El silencio y el escorpión

Martes, 1 de septiembre de 2009

silenceEl 11 de abril de 2002 casi un millón de venezolanos marcharon al palacio de Miraflores en Caracas para exigir la renuncia del presidente Hugo Chávez, a quien la mayoría de la manifestantes responsabilizaba entonces de un progresivo desmantelamiento de la democracia. Cuando la marcha estaba cerca del palacio, estalló un tiroteo que duró varias horas y dejó un saldo de 19 muertos y más de 150 heridos. Un video transmitido en los canales de televisión mostró a pistoleros chavistas disparando contra la marcha pacífica y la transmisión afectó seriamente la imagen del gobierno. Horas después un general apareció en la televisión anunciando que el alto mando militar le había pedido la renuncia a Hugo Chávez y que él la había aceptado.

El día siguiente Pedro Carmona, el entonces reputado líder opositor y presidente de la principal federación de empresarios, se juramentó como presidente transitorio y violó la Constitución disolviendo la mayoría de las instituciones democráticas. La decisión atizó la indignación de muchos chavistas, que salieron a las calles a protestar y pedir la reinstauración del presidente, y más importante aún, hizo que militares en posiciones claves reconsideraran o se rebelaran. Esa madrugada, menos de 48 horas después de su derrocamiento, Hugo Chávez fue devuelto en helicóptero a Miraflores para reasumir su cargo como presidente.

En su libro El silencio y el escorpión, Brian A. Nelson nos ofrece un recuento de los confusos sucesos de esos días, producto de una exhaustiva investigación que le tomó siete años completar. Uno de los argumentos principales del autor es que, desde una perspectiva histórica, el golpe es un hito importante, porque, además de haber tenido repercusiones de largo alcance, nos ayuda a descifrar y entender la Venezuela moderna. Su argumento quizá suena grandilocuente, pero no lo es: ningún otro suceso ilustra tan bien el estado de extrema polarización en el que se encuentra Venezuela; y pocos episodios han tenido consecuencias tan adversas para el futuro de la democracia en el país.

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