El primer caído

Jueves, 14 de marzo de 2013

Si gana Capriles  los recortes vienen con seguridad. Pero incluso si gana Maduro Petrocaribe está en riesgo. Como dicen Risa Grais-Targow and Heather Berkman de Eurasia Group….

Venezuela is currently giving away about one-third of its oil production at below-market prices, including as part of the Petrocaribe program. At today’s prices, the volumes that go to Petrocaribe partners amount to more than $6 billion in lost revenue — about 2 percent of Venezuela’s total GDP.

Y, con las crecientes dificultades económicas, esta ayuda en petróleo es lo más fácil de recortar sin enojar a nadie. Los envíos a Cuba seguramente serán priorizados. Pero el resto, sobre todo Nicaragua, tienen motivos de sobra para estar preocupados.

Venezuela y el IDH

Miércoles, 13 de marzo de 2013

Para un reportaje que estoy escribiendo he estado jugando con el Índice de Competitividad Global del WEF. Venezuela no sólo está por debajo del promedio regional en la mayoría de los indicadores. También está al fondo del ALBA.

Lo mismo pasa con muchos otros indicadores como la transparencia del gobierno, la eficiencia del mercado laboral, la carga regulatoria, la innovación,  etc.

Pero hay un indicador, el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, en el que Venezuela sale bien en la comparación regional y que, por supuesto, ha sido citado por los defensores de Chávez en los debates sobre su legado.

¿Cómo se explica esto? La respuesta es obvia: petróleo, petróleo, petróleo. El billón de dólares que ha ingresado a las arcas venezolanas gracias a las exportaciones petroleras se ha traducido en fuertes incrementos en el gasto en salud, educación, etc, que han resultado en avances en el IDH. Así sea extremamente ineficiente, este gasto ha contribuido a mejorar en aspectos importantes la calidad de vida de muchos venezolanos.

Lo trágico es que la mayoría de los beneficiados no ven la correlación entre sus mejoras y la bonanza petrolera. Simplemente piensan que el dinero siempre ha estado ahí y Chávez llegó a repartirlo más equitativamente. Frases como “uno no veía esto antes,” que uno escucha a cada rato en referencia a las ayudas del gobierno, prueban este punto. Para muchos el barril sigue en 8 dólares, como estaba cuando Chávez ascendió al poder. La generosidad del gobierno se transforma entonces en la manera lógica de explicar los cambios para bien.

Por cierto, ¿cómo luce Venezuela al lado de otros petroestados? No tan bien. Varios países como Angola y Kasakhstán han avanzado más en el IDH. Irán y Algeria, lo mismo:

 

La magnitud del doble estándar

Martes, 12 de marzo de 2013

Me he preguntado más de una vez estas preguntas que se hace Jorge Casteñeda:

¿Qué hubiera sucedido en otro país si durante dos años el jefe de Estado en funciones se atendiera médicamente en otra nación, bajo un sigilo completo, que aseguraba que los gobernantes del segundo país supieran más del estado de salud del enfermo que la población, la oposición, los médicos y hasta el Poder Legislativo y Judicial del país propio? ¿Qué pasaría en otro país si las principales decisiones médicas las tomaran no solo galenos extranjeros y en otra nación, sino personas subordinadas por completo al poder político de ese otro país? Una cosa son los jeques y los príncipes del golfo Pérsico que se atienden de sus males cardiacos en la Cleveland Clinic, donde el Gobierno de Estados Unidos sabe obviamente cómo evolucionan, pero donde difícilmente da órdenes a los cardiólogos de lo que deben hacer.

Sólo imaginen que en vez de Chávez hubiese sido, digamos, Augusto Pinochet (y mi interés aquí no es comparar a Pinochet con Chávez). Y que en vez de internarse en Cuba se hubiese internado en un hospital en Washington, manejado por personal subordinado al poder político de la Casa Blanca.

Imaginen la huella que esto hubiese dejado. Durante siglos y siglos líderes políticos e intelectuales de izquierda no hubiesen sido capaces de terminar una conversación sin recordar este incidente varias veces.

El fin del poder

Lunes, 11 de marzo de 2013

Moisés Naím, mi jefe en Efecto Naím, acaba de publicar un nuevo libro titulado The End of PowerLa tesis central la resume Moisés es un reciente artículo publicado en The Washington Post:

The world over, power no longer buys as much as it used to. In fact, power is eroding: It is easier to get, but harder to use and far easier to lose. A businessman can become chief executive, only to discover that a start-up is upending the business models in his industry. A politician can become prime minister, only to discover that she is tied down by myriad minority parties that can veto her initiatives. A general can become military chief, only to discover that the mighty weapons and advanced technology at his disposal are ineffective in the face of homemade explosives and suicide bombers. And a cardinal can become pope this month, only to discover that new preachers in Africa and Latin America are pilfering his flock.

Quien capte la esencia del argumento (lean el artículo para que tengan una mejor idea) tiene que preguntarse si, en general, no se ha prestado demasiada atención al debate sobre el supuesto declive de Estados Unidos y el ascenso de China. Porque tanto énfasis en esta discusión ¿no ha oscurecido esas maneras fundamentales como el poder en sí mismo se está transformando?

De hecho, Naím hace énfasis en este punto, llamando el debate sobre EEUU y China “unos de los más inútiles” de nuestro tiempo, porque desvía la atención de esa dispersión o difusión del poder en casi todos sus ámbitos descritos en The End of Power.

En fin, este es un fuerte de Naím. Detectar una discusión donde la gente debate incesablemente sobre un tema sin darse cuenta que no se están haciendo las preguntas correctas o no están enfocando su atención en la historia verdaderamente importante.

La oposición se lanza al ruedo

Lunes, 11 de marzo de 2013

Vaya situación la de Henrique Capriles.

La batalla electoral que confronta es cuesta arriba, no sólo porque una vez más está compitiendo contra todo el poder y los recursos de un petroestado autoritario. También porque tiene que remar en contra de la marea de sentimientos y emociones que ha desatado la muerte de Chávez. Sin ánimos de descorazonar, Cristina Kirchner subió 20 puntos en las encuestas después del fallecimiento de su esposo.

Pero la pelea es peleando y Capriles tomó la decisión correcta: participar en las elecciones y hacer todo lo posible por ganar bajo condiciones supremamente adversas.

Políticamente -hay que decirlo- no tenía opción. No competir y tomar la ruta abstencionista hubiese despedazado a la MUD. La oposición lleva años, acertadamente, forjando un consenso de hierro en torno a la participación. Para Capriles no era posible arrear a las fuerzas de la MUD hacia una posición unitaria que no fuera participar en las elecciones. Y, dividir a la oposición en este momento, hubiese sido un error imperdonable.

Pero Capriles tuvo el tino político de no irse por ese camino y lanzarse al ruedo, dando un discurso que -si no me equivoco- electrificó a la base opositora y la insufló con nuevas esperanzas -esperanzas que los golpes electorales del 7 de octubre y el 16 de diciembre habían mermado hasta casi desaparecer.

¿Cuáles fueron los aciertos del discurso? En primer lugar se olvidó de Chávez y su legado, y se enfocó en el vicepresidente Maduro; no tocando al muerto ni faltándole el respeto a los que están de duelo, sino señalando una verdad tan incontrovertible como un templo: los herederos del presidente jugaron y manipularon las esperanzas y sentimientos de millones de venezolanos con propósitos electorales; la ambición de poder y el miedo a perderlo llevó a Maduro a mentir a los chavistas sobre un asunto sacrílego: la vida y la salud del presidente Chávez.

El segundo acierto fue endurecer su discurso, un requisito indispensable para unir a la oposición organizada detrás de él, parte de la cual llevaba un tiempo algo decepcionada por una retórica que percibía como suave y obsecuente. Yo desde hace tiempo vengo diciendo que es perfectamente factible un discurso que  sintetice -como dice Martínez Meucci- la lucha electoral y la lucha por el Estado de Derecho. Pero más allá de ese debate creo que el nuevo tono fortalece la unidad y sólo si la oposición está unida Capriles tiene chance de ganar.

Ya soy viejo baqueano en lo que se refiere a no dejarme cegar fácilmente por brotes repentinos de emoción colectiva. La batalla sigue siendo cuesta arriba y creo que a ningún líder de la oposición le gustaría estar en la posición en la que se encuentra ahora Henrique Capriles, quien se está jugando su carrera política con estas elecciones.

Pero mi impresión es que Capriles logró que muchos venezolanos recuperaran la esperanza.

Y ninguna batalla dura se gana si no hay esperanzas.