Falsas narrativas

Jueves, 21 de abril de 2011

A continuación un extracto de un análisis de Alejandro Grisanti y Alejandro Arreaza de Barclays Capital sobre la fecha de las primarias (cursivas mías):

…La oposición ha enfrentado una batalla generacional entre los dirigentes nuevos y jóvenes (los renovadores) y los representantes principales de los partidos tradicionales (restauradores). Los renovadores tienen una edad promedio de 40 años; gozan de mayores índices de aprobación y mejor intención de voto, pero no controlan la toma de decisiones del sector opositor. Representan el futuro, los rostros del cambio, y quizá tengan mayores probabilidades de ganarle al presidente Chávez. Los restauradores tienen, en promedio, 60 años de edad, y detentaban importantes cargos políticos antes de la llegada de Chávez a la presidencia (en la Cuarta República). Probablemente, para ellos sea más difícil ganar los comicios presidenciales de 2012, ya que los venezolanos básicamente votaron por el “cambio” cuando eligieron por primera vez a Chávez en 1998. Además, una de las consignas del actual gobierno durante los últimos 13 años ha sido “no volverán”…El debate en torno a la fecha y las reglas para las primarias puso de manifiesto la brecha generacional entre los partidos tradicionales y los líderes emergentes. Aquellos querían postergar la votación hasta 2012; estos querían celebrarla en el cuarto trimestre de 2011.

Esta narrativa, de un grupo de líderes jóvenes y modernos que lucharon cual David por unas primarias tempranas pero fueron aplastados por un grupúsculo retrógrado de dinosaurios políticos, es bastante atractiva y cautivadora.

Pero también es falsa.

Grisanti y Arreaza dicen que los posibles candidatos presidenciales del grupo “renovador” son el gobernador de Miranda Henrique Capriles Radonsky; Leopoldo López; el gobernador de Lara Henry Falcón y María Corina Machado.

Y del grupo “restaurador” el alcalde de Caracas Antonio Ledezma; Manuel Rosales; Henry Ramos Allup; Henrique Salas Römer; el gobernador de Táchira César Pérez Vivas; Eduardo Fernández y Oswaldo Álvarez Paz.

El problema es que, del grupo de los renovadores, el único que hizo un aporte sustancial a la campaña por las primarias 2011 fue Henrique Capriles Radonsky.

El “renovador” Henry Falcón dijo que las primarias debían ser en diciembre, pero el “restaurador” Antonio Ledezma fue mucho más enfático, declarando el 8 de abril que, si por él fuera, “las primarias se harían mañana.”

Presionada a pronunciarse sobre el tema en Globovisión, María Corina Machado también dijo que le gustaba diciembre como fecha, pero aclaró que no era grave si se hacían a finales de enero. Ni en su timeline de Twitter ni en su página web encontré una sola, así sea pequeña, contribución a la campaña #PrimariasYa.

Lo mismo se puede decir de Leopoldo López, en cuya página web, constantemente actualizada, tampoco pude encontrar una contribución explícita a esta campaña. En un artículo de opinión publicado el 8 de abril López más bien escribió:

La discusión sobre la fecha de las primarias no debe convertirse en una piedra en el camino en este proceso. Lo importante es concretar las condiciones para que este proceso permita la legitimación de todos los liderazgos, a todo nivel. Esa es la clave para alcanzar la cohesión necesaria en el seno de las fuerzas democráticas.

Y en su Twitter, el día que la MUD anunció la fecha, López no manifestó el más mínimo resentimiento. Más bien su reacción fue celebratoria:

Ayer dia de contrastes: mientras el PSUV defiende dedazo, la Unidad asume el camino de la apertura, inclusion y democracia con Primarias!

La del “restaurador” Oswaldo Álvarez Paz, en cambio, fue virulenta. Ningún otro pre-candidato pidió a la MUD que se retractara. (Su antiguo partido Copei, en cambio, apoyó febrero a pesar de que su líder es un joven de esa “edad promedio de 40 años”).

¿Para qué, entonces, inventar estas narrativas simplistas? ¿Para fomentar divisiones entre las nuevas y viejas generaciones? ¿Para que esta fantasía termine por convertirse en un self-fulfilling prophecy?

Asumir que todos los viejos son malos y todo los jóvenes son buenos es una soberana estupidez. Y asumir que ambas generaciones no pueden hacer contribuciones valiosas para recuperar la democracia en Venezuela también lo es.

Yo, en lo particular, prefiero a Leopoldo y María Corina que a Ramos Allup y Rosales, pero también pienso que veteranos como Aveledo, Petkoff y Ledezma han hecho grandes contribuciones en la lucha por la democracia, y que, si un “renovador” gana las primarias (como luce bastante probable), vamos a necesitar las maquinarias de AD y UNT para aumentar nuestras posibilidades de triunfo en 2012.

Nuestra labor como comentadores es apoyar y promover a las fuerzas y argumentos “renovadores” y “modernos” en ambos bandos. Es decir, no apoyar etiquetas sino ideas, actitudes y comportamientos.

Parece mentira que uno tenga que recordarlo.


El mito de Samuel

Miércoles, 20 de abril de 2011

¿Se acuerdan de aquel último libro de Samuel Huntington en el que el reputado académico de Harvard sonaba la alarma por lo que podría significar para los Estados Unidos la actuales tendencias demográficas que amenazaba con “hispanizar” al país y empobrecer la cultura anglosajona protestante? ¿Se acuerdan de como, citando las ideas trilladas del filósofo mexicano Armando Centora, que veía en expresiones como “Mañana se lo tengo” y “Ahí se va” y “El valemadrismo” el meollo de la identidad nacional mexicana, Samuel Huntington argumentaba que sus vecinos del sur carecían de work ethic o ética de trabajo?

Pues bien, un estudio de la OCDE acaba de determinar que, de un grupo 29 naciones industrializadas, los mexicanos son los que trabajan más horas diarias. Mientras que los norteamericanos trabajan un promedio diario de ochos horas y media, los mexicanos trabajan diez.

No son los mexicanos, como pensaba Huntington, lo que ensucian con su pereza la inmaculada cultura protestante anglosajona. Si trabajan menos cuando cruzan la frontera, es porque en Estados Unidos la cultura se los permite.

Cardoso, Berlin y Tolstoi

Lunes, 18 de abril de 2011

Fernando Henrique Cardoso

En un artículo sobre la fecha de las primarias publicado el domingo en Tal Cual y Analítica, Alonso Moleiro nos da una muestra de buen criterio.

Moleiro hace merecidas críticas a la MUD:

Queda en el aire la desagradable impresión de que la fecha acordada guarda relación con un acuerdo político entre algunas de sus parcialidades con el objeto de detener el avance de un potencial adversario en la contienda…En lugar de proceder con la dosis de seriedad y de grandeza que todos esperábamos, pensando en el país completo, algunos políticos de la unidad democrática se empeñaron en seguirse comportando como los incorregibles profesionales de la intriga de la historia venezolana reciente, esos que, se supone, queremos dejar atrás para siempre, privilegiando exclusivamente los intereses de sus partidos.

Pero no deja que su indignación distorsione su visión:

Podríamos concederle a quien lo sostenga que el rango sigue siendo relativamente aceptable: la diferencia que pueda existir entre una consulta en diciembre y una en febrero no nos da argumentos suficientes para postular la tesis de suicidarnos en masa.

Y sobre la MUD:

La sola existencia de una instancia como la MUD es un haber que no tiene precio y que es necesario preservar con mucha madurez y criterio ciudadano. En torno a ella, sobre una secuencia de aciertos, se ha ido creando lentamente una especie de marco institucional que rinde tributo a la idea de la unidad nacional, punto de partida fundamental para la reconstrucción de este país….Es importante seguir valorando, pese a todo, el aporte hecho a la causa de la democracia por todos los dirigentes de la Mesa, incluyendo a los protagonistas de este desafortunado episodio.

Algo que yo valoro más que la inteligencia es el buen criterio, que requiere de inteligencia, pero también de un elemento añadido, sumamente difícil de definir.

La Real Academia Española da una definición muy escueta y pobre de “criterio” o lo que yo pienso que significa esta palabra. Mucho más cercano a lo que tengo en mente es la reflexión sobre “criterio político” que le escuché hace seis años a Fernando Henrique Cardoso en la conferencia anual Seymour Martin Lipset. Estas palabras de Cardoso fueron inspiradas en ideas de Isaiah Berlin:

[El criterio político] no sólo implica la capacidad de discernimiento para evadir los riesgos opuestos de idealismo impráctico y realismo poco inspirador, sino también la sabiduría práctica para aprehender el carácter de una situación particular o momento histórico, y aprovechar las oportunidades, o confrontar los desafíos que esta presenta. Es la capacidad de adentrarse en el remolino caótico de la vida y extraer lo importante, reconocer qué encaja con qué, qué brota de qué, y qué conduce a qué. Es un sentido para reconocer lo cualititativo más que lo cuantitativo, un capacidad probada para la síntesis más que el análisis. [Isaiah] Berlin incluso llega a comparar esta habilidad con el talento de grandes novelistas como Proust y Tolstoi, que son capaces de comunicar un sentido de directo conocimiento con la textura de la vida.

Esta idea no sólo llega cerca de definir esa cualidad casi inefable que es el buen criterio. También es una de las más bonitas y agudas reflexiones que he leído sobre el arte de la novela.

Mirar hacia adelante

Viernes, 15 de abril de 2011

En este espacio promoví mucho la idea de realizar las primarias en el último trimestre de 2011, esgrimiendo un conjunto de argumentos para sustentar mi posición.

Pero la MUD, después de un forcejeo interno entre todos los partidos que la conforman (y subrayo ese “todos”), decidió realizar primarias el 12 de febrero de 2012.

La razón más inmediata fue el giro de Un Nuevo Tiempo, que comenzó apoyando las primarias en 2011 pero luego cambió de opinión. Con el apoyo de UNT, AD, Copei y Proyecto Venezuela sellaron su victoria.

¿Que esos partidos aplazaron las primarias sólo para ganar tiempo para posicionar mejor a sus candidatos?

No lo dudo. Pero pensar que la política puede ser pura, o librarse totalmente de este tipo de mezquindades, es sumamente ingenuo.

No es que UNT o AD hayan, por extremo egoísmo e irresponsabilidad, decidido asumir un riesgo gigantesco sólo por sus propias ambiciones políticas. El problema es que bajo su visión, quizá moldeada, claro, por la conveniencia y la sed de poder, ellos no creen estar asumiendo un gran riesgo haciendo las primarias en febrero. Fíjense que Leopoldo López, a quien también le conviene esperar, estuvo extrañamente silencioso sobre la fecha. De haber estado ya habilitado, dudo que no hubiese estado mucho más activo promoviendo las primarias este año.

Lo importante es que dentro de la MUD se midieron las diferentes fuerzas y llegaron a un acuerdo común para implementar un mecanismo democrático para elegir al candidato. Dentro del espacio de maniobra que tenían, algunos abusaron de su poder, jugando con las fechas y desestimando argumentos convincentes.

Pero no hay que perder la perspectiva. Lo más importante, lo que no se logró en el Perú (reconocer la gravedad de la amenaza y luego idear un mecanismo para unir a las fuerzas democráticas contra esta amenaza), se logró en Venezuela. Ahora hay que dejar esta discusión atrás y mirar hacia adelante.

Enfrascarse en este debate, y despotricar ad nauseam contra la MUD porque no hizo exactamente lo que nosotros proponíamos, es asumir una actitud todavía más miope que la que asumieron los propulsores de las primarias 2012.

¿Se jodió otra vez el Perú?

Miércoles, 13 de abril de 2011

Entre cáncer terminal y sida

El Perú confronta el peor de los escenarios: una segunda vuelta entre Keiko Fujimori, hija del dictador que gobernó el país en la década de los 90, y Ollanta Humala, un ex militar nacionalista cuyo programa de gobierno está más cerca de Hugo Chávez que de Lula y amenaza con hundir al Perú en el mismo hoyo que lo hundió Velasco Alvarado a finales de los sesenta y principios de los setenta.

La decisión que confrontan los peruanos no podía ser más difícil.

Fujimori probablemente no representa una amenaza mayor en materia económica. Pero con ella podría volver a una posición de poder e influencia un criminal cuyo gobierno es directamente responsable, entre otras cosas, de asesinar a los estudiantes de La Cantuta, de masacrar a los vecinos de los Barrios Altos confundiéndolos con senderistas, de descuartizar a Mariella Barreto, de torturar al reportero Fabián Salazar y a Leonor La Rosa (esta última también fue violada), de falsificar milliones de firmas con propósitos electorales, de robarles canales de TV y estaciones de radio a Baruch Ivcher y Delgado Parker, y de acosar e intimidar al diario El Comercio y el Canal N por emitir información independiente, no dictada por Vladimiro Montesinos.

Humala, por su parte, representa también una amenaza autoritaria (yo diría más que Keiko) y la posibilidad de un giro en materia económica que podría arrimar al Perú hacia el desfiladero.

¿Cómo se llegó a esto?

En primer lugar, la división del voto del centro. Es falso, como dicen algunos, que el resultado refleje un profundo descontento con el modelo económico. Hay algo de eso, sin duda. El crecimiento económico sostenido del Perú no ha llegado a todo el mundo. Y la desigualdad, que siempre atiza el resentimiento social, ha aumentado (aunque un aumento menor en importancia que la reducción de pobreza y las mejoras en los índices de desarrollo humano). Pero los tres candidatos del centro alcanzaron sumados casi el 50 por ciento del voto (Humala sólo el 31). Y el programa económico de Keiko, que obtuvo 23 por ciento del voto, es continuista.

(Otros dos datos interesantes:

1) Si la explicación del triunfo de Humala es el descontento con el modelo económico, ¿qué explica el impresionante ascenso de Humala en las semanas previas a las elecciones? ¿A que muchos peruanos, de un día a otro, se desilusionaron con el modelo? Lo dudo.

2) Varias encuestas revelan que para los peruanos uno de los principales problemas es la inseguridad. Y esas mismas encuestas revelan que Humala es visto como el mejor candidato para solucionar este problema.)

El segundo factor que explica lo ocurrido es la crisis de partidos. Es cierto que se puede responsabilizar a Toledo, Kuczynski y Castañeda de no unirse para evitar esta catástrofe. Pero en cualquier país este tipo de comportamiento es inevitable (rara es la madurez que mostró la oposición venezolana forjando una plataforma unitaria en las legislativas del pasado septiembre). De haber un sistema sólido de partidos en el Perú, los tres candidatos del centro hubiesen probablemente resuelto sus problemas en primarias y los prospectos del país no fuesen ahora tan oscuros.

Próximamente:

  • ¿Por quién votaría yo si las elecciones peruanas fueran hoy?