Por qué Bolaño leía tanto (o cómo combatir los malos hábitos)

Domingo, 18 de marzo de 2012

¿Cómo hacía Bolaño para leer tanto?

Leyendo de a puñitos la obra entera de Bolaño me he dado cuenta que muchos de sus personajes agarran un libro cuando están tristes o deprimidos o aburridos o molestos. Y lo hacen de una manera casi irreflexiva, como muchos de nosotros revisamos a cada rato nuestro correo electrónico en el teléfono así lo hayamos revisado diez minutos antes.

Creo que esto nos da una pista sobre los hábitos del autor.

Miren este gráfico:

Por un reportaje televisivo que estoy escribiendo, he estado leyendo mucho sobre economía y psicología conductual (behavioral sciences en inglés). Y algunos de los hallazgos de esta rama de investigación deberían ser más discutidos por el público general.

La imagen arriba muestra el loop de los hábitos. La mayoría de nuestros hábitos obedecen a esta lógica. El disparador, la rutina (la práctica del hábito) y la recompensa por la rutina.

En los alcohólicos el disparador puede ser sentirse triste; la rutina es beber; y la recompensa en sentirse bien un rato y olvidarse de los problemas.

En los donjuanes el disparador puede ser ver una mujer bonita, la rutina el proceso de seducción y la recompensa el sexo y el placer. (Mientrás más exitoso sea el donjuan -o mayor la frecuencia de recibir una recompensa por sus esfuerzo de seducción- más fácil se hace consolidar el hábito de acercarse a mujeres para tratar de seducirlas).

Lavarse los dientes tiene un claro disparador (sentir la boca sucia) y una clara recompensa (sentir la boca limpia y tener los dientes blancos). Por eso a mucha gente no le cuesta adquirir el hábito de cepillarse los dientes.

Este loop es algo casi animal, inextricable de la condición humana. Y uno lo puede ver en todas partes. ¿Por qué Dickens, por ejemplo, era tan prolífico? Quizá en parte porque publicaba sus novelas en serie en revistas. Es decir, iba publicando capítulos y por la publicación recibía una recompensa (feedback, elogios, etc) que no reciben los novelistas que trabajan tres o cuatro años sin ninguna clase de recompensa más que el trabajo mismo.

¿Por qué Bolaño leía tanto? Porque para él leer era como el alcohol para los alcohólicos. Cuando se sentía solo o triste, tenía el hábito de agarrar un libro. Y la lectura, por supuesto, le daba a él una invalorable recompensa, algo que, como ya he dicho, es fundamental para forjar un hábito (bueno o malo).

¿Por qué a los gordos les cuesta más perder de peso los primeros meses? En parte porque, cuando ya están más delgados (y las recompensas de la dieta se hacen más tangibles), mantener el hábito es más fácil.

Lo interesante es que entender este loop nos puede ayudar a vencer los malos hábitos.

Fíjense como esta periodista combatió efectivamente su adicción al café:

I was highly addicted to coffee. I’d have a cup of coffee at home. As soon as I got to the office, I’d grab a cup of coffee and buy one to go. By lunch, I was on my third or fourth cup. In the middle of the afternoon, I needed another cup and when it came to sit and write around 5 p.m., that was when I poured another cup from the coffee pot in the news room. Basically, I was drinking six to eight cups a day at a time when I needed to get to as close to none as possible.

What I did was try to figure out what I really wanted when I grabbed a cup of coffee.

Sometimes I wanted caffeine. In that case, I’d have half a cup of coffee. Sometimes, I wanted the companionship of hanging around drinking coffee. In that case, I’d buy decaf. Sometimes, I wanted the taste of coffee, usually with dessert. Again, decaf. And when I wrote, I realized that what I wanted was the warmth of the cup in my hand and something to absentmindedly sip as I was turning my brain to write. Decaf tea was the choice then.

I never succeeded in getting to no coffee, but I did get to one cup of caffeinated coffee a day.

Lo que más me gusta de este ejemplo es que la periodista no trató de combatirse a ella misma, una batalla fútil. Sino trató de entender su comportamiento, debilidades e instintos animales y luego actuar. (Por “combatirse a ella misma” me refiero simplemente a privarse totalmente de recompensa).

Si se hubiese dicho “sólo por la fuerza de mi voluntad voy a dejar el café” probablemente hubiese fracasado. ¿Por qué? Porque es extremamente difícil abolir esa necesidad casi animal de obtener recompensas (en su caso, el placer de tomar café).

Pero entendiendo que esa necesidad era más fuerte que ella o un enemigo muy difícil de vencer, hizo un cambio de estrategia que le dio resultado. Se amoldó a las poderosas corrientes de su humanidad en vez de combatirlas.

Amenaza endógena

Miércoles, 14 de marzo de 2012

El Gato y Diosdado

Un extracto del reporte de El Universal sobre la decisión del PSUV de expulsar de sus filas al gobernador de Monagas, Jose Gregorio “El Gato” Briceño:

De igual manera, Elías Jaua llamó a toda la militancia a cerrar filas “con las orientaciones estratégicas y tácticas del comandante Hugo Chávez” y alertó sobre “las desviaciones reformistas burgueses”…

Asimismo, el vicepresidente leyó un mensaje del presidente Hugo Chávez donde apoya la decisión tomada por el PSUV en contra de Briceño.

De la reacción de Jaua (léala toda) se desprenden dos cosas:

1) El miedo a la división dentro del PSUV, un miedo que deriva, por supuesto, del cáncer de Chávez y la amenaza que la enfermedad lo saque del juego político.

2) La desfachatez con que Jaua utiliza a Chávez como pegamento; de invocarlo para evitar cualquier amenaza de desintegración. Particularmente revelador es su lectura del tuit del presidente. No lo citó ni hablo del tuit, sino lo leyó.

Este temor, por cierto, es totalmente justificado. Ver al Gato Briceño y al diputado Jesús Domínguez jurando lealtad al presidente a la vez que expresan un desprecio casi visceral por Diosdado Cabello es una anticipo de lo que le pasaría al PSUV sin Chávez.

También lo son los conflictos intrachavistas en ocho estados intensificados por la corta ausencia del presidente.

Gallinas cantando como gallos

Martes, 13 de marzo de 2012

Yon Goicoechea en El Universal:

Las cosas no deben estar tan mal cuando Banesco invitó a algunos archienemigos iberoamericanos de Chávez. Me sorprendió ver a Juan Carlos Escotet metido en política y, además, desde la oposición…

Chávez ha permanecido en el poder con la anuencia de muchos de los hombres más ricos del país, pero ahora varios de ellos empiezan a tomar posiciones contrarias a su gobierno. El evento de Banesco, la gran cobertura de Venevisión a las primarias opositoras, la conducta cada vez más neutral del BOD o la creciente crítica observada en diarios como Últimas Noticias, son algunos de los síntomas del debilitamiento del gobierno. Empresas que habían sido muy cautelosas en años anteriores, hoy se atreven a más. ¡Buena señal!

Coincido plenamente con Goicoechea. Las gallinas están cantando como gallos y eso es muy buena señal. Y, si gana la oposición el 7 de octubre, también brotarán por doquier los sarayas.

Romney y América Latina

Martes, 13 de marzo de 2012

Mitt Romney publicó un white paper sobre política exterior con un prólogo de Eliot Cohen.

Un hallazgo interesante ilustra la sutileza y complejidad de la visión del candidato republicano para América Latina:

La palabra “Cuba” tiene siete menciones en el documento.

“Venezuela” tiene cuatro.

“Bolivarian” tiene dos.

¿Y las palabras “Brazil” o “brazilian” o “Rouseff”?

Cero. Menos menciones que “Hugo Chávez” y “Zelaya.” Y, por supuesto, cuarenta y siete menos que Irán.

Perniciosa objetividad

Lunes, 12 de marzo de 2012

Sebastian Chaskel and Michael Bustamante, en un artículo sobre los éxitos de la política exterior Juan Manuel Santos publicado en el blog de Shannon O’Neil:

The first foreign policy priority for President Santos upon taking office was repairing relations with Colombia’s immediate neighbors. The preceding Álvaro Uribe administration repeatedly alleged Venezuelan and Ecuadorian government complicity in providing refuge to the Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) within their territory. As a result, on the day of Santos’s inauguration, Colombia’s ties with both governments remained severed. Eighteen months later, Colombia has restored formal relations with both countries. Trade and bilateral cooperation are on the rise.

Las implicaciones a lo largo del artículo son claras: la traba principal en las relaciones entre Colombia y Venezuela era Álvaro Uribe. Lo demuestra el hecho de que, con Uribe fuera del cuadro, las relaciones comenzaron a mejorar casi inmediatamente.

O quizá, si somos más generosos con los autores, podemos decir que la implicación del artículo no es que Uribe, con su personalidad polarizadora y poco conciliadora, fue el principal culpable del deterioro de la relación, pero sí que hubo cierta simetría en el grado de responsabilidad de ambos mandatarios en el rompimiento de los lazos bilaterales.

Y este argumento, hay que decir, se ha convertido en sabiduría convencional en algunos círculos.

Tomemos, sin embargo, una pequeña muestra de la realidad que choca con este argumento: noviembre de 2009. Este mes es un buen ejemplo porque representa uno de los puntos más álgidos en las relaciones bilaterales desde que Chávez ascendió al poder.

Un resumen:

El 2 de noviembre dos guardias nacionales venezolanos fueron asesinados en la frontera. En respuesta el gobierno de Venezuela -sin siquiera saber o investigar quiénes fueron los autores del crimen- cerró unilateralmente dos puentes entre los dos países, acción que constituye una clara violación de leyes internacionales.

El 4 de noviembre Venezuela anunció la movilización de 15 mil soldados a la frontera. También cerró varios pasos peatonales y amenazó con cerrar más.

El 9 de noviembre Chávez hizo un llamado público a la Fuerza Armada, a las milicias y al pueblo venezolano a “prepararse para la guerra,” llevando la crisis a un punto crítico. También ordenó la movilización de tropas que ya había anunciado cinco días antes. (Respuesta de Uribe: “Colombia no ha hecho ni hará ningún movimiento bélico contra la comunidad internacional, menos aún contra hermanas naciones latinoamericanas”).

El 19 de noviembre Venezuela voló dos puentes artesanales, cerca de Cúcuta. El argumento del presidente es que los puentes son usados por la guerrilla y el narcotráfico para entrar a Venezuela, pero el gobierno ni siquiera consultó con los colombianos antes de volarlos. (Respuesta de Colombia: “No caeremos en provocaciones y acudiremos a instancias internacionales.”)

El 1 de diciembre el presidente Chávez ordenó la expulsión de cientos de mineros colombianos que residen ilegalmente en Venezuela. Según el gobernador de Guainía, los mineros llegaron a Colombia muertos de hambre, después de haber caminado por las montañas dos o tres días, huyendo de la Guardia Nacional venezolana.

A todo esto se suma la orden de Venezuela de congelar las importaciones de Colombia, lo cual, según autoridades colombianas, resultó en la pérdida de 170 mil empleos en la frontera.

¿Quién, entonces, es el principal responsable de esta crisis? ¿Sobre quién debe recaer la mayor responsabilidad? ¿Cómo ha debido reaccionar Uribe para aplacar a sus críticos? ¿Aplaudiendo la voladura de los puentes?

Es cierto que Santos (o quizá Holguín) ha sabido manejar mejor a Chávez que Uribe. Hasta ahora ha logrado hábilmente que Chávez no ventile sus cuantiosas reservas de conflictividad con Colombia. Santos es como el padre que, valiéndose de una variedad de incentivos y herramientas psicológicas, logra que su hijo de cinco años no llore ni tire la comida al suelo durante una cena formal.

Pero los éxitos de Santos no significan que Uribe era antes la traba en la relación. Chávez siempre ha sido el problema fundamental. Sin Chávez en el cuadro no es difícil imaginar unas relaciones perfectamente normales entre ambos países (Y esto lo dice alguien que está plenamente consciente de los defectos de Uribe y no los considera nimios).

¿Qué lleva a Chaskel y a Bustamante ignorar esta realidad? Creo que el fetichismo por el centro; ese afán de muchos de mostrarse como mentes templadas y objetivas así ello implique sacrificar la verdad.