Tocar y luchar

Sábado, 14 de junio de 2008

A los seis años, Miguel se escapó de su casa en Barinas porque su padre le pegaba. Se mudó solo a Caracas y vivió un tiempo en las calles, robando, mendigueando y consumiendo drogas. La policía lo agarró y lo metió en un centró de rehabilitación juvenil, donde el “Sistema” lo captó. Desde entonces Miguel se ha enderezado. Ahora toca el violonchelo y aspira a ser músico profesional y formar una familia. “Sin la música,” dice, “estuviese todavía en las calles robando y pidiendo limosna.”

Esta historia es similar a la de miles de jóvenes que han sido rehabilitados, y quizá salvados, por el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, conocido simplemente como el “Sistema.” El guión, que tiene tintes telenovelescos, es casi siempre el mismo: niños y adolescentes de origen humilde que encuentran una salida improbable al laberinto de su mala suerte agarrando un instrumento y descubriendo a través de él los placeres y la belleza de la música.

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Podrido arte

Miércoles, 28 de mayo de 2008

aliza 2Para cerrar con broche de oro sus estudios de arte en la universidad Yale en Estados Unidos, Aliza Shvarts planificó una gran obra. Decidió que se inseminaría artificialmente para luego inducirse a sí misma varios abortos que capturaría en video. Luego, construiría un enorme cubo transparente que envolvería con varias capas de plástico y, entre cada capa, vertería sangre de los abortos mezclada con vaselina. Para finalizar, colgaría el cubo en el salón de exhibición y proyectaría en sus cuatro lados visibles videos de los abortos.

Esta descripción, lo sé, suena como una broma, pero no lo es. Leí sobre Shvarts hace unas semanas en The Washington Post, en un artículo de opinión titulado “El arte de la locura en Yale.” Tan risible como la obra, sin embargo, es la intención detrás de ella. En un artículo en el Yale Daily News, Shvarts escribió que el objetivo de la pieza es “cuestionar la relación entre forma y función como ellas convergen en el cuerpo” y dejar claro que frecuentemente “entendimientos formativos de la función biológica son una mitología impuesta a la forma.” Shvarts añade que “es esta mitología la que crea una perspectiva sexista, racista, discriminatoria y nacionalista que pretende distinguir lo que se supone que deben hacer las partes del cuerpo de su capacidad física.”

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Los nuevos revolucionarios

Martes, 13 de mayo de 2008

A finales de marzo el diputado de Barinas, Wilmer Azuaje, decidió, después de una década de ferviente militancia chavista, romper con el gobierno con una acción temeraria: acusó de corrupción a los hermanos del presidente Chávez, Argenis y Narciso. Armado con un arsenal de documentos, testimonios y videos, recolectados durante varios meses de paciente investigación, el diputado aseguró que los hermanos Chávez habían adquirido por montos millonarios varias fincas en el estado Barinas a través de testaferros. En total, dijo Azuaje, la familia Chávez es dueña de 17 fincas en el estado, la mayoría de ellas compradas con dinero público.

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García Márquez y la “dependencia”

Viernes, 2 de mayo de 2008

Casi bostecé cuando llegué al segundo capítulo del libro Continente olvidado: La lucha por el alma de América Latina (Yale, 2007), en el que Michael Reid, erudito periodista de The Economist, nos anuncia su intención de examinar las cuatro principales escuelas de pensamiento que tratan de explicar el subdesarrollo político y económico de América Latina. Pensé que el eterno y ya trillado debate de Cultura vs. Instituciones me haría cabecear y retrasaría lo que hasta ese momento había sido una lectura fluida. Pero este prejuicio desvaneció rápidamente cuando comencé a leer la primera sección sobre la ya deslustrada teoría de la dependencia, en la que Reid lanza una pugnaz y provocadora crítica al autor de Cien años de soledad.

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La cortina de Kundera

Sábado, 19 de abril de 2008

5517En La cortina: ensayo en siete partes (Gallimard, 2005), Milan Kundera cuenta que en 1953 el novelista polaco Witold Gombrowicz citó en su diario la carta de un lector que le recomendaba no discutir su propio trabajo y sobretodo ¡dejar de escribir prefacios explicatorios a sus propias novelas! A eso Gombrowicz responde que su intención es seguir explicándose a sí mismo “lo más posible y hasta tanto le sea posible,” porque un escritor que no puede hablar de sus propios libros no es un verdadero escritor. Kundera obviamente suscribe lo que dice Gombrowicz, pues su más reciente libro es el tercero que dedica a explicar su filosofía de la novela.

Kundera es un escritor que aprecio mucho. Desde que hace años leí La insoportable levedad del ser, lo he considerado uno de los mejores novelistas contemporáneos. Su carrera como ensayista –que se confunde con la de novelista– también es admirable. Recuerdo haber leído absorto El arte de la novela, un librito-revelación que me ayudó a transformar en ideas una nube deforme de intuiciones, preferencias e inclinaciones sobre la labor del novelista que, poco a poco, a través de mis lecturas, se había ido formando en mi mente. Por todo esto, desde que me enteré de la publicación en francés de La cortina, comencé a esperar ansiosamente la traducción.

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