Lunes, 10 de junio de 2013
En un ensayo sobre el crecimiento de la clase media en América Latina, Francis Fukuyama suelta unos datos sorprendentes que opacan un poco los avances de la última década:
If one uses education as an indicator, the size of the middle class shrinks in a dramatic fashion…In Argentina, less than 18 percent of the middle class has a high school education; in Brazil, less than 2 percent are college educated….
Reitero, menos del 2 por ciento de la nueva clase media en Brasil tiene título universitario. Y luego:
The middle class revolution in Latin America is perhaps a bit less impressive than at first glance. One large occupational group, from 30-50 percent depending on country, are what in Europe would be designated as “working class” in manufacturing, construction, or transport. Reflecting the region’s poor performance in education, no more than 20 percent in any country could be considered professionals (many probably being teachers).Many of the rest are former poor—owners of small shops or restaurants—and workers in the informal sector who have increased their incomes due to general economic growth.
Desde hace tiempo hay mucha discusión sobre qué es exactamente la clase media. ¿Debe definirse en base a ingreso y consumo? ¿O debe ser definida sociológicamente -es decir, por nivel educativo, propiedad, etc?
Fukuyama piensa que la definición debe ser sociológica. Y probablemente usted también, si lo sorprendió tanto como a mí que menos del 20 por ciento de la clase media en Argentina haya terminado el bachillerato.
Esto no debe hacernos subestimar los increíbles avances de la última década. Simplemente debe hacernos ver la enorme zanja que existe entre lo que los académicos y el público general entienden por clase media.
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