La inflación en los barrios

Martes, 19 de febrero de 2012

José Ricardo Thomas hace este comentario en mi Facebook, a raíz de mi anterior nota:

En Petare el dueño de un lugar de buhonera en Baloa paga 6000 BsF a la policía de Sucre y al que le trabaja el puesto entre 1200 a 2000 BsF y el resto es ganancia, la cual la incrementa subiendo los precios de la mercancía escasa. Otro caso interesante es que los camiones de Polar para poder distribuir su mercancía sin ser asaltados pagan 3000 BsF quincenales al Capitán de la Guardia Nacional destacado en el módulo de la zona anteriormente nombrada. ¿Que tal?

Algo que me han dicho a diestra y siniestra es que los pobres en los barrios están pagando mucho más por sus productos que los habitantes de La Lagunita o cualquier otra urbanización de clase alta (lo mismo pasa con el agua). Los buhoneros o vendedores informales no respetan regulaciones de precios y con tanta escasez se aprovechan de la desesperación de la gente. No sólo eso: como ilustra Thomas con su primer ejemplo, los comerciantes también tienen “costos” que los obligan a vender más caro.

No sorprende, pues, que las encuestas digan que pocos gremios son tan mal vistos en los barrios como los comerciantes.

Corrupción como última oportunidad

Lunes, 18 de febrero de 2013

Sorprende como los chanchullos que los más pobres montan en los barrios se parecen mucho a los de los boliburgueses.

Un funcionario de gobierno tiene el poder para asignar un contrato para una obra. Le asigna el contrato a un amigo a cambio de una jugosa comisión, a pesar de que el amigo muchas veces no tiene una empresa real y eso lo obliga subcontratar. La obra se hace mal o no se hace.

Ricos y pobres, las modalidades de los negocios son parecidas. Con una diferencia fundamental que el libro de Katherine Boo sobre la pobreza en la India ilustra con el caso de Mr. Kamble, un señor mayor con un grave problema del corazón que lo hizo perder su trabajo.

Antes de que su salud se deteriorara, Mr. Kamble era un hombre exitoso en el pobrísimo barrio de Annawadi porque tenía algo que casi ninguno de sus vecinos tenía: un trabajo estable. El trabajo consistía en lavar baños públicos y falsificar las hojas de tiempo de sus jefes (los que le consiguieron el trabajo) para que ellos pudieran tomar otros empleos y al mismo tiempo seguir cobrando su sueldo municipal como limpiadores de baño. ¿Qué tiene de envidiable este trabajo? Un sueldo fijo. Ese ingreso hace de Mr. Kamble unos de los hombres más exitosos y respetados del barrio (“a man deemed worthy of titles like ji or mister”).

En fin, a Mr. Kamble le va “bien” hasta que un día colapsa por un problema en su corazón y el departamento de sanidad lo despide. Le dicen que sólo consiguiendo una válvula para su corazón tiene chance de recuperar su trabajo.

Durante meses Mr. Kamble se dedica a mendiguearle a todo el mundo una contribución para la válvula de corazón. Como no logra reunir lo suficiente, decide visitar a Asha, una mujer corrupta y despiadada cuyo buenos contactos con el gobierno local la han convertido en la líder política del barrio.

[Mr Kamble] had learned that Asha was a minor player in a scam involving one of the many anti-poverty schemes the central government in New Delhi enacted in order to bring more citizens into its growth story. The government was lending money at subsidized rates to help poor entrepreneurs start employment-generating business; a local government official and an executive of the state-owned Dena Bank would approve it. Then the official and the bank manager would take a hunk of the loan money. Asha, having befriended the bank manager, was helping him select the Annawadians who would get loans -for her own cut of the loan money, she hoped.

Mr Kamble has decided his imaginary business would be a food stall like the one where he’d been working when his luck changed. If he got a loan of fifty thousand rupees, and from that paid five thousand each to Asha, the bank manager, and the government official, he would be only five thousand rupees short of the heart valve, and go to a loan shark for the rest.

Más que corrupción, esto es supervivencia. Es decir, hay una diferencia fundamental entre Mr. Kamble y los empresarios de Derwick u otros boliburgueses. Para estos la corrupción es una opción. Para aquél es una manera de sobrevivir; una tabla para no ahogarse.

Boo lo explica con mayor claridad:

In the West, and among some in the Indian elite, this word, corruption, had purely negative connotations; it was seen as blocking India’s modern, global ambitions. But for the poor of a country where corruption thieved a great deal of opportunity, corruption was one of the genuine opportunities that remained.

Municipios que no existen

Viernes, 15 de febrero de 2013

Alfredo Croes tuvo la gentileza de señalarme un estudio de Datos sobre los Consejos Comunales. Un dato que salta a la vista es que en los sectores más pobres los CC son mejor vistos que las alcaldías y gobernaciones. En la clase media y alta ocurre al revés.

¿Por qué ocurre esto?

En primer lugar recordemos que si la gente de los sectores pobres dice que los CC son mejores que las alcaldías y gobernaciones esto no quiere decir que piensen que los CC son buenos.

Hago esta aclaración porque muchas alcaldías y gobernaciones tienen un alcance limitado. No llegan a todas partes. Adonde no llegan los alcaldes y gobernadores, los CC llenan un vacío. ¿Lo llenan bien? Quizá no. Pero algo es mejor que nada. Quizá por eso muchos pobres tienen una mejor percepción de los CC que de las alcaldías y gobernaciones. Porque con aquellos al menos tienen contacto.

El padre Alejandro Moreno, quien se ha dedicado como pocos a estudiar la vida en los barrios (y vive en uno desde hace varias décadas), comparte esta hipótesis. Pero lo expresa con una ingeniosa exageración, diciéndome que en Venezuela “el municipio no existe.”

¿Qué quiere decir con esto?

La población del municipio Libertador, por ejemplo, llega a casi 2 millones de habitantes. Esa es la población entera de muchos países.

Helsinki, la capital finlandesa, tiene una población casi cuatro veces menor. La gobierna un alcalde con un consejo municipal de 85 miembros. En contraste, el municipio Sucre tiene 13 concejales. Para Moreno, Sucre y Libertador son demasiado grandes y quizá deberían ser divididos en varios municipios o tener más consejales. Y dice esto dejando a un lado la erosión de los presupuestos de las alcaldías y gobernaciones.

En fin, esa falta de Estado en los barrios explica en gran parte el entusiasmo con que fue recibida la idea de los CC. Cuanto más lejos está una comunidad de los pequeños tentáculos de sus autoridades locales y regionales, más populares son estos consejos.

Sobre maletines y Iphones

Miércoles, 13 de febrero de 2012

El NYT publicó un artículo de Tina Rosenberg sobre una potencial solución para combatir la maldición de los recursos, muy pertinente, por supuesto, para Venezuela. Otro día comentaré las ideas del artículo, que ya llevan un tiempo rondando por ahí. Por ahora, quiero abordar por enésima vez un viejo tema, tocado por Rosenberg:

Oil concentrates a nation’s economy around the state. Instead of putting resources into making things and selling them, ambitious people spend their time currying favor or simply bribing the politicians and government officials who control oil money. That concentration of wealth, along with the opacity with which oil can be managed, creates corruption.

Dos breves comentarios.

El primero ya lo he hecho antes. Hace un tiempo leí un interesante reportaje sobre Apple que describía los momentos claves en la creación del Iphone. Me refiero a hallazgos intelectuales, brillantes asociaciones de ideas, etc. Las enormes ganancias de Apple tienen como origen estos luminosos destellos de creatividad.

En contraste, ¿cuál es el momento equivalente en la formación de la fortuna del boliburgués Wilmer Ruperti? Cuando decidió asistir a Chávez durante el paro petrolero, movida que cementó sus contactos con el gobierno.

Sin embargo, esto no quiere decir que Ruperti es un arribista perezoso y sin talento que en otro país no hubiese llegado a nada. Ciertamente, esto es lo que a muchos de nosotros nos gustaría creer. Pero no es necesariamente cierto. Aunque Ruperti no es Steve Jobs, es sin duda muy ambicioso. No podemos descartar que además sea creativo y disciplinado en lo que hace, y que en otro país hubiese logrado cosas, no como Jobs o Tim Cooks (ciertamente no sería tan rico como es ahora), pero quizá sí hubiese acumulado logros por encima del ciudadano promedio.

Y lo mismo se podría decir de los Derwick Boys.

El punto es que la dependencia al petróleo crea distorsiones que canalizan la ambición, las energías y el talento de los ciudadanos de un país hacia metas equivocadas, muy poco productivas y profundamente dañinas para el país.

Por supuesto, hay gente talentosa y ambiciosa que, a diferencia de Ruperti, no tiene principios blandengue y se niega a sacrificar todo por éxito y dinero. Pero la tragedia de los petroestados es que convierte en Rupertis a muchísimas personas que en otros países quizá hubiesen sido miembros productivos de los sociedad, respetuosos de la ley.

En Venezuela los comemierdas se transforman en criminales corruptos mientras que en otros países se quedan comemierdas y ya.

Segundo punto. Es importante recordar que esta dinámica de los petroestados está presente en todos los estratos sociales. Investigando sobre los Consejos Comunales en los barrios, a cada rato me tropiezo con un término que no conocía hasta ahora: CC de maletín. ¿Y qué es un CC de maletín? Un CC que alguien crea para un chanchullo, pero que en realidad no existe. Es decir, nunca fue elegido por nadie, ni representa a una comunidad, etc.

Derwick comenzó como un CC de maletín. Sólo que el maletín era más grande y el deseo de enriquecimiento no se mezclaba con la extrema necesidad.

Más sobre este último punto, luego.

A la derecha de Uribe

Martes, 12 de febrero de 2013

¿Quién lo iba a pensar? Resulta que en su visión de la lucha antinarcóticos Cuba está a la derecha de Uribe, Calderón y el ala más radical del partido Republicano de Estados Unidos.

En una columna en El País, Jorge Casteñéda cita una declaración de Raúl Castro en la más reciente cumbre de la CELAC:

Vamos a combatir la droga, que nos está empezando a amenazar, a sangre y fuego… ahí tienen el ejemplo de varios países hermanos del continente, y por lo tanto, esta batalla tiene que ser a sangre y fuego… Nuestras leyes permiten la pena de muerte, está suspendida, pero está de reserva, porque una vez la suspendimos y lo único que hicimos con ello fue estimular las agresiones y los sabotajes contra nuestro país a lo largo de estos 50 años… Por eso, en Cuba, no hay drogas, ni las habrá.

Como el resto de nosotros, Raúl Castro pareciera pensar que la estrategia contra las drogas de Estados Unidos ha sido una gran equivocación.

Pero no por su carácter punitivo y prohibicionista, sino porque no ha sido lo suficientemente punitiva y prohibicionista.

¿Dónde está Mark Weisbrot, WOLA, COHA y el ejército internacional de PSF cuando uno más los necesita?