Dos talentos

Lunes, 4 de marzo de 2013

Bob Woodward, el legendario reportero detrás de Watergate, lleva un tiempo haciendo el ridículo con sus artículos de opinión y en sus incursiones como analista.

¿Cómo es posible que este reputado periodista publique a cada rato artículos cuyos argumentos casi inmediatamente son hechos añicos por otros comentadores y analistas?

Jon Chait responde a esta pregunta:

To reconcile Woodward’s journalistic reputation with the weird pettiness of his current role, one has to grasp the distinction between his abilities as a reporter and his abilities as an analyst. Woodward was, and remains, an elite gatherer of facts. But anybody who has seen him commit acts of political commentary on television has witnessed a painful spectacle. As an analyst, Woodward is a particular kind of awful — a Georgetown Wise Man reliably and almost invariably mouthing the conventional wisdom of the Washington Establishment.

Ya he dicho antes que muchos confunden el talento de juntador de datos con el talento de pensar. Hay gente muy buena transformando en hermosas narrativas sofisticadas operaciones de recolección de datos. Pero leer estas narrativas muchas veces no aporta casi nada a nuestra comprensión de una situación o una realidad. A veces, más bien, estos relatos logran lo contrario.

Sin embargo, la elegancia de la prosa, el prestigio del reportero o el innegable esfuerzo que llevó enhebrar estos reportajes, lleva a la gente a sobrestimar las habilidades del reportero como pensador, analista o intérprete de una realidad. Entonces la gente siente una especial obligación a creer lo que dice, como ocurre con Woodward.

Chavismo sin Chávez

Sábado, 2 de marzo de 2012

Alberto Ramos de Goldman Sachs, citado por el WSJ:

Alberto Ramos, an economist at Goldman Sachs, said, “We remain of the view that there could very well be no Chavismo without Chávez—no other senior figure has yet to show the capacity to replicate the president’s charisma and unique connection with voters.”

Tres meses después:

Alberto Ramos, an analyst at Goldman Sachs in New York, does not expect Chavismo to die with Chávez. “Chavismo will probably last generations,” he said. “Chávez’s emotional connection with the people is unique; there is no one else that comes close. Chavismo as an idea, as a political movement, will survive.”

Sólo hay una posible manera de interpretar esta contradicción. En la primera cita Ramos en realidad estaba diciendo….bueno, ahora que lo pienso, en realidad no hay explicación posible.

En todo este debate sobre el chavismo sin Chávez, no hay que olvidar el alcance municipal del chavismo. En las regionales de 2004 la oposición ganó en 85 municipios de los 335. En 2008 ganó en 56. En las presidenciales de 2012 en 48 y en las regionales de 2012 en 29. Es decir, el chavismo ganó en 306 de los 335 el pasado diciembre. Esto no se va a revertir de un día a otro.

Cómo lograr la unidad detrás de Capriles

Viernes, 1 de marzo de 2013

La escogencia del candidato unitario opositor debería ser una tarea muy fácil para la MUD. Un no-brainer, como dicen en Estados Unidos.

Capriles es el candidato default. Es el único que puede ser elegido por consenso sin que se arme un lío.

Sin primarias, la única manera de disputarle la candidatura a Capriles es con encuestas.

Pero yo no veo a Pablo Pérez, Ledezma, Leopoldo, MCM ni Arria pidiendo una encuesta. ¿Por qué no entonces elegir ya a Capriles?

Me informan algunos colegas que varios partidos de la MUD no quieren otorgarle la candidatura a Capriles y Primero Justicia como un cheque en blanco y buscan algunas concesiones. Yo creo que en este sentido Capriles debe mostrar flexibilidad, como sugiere Teodoro Petkoff en su editorial de ayer:

Habría que añadir que la MUD debería, en contacto con Capriles, designar desde ya el comando de campaña. Es bueno que este, para que sea asumido por todos como propio, sea fruto de una decisión del organismo unitario y no sólo del candidato. Así se garantizaría la presencia de todos los factores. Más aún, ese comando debería contar con una suerte de comisión política, integrada por los jefes de cada uno de los miembros del llamado G-7, que se reuniría periódicamente con el candidato, para la discusión y revisión de la y lo político. Una campaña electoral no es sólo montar actos y hacer recorridos, sino adelantar una política. No sólo el candidato debe ser consensual; la política también.

Está claro que para Capriles no es ideal ceder el control de su campaña. Pero en la actuales circunstancias ceder es indispensable para fortalecer la unidad. Si Capriles no logra unir a las principales fuerzas de oposición detrás de él, su posibilidades de triunfo disminuyen. El costo electoral de una unidad resquebrajada sería más alto que el costo de incluir a los otros miembros de la MUD en su comando y batirse con ellos para negociar una estrategia.

En el plano de los principios sería un error que Capriles ignorara lo que pide Teodoro, así como las críticas del informe de la MUD. Pero mi impresión es que también sería un error político y electoral.

Más sobre los CC

Jueves, 28 de febrero de 2012

Como ya dije, un dato que salta a la luz en un estudio de Alfredo Croes y Datos -el más profundo que se ha hecho sobre los Consejos Comunales- es que en los sectores más pobres la labor de estos consejos es considerablemente mejor vista que la labor de los alcaldes y gobernadores. ¿Por qué ocurre esto? Ya dije que una razón importante es que las alcaldías y las gobernaciones tienen un alcance limitado. Es decir, el Estado no llega a muchos barrios. Y, donde no llega el Estado, los CC llenan un vacío. Así muchos de estos consejos no funcionen bien, algo es mejor que nada.

Parte del problema es que las alcaldías, cuyo presupuesto es ya menor al de los CC, no se dan abasto. Algunos municipios son simplemente demasiado grandes. En Francia, como bromea Croes, “hay un alcalde en cada calle.” El municipio Libertador tiene apenas un alcalde con dos millones de habitantes.

Pero además del alcance limitado de las alcaldías hay otro factor clave.

Croes me cuenta que muchos alcaldes le han expresado que el trabajo en los barrios es sumamente difícil por la inseguridad. Se inicia una obra y luego no se termina porque se roban el camión con los materiales o asaltan a los trabajadores provocando que los demás renuncien. A los alcaldes mismos les da temor exponer a sus trabajadores a esos riesgos.

Pero los CC no tienen ese problema. Si la iniciativa sale del mismo barrio, y los vecinos mismos están involucrados en la obra, las garantías de seguridad son mayores. Este, según Croes, es uno de los aspectos positivos más subestimados de los CC, el otro siendo la sensación real de empoderamiento que estos consejos han inspirado en muchos habitantes de los barrios. Es decir, la sensación de que alguien los está ayudando (con recursos) para ellos mismos resolver sus problemas.

¿Tienen los habitantes del barrio la capacidad técnica y administrativa para llevar a cabo estos proyectos?

Ya he dicho antes que éste es uno de los principales problemas que veo en el concepto de los CC, pero Croes matiza la crítica diciendo que, aunque esto es cierto, muchos de estos proyectos son fáciles de ejecutar. Y, una vez más, la alternativa a algo mal hecho o mal reparado es algo que no se hace o no se repara.

Nadie duda del impulso autoritario que se embosca debajo de la política del gobierno de superponer el Estado Comunal a las estructuras de poder municipales y estatales con la intención de desplazar gradualmente estas instancias hacia la inexistencia. Nadie duda del carácter clientelar de los CC y del caos jurídico que resulta de su creación. Nadie duda que el gobierno ha buscado politizar los consejos y que se ha podido buscar maneras más ordenadas y muchísimo más eficientes, rentables, sostenibles y transparentes de ayudar y asistir a los habitantes de los barrios más pobres.

Pero sorprende ver cómo de este experimento podemos extraer valiosas lecciones.

La unidad de la oposición y del chavismo

Miércoles, 27 de febrero de 2012

En el caso de un eventual proceso electoral, ¿qué tan unido está el gobierno y qué tan unida está la oposición?

Creo que la respuesta a esta pregunta es preocupante y debe provocar debate y reflexión en la MUD.

Dos fracasos electorales consecutivos han fomentado divisiones en torno a cuál debe ser la estrategia de la oposición, fortaleciendo y expandiendo a una corriente más “dura” que piensa que Capriles cometió un error en la campaña presidencial enfocándose casi exclusivamente en problemas como la educación y el empleo a la vez que relegaba a un segundo plano la defensa de los principios democráticos y la presión al CNE por unas condiciones electorales más justas. (El reciente informe de la MUD analizando la derrota del 7 de octubre hace énfasis en estos puntos).

Si Capriles vuelve a ser el candidato de la oposición y decide no alterar un ápice su estrategia, esta división se agudizaría, seguramente perjudicándolo. Más aún, lo más probable es que el gobierno se radicalice en la campaña, fortaleciendo a las voces “duras” y debilitando la coherencia y unidad del mensaje más reconciliador de Capriles.

Por encima de esto, Capriles esta vez no va a estar legitimado por unas primarias, lo cual le da menos poder que antes para imponer una agenda que los demás acaten. Es obvio, pues, que si quiere aumentar sus posibilidades de triunfo Capriles tendrá que hacer un intenso trabajo político de negociación con los demás miembros de la MUD, o hacer malabarismos y buscar un discurso que satisfaga a sus adversarios dentro de la oposición y al mismo tiempo seduzca al electorado de inclinación chavista que él ha tratado de captar con su discurso suave. En fin, en 2013 Capriles no va a tener la misma libertad y espacio de maniobra para dirigir su campaña que tuvo en 2012.

El chavismo, por otra parte, no confronta esta clase de problemas. Nombrando a Maduro como su sucesor, Chávez resolvió con una conferencia de prensa el tema de la sucesión. Y la combinación de miedo a perder el poder con la imposibilidad que tiene cualquier aspirante de disputarle el liderazgo al candidato elegido por Chávez es una fuerte garantía de unidad en el corto plazo.