El Coliseo sigue

Jueves, 23 de junio de 2011

Muchas cosas ocurren en las cárceles venezolanas, pero la práctica de “El Coliseo” en la cárcel de Uribana en el estado Lara es quizá la más espeluznante.

Consiste en un combate que pretende evocar las antiguas luchas de gladiadores romanos.

Los reclusos se reunen en el patio de la cárcel en un círculo. En el centro los elegidos por la máxima autoridad penitenciaria (un preso) pelean con chuzos, mientras los otros observan, aplauden o esperan su turno para combatir y quizá morir.

El juego tiene reglas claras: no están permitidas las armas de fuego; las cuchilladas en la cara están prohibidas; sólo se puede atacar en los brazos, las piernas y el pecho.

“El ambiente es como el de una corrida de toro,” me dice Carlos Nieto, director de la ONG “Una Ventana para la Libertad,” quien han visto videos de esta práctica primitiva. “Solían ser los lunes o los miércoles en la madrugada, pero ahora creo que no tienen horario.”

Estas peleas, que se iniciaron en 2008, comenzaron como “entretenimiento,” pero luego se convirtieron en un mecanismo salvaje para ganar poder y dirimir conflictos (incluyendo meras deudas económicas). La participación no es opcional. Si el líder decide que un recluso debe pelear, a ese recluso no le queda sino obedecer.

Como la autoridades llevan años sin hacer nada, Carlos Nieto llevó el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que en noviembre de 2010 condenó la práctica e instó al gobierno venezolano a que tomara acción para que cesara.

Más de seis meses después, la práctica continua.

Más sobre este tema:

Indignada

Miércoles, 22 de junio de 2011

Autora: Mirtha Rivero

Nota: Mirtha está publicando una columna en el suplemento Día D de 2001 que no está disponible en Internet (aunque ahora también la publica Prodavinci). Como somos buenos amigos, le propuse montarla en este blog. Lo aclaro porque nunca lo expliqué y varios lectores han indagado al respecto.

Elías Eljuri

Hace una semana conocí el resultado de la “Cuarta encuesta nacional de presupuestos familiares,” realizada por el Banco Central de Venezuela, el Instituto Nacional de Estadística, y otras instituciones… y estoy ¡indignada!

Primero, por lo obvio: la encuesta –difundida a comienzos de mes- dice que 96 % de la población realiza tres o más comidas al día… Y yo me pregunto: ¿cómo? Porque si me atengo a las noticias de desempleo y desabastecimiento, y a la cifra de inflación, que el propio Elías Eljuri, presidente del INE, reconoce como la más alta de América Latina, no encuentro cómo el venezolano promedio o de estratos bajos puede cumplir con los tres golpes diarios. A menos que, como cuenta Olivia –maestra en el oeste de Caracas- los encuestadores tomen como desayuno el guarapo y la galleta que muchos niños toman en la mañana, o el tetero de café instantáneo que le dan a algunos bebés –como me confesó un médico de Petare-; y de almuerzo, al PAE –Plan de Alimentación Escolar- que comen “desesperados” –palabra de la maestra- los alumnos del turno de la tarde que llegan al aula sin comer, y que consiste en cachito, o quesadilla, o acemita o arepa con queso (en el mejor caso), acompañado de avena o jugo.

Mi molestia crece cuando en el capítulo sobre el consumo de productos durante el último mes, leo que 94 % come carne; 75 %, pescado y 91% toma leche. ¿Se referirán a que se ingirió carne, pescado o leche por lo menos una vez en el último mes? ¿Cuenta una lata de sardinas o una empanada de pellejo cada treinta días? Yo acepto que el pollo pueda ser lo que más se coma, porque es casi la única proteína animal que se consigue en los abastos, pero ¿carne?… O es mentira que la gente se la pasa zanqueando la información de dónde llegó el bistec, para comprar lo que sea (pulpa, lagarto, chocozuela) porque no hay que andar con exquisiteces. Si es que hace poco anunciaron que comenzó a racionarse: en los supermercados el límite va de tres a cinco kilos per cápita; pero en mercados, como el de Quinta Crespo, venden un kilo de carne por cliente.

Y en relación al pescado: quién acepta que tres cuartas partes de los venezolanos lo consuman normalmente. Con las carreteras cayéndose por todos lados: ¿cómo llega pescado a Mérida, por ejemplo?

¿Y lo de la leche? Que hay que perseguirla. Y el eufemismo de que ahora se opta por comer más sano y se lleva la vianda al trabajo (87% come en casa). Aquí, solo puedo repetir la opinión de Trini:

-Lo que me llama la atención es la manera que tienen para convertir en logro la falta de consumo en la calle, como si la decisión de no gastar en restaurantes fuera por convicción nutricional y no por falta de real. Un almuerzo en un sitio barato del centro cuesta en promedio cuarenta bolívares diarios; y el bono alimentario, el mayor, es de treinta y cinco. Es el bolsillo y no el comer “sano” lo que está determinando los nuevos hábitos que enorgullecen a nuestras autoridades.

Ojo: y no hablé de masa corporal, ni del supuesto 80% que no toma alcohol, ni de que la encuesta fue hecha entre 2008 y 2009.

La clase media y el futuro de Venezuela

Martes, 21 de junio de 2011

¿Son las clases medias fuente de inestabilidad política?

Hace cuarenta años, en su libro El orden político en las sociedades de cambio, Samuel Huntington respondió afirmativamente a esta pregunta.

Observando la inestabilidad política que sacudía a los países en vías de desarrollo durante esa época, Huntington se dio cuenta que los crecientes niveles de desarrollo económico y social no resultaban en suaves transiciones hacia la democracia, sino acarreaban golpes de Estado, revoluciones y tomas del poder por parte de los militares.

La razón de esta inestabilidad, según Huntington, era la brecha entre las expectativas de un pueblo que había alcanzado recientemente niveles más altos de educación y mayor poder económico, y el sistema político existente, que no ofrecía caminos para la participación política.

Los pobres, decía, rara vez dirigen ataques contra el orden político existente.

Con la Primavera Árabe estas observaciones de Huntington han ganado vigencia.

En Túnez y Egipto las protestas no estuvieron dirigidas por los pobres o por grupos fanáticos islamistas, sino por jóvenes educados de la clase media.

Y ambos países han registrado notables avances en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU durante las últimas dos décadas.

Modulemos bruscamente a Venezuela. ¿Qué papel está jugando la clase media desafiando al actual orden político?

Un papel importántísimo, sin duda. Aunque hay tendencias preocupantes:

  • Más de un millón de venezolanos se han mudado al exterior desde que Hugo Chávez asumió el poder, la inmensa mayoría de clase media.
  • 215.023 venezolanos viven legalmente en Estados Unidos. Esta cifra aumentó en un 135 por ciento durante la última década.
  • La organización Venezuela American Citizens calcula que aproximadamente 100 mil venezolanos más residen ilegalmente.
  • 92 por ciento de los inmigrantes venezolanos mayores de 25 años son graduados universitarios (17,6 por ciento tienen postgrados).
  • Los venezolanos no sólo se mudan a EEUU. En Panamá, un país minúsculo con apenas 3,5 millones de habitantes, viven alrededor de 15 mil venezolanos. A principios de la década residían sólo 2 mil.

Preocupa que, si Chávez no sale en 2012, estas tendencias podrían reforzarse y el país volverse trágicamente estable.

Más sobre este tema:

  • “Retrato de una diáspora.” Reportaje de Adriana Rivera publicado el pasado domingo en El Nacional.  

La receta 2/3

Viernes, 17 de junio de 2011

El indispensable boletín bimensual de Gustavo Tarre sobre la actividad de la Asamblea Nacional analiza un anteproyecto de ley de medios alternativos cuyos detalles ignoraba:

[El anteproyecto] establece la redestribución del espectro en tres partes iguales: un tercio para los medios comunitarios, un tercio para los del Estado, y un terció para los privados. A su vez, amarra a los medios comunitarios al Ejecutivo por dos vías: la entrega de la concesión y la asignación de recursos…El artículo 8 de la propuesta de ley ordena a los medios comunitarios organizarse internamente de acuerdo con “los principios y valores democráticos, socialistas y humanistas” para operar. El artículo 14 los amarra a la pauta publicitaria de los organismos del poder público que deberán destinar 50 por ciento de su presupuesto de publicidad para anunciar en estos medios. Además, el artículo 13 crea un fondo institucional adscrito a la Vicepresidencia de la República, presidido por un representante del Estado, que manejará “una especie de situado constitucional cuyo montó se determinará oportunamente.”

Más que un proyecto de ley, esto parece una receta para politizar medios “legalmente” (y quien ideó la receta seguramente se enorgullece de las comillas).

Escape

Lunes, 13 de junio de 2011

Autora: Mirtha Rivero

Hablo con mi amiga Camila, y aún a través del teléfono, la siento apachurrada. Imagino lo que pasa. Tráfico, lluvias, inseguridad, el día a día cada vez más árido.

Desencantada, le digo, tratando de ponerme en su lugar. Amargada, me contesta. Este año por primera vez en los más de veinte que la conozco no sale de vacaciones. Y le duele. Toda la vida –soltera, casada, con hijos, divorciada, empleada, mal pagada, desempleada, vuelta emplear- he visto que, a comienzos de año, se pone a armar con esmero el viaje o la excursión que planea para finales del mes de agosto. Aún en los tiempos más difíciles, se había arreglado para embarcarse en una aventura que la llevara cuando menos a una posada en Yaracuy. “Diseñar” esos viajes, aunque fueran de diez días, la mantenía ocupada e ilusionada durante los primeros ocho meses del año; en los otros cuatro rememoraba las vacaciones idas, y pensaba en el próximo destino. Camila disfruta, como nadie, la tarea de hurgar listas de hostales, rutas, paseos, restaurantes, museos, atracciones… Siempre ha logrado montar -y montar para los suyos- un paquete vacacional mejor que el de cualquier agencia. Sin contar el gozo que le produce esa ocupación. No importa que fuera a Praga, Nueva York, el delta del Orinoco, Mérida o las playas de Morrocoy. Siempre había contado con esa ilusión en la vida… Hasta ahora.

En esta ocasión más pudo la realidad: con la situación económica y tres adolescentes en casa no puede darse el lujo de su ilusión anual.

Cuelgo, y con el ánimo en el piso, me pongo a trabajar. Tres horas después, Larissa –otra amiga- me pregunta por mensajitos de texto que cuándo vuelvo a Caracas. No resisto la tentación y la llamo para saber cómo anda. Larissa está felizmente casada, tiene un trabajo que le gusta y por el que le pagan bien. Conversando con ella no se puede eludir el tema del país, pero esta vez no espero que sea del primer asunto que me habla:

-Acabamos de hacer mercado y en cuatro cosas gastamos mil ochocientos bolívares. Y no compré carne, ni pescado, ni pollo. Lo peor es que el fin de semana gastamos ochocientos… ¿lo crees? Nosotros dos, nada más en comida desembolsamos ¡cuatro mil bolívares al mes!

Al terminar la conversación, que por un rato mantuvo ese tono, en vez de seguir trabajando, pienso en la menor de mis hermanas –la que me pidió toallas sanitarias mexicanas-. Es soltera, trabaja nueve horas diarias en su propia consulta, paga sus gastos, anda en un carro de hace diez años y no puede ahorrar. A pesar de eso, harta de que la vida se le angoste, hace tiempo decidió copar sus tarjetas de crédito e irse al exterior cada vez que hay chance. Porque cuando le sellan el pasaporte siente que ya empieza a vivir en otra parte, que respira.

Llena de impotencia, decido dejar de trabajar y escaparme a leer. Tomo una novela del mexicano Xavier Velasco: Puedo explicarlo todo (Alfaguara, 2010). Un conejo en la portada y una sinopsis que habla de un pillo que escribe un libro de autoayuda me llevan al primer párrafo:

“La pena y el cansancio también tienen sus límites. Uno recobra el ánimo o las energías al poco de temerse que no resiste más. Tocar fondo es también una forma de rebotar. Aligerarse. Enterarse que en lo hondo del agujero también soplan de pronto nuevos aires. Según quien lo inventó, la guillotina debe de producir en el ajusticiado una súbita sensación de frescura…”

Publicado ayer en el suplemento Día D del diario 2001.