cambiar o al menos no durante sus vidas. En el largo plazo, como dijo Keynes, todos estamos muertos.

Bajo esta visión pesimista y determinista el apoyo de los habitantes de Annadawi a Sawant no es tan irracional como parece. Es un apoyo pragmático y realista.

Luz de agosto

Miércoles, 30 de enero de 2013

Vargas Llosa escribió un estupendo artículo sobre Luz de Agosto de William Faulkner.

Como Vargas Llosa, pienso que esta es la mejor obra de Faulkner y algunos aspectos siempre me han llamado poderosamente la atención, incluyendo el papel que juega el sexo en la novela.

Una vez más, el premio Nobel pone en palabras lo que otros intuimos vagamente sin lograr transformar en pensamiento:

Al igual que la religión, el sexo es en el mundo puritano de Faulkner algo que atrae y espanta al mismo tiempo, una manera de desfogarse de ciertos humores destructivos que turban la conciencia, de ejercer el dominio y la fuerza contra el más débil, de abandonarse al instinto con la brutalidad ciega de los animales en celo. Nadie goza haciendo el amor, nadie siente el sexo como una manera de enriquecer la relación con su pareja y vivir así una experiencia que exalta el cuerpo y el espíritu. Por el contrario, al igual que Joe Christmas, que hace pagar en la cama a las mujeres que se acuestan con él las humillaciones y vejaciones que ha recibido y el rencor que tiene empozado en el alma, el ayuntamiento sexual es en este mundo de fornicantes reprimidos y tortuosos una manera de vengarse, de hacer sufrir al otro, de inmolarse en la vergüenza y en la culpa.

Y más adelante explica porqué algunas novelas con temas oscuros y deprimentes no nos desmoralizan:

…el genio de Faulkner, como el de Dostoievski, a quien tanto se parece en sus obsesiones y en la creación de personajes desorbitados, ha sido capaz de construir una historia, en la que se muestra sobre todo la dimensión más siniestra y vil de la condición humana, con tanta astucia, sabiduría y elegancia que, en ella, esta valencia estética, su belleza verbal, la sutileza con que se silencian ciertos datos para infundirles ambigüedad y misterio, la sabia reconstitución del tiempo, el escudriñamiento acerado de los laberintos psicológicos que mueven las conductas, redimen y justifican el horror de lo que se cuenta. Y generan la tensión, el alelamiento, las intensas emociones y el trance psíquico que experimenta el lector. Esas son las magias y milagros de la gran literatura.

Lo que describe Vargas Llosa es un placer subestimado de la lectura de las grandes ficciones. La historia en sí nos puede producir placer, pero también nos provoca deleite la maestría con que se cuenta esa historia. Este es un placer que cobija como la luz de un hermoso día todas las emociones tristes y desmoralizadoras que la historia en sí puede inspirar, y nos convierte en una suerte de Dioses que observan los trágicos destinos de los hombres con deleitosa objetividad y desprendimiento.