Sobre chantajes y chivos

Viernes, 20 de abril de 2012

The Economist sobre la creciente presión en América Latina para abrir el debate sobre la legalización de las drogas:

Some wonder if the talk about legalisation is a ploy to extract more foreign aid. Mr Pérez [presidente de Guatemala], for instance, wants the United States to restart aid to the Guatemalan army, banned because of past human-rights abuses. Mr Calderón, whose party faces an uphill struggle in July’s presidential election, has often sought scapegoats for what many Mexicans see as the failure of his five-year war against the traffickers.

Si esto es verdad, o tiene algo de verdad, me quedé corto el lunes y el martes.

En el caso de Guatemala significaría que el gobierno ideó una elaborada maniobra para sacarle real a los gringos. Es decir, piden la legalización no a pesar del potenciales represalias de Estados Unidos sino como un sutil mecanismo de chantaje. En el caso de México, más creíble, la apertura hacia la legalización sería una movida de Calderón para liberarse de culpas por el fracaso de su guerra contra el narco.

Pero, sinceramente, no creo que estas hipótesis sean ciertas.

Y mejor creer en Alma Guillermoprieto. En vez de inteligentes chantajes y chivos expiatorios, es más bonito pensar que América Latina está firmando su declaración su independencia.

Devil’s tantrum

Jueves, 19 de abril de 2012

A Miguel Octavio también lo sorprendió la esquizofrenia que revela Aponte Aponte en la entrevista que le hizo Soi TV. Y atajó detalles que yo no vi.

Por ejemplo, el ex magistrado acusando al gobierno de querer acabar con “su prestigio.”

Si un novelista inventara estas cosas, nadie se las creería.

Mudas en los significados

Jueves, 19 de abril de 2012

Francisco Javier Sánchez, agudo lector de este blog, me señala otro momento revelador de la entrevista que le hizo Soi TV a Aponte Aponte.

Verioska: ¿Usted estuvo primero en la fiscalía militar? ¿Qué hizo usted para lograr ese ascenso luego en el TSJ? ¿Cuál fue ese caso emblemático que usted considera que hizo que usted llegara hasta la Presidencia de la TSJ?
 Magistrado: Yo creo que mi actuación fue muy pulcra y muy adaptada a los parámetros exigidos. Aparte del currículum que tengo.
 Verioska: Cuando usted habla de pulcra, ¿significa leal al presidente?
 Magistrado: Sí leal al gobierno.
Verioska: ¿Más no leal a lo que establece la Constitución?
Magistrado: Tienes razón, es cierto.

En el universo del chavismo el adjetivo “pulcro” ha ido mudando poco a poco de significado, fundiéndose con el adjetivo “leal.”

Creo que era Revel que decía que todas las palabras tienen un vidrio detrás de ellas, a través del cual vemos sus significados. Los regímenes autoritarios son hábiles empañando ese vidrio para ofuscar los significados y poder de esa manera manipular el lenguaje para servir sus propios intereses.

A eso se refería Octavio Paz cuando decía  “hay que devolverle la transparencia a las palabras.”

 

Aponte Aponte y Chaplin

Jueves, 19 de abril de 2012

Lo que más sorprende de la entrevista que le hizo Soi TV al ex magistrado Aponte Aponte no fue lo que dijo, sino la manera como se contradecía mientras hablaba. De un instante a otro pasaba de confesar sus culpas a pintarse como un hombre decente que fue “vilmente traicionado.”

Verioska: ¿Qué caso recuerda que fue manipulado?
Magistrado: Fueron bastantes. El único que me acuerdo fue un caso en Maracaibo de un diputado que le dicen Mazuco.
Verioska: ¿Cómo fue ese caso?
Magistrado: Bueno el caso fue más o menos un caso que buscaron un preso, lo encapucharon, y lo pusieron como testigo para que dijera que este señor había sido el que dio la orden para que mataran al otro.
Verioska: ¿Y que le habría solicitado la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia?
Magistrado: Bueno eso precisamente. Avalar esa situación. Y al hombre se le pago dándole la libertad.

Luego es aún más tajante en su admisión de culpa:

Magistrado: A mí me pedían los favores y yo los ejecutaba. Y ay del juez que se negara a ejecutarlo.
Verioska: ¿Qué le pasaba al juez que no le hiciera caso?
Magistrado: Era removido del cargo
Verioska: ¿A cuantos jueces removió del cargo?
Magistrado: Bueno yo no. Eso lo hacia la comisión judicial. Pero fueron muchos.
Verioska: ¿Usted apoyo a más de uno para que fuese removido de su cargo?
Magistrado: Si lo apoyé.

Pero luego suelta esto:

Verioska: ¿Por qué habla usted ahora?
Magistrado: ¿Por qué hablo yo ahora? Yo sé que a mí en Venezuela a raíz de esto me van a calificar de traidor. Y lo asumo. Pero yo fui vilmente traicionado. Fui vilmente humillado. Fui vilmente manipulado...
Verioska: Cuando usted dice que fue traicionado, ¿a qué se refiere?
Magistrado: Bueno para muestra, lo que pasó en la Asamblea Nacional. Lo que pasó con el poder moral, que dan veredicto no estudiando a fondo mis argumentos que le di. Sino que se veía que eso ya venía por un tubo. Esa era la decisión. Y después me iban a poner en la Asamblea Nacional: ahí lo tienen, cómanselo.

Primero dice que el participaba y era cómplice en la manipulación de los procesos judiciales. Luego dice que él fue traicionado porque en su caso se manipuló la justicia.

Hacia el final la periodista, confundida, le señala esta contradicción, esta extraña manera como de una oración a otra, de una palabra a otra, pasa de víctima honorable de una vil traición a hombre arrepentido por los crímenes que ha cometido. El momento parece sacado de Chaplin:

Verioska: ¿Que le diría a Venezuela que lo está viendo reconocer que usted manipuló la justicia?
Magistrado: Yo le diría a Venezuela que está a tiempo de recuperarse, que no caigamos en los errores del pasado, que pensemos en un futuro más promisorio, más democrático y más de libertad, y yo como hombre, como venezolano, asumo mi responsabilidad y si lo hice mal, si lo hice mal asumo mi culpa; y si es de pagar por ello… pago por ello, pero yo no voy a pagar por un delito, que yo no cometí.
Verioska: A qué se refiere, porque usted esta reconociendo que sí manipuló la justicia…
Magistrado: Al caso de… no, no, me refiero ahora al caso Makled.

 

Aponte Aponte y Baduel

Jueves, 19 de abril de 2012

Hay varias cosas que quiero comentar con calma sobre la entrevista del ex magistrado Eladio Aponte Aponte, a pesar de que nada de lo que dijo debería sorprender a nadie.

Pero luego publicaré esos comentarios.

Ahora sólo quiero brevemente decir algo sobre lo que dijo el ex magistrado sobre Baduel. (Básicamente reveló, sin dar la más mínima señal de ensañamiento o de resentimiento o de deseo de venganza, que Baduel, entre otros, lo llamó para pedirle que le diera una medida cautelar a un militar que había sido detenido con un cargamento de cocaína).

Una de las trampas más comunes de la razón es nuestra tendencia innata a sucumbir ante las narrativas simples. Creo que esto explica en parte el éxito de las películas de Hollywood y las telenovelas; explica en parte el antiamericanismo, el racismo y el nacionalismo; explica en parte el populismo en cualquier de sus vertientes. Simplemente, los culebrones, los blockbusters, los discursos populistas que dividen al mundo en pobre y ricos, o en colonizados y colonizadores, satisfacen o aplacan en muchos una necesidad casi animal de narrativas sencillas, fáciles de digerir, donde los hechos tienen una secuencia coherente (demasiado coherente) y las líneas entre el bien y el mal, los héroes y los villanos, están claramente definidas.

En los últimos años se ha venido formando una de estas narrativas en torno a Baduel. Ésta va más o menos así: Baduel es hombre de principios muy fuertes que defendió a Chávez en abril de 2002 no por lealtad al presidente sino por lealtad a la Constitución. Luego, poco a poco, se fue decepcionando por lo que veía dentro del gobierno y un día su consciencia lo obligó a decir “basta.”  La gota que derramó el vaso, y lo hizo romper definitivamente con el chavismo, fue la reforma constitucional. Baduel, en el fondo un hombre de principios, no podía apoyar semejante aberración.

Veo ahora con desconfianza esta narrativa por una sencilla razón. Una persona que lideró el ministerio de Defensa entre 2004 y 2007 tuvo que haber visto, participido y sido cómplice (así sea sólo “obedeciendo órdenes” como Aponte Aponte) de cosas terribles.

Y siempre he pensado que en cincuenta años, cuando se sepa mucho más sobre esta década nefasta, el nombre de Baduel no será bien visto.

Pero quizá Aponte Aponte esté acelerando este proceso.