¿El inicio del ocaso de Petrocaribe?

Jueves, 25 de julio de 2013

Muchos lo dijimos, pero ahora está pasando: el gobierno de Venezuela está recortando los subsidios de Petrocaribe. No mucho, pero esto puede ser el inicio de recortes más profundos.

Bloomberg:

Los primeros signos de que el sucesor elegido por Chávez está reduciendo US$8,000 millones los subsidios petroleros anuales en el caribe están promoviendo la visión alcista de Gramercy Funds Management LLC respecto de los bonos venezolanos en baja.

Este mes, Guatemala se convirtió en el primero de los 18 miembros de la alianza petrolera Petrocaribe que contempla la posibilidad de abandonar el programa, diciendo que Venezuela duplicó las tasas de interés sobre los préstamos utilizados para pagar el petróleo. Venezuela también recortó el crédito comercial externo en un 72 por ciento en el primer trimestre respecto del mismo período el año anterior, según cifras del banco central.

Lo extraño es que el gobierno lo esté negando:

Alfredo Carquez, funcionario de prensa de la empresa petrolera estatal Petróleos de Venezuela SA, conocida como PDVSA, negó que la compañía haya subido las tasas. “Las condiciones son las mismas que al comienzo del acuerdo”, dijo ayer Carquez.

Si bien existe una disputa por las tasas, las cifras del banco central muestran una clara declinación del crédito externo de Venezuela. Los préstamos comerciales pendientes del gobierno cayeron por primera vez en nueve trimestres entre enero y marzo hasta US$22,800 millones, con sólo US$500 millones de nuevos préstamos.

Aunque quizá no es tan raro, sino parte de su calculada esquizofrenia.

Déjenme añadir algo. Muchos piensan que si los recortes se profundizan Venezuela va a perder apoyo político en el hemisferio. Lo dudo. Sólo con decirles a los países de Petrocaribe que, apenas mejore la situación económica, los términos volverán a ser los mismos, Maduro puede garantizar apoyo.

La esperanza basta para mantenerlos en el puño. Después de todo, ¿creen que países como Guatemala o República Dominicana van a confrontar de ahora en adelante a Venezuela cuando ni siquiera Chile lo está haciendo, por no decir Brasil, México, Argentina y Colombia?

La reducción de los subsidios de Petrocaribe no acarrea ningún riesgo (y tampoco, hasta el momento, mayores beneficios). Y el gobierno va a tener que hacer mucho más para salir del hoyo donde está metido.

Caracas es un caos

Jueves, 25 de julio de 2013

Últimas Noticias publicó una entrevista con el arquitecto Fruto Vivas, titulada, apropiadamente, “Caracas es un caos.”

En la introducción a la entrevista Mario Isidro Molina dice que es difícil etiquetar a Fruto. De hecho, me costó ubicarlo políticamente dentro del espectro de la izquierda. Por ejemplo, Fruto dice, correctamente, que algunos municipios como Libertador son ingobernables por su tamaño y población. Como ya he dicho, la organización político territorial de algunos municipios debería reformarse porque los alcaldes no se dan abasto.

Pero Fruto Vivas ve al estado comunal como una potencial solución. Superponer a las alcaldías y gobernaciones las comunas (o sustituir alcaldías por comunas) es una receta para el desastre. Y sorprende que Fruto no se de cuenta de esto. Claramente, conoce como pocos la ciudad y sabe -lo dice en la entrevista- que el chavismo es un semillero de incompetencia administrativa. Pero por alguna razón Fruto piensa que la transición al estado comunal es algo factible sin hundir al país en un caos.

Más allá de esto, el viejo arquitecto hace algunos comentarios interesantes. Por ejemplo, dice algo que ya yo había notado en mis conversaciones con habitantes de los barrios: en las urbanizaciones ricas y de clase media la interacción con los vecinos es mínima. Pero en las barriadas la historia es al revés:

Los de la clase media se conocen en el ascensor; y en los barrios ricos, menos se conocen. ¡En los barrios ricos hay una soledad inmensa!…Entre los pobres es al revés, se conoce todo el mundo, hay una relación interpersonal riquísima.

Yo haría un matiz a esta observación. No es que la clase media y los ricos no tengan amigos y estén aislados. Es que los más ricos no conocen o interactúan con sus vecinos geográficos como lo hacen los pobres en los barrios.

Hace poco un habitante de Petare me contaba cómo la policía se había llevado preso a un vecino, un señor decente que habían arrestado por equivocación. Toda la comunidad se organizó para reunir dinero y pagarle a la policía para que lo liberaran. Y, cuando esto no funcionó, los vecinos acudieron a la policía. Estas historias de solidaridad entre vecinos son muy comunes en los barrios y difíciles de imaginar en urbanizaciones de clase media.

¿A qué se debe la diferencia?

Aunque estoy especulando, creo que en parte puede ser necesidad. Tener tan pocos recursos, y estar constantemente al borde de una crisis, obliga a los pobres a tener mejores relaciones con sus vecinos para sobrevivir. Y la consciencia que la tragedia del vecino puede ser mañana la tragedia propia crea un círculo virtuoso de solidaridad.

Otro factor puede ser el transporte. Los ricos pueden desplazarse de Altamira a La Lagunita fácilmente para cenar con unos amigos o familiares. Los pobres, en cambio, están socialmente atrapados en sus barrios.

Crimen e ideología

Martes, 23 de julio de 2013

The Economist le dedicó su portada al triunfo de los países desarrollados en la lucha contra el crimen. Fíjense, por ejemplo, lo que ha pasado en el G7:

En Venezuela, como ya sabemos, la historia es al revés. Pero al chavismo le gusta achacarle la culpa de la alta tasa de homicidios a los valores capitalistas que el gobierno, pese a sus titánicos esfuerzos, no ha podido erradicar. Ni esto es cierto ni tampoco es cierto que la culpa es del socialismo del siglo XXI.

No hay que olvidar que, de los principales miembros del ALBA, Ecuador es el que tiene la más alta tasa de homicidios después de Venezuela. Alrededor de 22 homicidios por cada 100 mil habitantes. Venezuela tiene 52. Cuba, Bolivia y Nicaragua menos de 15. (Si utilizamos los datos conservadores, favorables para Venezuela, del Banco Mundial).

Como en varios otros indicadores, nuestro país es, de lejos, el peor del ALBA.

Los nini del desarrollo

Jueves, 4 de julio de 2013

Nancy Birdsall podría tener razón cuando dice que los “strugglers” -ese amplio sector que no es pobre pero tampoco clase media- son el motor principal detrás de las protestas de los últimos años.

Y estos “nini” del desarrollo deberían preocupar al gobierno venezolano.

¿Por qué?

Porque  la suma de endeudamiento y la bonanza petrolera de la última década -la más extraordinaria en la historia del país- han financiado un aumento en el consumo que se ha traducido en una reducción considerable de la pobreza o un aumento significativo del número de nini.

Pero esta mejora no es estructural. Al contrario: es una mejora-de-espuma-en-consumo producto del gasto que es extremadamente vulnerable a cualquier retortijón de la economía, sobre todo ahora que, como algunos sospechan, la década plácida de los países emergentes podría estar culminando. (En 2007 sólo tres de 150 economías emergentes se contrajeron).

Los nini, pues, están ahora en peligro.

Al mismo tiempo, Venezuela sigue teniendo una ingreso por persona alto en comparación a muchos otros país de la región, incluyendo Brasil. No sólo tenemos más nini (o “strugglers”) sino en general tenemos una reserva importante de gente lo suficientemente próspera para alzar la voz y salir a la calle. Y esta gente también está siendo afectada por el estancamiento económico además de la criminalidad, la crisis eléctrica, educativa, etc.

¿Por qué no ha habido ya protestas?

Porque estas cosas son imprevisibles. Este esquema es uno entre otros también válidos a través del cual se puede interpretar la realidad venezolana. Es difícil de determinar por qué las protestas estallan en algunos lugares y no en otros con condiciones similares; o por qué estallan antes o después.  Para parafrasear a Lenin, “a veces pasan décadas y no pasa nada…y a veces en pocos días transcurren décadas.”

Más sobre protestas

Sábado, 22 de junio de 2013

En los últimos posts le he estado dando vueltas a algo, básicamente a la idea de que debemos tener cuidado en el análisis de las causas de las protestas, sobre todo en las grandes generalizaciones que muchas veces terminan siendo terribles simplificaciones. Y, también, debemos tomar en cuenta el factor de imprevisibilidad.

Por ejemplo, cuando uno ve las razones que podrían estar causando, o están causando, las protestas en Brasil uno se pregunta porqué demonios no ha habido protestas en Venezuela.

¿Alta inflación? ¿Corrupción? ¿Servicios públicos deficientes? ¿Bajo crecimiento económico? ¿Gasto exagerado en proyectos extravagantes que no traen grandes beneficios al país?

En todos estos asuntos estamos igual o mucho peor que los brasileños.

En Brasil, es cierto, ha habido una expansión de la clase media. Y la clase media, con sus mejores niveles educativos y su mayor poder adquisitivo, ha sido históricamente la propulsora de las protestas.

Al mismo tiempo, y a pesar del estancamiento, Venezuela no es precisamente un país pobre con relación a Brasil. Y la bonanza petrolera ayudó a camuflar la incapacidad del gobierno:

¿Que Brasil, durante la última década, ha sido más exitoso forjando “valores” de clase media? Eso puede ser cierto. Pero, como sugiere Fukuyama, los avances en este sentido, si ultilizamos la definición sociológica de clase media, no son tan impresionantes como los avances en consumo.

Por otro lado, ¿cuál ha sido uno de los peores estallidos de violencia en la historia contemporánea de Venezuela? El Caracazo, en 1989. Y fíjense qué lo precedió: una década de contracción.

Nuestro ingreso per cápita en 1989 era menor al de hoy. No porque el chavismo sea más competente, sino porque ningún país en la historia de América Latina ha recibido una bonanza como la que ha recibido Venezuela durante la última década.

Con el Caracazo, pues, es difícil citar el argumento de crecientes expectativas como resultado de una expansión de la clase media.

En resumen, y como ya dije, mucho quisiéramos que algunos problemas de las ciencias sociales pudieran ser resueltos y explicados como en otras ciencias, con exactitud matemática. Pero hay que resistir el anhelo de precisión, reconocer nuestras limitaciones y movernos dentro del marco de las aproximaciones.