Sobre el pesimismo de The Wire

Viernes, 17 de mayo de 2013

Como ya he dicho, The Wire es una monumental obra de ficción cuya ambición totalizadora calza mejor con la novela del siglo XIX que con las series televisivas de siglo XXI.

¿Tengo alguna crítica?

Sí, pero no se si es propiamente una crítica a esta magnífica serie, sino a la visión terriblemente pesimista que tienen los autores sobre su país.

Vargas Llosa tocó este tema en el elogioso artículo que le dedicó a la serie:

Quisiera terminar con una crítica a la visión de la sociedad norteamericana de esta serie televisiva magistral: su existencia y el hecho de que haya sido difundida por HBO es el desmentido más flagrante a su desesperanza y a su sombría convicción de que no hay redención posible para Baltimore ni para el país que cobija a esa ciudad. Que se pueda decir lo que ella dice a los televidentes de esa manera tan eficaz y convincente es la prueba mejor de que aquellos dioses indiferentes no son omnipotentes, que, al igual que sus antecesores griegos, adolecen de vulnerabilidad y pueden ser a veces derrotados por esos humanos a los que zarandean y confunden.

Déjenme abordar esto desde otro ángulo. Entre muchas otras cosas, The Wire retrata persuasivamente la disfuncionalidad burocrática de la policía en Baltimore.

Los autores de The Wire parecen preguntarse en cada escena cómo un departamento policial puede ser tan disfuncional.

Un espectador venezolano podría, con autoridad, voltear la pregunta: ¿Cómo es posible que la policía de Baltimore funcione relativamente bien? ¿Y cómo es posible que el sistema judicial también funcione relativamente bien y con independencia? ¿Y por qué la corrupción en el puerto no es un ápice de la corrupción que corroe otros puertos en América Latina, incluyendo Puerto Cabello?

No es que las instituciones de Baltimore sean dechados de virtudes, porque no lo son. Pero al lado de Venezuela y la mayoría de los países de América Latina esta ciudad plagada de problemas retratada en The Wire parece Suiza. A pesar de los graves defectos de sus tribunales, policías, escuelas, puertos y cárceles.

Algo se ha hecho bien.

Trágico desfase

Viernes, 17 de marzo de 2013

¿Cuál es el nivel de autocensura de medios importantes como Venevisión, Televén y Unión Radio? No he visto un estudio sobre el tema, pero me gustaría verlo.

Porque es cierto que los medios públicos tienen una audiencia mucho menor a la de los medios privados. Según algunos cálculos, 6% es el promedio de la audiencia de los medios públicos en los últimos cinco años, más de 10 veces menos que el 69% de los medios privados.

Mi impresión es que la autocensura de medios como Venevisión y Televén es como un resorte que se estira y se encoge dependiendo de las circunstancias. Antes de las elecciones quizá le dieron más cobertura y entrevistas a la oposición (lo cual explicaría los regaños del gobierno). Y quizá esa mayor cobertura -si se la dieron- ayudó a que los venezolanos escucharan a Capriles en las últimas semanas de la campaña y se decidieran a su favor.

Adonde quiero llegar con esto es que cuando evaluamos la conducta de Venevisión y Televén hay un trágico desfase entre lo correcto/admirable y lo potencialmente útil; un perfecto ejemplo de la tensión entre la espinosa división de Weber entre la moral de la convicción y la moral de la responsabilidad.

Si Venevisión y Televén hubiesen adoptado una actitud diferente ante el gobierno, defendiendo sus principios y convicciones con la admirable firmeza con que lo han hecho RCTV y Globovisión, quizá no seguirían en el aire. En su lugar habrían canales como TVES.

Pero ¿habría sido esto mejor para la oposición?

Si están al aire, estos medios pueden estirar el resorte en momentos claves y con su amplísima audiencia ayudar a nivelar el terreno electoral. Si no están al aire, no pueden hacer nada. Este es más o menos el argumento que han utilizado muchos en el debate sobre la permanencia de Google en China.

A mi este pragmatismo extremo de los defensores de Venevisión me incomoda mucho, debo decir. Porque sería más bonito que hacer lo incorrecto no le trajera beneficios a los buenos de la película.

Racista, ¿moi?

Miércoles, 15 de mayo de 2013

The Washington Post divulgó un mapa de tolerancia racial. Los números indican el porcentaje de personas de un país que respondería “gente de otra raza” frente a la pregunta a quién no le gustaría tener como vecino.

De los países medidos Venezuela es el peor del hemisferio.

Dos titulares

Martes, 14 de mayo de 2013

Efe, 14 de mayo: La inversión extranjera en A.Latina alcanzó un récord de 173.361 millones de dólares en 2012.

El Universal, 14 de mayo: Caída de 15% de inversión extranjera en Venezuela en 2012.

La fuente de los dos titulares: Cepal.

Nacionalizar estrangulando

Lunes, 13 de mayo de 2013

Una última observación sobre la entrevista a Augusto López-Claros del Banco Mundial, ahora disponible en la página web de Efecto Naím.

2600 horas anuales le toma a las empresas brasileñas lidiar con el sistema tributario, 10 veces más que el promedio mundial. Para mí este número es francamente difícil de creer, pero dudo que López-Claros esté mintiendo.

Esto me recuerda una cena en Brasil.

Mi esposa es consultora y viaja mucho a Rio de Janeiro. Una vez me fui con ella y la acompañé a una comida con varios empresarios europeos y estadounidenses. Refiriéndose a la maraña burocrática brasileña y a una empresa que acababa de suspender sus operaciones en el país, uno de ellos dijo que lo que ocurría en Brasil era “nationalization by strangulation.”

Es decir, el gobierno no nacionaliza empresas pero las trabas burocráticas son tales que al final del día el resultado es el mismo. Las empresas tienen que dejar de operar en el país.

Y no olviden: nosotros estamos en otra liga. Brasil está en el puesto 130 en el “Doing Business.” Venezuela está en el 180, a cinco puestos del último lugar.