Empoderar no es lo mismo que empoderar

Domingo, 17 de marzo de 2013

Cuando se lo sugiero, puedo sentir la irritación en su voz. Y en gran parte el padre Moreno tiene razón: el empoderamiento de los Consejos Comunales no es real. No tienen poder real en el sentido que dependen totalmente de la voluntad del funcionario que asigna los recursos. Por eso los CC con buenos contactos con el gobierno siempre consiguen más recursos que los que no tienen contactos.

Sin embargo, eso no quiere decir que la sensación de empoderamiento no es en muchos casos real. El concepto de los CC han motivado a muchas comunidades a organizarse, identificar sus problemas y ejercer presión para que las autoridades los resuelvan o les otorguen recursos para resolverlos ellos mismos. Y, como el gobierno ha contado con tantos recursos, una cantidad considerable de dinero ha llegado a los CC.

Federico Ortega, quien por cierto ha escrito con inteligencia y conocimiento sobre temas que he estado asomando en este blog, me contó una anécdota que se relaciona a todo esto.

Antes de unas elecciones un gobernador de x estado invirtió una cantidad enorme de recursos en un municipio, haciendo toda clase de obras. Pero luego el gobernador perdió en ese municipio. ¿Por qué? Porque las obras fueron hechas sin participación de la comunidad organizada. Quizá la poca interacción llevó al gobernador a hacer cosas que no eran prioritarias. Pero Ortega piensa que esta anécdota también dice mucho sobre el valor de hacer sentir empoderada a una comunidad; hacerla sentir que está involucrada en la solución de sus problemas.

Cada vez que un CC recibe recursos para resolver un problema, si estos recursos de verdad son aprovechados para resolver el problema, los miembros de la comunidad se sienten empoderados. Y esto no quiere decir que el padre Moreno esté equivocado.

MacroAlba

Domingo, 17 de marzo de 2013

Ya lo había escuchado, pero el economista Omar Zambrano el otro día me lo recordó. Miren esta comparación de desempeño macroeconómico. Miren a Bolivia y Ecuador muy por encima de la media regional. Y miren a Venezuela:

Los militares salen del clóset

Domingo, 17 de marzo de 2013

Alberto Barrera es un tremebundo escritor, además de ser el autor de uno de los más penetrantes libros sobre Chávez. Hoy en El Nacional describe muy bien lo que está ocurriendo en Venezuela:

La experiencia de ciudadanía está cada vez más arrinconada. Al Estado eclesial no le interesa el discernimiento cívico sino la devoción. Tanto que cualquier mínima duda sobre la divinidad de Chávez es ahora considerada, de manera instantánea, una ofensa, un sacrilegio. No se lo ocurra a usted sacar a pasear una inquietud. No se arriesgue. No pregunte. El Gobierno, desde muy temprano, ha impuesto sobre la muerte del presidente una condición de obligatoriedad religiosa. En el fondo, más que un duelo, estamos en la construcción de una idolatría. La nueva misión del PSUV es perseguir herejes.

Se trata de una diferencia importante. Una cosa es el respeto ante la muerte, ante el dolor, ante la figura del presidente, y otra cosa muy distinta es creer, aceptar y promover a Hugo Chávez, con su difícil enfermedad y su fallecimiento, como un sacramento celestial, como una nueva deidad a la que todos los venezolanos tenemos el deber de venerar ciegamente. El oficialismo está empeñado en mezclar estos dos ámbitos. El Gobierno confunde respeto con sometimiento. Pretende que la popularidad de Chávez se convierta en un instrumento de control, incluso de censura. Si no lo aceptas como redentor, nos ofendes y te conviertes en un miserable apóstata.

He estado pensando que la muerte de Chávez abrió un espacio que el alto mando de la Fuerza Armada ha aprovechado para, por fin, fundir totalmente sus palabras con sus convicciones. Desde hace tiempo sabemos que, en efecto, son chavistas. Pero la muerte de Chávez les ha permitido salir del clóset y declarar ante el mundo lo que son, con obscena desfachatez.

Pero Barrera lo describe mejor. Con la muerte de Chávez ahora tenemos algo parecido a un Estado eclesial y, como en cualquier religión, cualquier cuestionamiento a la divinidad es considerada un sacrilegio. Para un militar apegarse en este momento a la Constitución es simplemente un acto que choca con el respeto al presidente muerto. Y el gobierno, como dice Barrera, ha confundido con suma destreza el respeto que merece cualquier fallecido con la aceptación y promoción de Hugo Chávez como el nuevo Dios de un Estado que se rige más por la devoción religiosa que por el orden legal, razón por la cual la ley que exige la despolitización de la FAN está siendo tan descaradamente ignorada, de una manera más desembarazada que antes.

Quien se digne a criticar lo que hace la Fuerza Armada (incluyendo los propios militares) puede ser señalado como una persona insensible ante el dolor ajeno y un hereje que irrespeta a la nueva deidad, dos cosas diferentes que el gobierno ha fundido en una sola.

Y esa mezcla de conceptos es precisamente el espacio que los altos mandos militares han aprovechado para salir del clóset.

El fanatismo del centro

Domingo, 17 de marzo de 2013

Capriles dudando sobre la fecha del fallecimiento de Chávez; Maduro diciendo que a Chávez le inocularon el cáncer. Para David Smilde y Hugo Pérez Hernáiz de WOLA la oposición y el gobierno tienen una debilidad por las teorías de conspiración:

Chávez was poisoned by dark forces that wanted to get rid of him…The cancer that the comandante was suffering from, time will reveal, broke with all of the regular characteristics of the illness… Everything indicates that they were able to affect his health with the most advanced techniquesNicolás Maduro, Monday, March 11, 2013

Everything has been coldly calculated…For weeks spokespersons came out saying they had had work meetings for five hours…You Nicolás, I know you´re watching, were capable of playing with the hopes of the people. Who knows when the President died. You had everything arrangedHenrique Capriles, Sunday, March 10, /2013

Venezuelan’s have become used to conspiracy theories in recent years, both form the government and the opposition. Conspiracy rhetoric formed a big part of Hugo Chávez’s political discourse, with frequent denunciations of plots to assassinate him and of foreign and local enemies working to sabotage the revolution. Evidence to support these denunciations was almost never made public. However, they served the purpose of centering public opinion on a threatening “enemy,” against which constant vigilance and mobilizations were necessary on the part of Chávez supporters.

Conspiracy theories have formed an important part of the opposition’s discourse as well. From evidence-free accusations of electoral fraud, to charges that Venezuela is actually controlled by the Castros, to widespread rumors in the last months that Chávez was not actually ill but only plotting to comeback to Venezuela fully recovered.

Paul Krugman llama esto el “fanatismo del centro.” Gente que genuinamente quiere verse a sí misma como equilibrada y moderada, capaz ver virtud y error en ambos lados del espectro político, y eso los lleva a asignar cuotas similares de culpa en cada lado incluso cuando un lado es más culpable que el otro.

Chávez denunció más de 50 planes para asesinarlo; responsabilizó a EEUU de causar el terremoto en Haití; acusó a Holanda de querer invadir Venezuela; dijo que el capitalismo había acabado con la vida en Marte; e insinuó que el imperio podría haber “desarrollado una tecnología” para inocular cáncer a cinco líderes de izquierda de la región, incluyéndolo a él.

Pero Capriles, para Smilde y Pérez, cae en lo mismo cuando el vacío informativo, la incertidumbre, la opacidad, y las evidentes mentiras y contradicciones en las declaraciones del oficialismo sobre la salud de Chávez lo llevaron, como a cualquier persona racional, a poner en duda la fecha del fallecimiento del presidente.

No digo que la oposición no haya sucumbido ante el efluvio pérfido de ciertas teorías conspirativas. Pero ¿insinuar que un lado está tan loco como el otro?

H/T: Henriette Kuhn.

Progreso en perspectiva

Viernes, 15 de marzo de 2013

Esto a cada rato lo recuerdan los economistas pero no me importa volver a repetirlo. Nuestro PIB per capita siempre ha sido alto en comparación al resto de la región. Pero mientras el resto de América Latina avanza nosotros estamos prácticamente en el mismo lugar, al punto que ya el resto está tocándonos los talones:

Y ese pico a partir de 2003, por cierto, es engañoso, considerando que entre 2002 y 2007 los precios del petróleo se quintuplicaron. Desde 2007 nos quedamos totalmente estancados mientras el promedio regional sigue creciendo: