Jueves, 25 de julio de 2013
Últimas Noticias publicó una entrevista con el arquitecto Fruto Vivas, titulada, apropiadamente, “Caracas es un caos.”
En la introducción a la entrevista Mario Isidro Molina dice que es difícil etiquetar a Fruto. De hecho, me costó ubicarlo políticamente dentro del espectro de la izquierda. Por ejemplo, Fruto dice, correctamente, que algunos municipios como Libertador son ingobernables por su tamaño y población. Como ya he dicho, la organización político territorial de algunos municipios debería reformarse porque los alcaldes no se dan abasto.
Pero Fruto Vivas ve al estado comunal como una potencial solución. Superponer a las alcaldías y gobernaciones las comunas (o sustituir alcaldías por comunas) es una receta para el desastre. Y sorprende que Fruto no se de cuenta de esto. Claramente, conoce como pocos la ciudad y sabe -lo dice en la entrevista- que el chavismo es un semillero de incompetencia administrativa. Pero por alguna razón Fruto piensa que la transición al estado comunal es algo factible sin hundir al país en un caos.
Más allá de esto, el viejo arquitecto hace algunos comentarios interesantes. Por ejemplo, dice algo que ya yo había notado en mis conversaciones con habitantes de los barrios: en las urbanizaciones ricas y de clase media la interacción con los vecinos es mínima. Pero en las barriadas la historia es al revés:
Los de la clase media se conocen en el ascensor; y en los barrios ricos, menos se conocen. ¡En los barrios ricos hay una soledad inmensa!…Entre los pobres es al revés, se conoce todo el mundo, hay una relación interpersonal riquísima.
Yo haría un matiz a esta observación. No es que la clase media y los ricos no tengan amigos y estén aislados. Es que los más ricos no conocen o interactúan con sus vecinos geográficos como lo hacen los pobres en los barrios.
Hace poco un habitante de Petare me contaba cómo la policía se había llevado preso a un vecino, un señor decente que habían arrestado por equivocación. Toda la comunidad se organizó para reunir dinero y pagarle a la policía para que lo liberaran. Y, cuando esto no funcionó, los vecinos acudieron a la policía. Estas historias de solidaridad entre vecinos son muy comunes en los barrios y difíciles de imaginar en urbanizaciones de clase media.
¿A qué se debe la diferencia?
Aunque estoy especulando, creo que en parte puede ser necesidad. Tener tan pocos recursos, y estar constantemente al borde de una crisis, obliga a los pobres a tener mejores relaciones con sus vecinos para sobrevivir. Y la consciencia que la tragedia del vecino puede ser mañana la tragedia propia crea un círculo virtuoso de solidaridad.
Otro factor puede ser el transporte. Los ricos pueden desplazarse de Altamira a La Lagunita fácilmente para cenar con unos amigos o familiares. Los pobres, en cambio, están socialmente atrapados en sus barrios.
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