Bizarra normalidad

Sabado, 15 de agosto de 2009

t_fiscal_169Aunque ha sido “por ahora” engavetado, el proyecto de Ley contra Delitos Mediáticos, presentado al Congreso por la Fiscal General Luisa Ortega Díaz, debe ser visto como una seria amenaza a la libertad de expresión en Venezuela. Las definiciones de “delito mediático” y “medio de comunicación” son tan amplias y poco específicas que acciones inofensivas podrían ser penalizadas. Cualquier denuncia podría ser interpretada como un atentado contra la paz social, el orden público o la salud mental. Cualquier crítica al gobierno podría ser vista como una acción para promover el odio, la hostilidad y la violencia. Incluso la omisión voluntaria de informaciones –que a veces es difícil de separar de la incompetencia y la flojera– podrían ser castigadas con varios años de cárcel.

En su discurso en la Asamblea Nacional la Fiscal General defendió el proyecto de ley citando la Constitución, leyes internacionales y una sentencia del Tribunal Supremo. Varias veces tuvo que hacer pausas porque los aplausos de los diputados al final de sus frases no la dejaban seguir. Sus argumentos eran rencorosos, vengativos, fanfarrones, repletos de sofismas y contrarios a los más elementales principios democráticos. Pero Ortega Díaz los esgrimió con naturalidad. La Fiscal General hablaba como si se tratara de cualquier debate legítimo de ideas, y no de una apasionada defensa de una ley totalitaria.

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El imperio según Hugo Chávez

Jueves, 13 de agosto de 2009

chavez chomsEn entrevista con El Tiempo de Colombia:

El Tiempo: ¿Hay algo, sobre la cooperación de Colombia con Estados Unidos, que el presidente Uribe le podría explicar y que permitiría descongelar las relaciones con Colombia? ¿Por ejemplo, como ha dicho el presidente Lula, que la cooperación se limitará al territorio colombiano?
Chávez: No se trata de lo que Uribe diga o no diga. Estamos hablando del imperio, y el imperio, una vez que se instala, hace lo que le da la gana. Ni siquiera Uribe va a tener control de las acciones que las tropas del imperio desarrollen, incluso con tropas colombianas.

En entrevista con Vicky Dávila de RCN:

Chávez: ¿Quién va a creer el cuento de que en esas bases militares los militares colombianos son los que van a comandar a los militares yanquis?
Dávila: ¿Usted eso no lo cree?
Chávez: Eso es mentira. Estados Unidos no acepta eso, ni siquiera en las misiones de cascos azules. Es el imperio. Ellos van a ser ahí lo que les venga en gana…

En estas dos entrevistas Chávez demuestra que su problema con Estados Unidos no es tanto lo que hace o no hace (o lo que podría hacer), sino lo que es. El problema con el imperio es su esencia o lo que él piensa que es su esencia. El imperio, por definición, no acepta órdenes de nadie. El imperio, por definición, hace siempre “lo que le venga en gana.” Negar esto es tan irracional como decir que el azul es rojo o que un perro es una vaca.

Es el imperio.

Por lo menos en una ocasión sus palabras son transparentes.

¿Quién perdió en Unasur?

Martes, 11 de agosto de 2009

manuel_zelayaHugo Chávez propuso a Colombia que se retirara de Unasur y acusó al presidente Uribe de actuar en contra de la unidad sudamericana. Evo Morales afirmó que es obligación de Unasur “salvar al pueblo colombiano de los militares norteamericanos.” La presidenta argentina consideró que se está creando un “estado de beligerancia inédito e inaceptable.” Lula dijo que el asunto se debía tratar “al más alto nivel.” El canciller chileno dijo que había un “interesante consenso” para discutir el tema en la próxima cumbre de cancilleres.

Sin embargo, el gran perdedor de la cumbre no fue Uribe, sino el presidente depuesto de Honduras, Manuel Mel Zelaya. El tema de la crisis hondureña fue desplazado a un lejano segundo lugar por la escaramuza en torno al acuerdo militar entre Estados Unidos y Colombia que permite a militares norteamericanos utilizar siete bases colombianas.

¿Será todo una conspiración de la CIA y los paramilitares colombianos para desviar la atención internacional?

¿Sanciones económicas para Honduras?

Lunes, 10 de agosto de 2009

castañeda 5En un artículo publicado en El País de España el ex canciller e intelectual mexicano Jorge Castañeda hace dos observaciones interesantes sobre la crisis en Honduras.

En primer lugar, Castañeda señala que el argumento de que un gobierno de facto no puede organizar elecciones legítimas es absurdo. Castañeda cita las transiciones democráticas en España (1977), Chile (1989), Polonia (1989) y Sur Afríca (1994) para ilustrar su punto. Yo añadiría la siguiente pregunta: si Raúl Castro decide celebrar elecciones presidenciales libres en noviembre, ¿a quién en su sano juicio se le ocurriría decir que las elecciones no son legítimas?

En segundo lugar, Castañeda señala que no es necesariamente hipócrita proponer sanciones económicas fuertes para Honduras y al mismo tiempo oponerse al embargo estadounidense a Cuba, pues en el caso hondureño -a diferencia del cubano- las sanciones podrían dar resultados. Sin embargo, Castañeda dice que las sanciones sólo serían admisibles “si se establecen líneas directrices muy claras en cuanto a su duración, su aplicación a otros casos, y el compromiso muy firme…de recurrir a medidas semejantes en situación semejantes.”

En esto también concuerdo con Castañeda, aunque creo que hace falta hacer una acotación. Las sanciones, de ser aplicadas, deberían ser levantadas apenas se celebren las elecciones en noviembre. Esto significa que el gobierno de facto sólo tiene que soportar tres meses (probablemente menos) la presión de las sanciones. Existiendo esta posibilidad real de que las sanciones no funcionen, ¿tiene sentido aplicarlas y darle ese golpe a la economía hondureña?

El tiempo corre, y cuanto más tiempo transcurra, menos sentido tiene aplicarlas porque más aumentan las posibilidades de que el único efecto que tengan sea emprobrecer un país ya de por sí pobre.

La rebeldía de Lina Ron

Jueves, 6 de agosto de 2009

En realidad Hugo Chávez no desaprueba los ataques violentos de Lina Ron y La Piedrita. Así como ahora se pronunció en contra del ataque a Globovisión (en el que probablemente participaron miembros de La Piedrita), muchas veces ha avalado con su silencio (si no promovido y ordenado) las acciones violentas perpetradas por sus seguidores. A Chávez no lo molestan los ataques violentos en sí, sino el timing de estas acciones, que él decide arbitrariamente si es bueno o malo.

Esta arbitrariedad con que el presidente aprueba o condena estos actos no es nueva y ya ha sido señalada por muchos. Un tema menos discutido es la manera cómo Lina Ron, Valentín Santana y muchos otros supuestos rebeldes se someten a los aletazos de humor del presidente. Si Chávez decide avalar con su silencio un ataque, ellos se enorgullecen de su pequeño aporte a la revolución. Si Chávez decide que el ataque “le da armas al adversario,” ellos aceptan cabizbajos el regaño e incluso se presentan ante los tribunales para ser castigados.

A Lina Ron le gusta definirse como una revolucionaria rebelde, radical, guerrera, que está dispuesta a morir por sus ideales. Pero debajo de ese dura expresión, debajo de esas camisas del Che Guevara y del discurso altisonante, se embosca un espíritu sumiso y sumamente conservador, que se somete a la voluntad del presidente como otros se someten a la autoridad de los reyes o los Papas.