La historia privada de Baltimore

Domingo, 20 de enero de 2012

Ando viajando y además trabajando así que no creo que pueda escribir mucho en los próximos días. Pero una reflexión rápida.

Algo loable de “The Wire” es el nivel de penetración de los vecindarios negros más pobres y desolados de Baltimore. Uno se pregunta cómo un escritor blanco, nacido y críado en Bethesda (un vecindario blanco y relativamente próspero de Maryland), puede escribir con tanta autoridad sobre este mundo.

Pues bien, no hay ningún misterio. Como reportero de crimen de The Baltimore Sun David Simon pasó más de una década explorando este mundo. No sólo eso. Antes de “The Wire,” David Simon ya había escrito y producido varios libros y documentales sobre los barrios pobres de Baltimore. “The Wire” es producto de unos veinte años de investigación.

De hecho, una cosa interesante de David Simon es que su ambición totalizadora no pareciera venir de leer “Guerra y paz” o “Conversación en La Catedral” o la Comedia Humana de Balzac y querer crear algo similar. Viene de su actividad reporteril.

En varias entrevistas Simon se ha quejado de su antiguo gremio, diciendo que la mayoría de los periodistas no hacen conexiones. Escriben una historia sobre cómo las drogas han diezmado un vecindario sin notar que la crisis del sistema educativo está al centro de esa historia; o que la historia esta incompleta sino se aborda el problema de las perversas inercias o incentivos de las burocracias municipales y federales.

La intención totalizadora de Simon no tiene en este sentido nada de “artística.” Nace de una frustración de su labor y experiencia como periodista. “The Wire” le permitió hacer esas conexiones que él sabía que se debían hacer para entender qué estaba pasando en Baltimore. En esto Simon se parece más a Tolstoi y Chéjov que a Nabokov y Joyce. Sus críticas a su gremio me recuerdan a las críticas de Chéjov al teatro de Ibsen (“en la vida no ocurre así”).

Ahora bien, ¿no es la ficción la manera más efectiva de hacer estas conexiones? ¿Alguien se imagina un reportaje o un ensayo o una investigación académica forjando tan efectivamente estas conexiones o contando, como decía Balzac, la “historia privada” de una ciudad o nación como lo hace Simon en “The Wire”?

En “El arte de la novela,” Milan Kundera dice que la novela debe hacer “lo que sólo la novela puede hacer.” Creo que el caso de David Simon, es decir, el caso de un reportero de crímen que logró a través de una ficción recrear un mundo que mediante su actividad periodística no había podido reflejar con toda su riqueza, complejidad y ambiguedad, ilustra muy bien hacia dónde estaba apuntando Kundera.

Dos tipos de caos

Miércoles, 16 de enero de 2012

De la novela “Esta gente” de Francisco Suniaga:

Las calles céntricas de Porlamar siempre fueron caóticas, ruidosas y hasta descuidadas, aunque había algo de plasticidad en el tumulto de otrora. Mirado en retrospectiva, el de antes era un caos que anunciaba una esperanza, o quien sabe, era una proyección; cada espacio margariteño, natural o humano, era un escenario de subjetividad hipertrofiada, pensó. Asimismo, creía que el caos de ahora tenía visos de derrumbe normativo, de un abandono total de las cosas, un desorden que le producía una sensación de pérdida casi física.

Derrumbe normativo. He pensado eso cuando visito Caracas. Mi mente automáticamente vincula el deterioro físico de la ciudad al derrumbe normativo. Edificios de clase media que se han deteriorado hasta parecer casi ranchos; viejas antenas parabólicas de las que brotan retoños verdes que parecen ir carcomiendo, como moho, la anacrónica estructura de metal; semáforos de adorno a los que ya nadie presta atención; ramas de árboles desbordándose hacia las avenidas casi tocando los techos de los carros; o pedazos de calle levantados por raíces como si la selva le estuviese ganándole la batalla a la civilización. Todo eso se me enreda en la mente con la situación política.

¿Proyección? Por supuesto. Pero no una que esté totalmente desvinculada de la realidad.

La responsabilidad de Capriles

Martes, 15 de enero de 2012

Mi estimado Juan Nagel divulgó un email de Ramón Muchacho explicando la lógica detrás de las declaraciones “suaves” de Capriles ante la postergación de la toma de posesión.

El problema es que el análisis, independientemente de su validez, excluye algo importante: el resto de la oposición. Porque si Capriles y Henri Falcón van por un lado y el resto de la oposición var por otro el mensaje se fragmenta y pierde su efectividad. El argumento de Muchacho se derrumba como un castillo de naipes. De hecho, ni siquiera Leopoldo López se montó esta vez en el autobús del progreso. Días después de la conferencia de prensa de Capriles dio unas declaraciones en las que claramente se desmarcó del enfoque light.

Ahora bien, ya he dicho que si Chávez se muere mañana Capriles es el mejor posicionado para ser el candidato de la oposición.

Pero un líder dirige, está a la cabeza de la fuerzas que lidera. Esto significa persuadir, convencer, cortejar, unir, mantener y fortalecer alianzas, buscar otras, detectar de qué fuerzas no puede prescindir. De lo contrario, su liderazgo se disuelve.

Se mueve el piso

Martes, 15 de enero de 2012

Hoy Nicolás Maduro dio una muestra increíble de vulnerabilidad y fragilidad, reaccionando ante la inteligente decisión de la oposición de abandonar la AN cuando el vicepresidente comenzó su Memoria y Cuenta.

Miren el video. Fíjense como el piso de su poder y su legitimidad comienza a resquebrajarse debajo de él y Maduro, desesperadamente, se agarra del liderazgo y autoridad de Chávez.

Vean bien, los que creen que para el chavismo sería fácil no hacer elecciones si Chávez se muere.

Más sobre las facciones

Martes, 15 de enero de 2013

Para cerrar de una vez este tema. Jon Chait lo dice sobre un tema totalmente distinto, pero esto más o menos resume lo que pienso de la habladuría sobre las facciones del chavismo:

The drone of right-thinking sentiment has certain distinct qualities. One is that it is, in almost the purest sense of the term, a meme — a way of looking at the world that individuals pass one to one another without a great deal of conscious thought, even though thoughtfulness, or the appearance of thoughtfulness, is one of the qualities the opinion imbues upon its proponents. They don’t engage with alternative analyses. They seem to have no idea that their own ideas even could be contested. They are merely performing the opinion journalism equivalent of wishing passersby a Merry Christmas.

Déjenme matizar un poco. Lo que me hizo citar a Chait son sobre todo las partes en negritas. La gente oye lo que escucha y lo repite sin pensar ni tratar de comprobar si lo que escucha es cierto. Pero ¿por qué ocurre esto?  Creo que en buena parte Francisco Toro tiene razón: para rellenar un vacío informativo. Hay que rellenar espacio, ¿no? En el chavismo existen fuertes divisiones, ¿no? Los incentivos, pues, para repetir lo que otros están diciendo sin pruebas convincentes son poderosos. Más cuando forjar un análisis alternativo requiere de mucho más trabajo.

The Economist, por cierto, demuestra que tampoco es tan difícil llenar espacio meramente con lo que sabemos:

The problem is that nobody else enjoys Mr Chávez’s unquestioned authority over the PSUV. Many chavistas are on the far left. Others, including many in the armed forces, are more pragmatic, or are opportunists; some of this group have made fortunes from government. Mr Maduro is an ardent admirer of Cuba’s Fidel Castro (as is Mr Chávez). Mr Cabello, who has influence in the army, is seen by the left as a closet right-winger and militarist. The PSUV’s inner circle also includes Rafael Ramírez, who runs PDVSA, the state oil monopoly which provides the regime with much of its revenue; Adan Chávez, the president’s elder brother who is an ultra-leftist; and Jorge Arreaza, the science minister and son-in-law of the president.

After a meeting of this group in Havana, Mr Maduro said that he and Mr Cabello had sworn a unity pact in the presence of Mr Chávez. Since the president is in no condition to chair meetings, some analysts speculated that Raúl Castro, Cuba’s president, may have done so. The Castros have a history of broking deals among competing factions of their leftist allies in the region. Both Mr Cabello and Mr Maduro deny that any such factions exist. But after Mr Cabello’s re-election as speaker, Mr Maduro stressed the importance of maintaining “military-civilian unity”.