Poder cómo única opción

Viernes, 3 de mayo de 2013

¿Por qué los líderes del gobierno de Venezuela se comportan como se comportan?

Creo que el origen es un instinto de supervivencia. El sentir que perder el poder equivale a posiblemente pagar por delitos y crímenes que ellos saben que han cometido. El no tener más opción de vida que permanecer en el gobierno. El sentir que el exilio es quizá la única opción de vida “normal” posible fuera del poder.

Y en esta lucha para sobrevivir, donde la diferencia entre ganar y perder es vista como de vida o muerte, todo es válido.

Meter preso a alguien para infundir miedo; debilitar al enemigo difundiendo mentiras y calumnias; crear cortinas de humo para tapar verdades que debilitan al gobierno; explotar el resentimiento social y manipular las expectativas de los más pobres. Todo vale.

Pero, aunque el instinto de supervivencia es el origen, no hay que descartar que esto poco a poco se convierta en una manera de ser y actuar; que después de un tiempo los líderes chavistas somaticen estas prácticas y la barbarie se convierta en su manera default de interactuar con el mundo.

Cuando la verdad no está en el centro

Miércoles, 1 de mayo de 2012

Es cierto que la polarización ha secuestrado a muchas mentes en Venezuela, pero el fanatismo del centro también lo ha hecho.

Y con fanáticos del centro me refiero a aquellos que genuinamente quieren verse a sí mismos como gente equilibrada, capaz ver virtud y error en ambos lados del espectro político, y eso los lleva a asignar cuotas similares de culpa en cada lado incluso cuando un lado es más culpable que el otro.

Un ejemplo es este reportaje de Catalina Lobo-Guerrero de la revista Semana, donde las agresiones de ayer en la Asamblea Nacional son pintadas como un “circo” donde diputados de lado y lado, incapaces de dialogar y forjar consensos, decidieron dirimir sus diferencias a golpes.

El problema es que en los videos se puede apreciar que fueron los diputados oficialistas los que se abalanzaron sobre los opositores. De hecho, la golpiza ocurrió en el lado opositor del hemiciclo. Y yo no he visto una sola foto de un diputado del oficialismo con heridas, mientras que las fotos de Julio Borges y María Corina Machado hablan por sí solas. ¿Que un diputado opositor aparece lanzando golpes en un video? Sí. Pero ¿esperaba alguien que todos respondieran pasivamente ante esta brutal agresión que casi deja deforme a Julio Borges?

La diputada oficialista Odalis Monzón, que acusó a la oposición de agredirla físicamente, no muestra una sola marca que compruebe que fue golpeada. Según ella, salió ilesa del incidente porque “sus compañeros la defendieron.” La ministra Iris Valera fue más explícita, diciendo que los diputados chavistas no mostraban cicatrices porque “son de pueblo y saben pelear mejor.”

No hay que olvidar, además, que esto ocurre dentro de un contexto de creciente represión: detenciones arbitrarias, intimidación a los medios, violaciones a la libertad de expresión y asamblea, y despidos de funcionarios públicos por su manera de pensar.

¿Por qué esto importa?

Porque, como dice Guillermo T. Aveledo, nada de esto es un juego. Describir los sucesos de ayer como un “circo” de diputados de “ambos lados” que recurren a la violencia porque son incapaces de dialogar banaliza irresponsablemente lo que ha ocurrido en el país desde el 14 de abril.