El premio Saramago

Domingo, 3 de julio de 2011

Por un tiempo respeté a Noam Chomsky. Era el respeto del ignorante, del que se deja seducir por el brillo de argumentos que disfrazan su vacuidad con una aparente (y a primera vista abrumadora e intimidante) erudición.

No me daba cuenta que Chomsky puede ser un mago camuflando su ignorancia, aparentando conocer a fondo temas que no conoce. Quienes no saben de qué está hablando quedan siempre muy impresionados. Pero quienes conocen bien detectan ese barniz de erudición que disimula una incapacitante falta de familiaridad con el objeto de sus reflexiones, una “experticie” vistosa, pero muy llana, que lo puede llevar a esgrimir argumentos que están casi totalmente desconectados de la realidad.

En ocasiones Chomsky -así como otros miembros distinguidos de eso que en Estados Unidos llaman “the looney left”- me han hecho recordar a Jacques Derrida y otros desconstruccionistas, que se empeñaban en definir a la literatura como una mera sucesión o archipiélago de textos autónomos, impermeabilizados, sin contacto alguno con la realidad exterior y por lo tanto inmunes a toda interrelación con el desenvolvimiento de la sociedad. No comparto esa definición; para mí la literatura es algo más que eso. Pero algunos textos de Chomsky me hacen pensar que hay un lugar para las acrobacias teóricas de los desconstruccionistas.

Chomsky, claro, sabe más de algunos temas que otros. Su contribución a la linguística no es sólo real, sino notable.

Pero en otros campos -Latinoamérica, por ejemplo- Chomsky es un charlatán que nadie se toma en serio.

Y no tienen que creerme a mí, sino sólo escucharlo a él.

The New York Times informa hoy que Chomsky acaba de pedirle a Hugo Chávez que liberé de su arresto domiciliario a la juez Afiuni, que como Chávez tiene cáncer.

“Ha sido maltratada; de eso no queda duda,” dice Chomsky. Y a eso añade que la “fragilidad de las acusaciones” y la enfermedad deben impulsar su liberación.

La jueza Afiuni.

El caso más conocido de violación de derechos humanos en Venezuela de los últimos años. Reseñado por todos los diarios y medios importantes del mundo, denunciado por docenas de organizaciones defensoras de los derechos humanos. Y a Chomsky, quien no ha sido tímido expresando sus opiniones sobre Venezuela, que ha aceptado premios de Hugo Chávez y ha firmado cartas denunciando las agresiones de Human Rights Watch contra el gobierno bolivariano, le toma casi dos años enterarse de la gravedad de los abusos contra la jueza.

A este paso, Chomsky seguro se enterará en 2014 de la lista Tascón. Y el 2016 de lo que ocurrió en Los Semerucos. Y en 2017 quizá se entera de los despidos masivos de PDVSA y de algo que se llama Plan Ávila.

Con suerte, logrará la hazaña de José Saramago – quien tuvo la suerte de vivir casi 90 años para darse cuenta, poco antes de morir, y después de medio siglo de dictadura castrista, que los cubanos no vivían en democracia.

El riesgo de inestabilidad

Viernes, 1 de julio de 2011

No tenemos aún detalles del cáncer y es probable que no saque a Chávez del juego político. Pero también es probable que sí. El hombre que habló ayer fue uno que, claramente, se siente todavía muy vulnerable.

Si el cancer está ya en etapa avanzada (algo que, aclaro, no le deseo a Chávez ni a nadie), el riesgo de inestabilidad política es alto. Ahí están las declaraciones de Adán Chávez, que hizo ya consciente de los problemas de salud de su hermano. Estas declaraciones revelan, sí, su talante antidemocrático. Pero revelan más aún un instinto de supervivencia. Mucho chavistas saben que sin Chávez pueden caer presos o pasar el resto de su vida en el exilio. Y esto es un poderoso incentivo para no soltar el poder, cueste lo que cueste. ¿Y no es perfectamente factible un masivo fraude electoral cuando Adán Chávez, sin esperar siquierar a que estos riesgos comenzaran a tomar forma, habló ya de recurrir a la lucha armada para asegurar la continuidad la revolución?

Sea cual sea el escenario, la oposición debe comenzar a tender puentes con los sectores más moderados del chavismo o al menos con los sectores más racionales (así esto suene como un oximorón). Si la bandera del chavismo la toma gente como Elías Jaua, Adán Chávez, Tarek El Aissami y Rangel Silva, la transición podría ser caótica.

Otra cosa importante es que la oposición no sacrifique la unidad. La enfermedad de Chávez podría darle un impulso al chavismo en las encuestas y nada ha contribuido tanto a la unidad opositora como Chávez mismo. En sus lineamientos fundamentales la estrategia de la oposición -unidad, primarias, lucha para recuperar y defender espacios institucionales- ha sido la correcta. Ahora no es el momento de desviarse.

Sobre el discurso de Chávez

Viernes, 1 de julio de 2011

Del discurso de ayer de Chávez, estos dos párrafos llaman la atención:

En este instante recuerdo el 4 de febrero de aquel estruendoso año 1992. Aquel día no tuve más remedio que hablarle a Venezuela desde mi ocaso, desde un camino que yo sentía me arrastraba hacia un abismo insondable. Como desde una oscura caverna de mi alma brotó el “por ahora” y luego me hundí.

También llegan a mi memoria ahora mismo aquellas aciagas horas del 11 de abril de 2002. Entonces también le envié a mi amado pueblo venezolano aquel mensaje, escrito desde la Base Naval de Turiamo, donde estaba prisionero, Presidente derrocado y prisionero. Fue como un canto de dolor, lanzado desde el fondo de otro abismo, que sentía me tragaba en su garganta y me hundía y me hundía.

Son dos párrafos poderosos. En primer lugar por el tono de confesión. En esta nueva versión del 4 de febrero el “por ahora” no suena como un grito triunfal, anuncio de victorias futuras y muestra de una voluntad aguerrida dispuesta a capear cualquier tempestad. Más bien como un grito de ahogado, un murmullo que casi no tuvo fuerzas de pronunciar porque la oscuridad ya se lo estaba tragando.

En segundo lugar porque es una admisión de su actual estado anímico y de que la amenaza del cáncer sigue latente. Este “sentirse en un abismo” podría explicar la comprensible vaguedad de sus explicaciones y la timidez con que proclama el triunfo de las intervenciones. Para cualquier persona, es difícil discurrir sobre las circunstancias que amenazan su vida.

Una última observación. Impacta ver a Chávez, una vez más, vulnerable y empequeñecido. No puedo sino recordar a Pompeyo Márquez, hace como dos años, alertando a los chavistas, desde la poltrona de sus noventa años, que “nadie es eterno…yo he vivido ya demasiado…ustedes actúan como si todo esto fuera a durar para siempre, pero un día todo esto se va a esfumar. Y, créanme, ese momento llega más rápido de lo que uno piensa.”

 

El caso de Calixto

Viernes, 1 de julio de 2011

Calixto Ortega

¿Hasta dónde las circunstancias pueden corromper a un hombre? ¿Hay chavistas cuya predisposición hacia la maldad es tan débil que en otros país, con una cultura democrática más sólida e instituciones más fuertes, hubiesen sido ciudadanos relativamente decentes? ¿Es difícil, por ejemplo, imaginarse a Calixto Ortega cayendo tan bajo como ha caído si en vez de Venezuela le hubiese tocado legislar en el parlamento inglés, donde las instituciones seguramente hubiesen embridado sus peores instintos -instintos, por lo demás, que no son peores que los de cualquier ciudadano promedio?

Esto es una de las tragedias de Venezuela y de los muchos otros países que han sufrido o sufren régimenes autoritarios. Gente relativamente decente que las circunstancias vuelven indecentes y muchas veces hasta corruptos y delincuentes.

Y no habló de los Tarek El Aissami o los Freddy Bernal o los José Vicente Rángel. Hablo de gente como Calixto Ortega. Gente menos mala que moralmente débil e insegura; menos oportunista y arribista que dependiente y sumisa.

En otro país, bajo otras circunstancias, Calixto ha podido llevar un vida relativamente digna y honesta. Pero en el mundo en el que se desenvuelve, que tiene sus propios códigos y normas, sus propios perversos incentivos, sus propios castigos y retorcidos mecanismos de ascenso, Calixto se ha desplazado, ha sido desplazado, al extremo opuesto de la decencia.

Más tarde:

  • Mi comentario sobre el discurso de Hugo Chávez admitiendo que tiene cáncer.

Teorías sobre la ausencia física de Chávez

Miércoles, 29 de junio de 2011

Autor invitado: Alfredo Tarre Vivas

El Inca Valero

Teoría galena: Desde hace meses el presidente Chávez viene presentando muestras de deterioro físico. Las gripes, la rodilla mala, el supuesto abceso, la obesidad, la cancelación de giras, reuniones, cadenas. En fin, el ritmo de vida parece haber golpeado la integridad física del presidente (lástima que el deterioro mental, igual de evidente, sea mucho más difícil de probar). La teoría galena tiene dos ramificaciones. La primera es que se va a morir. Tiene cáncer, ha presentado metástasis y le queda poco. La segunda es la oficial, una acumulación de pus en el recto que le ha causado comprensibles incomodidades, sobre todo al sentarse, pero que es un simple achaque pasajero. Pronto Chávez volverá a tomar otra vez las riendas de la revolución. Y el recibimiento será apoteósico.

Teoría del regreso triunfal: Para mí la teoría más plausible. El presidente tuvo una enfermedad grave, pero ya está en franca recuperación. El silencio tiene como finalidad la generación de rumores de todo tipo que le darán la posibilidad a él mismo de desmentir con su acostumbrada grandilocuencia. Imaginémoslo:

“El imperio quiso matar a Chávez, ¡pero Chávez sigue aquí! ¡Vivito y coleando! Ya escucharon a los medios de la oligarquía…a la canalla mediática. ¡Me querían ver muerto! Mentalmente ¡me asesinaron! Es enfermizo. Los escuálidos están enfermos. Están podridos. Tienen la mente podrida. ¡No volverán! ¡Mentirosos! ¡Magnicidas! ¡Aquí hay Chávez pa’ rato! ”

Anoche, soñando que Chávez daba este discurso el 5 de julio, me desperté sudando.

Teoría Gadafi (también conocida como la teoría Berlusconi): Sabiendo que se le viene encima un año increíblemente exigente y de infinita exposición pública, Chávez quiere hacerse un retoque para dejar de ser la morsa en la que se ha convertido. El pelo negro azabache sobre la frente arrugada, y el chaleco antibalas cuya verdadera función es hacer de faja, ya no engañan a nadie. Ese hombre al que Naomi Campbell llamó un “toro” quiere volver a rugir. Por eso decidió copiar la receta rejuvenecedora de dos de sus más queridos (y grotescos) amigos: Silvio y Gadafi.

Teoría de la venganza del Inca Valero: En toda la historia carcelaria hay un hecho que difícilmente es aceptado sin debate por la opinión pública, y ése es el del suicidio de un preso. En cualquier plaza de Venezuela se puede escuchar “en la cárcel no se suicida nadie.” Pues bien, era obvio que cuando un desquiciado amigo del presidente pasa semanas inhalando coca en el cuarto de un hotel y, luego de matar brutalmente a su joven y bella novia, se “suicida” en la cárcel, el pueblo tuviera sus dudas. El rumor de que lo habían matado comenzó a circular inmediatamente, incluso lo propagaron fuentes cercanas a la familia. Pero la historia no queda ahí, el rumor de ahora es que el Inca quiere venganza, se quiere llevar a nuestro comandante por haberle traicionado. En Cuba estaría negociando con el Inca un conocido babalao que haría de juez de paz entre el presidente y el boxeador, otrora entrañables amigos.

Teoría del clon (también conocida como la teoría Fidel necesita a un amigo): Se ha llegado a especular que los diez o doce días anunciados para el regreso del presidente, son los días que necesita la inigualable medicina cubana para clonar al presidente Chávez antes de anunciar su muerte que en realidad ocurrió hace mucho tiempo. Fidel, dice la fuente, no quiere quedarse solo.