Lunes, 24 de mayo de 2010
Tengo un amigo en Caracas -a quien llamaré Roberto- que trabajó dos años con un alto funcionario chavista. Por un tiempo mi amigo fue chavista, pero luego renunció a su cargo.
No le dijo a su jefe, a quien respeta y quiere mucho, que renunciaba por desilusión con la revolución. Dejó su cargo con otro pretexto.
Varias veces hemos conversado con franqueza sobre su jefe, a quien él considera -no sin razón- una persona inteligente. Y varias veces hemos discutido las razones que llevan a su jefe (a quien llamaré Ortiz) a seguir con “el proceso.”
Un pequeño recuento de nuestras conversaciones:
Alejandro: ¿Hay algo de cinismo en el apoyo de Ortiz a Chávez? De decir “Chávez es incompetente y autoritario, pero al menos me estoy beneficiando. Estoy ganando dinero, poder, etc..”
Roberto: Así como lo pones, no. De verdad que él no piensa así.
Alejandro: Pero tiene que darse cuenta que el tipo es autoritario; que está destruyendo la democracia; que no acepta críticas. Tiene que saber que la más mínima crítica a Chávez le puede costar el puesto; que hasta lo pueden meter preso.
Roberto: Claro que lo sabe. Pero eso no quiere decir que sea un cínico. Él ve los defectos de Chávez. En privado lo critica. Él sabe que no es muy democrático. Pero genuinamente piensa que si la oposición retoma el poder sería mucho peor. Que todos los avances sociales de la revolución se perderían. Te lo digo. Yo visité con él algunas misiones. Lo he visto casi llorar de orgullo cuando ve la ayuda que el gobierno le está dando a la gente de los barrios. Lo he visto conmovido con esa vaina.
Una vez, medio pasado de tragos, me dijo: “Cuando tengo dudas sobre toda esta vaina….luego voy a uno de esos proyectos que estamos haciendo en los barrios. Eso nadie lo había hecho en Venezuela.”
Esas fueron sus palabras textuales. Lo curioso es que ese “vaina,” en el contexto y en el tono en que lo dijo, quería decir “locura.” La locura de la revolución. Algo que, sin tragos, nunca me hubiese dicho. Se le escapó. Pero, así como reveló que está consciente que la revolución es una locura, también reveló cómo hace para racionalizar su posición….Los proyectos sociales. Las misiones. La ayuda que Chávez le da a los pobres.
Para no trancar la discusión, trato de no discutir el tema de los avances sociales de la revolución, donde Roberto y yo tenemos diferencias irreconciliables. Me parece inútil hablar de inflación, desabastecimiento, la destrucción del sector privado, la dependencia petrolera; decirle que el modelo económico de Chávez no es sostenible; que los controles son irracionales; que los problemas de la luz, la inseguridad y el agua afectan más a los pobres que a los ricos.
Alejandro: Sabes que no estamos de acuerdo en la parte económica. Pero asumamos que todo estos programas son tan buenos como Ortiz dice y que no hay nadie en la oposición que quiera ayudar a los pobres. ¿Qué estás proponeniendo? ¿Un presidente vitalicio? ¿Un monarca? ¿Estás diciendo que el único camino posible es Chávez hasta la eternidad?
Roberto: No, vale. No estoy defendiendo a nadie. Sólo te estoy explicando cómo piensa Ortiz. ¿No renuncié a mi cargo, coño? ¿No estoy ahora desempleado? Simplemente te estoy diciendo que no veo a Ortiz como un cínico.
Alejandro: ¿Cómo lo ves, entonces?
Roberto: Tienes que ponerte en sus zapatos. Ortiz tiene poco más de setenta años. Militó en la izquierda toda su vida. Era parte de un grupo que soñó por mucho tiempo con llegar al poder, pero nunca llegó ni cerca. Hasta que apareció Chávez. Ahí el sueño se hizo realidad. Para Ortiz Chávez representa un sueño que estuvo a punto de no cumplirse. Abandonar el proceso no es fácil para él. Eso es lo primero. El segundo factor es el que ya te dije. Él de verdad cree en la vaina social. Las misiones. Él está convencido, o él mismo se ha convencido, de que eso no seguiría con la derecha en el poder. Ya sé que piensas que la oposición no es sinónimo de extrema derecha, pero en el chavismo mucha gente lo ve así.
El último factor -del que ya hemos hablado- es las falta de alternativas en su vida. Ortiz ya supera los setenta. Si rompe con el chavismo queda en un especie de limbo. Sabe que el chavismo lo odiaría. Sabe que la oposición jamás le perdonaría sus años con el chavismo. Más aún: ese carajo piensa -porque me lo dijo más de una vez- que con un gobierno de oposición él iría preso. Por eso, en su mente, él debe pensar que con Chávez tiene que ir all the way. No me lo ha dicho, pero es obvio…En fin, todos estos factores lo llevan a tratar de racionalizar su posición; a llegar a extremos demenciales para justificar lo que hace. A poner énfasis en lo que ve en las misiones; a tragarse el discurso polarizador de Chávez que sataniza a la oposición. Son mecanismos de autojustificación. La disonancia entre la falta de moral de la revolución y sus principios Ortiz la resuelve modificando la realidad. Negando o desviando la vista de todo lo malo que ve y enfatizando lo bueno. Muchos chavistas son cínicos, oportunistas, pero Ortiz no es así. Te lo digo. Él trata de racionalizar lo que hace, y esto, claro, le causa a veces mucho estrés, porque no es fácil justificar las locuras de Chávez. Esta tensión interna uno la nota. Quizá estoy especulando, pero siempre me pareció que bebe mucho en parte para aliviar estas tensiones.
Alejandro: ¿Y el poder? ¿No es ese otro factor?
Roberto: Claro. Ese es otro factor. Los beneficios de poder. Cualquiera que haya estado en el poder lo sabe. No es fácil apartarse de esa vaina. No sabes como la gente adula a Ortiz. No sabes cómo algunas mujeres miran a ese viejo, que como sabes no es ningún galán. Gente con dinero, con prestigio, aquí y en el exterior, lo llama, lo invita a cenar, lo corteja como a una estrella de cine. Por supuesto, eso también influye. Si Ortiz decide romper con Chávez todo eso se acaba. No sólo eso: corre el riesgo de que la oposición o Chávez mismo lo meta preso, como a Baduel. E incluso si no lo meten preso, ¿qué le queda? ¿Qué va a hacer con el resto de su vida, con la oposición y el chavismo odiándolo a muerte? ¿Jugar dominó? ¿Esperar unos cuantos años y morirse? Si tuviera treinta años, fuese diferente. Pero ya tiene más de setenta. Puede no gustarte. Puede no gustarnos. Puede ser inmoral. Pero, para Ortiz, la decisión de quedarse con Chávez no es del todo irracional.
Alejandro: El problema, Roberto, es que así puedes justificar las acciones de cualquier persona. Aceptar tu explicación es caer en un absoluto relativismo moral.
Roberto: Ya te dije, coño. No estoy justificando sus acciones. Sólo te estoy explicando cómo piensa Ortiz.
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