Plan Ávila

Lunes, 12 de diciembre de 2011

Miren este video de un grupo de jóvenes irrumpiendo en la sala E de la Universidad Central para sabotear la celebración del décimo año de la declaratoria del Patrimonio de la Humanidad. ¿Expulsarían ustedes a un estudiante que participó en esta agresión?

La universidad, de hecho, expulsó a Kevin Ávila, un líder estudiantil pro-gobierno que aparece en el video. La expulsión causó furor en el oficialismo. Los diputados del PSUV declararon a Ávila un héroe. La fiscal Luis Ortega Díaz expresó que la universidad le había vulnerado sus derechos. Y Chávez señaló que lo habían expulsado “por decir verdades.” Kevin solicitó una medida cautelar y una semana después una corte falló a su favor. Pocas veces desde que Chávez lo purgó el Poder Judicial ha actuado tan rápidamente, y nunca, por supuesto, ha fallado con esa rapidez a favor de un opositor.

La maniobra, sin embargo, no sirvió de mucho. Kevin Ávila se lanzó como candidato a presidente de la Federación de Centros Universitarios y sacó 500 votos, quince veces menos que el voto sumado de los candidatos de oposición. Algunos dicen que perdió incluso en la escuela de Trabajo Social, semillero del chavismo radical en la UCV. Pero por ahora este dato es sólo especulación porque el día de las elecciones, mientras se realizaba el escrutinio de los votos, un grupo de cuarenta motorizados irrumpió en la universidad lanzando bombas lacrimógenas, niples, disparando al aire y destruyendo pantallas, impresoras, computadoras, máquinas de escrutinio y lectoras ópticas.

Se robaron, además, las boletas de Trabajo Social.

Ya tantas veces han ocurrido incidentes similares que el patrón es claro: grupos violentos agreden a líderes, medios e instituciones opositoras o críticas del gobierno. Los agresores no hacen el más mínimo esfuerzo por disimular su afinidad con Chávez sino lo contrario (los del viernes se identificaron como “hordas chavistas castro comunistas”). La policía no detiene a nadie y no investiga ni promete investigar. Funcionarios del oficialismo no condenan ni se pronuncian sobre lo sucedido y los que se pronuncian por lo general culpan orwellianamente a la oposición de la violencia.

Kevin Ávila aseguró el sábado que las diferencias entre las planchas opositoras causaron la violencia; Mario Silva responsabilizó a la rectora Cecilia García Arocha; y Chávez habló horas por televisión el sábado y no hizo una sola mención al incidente.

La palabra “fascismo” está tan abusada en Venezuela que ha perdido su peso y significado, pero para describir estos casos es necesario rescatarla.

Más sobre este tema:

  • Reportaje sobre un incidente similar en la UCV.

La falsa frontera

Viernes, 9 de diciembre de 2011

Diego Arria traza una clara línea divisoria entre los otros candidatos y él. Arria dice que hay candidatos que “quieren hacer borror y cuenta nueva” y “son indiferentes ante lo que ha sucedido en el país…los presos políticos, las persecuciones, los petroleros.” Y que él, en cambio, está en contra de la impunidad.

Su posición no puede ser más clara.

El problema es que esa línea divisoria es falsa. Ningún candidato ha propuesto un “borrón y cuenta nueva” y ninguno es indiferente a los presos políticos y las persecusiones (quien opine lo contrario que lo demuestre).

Lo que separa a Arria de Capriles, Pérez y López es otra cosa, no relacionada a si se está o no a favor de la impunidad, sino a cuál es la mejor estrategia para derrotar a Hugo Chávez y cómo se pueden aumentar las posibilidades de una transición pacífica de poder.

El argumento de los opositores de Arria tiene dos dimensiones.

La primera es la electoral. Los nini o los indecisos conforman un amplio porcentaje del electorado. Una parte de los nini tiene tendencia chavista. Muchos piensan que para captar a este segmento es mejor tener un discurso inclusivo que haga menos énfasis en las promesas de castigo y más en la solución de problemas como la inseguridad, el desempleo, la educación, la vivienda, etc.

Enfatizar más estas cosas no significa favorecer la impunidad, ni tampoco pone en riesgo el apoyo de la base opositora -que va a votar contra Chávez, sea Capriles, Pérez, López, María Corina o Arria el candidato.

La segunda dimensión es política. El discurso inclusivo, que enfatiza la reconciliación, podría fascilitar una transición pacífica de poder.

El chavismo controla ahora las Fuerzas Armadas, la mayoría de las policías, los tribunales y otras instituciones de Estado (además de grupo paramilitares y parapoliciales). Para forzar a Chávez a aceptar una victoria opositora se necesita la colaboración de mucha gente, o personas claves, dentro de estas instituciones.

Un discurso como el de Arria -que enfatiza el castigo y en el que muchos perciben elementos de retaliación- no es la mejor manera de buscar la colaboración de estos sectores, sin los cuales la transición pacífica de poder podría fracasar. No tender puentes con estos sectores podría marcar la diferencia entre una transición exitosa y un escenario violento o de perpetuación del chavismo en el poder.

Ahora bien, Arria puede no estar de acuerdo con este razonamiento pero debe aceptar que el debate sobre estos puntos es razonable y legítimo. Debe aceptar que elementos importantes de esta estrategia fueron implementados por Mandela en Sudáfrica y la Concertación en Chile.

Condicionar su permanencia a la unidad a que la MUD y los otros candidatos adopten su discurso es un gesto intolerante e irresponsable.

5568

Jueves, 8 de diciembre de 2011

En el último índice de competitividad global del Foro Económico Mundial, Venezuela ocupa el puesto 122 de 139 países.

Venezuela está por debajo de Nicaragua, Bolivia, Honduras y Guatemala.

Pero ¿creen que no podemos llegar más bajo? ¿Que no podemos superar a Angola, Zimbabwe y Chad en falta de competitividad?

Lean esta noticia de El Universal:

Alimentos Polar dedicó 5.568 horas hombres y habilitó 32 empleados para cumplir con el requisito obligatorio de registrarse en la Superintendencia Nacional de Costos y Precios Justos (Sundecop), desde el 23 de noviembre hasta ayer a las 12 de la medianoche, informó Pablo Baraybar, presidente de la empresa.

Señaló que se trató de un proceso “engorroso” y “confuso” donde se solicitó información que a su juicio no se identifica con el espíritu de la Ley de Costos y Precios, que es evitar alzas de precios.

El lapsus de Diego Arria

Jueves, 8 de diciembre de 2011

Diego Arria acaba de condicionar su permanencia en la MUD a la lucha contra la impunidad: “Esta situación no se puede evadir. Aquí ha habido gente torturada, las listas Tascón y Maisanta, así como otros atropellos. No es fácil pasar la página. No podría acompañar a la Unidad si no se combate la impunidad.”

Arria, al parecer, está ofendido porque Capriles Radonsky “evadió” la pregunta que le hicieron sobre la Corte Penal Internacional de La Haya en el último debate. Cuando el moderador le preguntó a Capriles si llevaría Chávez a La Haya, él respondió que esa no era una decisión que le correspondería tomar a él como presidente. “La decisión la tomará el Poder Judicial,” dijo.

Para Arria esta respuesta equivale a una defensa a la impunidad. Más aún, que le MUD no comparta el tono de su discurso significa que “la impunidad [podría] ser una característica de un Gobierno futuro.”

Por supuesto, Arria está inventando un debate que no existe. Ningún candidato ha hablado de “borrón y cuenta nueva” ni  abogado a favor de una política de olvidar y perdonar todos los delitos que se han cometido durante los últimos 13 años. Nadie ha hablado de nombrar a Chávez o a Rangel Silva ministro de Defensa, como hizo la Concertación chilena con Pinochet (no porque defendiera la impunidad, sino porque no tenía otra opción).  A diferencia de lo que sugiere Arria, todos conocen la gravedad de los casos de Brito, los comisarios y las listas Tascón y Maisanta. Estoy seguro que en cualquier futuro gobierno de oposición, tarde o temprano, se investigarán los abusos que se han cometido contra ellos.

Más aún, varios de los precandidatos han sufrido más que Arria los abusos del gobierno, incluyendo Capriles. Y precisamente por eso, porque saben lo que está en juego y saben que la prioridad fundamental es derrotar a Hugo Chávez, han decidido adoptar una estrategia que, ellos piensan, aumentan las posibilidades de triunfo y de que haya una transición pacífica de poder.

Esta estrategia, por cierto, no evade la confrontación. A cada rato los candidatos hacen duras críticas al presidente. Pero, por varias razones de peso, la estrategia evade el discurso hiperpolarizador enfatizado más en las promesas de cástigo que en las propuestas para el futuro.

El punto más importante, sin embargo, no es si esta estrategia de Capriles y Pérez y el resto es acertada. El punto es que ellos tienen el derecho a pensar que la prioridad ahora es ganar las elecciones y que el discurso de Arria no constituye la mejor estrategia. Tienen el derecho a esperar una victoria electoral para luego ver qué espacio tienen para castigar los delitos del gobierno sin poner en riesgo la gobernabilidad y la estabilidad política.

Que Arria diga que se va a retirar de la MUD porque el resto no piensa como él revela un lapsus de criterio que, espero, sólo sea un lapsus y no falta de madurez intelectual y responsabilidad.

Trece años combatiendo al imperio

Miércoles, 7 de diciembre de 2011

Ya lo he dicho antes, pero hoy, que el gobierno de Chávez cumple 13 años, vale la pena recordarlo.

Las exportaciones de petróleo y derivados representan actualmente un 95 por ciento del total. En 1998 representaban el 70 por ciento. Las exportaciones no petroleras han disminuido del 30 al 5 por ciento.

El cambio en la conformación de las exportaciones está relacionado con el alza de 900 por ciento en el precio promedio del barril. Pero también con una merma del 37 por ciento en las exportaciones no petroleras.

Y el petróleo, por supuesto, se lo vendemos casi todo a Estados Unidos.

Un informe de la CEPAL revela que, con la excepción de México, que comparte una frontera de más de tres mil kilómetros con Estados Unidos, no hay país en la región que dependa más del imperio en su comercio internacional.

Y, también exceptuando México, ningún otro país de la región privilegia tanto su comercio con EEUU y tan poco el comercio con las hermanas repúblicas de América Latina.

Ni la Celac ni la fogosa retórica antiimperialista camuflarán estos datos ante la historia.