Complejos coloniales

Miércoles, 15 de junio de 2011

El joven V.S. Naipaul

Ian Buruma y V.S. Naipaul son escritores que admiro mucho y que siempre leo con lápiz en mano. Así que es un lujo leer un ensayo de Buruma sobre Naipaul … enmarcado, además, en la excelente biografia de Naipaul escrita por Patrick French, otro talentoso escritor.

A continuación una pequeña muestra de este viejo ensayo publicado por The New York Review of Books  (traducción mía):

Incluso cuando era un niño, Naipaul quería distinguirse de sus compatriotas como un ser especial. Tenía miedo de ser contenido, atrapado por sus alrededores: la miseria de la vida comunal en una pequeña casa en Puerto España, el adormecido provincialismo de Trinidad….Estaba convencido, desde muy temprano, que para avanzar en el mundo y encontrar su lugar, se tenía que mudar. Una beca para estudiar en Oxford se lo permitió.

Atormentado por sus complejos de insuficiencia sexual, y su temor de ser visto como un inadaptado colonial, Naipaul fue miserable la mayor parte de su tiempo en Oxford. Pero no había vuelta atrás. Un encuentro con un viejo amigo de su escuela en Trinidad lo dejó fúrico: “Nunca me había dado cuenta de que mi amigo era tan feo, tan tosco, tan ordinario -frente pequeñita, cabeza cuadrada y gorda, labios gruesos, pelo ondulado peinado forzosamente hacia atrás.”

Peor aún, su amigo llevaba una chaqueta que Naipaul desaprobaba: “Llevar en Oxford una chaqueta del Caroni Cricket Club de Trinidad. Te pregunto -¿puedes concebir algo más estúpido?”

[Patrick] French, creo, da en el clavo interpretando esta reacción:

“La rabia desproporcionada, sin embargo, fue el resultado tanto de la apariencia de su amigo como de sus propias ideas. La rabia de Naipaul contra su amigo provino en parte de su visión del mundo, y su convicción de que su propio futuro estaba en el centro, no la periferia.”

Escape

Lunes, 13 de junio de 2011

Autora: Mirtha Rivero

Hablo con mi amiga Camila, y aún a través del teléfono, la siento apachurrada. Imagino lo que pasa. Tráfico, lluvias, inseguridad, el día a día cada vez más árido.

Desencantada, le digo, tratando de ponerme en su lugar. Amargada, me contesta. Este año por primera vez en los más de veinte que la conozco no sale de vacaciones. Y le duele. Toda la vida –soltera, casada, con hijos, divorciada, empleada, mal pagada, desempleada, vuelta emplear- he visto que, a comienzos de año, se pone a armar con esmero el viaje o la excursión que planea para finales del mes de agosto. Aún en los tiempos más difíciles, se había arreglado para embarcarse en una aventura que la llevara cuando menos a una posada en Yaracuy. “Diseñar” esos viajes, aunque fueran de diez días, la mantenía ocupada e ilusionada durante los primeros ocho meses del año; en los otros cuatro rememoraba las vacaciones idas, y pensaba en el próximo destino. Camila disfruta, como nadie, la tarea de hurgar listas de hostales, rutas, paseos, restaurantes, museos, atracciones… Siempre ha logrado montar -y montar para los suyos- un paquete vacacional mejor que el de cualquier agencia. Sin contar el gozo que le produce esa ocupación. No importa que fuera a Praga, Nueva York, el delta del Orinoco, Mérida o las playas de Morrocoy. Siempre había contado con esa ilusión en la vida… Hasta ahora.

En esta ocasión más pudo la realidad: con la situación económica y tres adolescentes en casa no puede darse el lujo de su ilusión anual.

Cuelgo, y con el ánimo en el piso, me pongo a trabajar. Tres horas después, Larissa –otra amiga- me pregunta por mensajitos de texto que cuándo vuelvo a Caracas. No resisto la tentación y la llamo para saber cómo anda. Larissa está felizmente casada, tiene un trabajo que le gusta y por el que le pagan bien. Conversando con ella no se puede eludir el tema del país, pero esta vez no espero que sea del primer asunto que me habla:

-Acabamos de hacer mercado y en cuatro cosas gastamos mil ochocientos bolívares. Y no compré carne, ni pescado, ni pollo. Lo peor es que el fin de semana gastamos ochocientos… ¿lo crees? Nosotros dos, nada más en comida desembolsamos ¡cuatro mil bolívares al mes!

Al terminar la conversación, que por un rato mantuvo ese tono, en vez de seguir trabajando, pienso en la menor de mis hermanas –la que me pidió toallas sanitarias mexicanas-. Es soltera, trabaja nueve horas diarias en su propia consulta, paga sus gastos, anda en un carro de hace diez años y no puede ahorrar. A pesar de eso, harta de que la vida se le angoste, hace tiempo decidió copar sus tarjetas de crédito e irse al exterior cada vez que hay chance. Porque cuando le sellan el pasaporte siente que ya empieza a vivir en otra parte, que respira.

Llena de impotencia, decido dejar de trabajar y escaparme a leer. Tomo una novela del mexicano Xavier Velasco: Puedo explicarlo todo (Alfaguara, 2010). Un conejo en la portada y una sinopsis que habla de un pillo que escribe un libro de autoayuda me llevan al primer párrafo:

“La pena y el cansancio también tienen sus límites. Uno recobra el ánimo o las energías al poco de temerse que no resiste más. Tocar fondo es también una forma de rebotar. Aligerarse. Enterarse que en lo hondo del agujero también soplan de pronto nuevos aires. Según quien lo inventó, la guillotina debe de producir en el ajusticiado una súbita sensación de frescura…”

Publicado ayer en el suplemento Día D del diario 2001.

Camuflado ventajismo

Viernes, 10 de junio de 2011

En una de sus recientes columnas de El Universal, Eugenio Martínez resalta unos datos interesantes del Instituto Nacional de Estadística sobre la creciente nomina estatal:

  • El porcentaje de empleados públicos es del 19,5 por ciento del total de la población activa. La nomina estatal ha crecido en un 36,2 por ciento en los últimos cuatro años.

(Para poner esta cifra en perspectiva me gustaría añadir un dato a los de Eugenio Martínez. Según el Departamento del Trabajo estadounidense, el gobierno emplea, sin contar a los militares, 1,8 millones de personas, un poquito más del 1 por ciento de la fuerza laboral del país. Es decir, con una fuerza labor casi 13 veces más grande el gobierno de Estados Unidos emplea alrededor de 600 mil personas menos que el gobierno de Venezuela).

  • Mientras el Estado crece el sector privado se reduce. Sólo el año pasado los empleos en el sector privado se redujeron en un 15 por ciento.
  • 33,7 por ciento de los nuevos empleos que se crearon en 2010 tienen su origen en la expansión del tamaño del Estado.

Con razón, Martínez dice que estas cifras son muy relevantes en el debate sobre el secreto del voto y las captahuellas. Si votar contra Chávez implica un riesgo de perder el empleo, mucha gente se va a abstener o votar por el presidente contra su voluntad.

Pero a mí me gustaría enfatizar otro aspecto que Martínez menciona, pero muy someramente.

El empleado público teme no sólo la retribución, sino también el cambio. Cualquier posibilidad de cambio de gobierno, especialmente cuando la alternativa es tan distinta, implica una amenaza de perder el trabajo. Al empleado público no se le escapa que reducciones a la nómina estatal (que incluyan, quizá, su propio empleo) son totalmente justificadas. Pero es difícil pedirle a alguien que apoye un esfuerzo modernizador del Estado que pone en riesgo su propia supervivencia, sobre todo si es bastante probable que este esfuerzo, a la larga, no prospere.

Si hubiesen más alternativas en el sector privado la situación no fuese tan grave. Pero, como señala Martínez, las oportunidades de empleo fuera del Estado son cada vez menores.

Y, si en el sector privado hay cada vez menos empleo, ¿no es mejor preservar el status quo para no arriesgar el pan?

Ganadores y perdedores de las elecciones en Perú

Miércoles, 8 de junio de 2011

En la elecciones presidenciales peruanas el triunfador fue obviamente Ollanta Humala y la perdedora Keiko Fujimori. Pero, apartando a los dos candidatos, ¿quién ganó y quién perdió el pasado domingo?

Ganadores

Alejandro Toledo. Humala avaló una intentona golpista en su contra en 2006. Poco antes de que se celebrara la primera vuelta en abril el ex presidente peruano y entonces candidato dijo que votar por Humala era un “salto al vacío.” Pero, convencido de que Humala era el mal menor, Toledo decidió apoyarlo públicamente días antes de la segunda vuelta. Estando la carrera tan reñida, su apoyo ha podido ser clave.

Mario Vargas Llosa. En la cúspide de su gloria literaria, el premio Nobel de literatura ha podido optar por el silencio y no apoyar a nadie para no ensuciar sin necesidad su inmaculada reputación. Pero este demócrata modelo decidió meterse en el barro y apoyar a un candidato sumamente cuestionable porque “en la democracia uno siempre tiene que elegir,” así sea el mal menor. A sus 75 años, el sartrecillo valiente sigue sumido en el debate público desatando a su alrededor adhesiones entusiastas o feroces abjuraciones, y encarnando la tesis del “compromiso” que lo hizo ganarse su sobrenombre de juventud.

Lula. Humala no sólo contrató efectivos asesores de campaña del Partido de los Trabajadores, también se arropó en el modelo de izquierda de Lula para distanciarse de Hugo Chávez. Y en sus esfuerzos por arrimarse hacia el centro, la derechista Keiko Fujimori también se declaró su admiradora. El brand de la izquierda vegeteriana atraviesa su mejor momento. El del ALBA su peor.

Perdedores

Los medios peruanos. La mayoría de los medios peruanos, comenzando con los del grupo El Comercio, se volcó contra la candidatura de Ollanta Humala. Periodistas fueron botados por no alinearse con Keiko y Vargas Llosa retiró en protesta su columna de El Comercio. En Peru 21 todos los días aparecía en portada una nueva denuncia contra Humala ligándolo al narcotráfico, Chávez, violaciones de derechos humanos, etc. Pero los peruanos, al parecer, no le creen mucho a los medios.

Alberto Fujimori. Con Humala en el poder, las posibilidades de que Fujimori salga de la cárcel son casi nulas, a pesar de que Humala ha dicho que podría indultarlo por razones humanitarias (Fujimori padece de una leucoplasia oral). Sus privilegios en la cárcel de la Diroes -cortesía del gobierno de Alan García- seguramente serán revocados. Si Keiko se lanza en 2016, ya su padre no podrá contribuir a la campaña desde la cárcel.

Alan García. Su apoyo a Keiko fue casi explícito. Y, al igual que lo hizo contra Toledo en la primera vuelta, el presidente saliente del Perú estuvo evidentemente involucrado en la campaña sucia contra Humala. Esta vez, sin embargo, el virtuosismo maquiavélico de este viejo zorro político falló. Eso sí: el contraste entre su primer y segundo gobierno lo coloca, también, en la lista de ganadores.

Una lección de realidad

Martes, 7 de junio de 2011

Autora: Mirtha Rivero

Almudena Grandes

Almudena Grandes, haciendo honor a su apellido, es grande, alta y usa tacones y leggings, lo que la hace ver más larga. Lleva el cabello cortado en capas, y su cara –delgada, de rasgos definidos- es idéntica a las fotos de las solapas de sus libros. La voz es también igual a la que deja destilar en sus novelas: segura, directa, clara.

-Yo soy narradora, y la narración es un solo género que tiene mucho más de dos formatos, es mucho más que novela y cuento.

Lo dijo de entrada cuando le tocó intervenir en un foro sobre los géneros literarios que se realizó en la Feria del Libro en Guadalajara, en diciembre pasado. Además de la novelista española, conformaron el panel una periodista y un poeta. La periodista dijo que era cronista y desde esa ventana veía al mundo, que la ficción nada le añadía a su trabajo; le bastaba la realidad. El poeta, para no meterse en honduras, exclamó “somos la lengua que amamos” y se fajó a leer poemas y más poemas, que la audiencia le pedía como le piden canciones a un cantante.

Cuando le tocó el turno a Almudena Grandes, ella, con un dominio y un aplomo que daba envidia –sin un papel en frente, aleccionó:

-Para mí, la narración es un solo género… Cada narrador, igual que los atletas, se especializan en una, dos o tres distancias. Yo soy narradora de fondo. Cuando escribo cuentos, escribo cuentos largos o novelas cortas; y cuando escribo novelas, escribo novelas largas. Y escribo novelas porque me duran más. Lo mío es contar, lo mío es inventar… Hoy en día parece que la ficción está desprestigiada. Dicen que es un género desfasado, que lo que hay que leer son análisis sesudos. No estoy de acuerdo. La ficción es buena para reflexionar sobre el mundo.

En ese instante, yo, que estaba entre el público, pensé que aún siendo periodista y no sabiendo escribir sino periodismo, no podría vivir sin la ficción: siempre tengo una novela en mi mesa de noche, y hay novelas que me han explicado la realidad muchísimo mejor que una crónica o un ensayo. Algunas están inspiradas en hechos, es verdad, pero sus personajes y tramas son, en mucho, inventados: “Boves, el Urogallo”, de Francisco Herrera Luque; “Las uvas de la ira” de John Steinbeck; “El bailarín del piso de arriba”, de Nicholas Shakespeare; “Sombras nada más”, de Sergio Ramírez; “Los informantes”, de Juan Gabriel Vásquez; “La voz dormida”, de Dulce Chacón; “Cartas Cruzadas”, de Darío Jaramillo Agudelo; “Inés y la alegría”, de Almudena Grandes.

La novela me envuelve, me abraza y me explica, me dije y salí del foro con esa reflexión olvidándome por completo de la primera idea que la escritora había expuesto:

-La narración es un solo género.

Y lo olvidé hasta hace una semana cuando una amiga mexicana me hizo llegar un texto que no es novela, ni ensayo, ni crónica pero me cuenta, me explica y me cubre con una cobija de realidad que pesa. Es un poema del venezolano Alberto Barrera Tyszka, se llama “Lección de costura”:

Toma una aguja con la punta de tus dedos. / Apriétala. / Una aguja puede ser el dedo de un erizo. / Calcula la distancia. / Observa el resplandor de su punta. / Una aguja es incendio vertical. / Tómala y súbela. / Llévala hasta tus labios. / Húndela. / Pincha. / Jala. / Empuja. / Estira. / Enreda. / Entierra. / Hasta que ya no queda nada. / Hasta que la sangre moje las palabras. / Vivo en un país donde / los presos se cosen la boca. /para que alguien los escuche. / Una aguja también es / un silencio / donde aúllan todos los metales.

Publicado el pasado domingo en el sumplemento Día D de 2001.

Próximamente:

  • Ganadores y perdedores de las elecciones en Perú.