El lujo de poder luchar

Lunes, 4 de febrero de 2013

Déjenme ser más claro sobre lo que traté de decir en mi nota anterior, porque obviamente generó confusión.

Para quienes viven en una condición de extrema pobreza y miseria, sometidos a los constantes abusos de autoridades corruptas -desde policías y miltares a líderes o autoridades municipales-, lo que ocurre en los niveles más altos de poder no tiene en apariencia una vinculación directa con sus destinos.

El libro de Boo ilustra bien este punto. El progreso económico de India en las últimas décadas es innegable. Y, a diferencia de China, India es una democracia. Pero los habitantes de Annawadi viven en una pobreza tan extrema que, si India se vuelve de un día a otro una dictadura, ellos no van a sentir el impacto como lo sentiría un empresario o un profesor universitario o un periodista de clase media. ¿Por qué? ¡Porque su vida ya difícilmente puede ser peor!

Esto no quiere decir las democracias y la dictaduras son lo mismo. Al contrario, toda la evidencia disponible indica que las democracias cuidan mucho mejor a sus ciudadanos que las dictaduras.

Lo que quiere decir es que cuando ciertos sectores viven en pobreza extrema la conexión entre lo que hace o no hace el Ejecutivo y sus propios destinos no es evidente.

Otro ejemplo.

Hace unos días le escuché a José Vivanco de Human Rights Watch decir que, si un informe del gobierno mexicano filtrado por The Washington Post no es apócrifo (y parece no serlo), en México ha habido más desaparecidos desde que Felipe Calderón le declaró la guerra al narco que en Argentina durante la dictadura militar.

México puede estar en un buen momento, y el futuro del país parece brillante, pero para una madre que le han asesinado dos hijos, o para una comunidad que se ve forzada a organizarse para ajusticiar con sus propias manos a los narcotraficantes, la diferencia entre un liderazgo moderno y uno autoritario no se manifiesta de una manera obvia en su día a día. Lo que pasa “allá arriba” no tiene una conexión visible con sus vidas. Y estos sectores son más vulnerables a los cantos de sirena de los populistas.

Annawadi y Venezuela

Viernes, 1 de febrero de 2013

En su libro Behind the Beautiful Forevers Katherine Boo retrata la vida de Annawadi, un barrio muy pobre en la India. La autoridad política del barrio es Subhash Sawant, un funcionario electo democráticamente para liderar el municipio del que Annawadi forma parte.

A continuación Boo explica porqué los habitantes de Annawadi apoyan a Sawant a pesar de sus defectos:

They understood Subhash Sawant to be corrupt. They assumed he’d faked his caste certificate [to be able to compete in the elections]. “But he alone comes here, shows his face,” Annawadians said. Before each election, he’d used city money or tapped the largesse of a prominent American Christian charity, World Vision, to give Annawadi an amenity: a public toilet; a flagpole; gutters; a concrete platform by the sewage lake, where he usually stood when he came. And each time he visited, he told residents how hard he’d been fighting to hold off the bulldozers of the airports authority, which had razed huts here in 2001 and 2004.

Aquí no hay que leer entre líneas. Los habitantes de Annawadi apoyan a Sawant no tanto por sus virtudes sino porque normalmente los líderes locales que los gobiernan son peores que él. Es decir, Sawant es malo si se compara con un líder competente y honesto. Pero los habitantes del barrio nunca han tenido algo que siquiera se acerque a esa clase de líder. Probablemente han tenido líderes que además de corruptos son crueles o indiferentes o que nunca han siquiera “mostrado su cara” en las comunidades. Ser un líder corrupto que al menos construye obras no está entonces tan mal.

Déjenme articularlo de otra manera.

En su libro Boo revela con lujo de detalles cómo la corrupción permea todas las instituciones públicas y políticas que tocan directamente la vida de los habitantes del barrio de Annadawi. Los policías, las autoridades municipales, los dirigentes de los partidos, todos casi sin excepción son corruptos.

“Nadie es un monstruo si lo somos todos,” escribió Simone de Beauvoir.

Y, cuando todo el mundo es un monstruo, es natural que los monstruos que al menos construyen cloacas y baños públicos sean mejor vistos, ¿no?

En fin, la extrema miseria y las injusticias que padecen los más pobres muchas veces los lleva a concluir que el mundo es una porquería, lleno de bandidos, canallas, rufianes y basuras de todo prontuario y condición. Tienen además razones de sobra para pensar que esto nunca va a cambiar o al menos no durante sus vidas. En el largo plazo, como dijo Keynes, todos estamos muertos.

Bajo esta visión pesimista y determinista el apoyo de los habitantes de Annadawi a Sawant no es tan irracional como parece. Es un apoyo pragmático y realista.

Federación de grupos

Martes, 29 de enero de 2013

Ya he comentado varias veces que el análisis que divide al chavismo en dos alas, la militar liderada por Diosdado y la civil liderada por Maduro, no está respaldada por datos sólidos. Son narrativas especulativas y probablemente simplistas que los periodistas escuchan y repiten sin cuestionar su veracidad.

En unos de sus excelentes reportajes Joseph Poliszuk asoma -a través de Ismael García- una hipótesis más convincente sobre las dinámicas internas del chavismo:

[Ismael García] señala que es un error suponer que el Partido Socialista Unido de Venezuela se ha reacomodado únicamente en un ala civil liderada por Maduro y otra de corte militar representada por Cabello.

Sin director de orquesta, García define al PSUV como “una federación de grupos.” Algo así como una alianza de varias facciones con un reparto de cargos y cuotas de poder.

Yo añadiría que estas facciones se agrupan en torno a criterios en los que la afinidad ideológica quizá juega un rol, pero como también lo juegan la lealtad tribal a ciertos liderazgos, la conveniencia política, el interés económico y otros factores que quizá tienen mayor peso que la ideología.

Lean el reportaje para entender mejor de qué hablo.

Dicho esto, Joseph Poliszuk asegura que la señales del forcejeo entre Maduro y Cabello son evidentes:

En el ajedrez del PSUV Diosdado Cabello ha perdido fichas durante estos días. Las últimas gacetas oficiales vienen advirtiendo que algunos de sus colaboradores más cercanos han sido removidos de puestos estratégicos. Verbigracia su cuñado Rafael Contreras Hernández que, por disposición del Ministerio para Transporte Acuático y Aéreo, hasta el 8 de enero se mantuvo a la cabeza de Bolivariana de Aeropuertos.

En el Instituto Nacional de Ferrocarriles del Estado también hubo una movida de mata: el primero en salir fue su presidente, Franklin Pérez Colina, quien ha declarado públicamente que su relación con Cabello viene desde 1992…

Fue el Vicepresidente de la República el que decretó su salida. Desde que quedó a cargo del Poder Ejecutivo, la firma de Nicolás Maduro solo ha suscrito una sola designación, y se trata precisamente del ministro para Transporte Terrestre, Juan García Toussaintt, como presidente encargado del IFE, en sustitución del que había dejado Cabello antes de salir del entonces Ministerio de Obras Públicas.

Detrás de las fotos, los abrazos y los apretones de mano, cada uno está jalando para su lado. De otra forma, el diputado Ismael García no se explica cómo apareció Darío Vivas como segundo a bordo de la Asamblea Nacional.

“El día 4 de enero todos vimos que Diosdado Cabello había anunciado que repetía como presidente de la junta directiva con Pedro Carreño y Blanca Eekhout; Pedro vino ese día bien vestido con su corbata Vuitton, ¿y qué pasó?” pregunta. “Nicolás Maduro impuso a una pieza importante de él para hacer contrapeso.”

A esto hay que añadir las declaraciones que Maduro dio hoy en la tarde, afirmando que “aquí no hay dos jefes, ni tres, ni cuatro, aquí hay un solo jefe, que nadie se confunda, un solo Presidente que se llama Hugo Chávez.”

Y poco antes alguien obligó a la nulidad que funge como ministro de Defensa a jurar lealtad a Chávez y Maduro.

¿Se agitan las aguas dentro del chavismo?

Beautiful Forevers

Lunes, 28 de enero de 2013

Me lo ha recomendado medio mundo. Y con razón. Behind the Beautiful Forevers de Katherine Boo es el mejor libro que he leído sobre la pobreza. Su éxito es totalmente merecido.

Boo penetra y luego retrata la vida de un barrio en la India, pero las observaciones del libro son transferibles a barrios pobres de otros países. De hecho, pienso que este libro arroja luz sobre la situación política venezolana; nos ayuda a entender mejor por qué Hugo Chávez sigue siendo popular entre los más pobres.

Luego profundizaré sobre este tema. Por ahora, quiero comentar una observación de Boo:

When I pick a story, I’m very much aware of the larger issues that it’s illuminating. But one of the things that I, as a writer, feel strongly about is that nobody is representative. That’s just narrative nonsense. People may be part of a larger story or structure or institution, but they’re still people. Making them representative loses sight of that. Which is why a lot of writing about low-income people makes them into saints, perfect in their suffering.

Algo que me impactó del libro es cuánto se parecen lo más pobres al resto de nosotros. Un ejemplo: el estatus. El orgullo, la inseguridad y los complejos que resultan del estatus o la posición social, la necesidad de mostrar a los demás superioridad de clase, o la verguenza y envidia que causa sentirse económicamente inferior al resto, están tan presentes dentro de los barrios más pobres como en los vecindarios más ricos. Sólo que en los barrios los símbolos de estatus son más modestos. Mientras los ricos exhiben sus yates o presumen de sus viajes, los pobres exhiben ante los demás pobres sus neveras o equipos de aire acondicionado. Pero las frivolidades y mezquindades son las mismas. Como dice Boo, los pobres no son santos, “perfectos en su sufrimiento.”

Quizá esto es obvio para muchos, pero a mí me sorprendió. Instintivamente, pensaba que la necesidad extrema no dejaba mucho espacio para estas pequeñeces. (Un bebé de dos años que aparece en el libro tiene los cachetes llenos de mordidas de rata).

En segundo lugar, Boo ilumina con su comentario una tensión inherente en la ficción y también en la narrativa periodística. Un error que cometen frecuentemente los novelistas (Sartre es un excelente ejemplo) es que la humanidad de los personajes desaparece detrás de un tema, una idea o una estructura. Es decir, el escritor quiere que su personaje ilumine una realidad más grande que el personaje: el clientelismo, la corrupción, la inercia burocrática, el aislamiento social en las sociedades modernas o cosas por el estilo. Pero lograr esto requiere de un delicado equilibrio. Demasiado énfasis en el tema, la idea o la estructura puede reducir al personaje hasta despojarlo de su humanidad. Porque, como dice Boo, nadie es perfectamente representativo.

El efecto Mirtha Rivero

Jueves, 24 de enero de 2013

Chávez se muere. Se convocan elecciones. Gana Maduro o Capriles y se ven forzados a hacer una serie de ajustes impopulares. Los ajuste son el resultado de las políticas ineptas de Chávez, pero el pueblo piensa lo contrario, que los ajustes son una prueba de que con Chávez se vivía mejor; que la oposición o Maduro, apenas se montaron en el poder, tomaron medidas que Chávez nunca hubiese tomado. Por el resto de la historia Chávez persiste en la memoria de los venezolanos como un santo, como el único presidente que nunca traicionó a los pobres.

El riesgo de que esto pase es real. Yo mismo he alertado sobre este peligro. Pero me pregunto si el fantasma de La rebelión de los náufragos nos está volviendo deterministas o está impidiendo que veamos otros potenciales desenlaces. Es decir, la gente pareciera asumir que los ajustes resultarán en caos, inestabilidad política y la caída del próximo gobierno, como ocurrió en 1989.

Pero ¿y si no? ¿Y si el próximo gobierno de oposición implementa estos ajustes con suma destreza, tacto y habilidad política y sobrevive esa dura primera prueba?

Piénsenlo bien. En pocos años, implementando las políticas correctas, el nuevo gobierno podría hacer mucho para mejorar la calidad de vida de los venezolanos de una manera notable, desde mermar la inflación y acabar con la escasez a reducir significativamente la tasa de secuestros y homicidios.

Imaginense como podría vender estas victorias un experto en relaciones públicas.

Venezuela tiene además una ventaja que no tienen otros países: petróleo. Petróleo caro que ayuda a amortiguar el efecto de los ajustes.

Claro, los obstáculos que podrían impedir un desenlace feliz son muchos. Para mí uno de los principales es el control que tienen los chavistas sobre todas las instituciones. Sin ese control la oposición ya confrontaría grandes desafíos para encaminar al país el la dirección correcta. Con los chavistas controlando todas las instituciones los desafíos son aún más abrumadores.

El futuro, pues, no se va nada fácil pase lo que pase. Pero tampoco debemos volvernos deterministas.