¿Qué pasó el 11 de abril? Parte I

Lunes, 19 de abril de 2010

Hace un tiempo escribí una reseña de El silencio y el escorpión, un reportaje de Brian A. Nelson sobre el golpe del 11 de abril de 2002 en Venezuela. Le envié la reseña al autor y desde entonces intercambiamos de vez en cuando correos electrónicos.

En su última carta Brian me envió un material muy interesante que, según él, “prueba no sólo que el 11 de abril los pistoleros chavistas iniciaron la violencia que desembocó en el golpe, también que el gobierno mandó a los Círculos Bolivarianos a la avenida Baralt y ordenó a la Guardia Nacional -que estaba en las calles aledañas observando silenciosamente la violencia- no tocar a los pistoleros chavistas.”

Me complace ayudarlo a divulgar en español este material que sirve de apéndice a su libro:

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Falsos nini

Jueves, 15 de abril de 2010

Alfredo Keller

En una larga conversación que tuvimos sobre su última encuesta, Alfredo Keller hizo tres observaciones interesantes:

1) Entre los nini (que Keller prefiere llamar “neutrales”), hay muchos opositores. El estudio de Keller revela que Venezuela está dividida en tres grupos: 31 por ciento que se declara chavista; 32 que se declara antichavista; y 37 que se declaran neutrales. Pero en la medición de la intención de voto para las legislativas el estudio muestra que 43 por ciento dice que votará por la oposición, mientras que 31 por ciento dice que votará por candidatos chavistas.

¿De dónde sale el 31 por ciento que dice que votará por el oficialismo? Seguramente de ese mismo 31 por ciento que se declara chavista. ¿Y el 43 por ciento que dice que votará por la oposición? De una suma del 32 por ciento que se define antichavista y de un 11 por ciento adicional que sólo puede provenir de los nini.

Entre los nini, pues, hay un sector renuente a asociarse con la oposición, pero que a la hora de la chiquita vota por candidatos opositores.

2) El reciente aumento del sector opositor no sólo viene del sector de los nini, también -aunque en una medida mucho menor- del sector del chavismo duro, algo que debería preocupar mucho al presidente. Keller dice que, además del deterioro general de la calidad de vida, casos como el de Henri Falcón explican esta pequeña erosión del chavismo más obtuso.

3) Para Keller, Capriles Radonsky tiene mejores números que Chávez. En nivel de agrado Chávez sólo lo supera por dos puntos. Pero el rechazo al presidente es del 49 por ciento, mientras que el de Capriles es del 41. Es decir: el potencial de crecimiento de Capriles es mayor que el de Chávez.

Una última observación mía (para terminar con una nota negativa). Entre los nini debe haber un sector bastante vulnerable al clientelismo, las dádivas electorales y la intimidación gubernamental que las encuestas no registran.

Obama y Cuba

Martes, 13 de abril de 2010

Hace como seis meses escuché a un analista en un foro diciendo (cito de memoria):

“¿Pensó Obama que Castro liberaría a los presos políticos? ¿Pensó que, levantando restricciones a las remesas y los viajes familiares, Cuba comenzaría a implementar reformas políticas y económicas? ¿Pensó que estos cambios no habían ocurrido por culpa de Estados Unidos? Espero que no. Porque, de lo contrario, tenemos gente en la Casa Blanca que han vivido en la luna los últimos cincuenta años de dictadura castrista.”

El año pasado, después de tomar alguna medidas unilaterales para señalar su disposición a cambiar la naturaleza de la relación con Cuba, Obama dijo que “la pelota se encontraba en la cancha de Cuba,” sugiriendo que le tocaba a la dictadura castrista hacer un gesto -como liberar a algunos presos políticos- para que se pudiera avanzar en la normalización de la relaciones.

La movida me pareció torpe.

Aunque apoyo un cambio en la política de Estados Unidos hacia Cuba (que incluya el eventual levantamiento del embargo), pensé que Obama debía proceder unilateralmente, y sin mucho ruido.

Condicionando la apertura en las relaciones a la voluntad de los Castro, Obama sólo lograría poner en evidencia la falta de colaboración por parte de Cuba, lo cual le daría municiones a sus adversarios para bloquear cualquier cambio.

Sin embargo, a diferencia del analista que cité arriba, pensé que el error era una mera torpeza -y no una movida ingenua.

Pero luego, unos meses después, leí un artículo en The Economist sobre cómo los esfuerzos para normalizar las relaciones entre ambos países parecen haber llegado a una calle ciega. La revista cita a un funcionario del Departamento de Estado norteamericano diciendo: “Hicimos un gran esfuerzo inicial, pero no recibimos nada de vuelta.”

Y este fin de semana leí en El País que Hillary Clinton declaró que el gobierno de Obama ha hecho algunas aproximaciones al régimen al permitir viajes familiares y más oportunidades de negocio para los productos agrícolas, y también ha dialogado sobre asuntos de interés común como la migración y el tráfico de drogas, pero no ha obtenido la respuesta esperada por parte de La Habana.

Implícito en el mensaje de Clinton está que el juego está otra vez trancado por culpa de Cuba.

¿Pensó Obama, de verdad, que el gobierno de los hermanos Castro iba a colaborar? ¿Fue realmente tan ingenuo?

En sus declaraciones a El País Hillary Clinton dijo que siempre que se ha intentado un acercamiento a Cuba el régimen intenta obstaculizarlo. Recordó que cuando Bill Clinton estaba en la Casa Blanca y quiso hacer algunas aperturas, Castro ordenó que sus militares derribaran dos pequeños aviones sin armas procedentes de Miami que arrojaban panfletos. Aseguró que lo mismo ha ocurrido ahora con el contratista Alan Gross, que fue detenido hace poco por supuesto espionaje cuando distribuía en La Habana ordenadores portátiles, móviles y otros equipos tecnológicos.

Clinton no se equivoca. Pero ¿por qué entonces Obama ha condicionado la apertura de las relaciones con La Habana a lo que haga o no haga la dictadura? Si de verdad se quiere cambiar la política hacia Cuba, y se sabe de antemano que los Castro no van a colaborar, ¿por qué no actuar unilateralmente?

Más aún, si van a dejar que Cuba tranque el juego tan fácilmente, ¿hay una diferencia mayor entre las políticas de Bush y de Obama hacia la isla?

Más sobre este tema:

Reencauzando a Insulza

Viernes, 9 de abril de 2010

logo-large-world_economic_forumMuchas veces, en los foros y discusiones sobre América Latina, imperan los buenos modales y la diplomacia. Así los panelistas tengan fuertes desacuerdos, se mueven con mucho cuidado, evitando confrontaciones y suavizando críticas, limando asperezas y enfatizando sólo los puntos comunes.

Esta diplomacia actúa como una fuerza que separa las ideas y los argumentos de los panelistas, hasta casi convertirlos en líneas paralelas que no se tocan. Y sin el choque y la interacción de ideas, el debate no sólo se empobrece, también se torna mucho más aburrido e inconsecuente.

Por eso me gustó ver a dos venezolanos, Ricardo Hausmann y Moisés Naím, dejando a un lado la diplomacia y confrontando al secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, en el Foro Económico Mundial en Cartagena.

No se debe subestimar el efecto que puede tener este tipo de presión pública y directa en moderar o reencauzar el comportamiento de importantes actores internacionales.

Nota: El sección Bitácora hay un compendio de artículos sobre Insulza (con enlaces, videos, etc). Pero si tengo que recomendar un solo texto para complementar este video sería la entrevista que le hizo El País a Insulza en mayo de 2009, donde el secretario general habla sobre la reincorporación de Cuba a la OEA y expresa sus dudas sobre la veracidad de las denuncias a las violaciones de derechos humanos en Venezuela y Nicaragua. El contraste entre el Insulza del video y el Insulza de la entrevista a El País habla por sí solo.

¿Otro lacayo del imperio?

Jueves, 8 de abril de 2010

ap-Hillary-Clinton-Luiz-Inacio-Lula-da-Silva-Celso-Amorim-Brazil_eng3mar101Una nota de Telesur denuncia que Estados Unidos “planifica nuevas bases militares en Brasil y Perú para contener a Venezuela.”

Dice Eva Golinger, autora de la nota (y analista citada frecuentemente por Hugo Chávez), que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, “ha anunciado una visita a Brasil en abril para concretar planes de crear en Río de Janeiro una base militar conjunta para vigilar el tráfico de drogas en la región.”

Golinger dice que el acuerdo militar firmado en 2009 entre Colombia y Washington causó conmoción en la región. Y recuerda que un documento oficial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos de mayo 2009 “explica que Washington necesita asegurar la presencia en Colombia para realizar operaciones militares de amplio espectro por toda Suramérica, y para combatir la constante amenaza…de los gobiernos anti-estadounidenses en la región.”

La nota de Golinger -aclaro, por si acaso- me parece alarmista, apresurada y especulativa. Incluso el respetado analista y bloguero Adam Isacson, conocido por sus posturas críticas y alertas a la presencia militar de Estados Unidos en la región, dice no estar muy preocupado por el potencial acuerdo.

Pero, si bien Golinger es alarmista, al menos, en este caso, es coherente, porque aplica el mismo estándar a Brasil que aplicó antes a Colombia.

¿Irá a hacer lo mismo el resto de la región? ¿Se armará la misma algarabía que se armó con el acuerdo con Colombia? ¿Se convocará una reunión de Unasur para que Lula explique la naturaleza del acuerdo militar con Estados Unidos? ¿Se le exigirá a Lula garantías de que los militares estadounidenses sólo actuarán dentro de Brasil y bajo el mando de autoridades brasileñas?

Y, más aún, ¿por qué el presidente Chávez, tan sensible a cualquier tipo de presencia yanqui en la región, no se ha pronunciado sobre el acuerdo?