Mi casa bien equipada

Martes, 6 de diciembre de 2011

Está culminando la jornada nacional de Mi Casa Bien Equipada, una iniciativa del gobierno de venta equipos electrodomésticos a precios “solidarios.”

Han llegado de China aproximadamente un millón de electrodomésticos y ya se han distribuido en 22 estados 45 mil equipos a precios ridículamente bajos, casi la mitad de los del mercado.

El gobierno promociona esta iniciativa como una oferta de electrodomésticos a “precios justos para eliminar la especulación del mercado privado,” una estrategia perversa pero inteligente.

El país padece una alta inflación y ¿a quién culpa el gobierno? A los especuladores del sector privado. ¿Y cómo transforman esta mentira en verdad? Tomando acciones concretas como ofrecer cientos de miles de electrodomésticos a “precios justos.” Fíjense que no dicen “subsidiados” sino “justos.” Es decir, el Estado hace lo que la empresa capitalista no hace por su enfermiza ambición y codicia.

El mundo al revés

Martes, 6 de diciembre de 2011

En la cumbre de la Celac hubo un incidente que la prensa no reseñó.

En una de sus intervenciones Juan Manuel Santos pidió a los demás mandatarios que apoyaran la candidatura de su actual vicepresidente, Angelino Garzón, para la dirección de la OIT.

Mientras hablaba, Santos veía a Dilma porque obviamente el apoyo de Brasil es el más importante; incluso comparó Garzón con Lula (“yo lo llamo nuestro Lula colombiano por su pasado sindicalista”) .

Luego Chávez tomó la palabra y, anunciando su apoyo a Garzón, preguntó si alguien más apoyaba la candidatura del colombiano. México, Chile, Argentina, Cuba, Ecuador y otros países decidieron sumarse. Pero no Brasil.

Chávez entonces se dirigió a Dilma (ver video, 16.23):

Te acuerdas, Dilma, que en la cumbre de África y Suramérica Lula vino y planteó el apoyo para la sede del mundial de fútbol, y ahí hubo unanimidad casi, ¿no?…en África y América del Sur. Creo que fue importante ese apoyo.

Dilma asintió pero no cedió ante la presión. Y, aunque el día siguiente Brasil anunció que apoyaba la candidatura de Garzón, apostaría que a Dilma no le agradaron los rudos modales de Chávez. (El incidente me hizo recordar mi reciente nota sobre la novela de Barrera).

Quién iba a pensarlo hace unos años, Chávez más cercano al oligarca Santos que a la ex guerrillera Dilma.

Krugman describe a…

Lunes, 5 de diciembre de 2011

En su última columna Paul Krugman arremete contra Newt Gingrich:

My sense is that he’s also very good at doublethink — that even when he knows what he’s saying isn’t true, he manages to believe it while he’s saying it.

¿Les recuerda a alguien?

El efecto Afiuni

Lunes, 5 de diciembre de 2011

La jueza Afiuni

Cuánta maldad…

Así comentó una lectora en su twitter la pequeña nota que escribí sobre Henry Vivas.

Y, si uno asume que Hugo Chávez está enterado de los detalles del estado de salud de Vivas, ¿cómo no se puede decir eso?

Es posible, sin embargo, que Chávez no conozca los detalles; también que la jueza que le negó la medida humanitaria no duerma tranquila en las noches por haber tomado esa decisión.

Si ese fuese el caso, ¿por que entonces la jueza negaría la medida humanitaria?

Por el efecto Afiuni; porque sabe que corre el riesgo de ir presa si decide a favor de Vivas. (Theresly Malavé me cuenta que se han visto casos de jueces que desaparecen antes de tomar una decisión porque no quieren condenar a prisión a una persona inocente o emitir una sentencia que pueda irritar al gobierno).

Esto demostraría que a veces la maldad extrema puede ser consecuencia de un sistema de incentivos más que de la maldad de un individuo particular, o que la maldad de un sistema puede superar la de los individuos que conforman ese sistema.

Claro está que existe la posibilidad de que Chávez conozca los detalles de las salud de Vivas o que la jueza no haya sentido mayor remordimiento.

Ese escenario tampoco me sorprendería.

Próximo:

  • Un incidente revelador de la CELAC que pocos notaron.

Sobre el debate de anoche

Lunes, 5 de diciembre de 2011

Del primer al segundo debate hubo una evidente mejora. Fue una buena idea invitar a periodistas (aunque los hay mejores) y la producción técnica fue infinitamente mejor. Quizá se ha podido estimular más el intercambio de ideas y la discusión de propuestas entre los candidatos, pero creo que eso no hubiese cambiado mucho las cosas porque los precandidatos no andan en un plan de pelear y hacerse ver mal entre ellos. La prioridad de vencer a Hugo Chávez está tan por encima de cualquier otra consideración que nadie quiere asumir riesgos, lo cual quizá es una exageración, pero una exageración comprensible, dado lo que está en juego.

Un comentario sobre Diego Arria y Pablo Medina.

Más allá de los méritos de sus argumentos, el tema de reconciliación no es prioritario en el mensaje que intentan comunicarle al país. Ambos atizan la polarización en Venezuela; ambos tienen un discurso que los aisla totalmente del universo chavista, es decir, la mitad del país.

Arria ha sido un infatigable y valiente luchador por la democracia; tiene el mérito de ser el único que habla abiertamente sobre los problemas de la transición y ha propuesto una solución muy clara y transparente a esos problemas. Pero el problema de la transición va mucho allá de la refundación de los poderes públicos.

Si la oposición gana las elecciones, al menos cuarenta por ciento del país va a seguir siendo chavista. Muchos diputados, consejales, alcaldes y gobernadores seguirán siendo chavistas. Y, con o sin Asamblea Constituyente, la despolitización de las instituciones del Estado va a tomar tiempo y esfuerzo. (La Asamblea Constituyente no le bastó a Chávez para politizar de un día a otro las instituciones).

Si no se hace todo lo posible para propiciar un clima de reconciliación en el país, incluso si ello implica alargarle el brazo a algunas figuras del chavismo, el país será ingobernable. Para gobernar (y, más aún, sobrevivir su mandato) el próximo presidente no tendrá otra alternativa que entenderse y reconciliarse con ese amplio porcentaje de la población chavista.

Más aún, las posibilidades de que el gobierno entregue el poder (o sea obligado a entregarlo) aumentan si desde ya se promueve ese mensaje de inclusión, reconciliación y rechazo a la retaliación política (lo cual no significa impunidad para todos, pero sí, posiblemente, un acuerdo razonable de amnistía).

Una transición pacífica depende de que muchas personas que están ahora en posiciones de poder (sobre todo en la FANB) sientan que no van a ser perseguidas si cae Chávez. El grado de politización de las instituciones es tal que ya no queda mucha gente “pura.” Por eso pretender impulsar una transición sólo con gente “pura” es una utopía.

Esta necesidad moral y pragmática de reconciliación es una de las grandes lecciones que dejó Mandela en Sudáfrica y la Concertación en Chile; no hay que desestimarla.