Evita y Chávez

Lunes, 7 de enero de 2012

Cristina Marcano en El País:

Su figura maciza se alza como levitando, a cámara lenta, entre niños que sonríen como ángeles. Besa manos que se le ofrecen, levanta delicadamente a un bebé en el aire, abraza con ternura a una anciana. “Exijo lealtad absoluta porque yo no soy yo, ¡yo soy un pueblo, carajo!”, truena la voz de Hugo Chávez sobre un clímax musical…

El vídeo al que se refiere Marcano se titula #YoSoyChávez y se transmite a cada rato por VTV. Pero si se cambia el nombre de Chávez el párrafo citado podría ser sacado de la estupenda novela de Tomás Eloy Martínez, Santa Evita. De hecho, el video también:

Un momento oportuno para leer o releer esta novela.

Revolución en Hollywood

Miércoles, 19 de diciembre de 2012

Hay quienes piensan que Estados Unidos impone su cultura al resto del mundo a través de Hollywood. Pero la historia es al revés. El  resto del mundo es el que está transformando la industria del cine en Estados Unidos. Vea la explicación en mi más reciente reportaje para el programa de TV de Moisés Naím (1,11):

 

Las conversaciones de Roth

Jueves, 22 de noviembre de 2012

Muchos comentarios sobre Philip Roth por el anuncio de su retiro. Y, aunque al igual que a Vargas Llosa me cuesta creerle, aprovecho para decir algo breve sobre su obra.

Fíjense en este pequeño extracto de I married a communist. Eve Frame, una famosa actriz que es uno de los personajes principales de la novela, está siendo descrita por su hija:

“My mother [Eve] goes to lunch with Katrina and she comes home white with rage. ‘That woman is impossible. She tells me about the theatre and she tells me about the latest novels and she thinks she knows everything, and she knows nothing.’ And it’s true: when they go to lunch, Katrina invariably lectures Mother on the one thing Mother happens to know all about. Mother can’t stand Katrina’s books. She can’t even read them. She bursts out laughing when she tries, and then she tells Katrina how wonderful they are. Mother has a nickname for everyone who freightens her -Katrina is ‘Looney.’ ‘You should have heard Loony on the O’Neill play,’ she tells me. ‘She outdid herself.’ Then Looney calls at nine the next morning and Mother spends an hour with her on the phone. My mother goes through vehement indignation the way a spendthrift goes through a bankroll, then she turns right around and sucks up to her because of the ‘Van’ in her name.”

En materia de percepción y poder de observación, este es un párrafo típico de Roth. Es difícil agarrar cualquiera de sus mejores novelas y no toparse a las tres o cuatro páginas con un párrafo tan bueno como éste.

Pero la observación en sí no es lo que más me impresiona. Es la habilidad de Roth de llevar la narrativa hacia estos lugares donde tiene algo importante qué decir o hacia estos terrenos muy fértiles. ¿Cómo lo hace? En algunas de sus novelas lo hace a través de una narración “conversada.” Es decir, hay un narrador / personaje que echa el cuento. En el caso de I married a communist son dos, Nathan y Murray. La ventaja de tener a un narrador / personaje contando la historia es que le permite al autor moverse en el tiempo con mayor facilidad y escoger los episodios relevantes sin sacrificar verosimilitud.

Esto es hasta cierto punto lo que pasa en la vida real. Si le estoy contando a mi esposa la historia trágica de un amigo, puedo moverme con  facilidad del principio al final, escoger los episodios importantes, ignorar o marginar los que no tiene importancia, etc. Es decir, si le estoy contando lo que pasó en una determinada cena puedo contarle lo relevante. No tengo que detenerme en detalles innecesarios como “Juan llegó justo a la hora. Rosa le abrió la puerta.” Si en cambio decido escribir un capítulo sobre la cena, probablemente tenga que detenerme en cosas que no me interesan mucho porque la estructura me lo exige. (como “Juan llegó a la hora” y cosas por el estilo).

Roth no es el primero en usar esta técnica. Faulkner también la utilizó con maestría. Pero es uno de los que mejor la han aprovechado.

El gran culpable

Viernes, 16 de noviembre de 2012

Siempre tengo en mi escritorio alguna novela de un gran escritor para no olvidar que es de verdad escribir bien. Antes de comenzar a trabajar, o en los descansos, leo un puñadito de páginas.

Últimamente he esto releyendo I married a communist de Philip Roth.

Y en esta novela, a través del protagonista Ira Ringold, Roth ilustra un punto importante.

Muchas veces el comunismo se origina en parte de un impulso humano básico: la proclividad del hombre a encontrar o singularizar un culpable de una situación que causa en él una profunda y justificada indignación y frustración. Esta indignación y frustración se ventila transformándose en ira o cólera dirigida hacia ese “escogido” culpable.

Esa necesidad de señalar un culpable, y ese natural proceso mediante el cual la indignación se transforma en ira dirigida hacia el culpable, anula razones, argumentos y consideraciones importantes, sobre todo si estos debilitan el caso contra el foco de la cólera. Es decir, el dedo apuntando agresivamente se transforma en una especie de religión.

En el caso de los comunistas el culpable es el capitalismo, la manera como la sociedad está organizada entre explotadores y explotados, la clase explotadora. Pero este impulso también ayuda a explicar otros fenómenos como el antiamericanismo.

No quiero decir que muchas de las críticas al capitalismo y a Estados Unidos no sean válidas. Simplemente en ambos casos uno observa como la necesidad de señalar, de encontrar a un gran culpable por algo que justificadamente causa indignación, lleva a muchos a reducir a una narrativa simple y engañosa una muy compleja realidad. Y el resultado puede ser desastroso.

En una escena de I married a communist, Ira Ringold le cuenta a Nathan, el narrador, sobre su experiencias militares en Irán, donde pudo ver cómo los más pobres de ese país vivían en míseras condiciones, lavándose las manos y bañándose en las mismas aguas donde orinaban y defecaban y cosas por el estilo. Al final Ringold dice:

But there was nothing I could do about it. In the army there is no democracy. Y’ understand? You don’t go telling anybody higher up. And this had been going on for God knows how long. This is what the world is. That’s how people live….This is how people make them live.

Qué maravilla de párrafo. Aquí Roth demuestra en pocas oraciones como la profunda indignación (“This is how the world is”) se desfoga mediante la asignación de un culpable a quien Ringold dirige toda esa indignación transformada en ira (“This is how people make them live”). ¿Y a quién está culpando Ringold? Si uno ha leído el resto de la novela uno sabe que se refiere a la clase explotadora, al capitalismo, a una sociedad organizada de una manera que beneficia a la clase explotadora y perjudica al resto; a esos pobres que ellos hacen bañarse en el agua donde orinan. Ese “hacen” (make) es la clave del párrafo de Roth.

A mí no deja de asombrarme la posibilidad que este impulso humano básico pudo haber tenido un papel importante como carburante de la expansión mundial del comunismo. Recuerden que este el mismo impulso que nos lleva a culpar injustamente a la señora que limpia cuando no encontramos las llaves o la cartera.

¿A qué viene esta reflexión?

A que algo similar veo en los nuevos críticos de la MUD. Una profunda frustración por la derrota del 7/O que se desfoga mediante la asignación de un culpable (la MUD) a quien se dirige erradamente toda esa frustración transformada en ira.

Mérida con Capriles

Miércoles, 3 de octubre de 2012

Fotografía de Vasco Szinetar: